ba cuando iban Pelusa y Chiche al campo, que jugábamos a la casita con ellos, les decía: -”¡¡Si nosotros somos los primeros que vinimos acá, a que vienen ustedes acá!!”. Yo le decía -”Dejalos, si estos vienen a pasear, siempre han venido, toda la vida”. Ya eran muchachos grandes, de 15, 14 años. También iban Pocho Ramos, la Nelly, todos. A nosotros nunca nos faltó nada, teníamos de todo. Vos entrabas a la despensa y estaba repleto. Cuando mamita entraba a la despensa decía -”Yo no sé quién será el bandido acá” - “¿Por qué?” -le digo- “¡Porque hay dos latas de durazno abiertas, le tomaron el jugo!”- “Ah! serán los muchachos”- le digo yo. Con un clavito y un martillo lo sacábamos, teníamos sed y tomábamos jugo. Éramos un montón pero cada uno tenía su pieza. Yo le metía llave a la pieza y los otros meta golpe con la puerta, para abrir, para jugar a los carneros, a los topazos. Jugábamos, a la escondida, debajo de la cama, todo. Tenía que levantarse mamita y retarnos.
12
Una vez estaba mi mamá sentada en el sillón y Óscar de la puerta de allá de la casa, le dice -”¡Mamita mirá!”-, mamita miró y él con una onda, che, le tiró una piedra, como para matar un pajarito y le pegó en el ojo y le dice Óscar -” Ah! Mamita tiene novio”. Después, llegó a la noche Óscar porque andaba disparando para que no le pegue. Daban la vuelta a la cama para pegarle y no, no podían!! Lo tuvo que defender César, los chicos, porque le dejo el ojo “así”!! Nunca más le tiró una piedra a mamita. EN LAS FIESTAS Cuando recién llegamos no nos dejaban ir al baile de Santana, mi papá y mi mamá, parece que no les gustaba. Después yo empecé a hacer amistades y salíamos para allá, por la calle, entre los mogotes... En invierno íbamos de zapatilla, con los zapatos en la mano, en una bolsita. Mi mamá nos hacía la ropa, pero yo prefería mandarme a hacer a mi gusto, todos acampanados hasta abajo y con unos tacos “así”. Para cada baile teníamos un vestido nuevo. Acá me hacía la ropa Goelbia Taboada, ella era la modista nuestra. Después Doña Catalina Segovia, también, los vestidos de baile. La tela la compraba mi mamá en Casa “Samso”, “Gévirtzman”, Casa “Lago Buenos Aires”, y los modelos los sacábamos de las revistas “Para Tí”. Los cabecillas de las salidas éramos Carlos y yo, a la Hilda no le gustaba mucho y a la Lida tampoco. A los bailes recién fuí cuando tenía 19 años... me amanecía en los bailes. Vos sabes que una vez, salí del baile, quedaron los otros borrachos y yo me traje una botella de “Tres Plumas” debajo del