Memoria ante el espejo

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ACEÑA DE POESIA,--

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MEMORIA ANTE EL ESPEJO

COLECCION

ACEÑA

DE

POESIA


MAYO -1984

Dep. Legal: SE - 327 - 1982

Imp. fl ActaUeIs.'."eo

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Capucl'llnol, 1 - S.vllla


Cuando una cosa se convierte en costumbre, siempre estรก a mucha distancia de la verdad de los hechos.

w.

Faulkner

Toda clase de escritura estรก permitida menos la aburrida. Voltaire


LOS CIPRESES se inflaman con el último sol. Bellamente atardece en el collado del anfiteatro. Una música antigua asciende de los supremos mosaicos que recrearon los ocios sensuales de Elio y Silio. La palabra de Vélez Nieto trenza encaje sutil en el primor de un pañizuelo de seda: Memoria ante el espejo. Este lírico entero, gladiador avezado que no hirió por la espada con la daga que aborrece, que nunca mató a nadie, es luchador de oficio por pura pasión al arte de mejorar la vida sin empuñar más arma que sus sabrosos versos, a veces sabiamente mensurados, a veces indolentemente abandonados a su natural frescura. y como su pan gana donde "fue la vencedora colonia de Cipióri", salvando torsos de alabastro y capiteles floridos que

la lima del tiempo y la incuria de los hombres, crueles, despedazaron; y como el galopar de su mente y de su corazón le reclama el canto, ha escrito nuevos versos sobre sus claros versos -palimpsestos gloriososque ayer sonaban sociales y políticos, hoy desgranan nostalgia ardida, y han sido y son acabada muestra de pálpito amoroso, voz templada y desbordada poesía.

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ñada mujer a la que "La fuente se está secando". Sueño de agua en "La ausencia del agua". "Ramaje en la luz/Verde, oro y naranja" cuando amenazan fábula y resignación, cuando se ansía tomar el primer tren -"Mi infancia es un tren/ Mi recuerdo un va y ven,! Mi angustia un silbato"e ir de estación en estación por las incógnitas palpitantes de los pañuelos preñadas de alegrías y derrotas. Parias cicatrices de hoy, de las delicias de ayer, de las calles queridas del propio pequeño universo. Las tres Rodas. El juego de arriba y abajo. Los testículos en ebullición. Si alguien me aburre, lo mando a pasear "Allá por el quinto pino/ ( ... ) Qué altos en su destino/ C .. ) Qué finos los cinco pinos". Una niña inocencia siembra sal por las calles con un gesto de diosa. "Te vaya comprar un collar/ Para que abrace tu cuello". Gustoso bamboleo, marino bamboleo del tú y yo: "Tu cuerpo sabe a sal". Es el disparadero. Pero la cohetería se cae de las estrellas. Choque contra el espejo. Otra vez lo inmediato. Otra vez la luz hiriente de la Ciudad Narcisa que persiste en el angaño. Empalago de nimiedades mezquinas. Capillismo que empacha de Casco Antiguo "Sometido a destrucción/Por papanatas con cirios". Esa pro4


En este pecho late algo muy grande. Alegrémosnos: mientras alienten poetas humanos de la talla de Paco V élez Nieto, habrá espacio donde mantener desplegadas la esperanza y las ilusiones. José Matías Gil Sevilla, 5/11/83.

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El recuerdo es el espejo Donde se mira hacia atrรกs, De grietas surgen arrugas Nadar entre el bien y el mal Hasta que todo termine Como una ola en la arena De las que vienen del mar.

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AMO LAS ESTACIONES "Centro de amor y pasiones" Como muchachas desnudas. Partir, siempre partir Que la vuelta está segura.

*** Mi infancia es un tren, Mi recuerdo un va y ven, Mi angustia un silbato De este correr y correr Hacia el puerto de partida Donde algún día llegaré.

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Parecen deslizarse. Queda o se llevan ellos -Cuatro picos del almaEl ayer del espejo, El fluir de la vida, El futuro incierto, La soledad del recuerdo. Me gusta contemplar Esos blancos pañuelos, En un andén cualquiera Fundiéndose en el viento. Consultando una lágrima Que delata un secreto, Descubriendo un suspiro Que liberará a un preso. Llevan tanto triunfo como derrota. Van de la alegría al sufrimiento. Son los pañuelos del palpitar de la vida Con su incognita entre el andén y el viento.

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LAPLACITA A Juan Cervera En el corazón del pueblo La fuente se está secando Que ya no le mana el caño Mujer que a la fuente llegas A calmar la sed que sueñas. y mi corazón le ha puesto Placita del Desengaño Del agua con que tu sueñas.

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Sanchís


TIEMPO DE SEQUIA Luz, la luz arriba De las nubes pardas: Arboles sin hojas, Raíces sin agua, Ramaje en la luz Verde, oro y naranja. En la bruma baja La ausencia del agua. Todo es daño del hombre. Flora el dolor sólo y esperanza vaga.

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EL COLLAR QUE YO COMPRAR QUIERO Te vaya comprar un collar Para que abrace tu cuello Sin que te pueda da単ar. y que tu cabeza piense Como yo quererte quiero Desde dentro del collar.

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Derrama la sal La niña por la calle y la tienda se queda sosa y sin tendero. Con qué salero la niña Reparte por la calle su inocencia Cuánta gracia ingénua en esos ge~tos. Cuánto recuerdo mañana Entre la tienda sosa Los guisos que la esperan y el tendero.

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CALLES DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA Calles de ayer Arrugas de hoy. Cuánto pasito perdido Por donde ahora voy. Pero también fui soñado Como héroe algún día. ¡Ay esta tristeza mía! De César ya destronado Sin sueño de lo soñado!

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Roda Arriba qué rodar Juegos de nunca acabar, Hacia abajo y hacia arriba Juegos de la Roda Arriba. La Roda De día se queda sola De noche triste mercado Donde se mide a los hombres Como si fuera ganado. Roda Abajo Rodar el puente romano y de allí al lupanar Donde el sexo reprimido Buscaba su cabalgar.

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LOS CINCO PINOS ¡Tan finos! Derechos en e I camino No se cansan de esperar Aquellos que cuando aburren Mandamos a pasear Allá por el quinto pino. Qué altos en su destino, No se doblan de esperar Mirando desde el camino: ¡Qué finos los cinco pinos!

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ECO LOGIA MENT AL Laurel, QuĂŠ rica miel al panal. QuĂŠ buen gusto al paladar Cuando hierve en el guisar. y cuan triste repoblar De laureles los caminos Si luego todo el destino Es un rezo de continuo y con el dedo a firmar.

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Palodú. Siempre hombre del Sur. Costado infiel de la piel, Olla que no calienta Ni la calma del señor, Anea al sol Fábula y resignación: Al son del Sur Al son del sol. Dibujo Andaluz Pura imaginación.

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Una barquita y dos remos

El mar tu y

yo. Que tu cuerpo sabe a sal Cuando lo salpican las olas del mar. Ola perdida yo. De mar en mar. Azul con azul Cuรกnto azul ondulado Con tu mirar al mar Tras el azul de tus pรกrpados.

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¿La ruptura? qué locura! ¿El cambio? un desengaño! No debemos de olvidar, Que este pueblo de verdad Por conversos está poblado. Que cavan tu sepultura y componen su figura Ante el pícaro cristal. Que luego sacan a escena Donde poder declamar: j El origen de la espiga y los sudores del pan! Conversa palabrería De cara a la galería. o existe razón de ser, N i ser que la razón tenga, Si no promete prebenda. y aquél que así no lo entienda Dudo que gane contienda.

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Tanto andaluz de tercera Haciendo de segundón Con giros de plañidera Para trepar la escalera Que lleva a la adulación. Qué rubor Como nos manchan la historia, Cuánto cambian de color Sirviendo de tapadera Sus culos de tal manera Que satisfaga al señor. Qué rubor Pernada de ayer y hoy Sin existir diferencias Pues todos son complacencias Sonrisas y reverencias De tan mediocre legión.

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Don Tancredo desde el cielo, Hace una cruz y

Una raya: Vaya, vaya, Don Tancredo. y

Anuncia al señor del cielo Lo que se le viene encima: Una estrella en un cohete Siempre en el disparadero. ¡Cielo, cielo! Don Tancredo -responde el señor del cielo-o iQué vacío allá en la tierra, Qué jolgorio aquí en el cielo.

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Es con el sol de la tarde ya inclinado Cuando la vestidura gris del Coliseo Asume le pátina de la historia; Ondulación de arrugas en sus piedras Por el tiempo vivido carcomidas. y un silencio descendiendo llega, Baja, por las gradas hasta el foso. y el soñador se ensueña en sus ruinas Hasta que cae redonda la luna Sobre la oblícua arena. Es la luna de las grandes La misma que contempló o exenta de belleza Que el soñador ensueña.

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fiestas, la tragedia,


Son como cuerdas que el viento tañe, Impasibles angustias barnbaleantcs Hacia el tiempo alargadas: Los cipreses de Itálica. Esperan siempre la mano blanda del viento Que los pulse. Y cuando el roce llega. Una música suave, ondulada, suena, Sube, gracias a la mano del viento y se ex paree por las calles viejas Para darle la voz al sueño y a los suelos A la helénica figura de Adriano. Todo lo dominan. Histórico sonido del mito De estos agnósticos cipreses del tiempo Que se crecen y mecen pulsados por el viento y ya en la noche, si el viento se duerme. La luna va besando las cuerdas como si fueran

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cipreses.


Del caserón a la reja Todo una pura queja De la reja al caserón: Camina Abel Infanzón. Pasos que son agonía Por la indolente Sevilla Alertando maravillas De posible destrucción. [Cuánto horror y qué dolor! De ver este Casco Antiguo Sometido a destrucción Por papanatas con cirios Más monjes sin vocación. Pero así es esta Sevilla Mi buen Abel Infanzon: n"olor de todos los días Astillando el corazón.

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驴Cansado? No, contemplativo. Generacional testigo De un tiempo ya consumido. Expectador orteguiano Algo de Marx volteriano Amante de lo pagano: Procesionalmente nulo. Esto me vino al nacer A la sombra de artesanos Que me tendieron la mano Para ense帽arrnc a crecer Entre fiebres de ternura y tertulias de taller. Con un maestro severo Con ojo de buen cubero Amigo de la lecci贸n y nada dado al serm贸n.

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TORRE DEL AIRE Para Amalio en el 800 aniversario de la Giralda. Cuadril de tus cuatro esquinas. Gracia bailando en el aire. Torre fuerte y juguetona Con repicar de palomas. Patios de amores perdidos Con sombra de limoneros y un rosario de suspiros Entre el querer y el te quiero. Son cuatro esquinas tu talle, Siempre mecido en el aire.

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A LA CONCIENCIA DE CADA iralda. OTAN poco OTAN nada. Todo es derecho a pcrnada , Somos p贸lvora mojada. El fusil lo tienen ellos. S贸lo nos queda el amor. La muerte les pone ciegos.

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EPITAFIO Cuando termine esta aventura, Qué dulzura o qué locura Si tú, al pasar, me recuerdas Con unas leves palabras De paz en mi sepultura.

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LAS COSAS ANTE EL ESPEJO La soledad, es un salto en el vac ío cuando me miro en este viejo espejo, que tan fielmente me sigue de casa en casa, de hacienda en hacienda. Se encuentra en él, la sombra de mi sombra. Y cuando en él me reflejo, quiero engañarrrie y no pensar que he vuelto de tanto y tanto. Al fin, de esta cotidiana batalla entre mis dos figuras, pactamos para no aceptar la derrota del asoguc. Entonces, acaricio con mis artesanas manos su marco, mientras mis dos sombras sonrien tristemente porque ambas conocen las cosas ya vividas, fundidas en la amargura del viento, ese que todo lo arrastra menos el recuerdo.

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