Avenidas

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Estamos en un escenario visualmente único e inconfundible como ningún otro – Norte Grande de Chile - Antofagasta. Cuerpo urbano provisorio. Vida provisoria, espacios temporales, cruces de caminos circunstanciales. Con una frágil memoria que no alcanza a sostener la identidad, la que resulta tan difícil de aceptar, la cual se busca con determinación, se rechaza y se desconoce por no digna, por confusa, por fugaz, por fea. Avenidas es una intervención urbana en una ciudad donde todo se esta haciendo por primera vez y las instalaciones siguen siendo vanguardia como género de artes visuales, donde con asombro Justo Pastor Mellado constata que todavía existen representantes de la época de los petroglifos, que defienden la superioridad de la pintura de caballete sobre cualquier otro formato plástico. Ciudad minera, desierto absoluto, sin ducha de lluvia, sin descanso, larga y apretada por el mar y los cerros. Ciudad literalmente sin horizonte, que se traduce a una vida aquí y ahora, provisoria, sin proyecciones a largo plazo. Enclave desértico donde la valorización del “ser” está por debajo de la cotización del mineral. Urbe que atrapa pero a la vez energetiza. Fea y encantadora, vulnerable y potente, descuidada y seductora. Alejada del mundo, ha generado su propio consciente colectivo, una cosmovisión ecléctica, con sus referencias, mitos y creencias que nutrieron de contenido este trabajo.




Fecundando avenidas

Avenidas se inscribe de lleno en una corriente que se ha ido construyendo desde la propuesta de artistas - de diversas nacionalidades y géneros - y que tienen como lugar común, el instalar un dispositivo de arte de carácter efímero, en el espacio público. Esta concatenación de poética urbana tiene - para nuestra época - su génesis en la mirada de los artistas a la cambiante ciudad de los albores de la vida moderna. Allí, las aldeas cedieron sus fronteras de trazado medioeval y se abrieron a través de bulevares planificados que cambiaron para siempre su morfología. En ese contexto, uno de los artistas emblemáticos del siglo XIX, Baudelaire, ponía su asertiva mirada en la nueva relación que se establecía entre arte y ciudad, generando un nuevo rol para el artista. Comprendió tempranamente que esta nueva constelación de experiencias, propiciaba el “mas allá del umbral”, “lo sublime”, que no se encontraba según el poeta, en ningún lugar con mayor inmediatez que en la ciudad. Baudelaire instala en sus calles “al flaneurs”, “caminante lucido” que se fascina con el nuevo sublime. Para él la calle es vivida como el mejor lugar de escenificación de la discorde aventura humana. Vivida desde el goce de saberla liberada de la marca del monopolio de clases, o de tipos de usuarios. Entregada a gentes y comportamientos heterogéneos: La patria de todos los sin patria. En la actualidad, las propuestas de arte para el espacio público surgen también atentas a su tiempo, y éste ya no es él de la urbe industrial sobre la cual escribió Baudelaire, sino su (con) secuencia, el advenimiento de la ciudad marketing , al interior de la cual es indispensable tomar una postura y reconocer la diferencia entre lugar y locus, para luego activarlos. Dagmara Wyskiel da señales de compartir plenamente la tesis de que Antofagasta es, en la actualidad, una ciudad marketing , termino con el cual definen los estudiosos del urbanismo a los núcleos “eficientes” en sus respuestas al capitalismo avanzado. La obra que nos convoca se sostiene sobre la percepción de que su soporte (la ciudad), no es un conjunto orgánico, sistémico, compuesto de espacios para el uso público y privado que debían garantizar y resguardar en su conjunto a una vida política y participativa atenta, a la idiosincrasia local.


Antofagasta es hoy un espacio que crece disgregado, potenciando barrios dormitorios en la periferia, generando morfología universal (mall, mega- gasolineras, híper-farmacias), construyendo vías de desplazamiento rápido - sólo para vehículos -, zonas segmentadas por divisiones etáreas o socioeconómicas. Con ello su silueta cambia y se aproxima al modelo globalizador de la ciudad al borde del mar, cuyo paradigma se divide entre los seguidores de Barcelona o de Miami. Las ciudades marketing tienden a parecerse y en ello pierden los límites de lo particular. Se introducen en un común/universal. Éste no acoge los gestos de identidad local. Proporcionan espacios que parecieran atacar en forma directa a toda inmediatez, respaldadas, tal vez, por el paradigma de la sociedad postmoderna de la información (glorificada en la proliferación de pantallas y conexiones a distancia). Ante esta multiplicación vigorosa de lugares universales (globales), la obra de Dagmara se contrapone, problematizando lo local. Son obras que se concluyen en el abrazo indivisible con esos sitios diseñados bajo condiciones estándar. Llegan a ellos para aportar con el volumen y el tono de la voz local, para fecundarlos con la imaginación y en ello hacerlos transitar hacia la condición de locus. Éste termino, tiene un origen transversal. Define en el lenguaje de la biología, el sitio de un cromosoma donde se localiza un gen determinado. Como concepto teórico dentro de las teorías del aprendizaje, señala el núcleo desde donde se origina la fuerza motivadora que lleva a los sujetos a actuar de una cierta manera y no de otra, ante la misma situación. En sicología, es un lugar de control interno, el que nutre a la creencia de que lo que nos pasa o sucede depende en gran parte de lo que hagamos o dejemos de hacer. Desde la perspectiva del hacer artístico, es la configuración de un espacio con capacidad para dar clima y paisaje a la comunidad de afectos. Su cualidad no es una cuestión de magnitud, sino de conservar (o activar) el humus local. Al contrario de los lugares universales, el locus contiene. Retiene el gesto del habitante. No niega las particularidades e incentiva el trato directo con la finitud. Es en ello una inmediatez recobrada, un Finis térrea. Un Axes mundi que permite al espectador sentirse parte del espíritu y la lengua de un lugar, con lo cual son vitales para preservar la memoria.


La condición de extranjera de Dagmara juega en este ámbito a su favor. Se siente en su proyecto que ha atravesado vientos y vegetaciones distintas, y que está conciente que la identidad no se agota en el lazo fácil con el clima y un color, sino que puede tomar distintos registros. Su obra retrotrae al orden de la geografía (“ALGO ME TAPO EL HORIZONTE”); a la soberanía de la vida singular (“DESIERTO, COBRE, MI VIDA”). Reflota aquello que el aquí y el ahora suponen en el horizonte de cualquier existencia (“DIJO QUE AQUÍ TOCO TECHO”). Recuerda que el clima, la orografía, los olores, la flora, la fauna, la cultura y el lenguaje, conforman el relieve, y están lejos de ser meramente un barniz integrador entre lo global y lo étnico (¿USTED TAMPOCO ES DE AQUÏ, VERDAD?”). Avenidas es un proyecto de arte que desecha de entrada el trabajo con los recintos de interior y aspira a convertir a la ciudad, en una galería para caminantes. Cada vez que se instala en su marco expositivo (paletas publicitarias), no se limita a su cuerpo de obra, sino que activa a su entorno provocando en él una metamorfosis: pasa de su condición de objeto de uso cotidiano, a ser parte de una narrativa extracotidiana, extraída del humus local que la artista ha recuperado durante sus seis años de residencia en la ciudad. En la práctica, el proyecto se compone de 18 obras en las que se asocian texto e imagen. Durante seis meses, han coexistido con la vida urbana desde un mobiliario “locuaz”, situado en lugares neurálgicos de la ciudad. Los números que se extraen de este operativo de arte son tan grandes como los que la región acostumbra al país; 30 piezas, miles de metros cuadrados de urbe que compusieron durante 190 días una galería abierta para los 230.000 habitantes y sus cientos de vistas periódicas. El espectador pudo tomar contacto con la obra, desde la proximidad a los hipermercados, al estadio, a los paseos peatonales y las principales arterias de tránsito. Su lenguaje plástico es determinante para comprender el operativo artístico propuesto. Este explora en el no-diseño publicitario: Es simple, minimalista y plano. Evidencia su condición de bosquejo, genera un discurso abierto. Expresamente su estética se instala en la orilla opuesta de cualquier mensaje direccional de la publicidad, y esto lo sabe muy bien esta artista visual, quien tiene en el origen de su formación la escuela del afiche polaco, internacionalmente reconocido por subelleza e inteligencia en el manejo de la dupla imagen - texto.


Finalmente, me permito señalar que el umbral a su percepción, es sin duda el humor. Cada imagen es un fragmento de sueños (“SI TODA LA PLATA SE QUEDARA AQUÍ”), dudas (“EL TAMBIEN SE PREGUNTA POR SU IDENTIDAD”), autodefiniciones del alma local contenidas en un juego con doble y triple sentido (“EL HOYO MAS GRANDE DEL MUNDO, ES NUESTRO”). Metáforas que invitan a pensar-se, y que nos permiten asegurar que la obra se concluye en la mirada de su receptor. Sin duda, este proyecto favorece la reconciliación de los antofagastinos con su ser mas íntimo, y nos permite afirmar que estamos frente a un arte que a inicios del siglo XXI hace locus para el andar del “caminante lucido”. La ciudad así es re-descubierta, transformada en contenido/soporte de una obra de arte, cuya realidad sobrepasa la capacidad perceptiva del individuo, obligándolo a su virtud interpretativa.

Dr. Pedro Celedón Bañados Director Programa de Estudios de Arte y Cultura Latinoamericana Pontificia Universidad Católica de Chile


La propuesta de la artista visual Dagmara Wyskiel, es un dardo crítico visual, que nos enfrenta con nuestra realidad, sirviéndose de un soporte que ésta asociado al comunicar durante el viaje, los vemos en las carreteras escalados a la velocidad de transitar y en las calles de la ciudad, asociados al automovilista y el peatón en el viaje cotidiano del domicilio al trabajo. La artista visual, interviene nuestro contexto urbano, utilizando, lo que se podría nombrar como una traza urbana de soportes publicitarios destinado a la propaganda y el consumo, asociados al viaje urbano y territorial, como ya se ha mencionado. Paletas publicitarias situadas estratégicamente en la ciudad, en puntos de alta confluencia urbana, las cuales entregan visualmente información de consumo en el tránsito diario. Información o mensaje muchas veces diseñada para ser vista en un instante, de soslayo, durante el paso o en la breve detención frente a un semáforo. En este sentido, la intervención que realizada, utiliza oportunamente esta situación, instando visualmente a la reflexión, orientada a nuestra realidad nortina. Intervención que recurre a una gráfica didáctica y simple, que se aleja del hiper-producido lenguaje publicitario, el cual trásmite un mensaje superficial relacionado al consumo. En cambio, la artista nos presenta una contrapropuesta enfrentándonos a una imagen que es incisiva a nuestra realidad social, patrimonial y urbana. Lanzando un dardo visual al antofagastino, provocando un campo de reflexión, discusión y preguntas acerca de la identidad regional, la memoria, el descuido a nuestra ciudad y el rol social de la minería, incluso en esta lámina de intervención toca subliminal e irónicamente en tema del machismo y la discriminación. La intervención visual es una denuncia desde una mirada extranjera que de manera intrusa ha invadido las arterias de nuestra ciudad y nos señala críticamente en la cotidianeidad del viaje.

Pamela Valdivia Arquitecto Universidad Católica del Norte


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mis agradecimientos a: Fundación Madero Pedro Celedón Alejandro Sepúlveda Pamela Valdivia Paulo Figueroa y su equipo Olga Rivas Estay Christian Núñez


DAGMARA WYSKIEL Polaca, desde hace seis años vive en Antofagasta, extremo y desértico norte de Chile. Magíster en Arte de la Universidad de Bellas Artes de Cracovia, Polonia. Vivió en Nueva York, en Tenerife y en Frankfurt (beca Erasmus - Socrates de la Unión Europea). En el campo de Artes Visuales desarrolla proyectos colectivos e individuales de pintura, gráfica, fotografía, instalaciones, animación y últimamente de intervenciones urbanas. Ha obtenido los primeros lugares: en el concurso nacional de afiche “A 100 años de la matanza de la Escuela de Santa María de Iquique”, y en el concurso regional de pintura. Cuatro veces sus proyectos fueron financiados por el Fondo de Cultura y las Artes de Ministerio de Cultura de Chile, Fondart. Autora y directora artística de proyectos colectivos de instalaciones “Se Vende I”, “Se Vende 2”, e interdisciplinario “OTRO PAIS. Mes de Antofagasta en Santiago” (Centro de Extensión PUC) y visual “OTRO PAÍS. Mes de Antofagasta en Valdivia” (MAC, Valdivia). Curadora de la exposición “Polacos en Chile” en el Centro Cultural Montecarmelo de Santiago, patrocinada por el presidente del Senado Polaco y “Jóvenes plásticos del LEA” en la Casa de la Cultura de Antofagasta. Ejecutora, junto con Claudio Galeno y Jorge Wittwer del proyecto de instalación “Inercia”, en el edificio de Correos de Chile de Antofagasta. Dentro de sus últimos proyectos individuales destacan: en fotografía “Enfoques de Antofagasta” 2002 e “Invierno en Cracovia” 2003; en instalaciones “Transferencia” dentro de proyecto colectivo “Se Vende 1”, 2004; “Memoria de un manubrio” en el marco de “Se vende 2” 2005; “Todos Somos Culpables” pintura / gráfica / animación 2006 y “Verde Profundo” 2006, donde aplica imágenes digitales en una onírica composición espacial. Ha expuesto individualmente en Polonia, en la Galería Schody de la Universidad de Bellas Artes de Cracovia, en Bunkier Sztuki y en la Galería Dym. En Chile en la Sala Blanca del Centro de Extensión de la PUC, Santiago; en la Galería Carmen Codoceo en La Serena, en el Centro de Extensión de la Universidad de Antofagasta, en la Casa de la Cultura y en la Defensoría Penal Pública de Antofagasta, y dos veces en el Museo Gustavo Le Paige en San Pedro de Atacama. Ha participado en exposiciones colectivas en la Universidad Mayor en Santiago, en la Universidad Católica del Norte, en la Universidad de Antofagasta, en el Centro Cultural Providencia, en la Galería C1 en Santiago y en Vlassis Art Thessaloniki, Grecia.



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