

Portada: Grégory Zenou
Dibujo portadilla:
Patricio Hidalgo Morán
Maquetación: Paco Díaz Cebador
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L. Andalucía. España. MMXXV
Edición de 350 ejemplares del n.º 110 de CUADERNOS DE ROLDÁN
Depósito legal: SE-308-2025
www.cuadernosderoldan.com
EJEMPLAR N.º
Como una maleta
No viajes como una maleta
Y cruza el puente entre un manantial y una palmera
Como si fueras ciego
Una sola orilla nunca escribirá la biografía del río
Cuando abraza su muerte salobre.
No viajes como una maleta,
Quizá floten tus pérdidas como un cadáver sobre el agua, Quizá tropiecen tus pasos en el lugar equivocado, y no te arrimarán las extensiones con el intento después de que las estaciones sintieran el aburrimiento, porque no hay nada en el amor que garantiza la fidelidad de la noche.
No viajes como una maleta sin tener cita, Sin reproche, Sin memoria, Sin ordenar lo que requiere la inmensidad…
Acaso puedes ser como el pájaro que cae, Cae sobre el ala del tiempo y nunca aprenderá a volar
No viajes como una maleta, extraño como el agua en la arena del desierto, como un cactus de la tristeza, como Historia en pureza, como un profeta, como un número sobre un epitafio,
Que seas cauto… Que seas cauto, porque el agua en tu odre no será suficiente para tu viaje tan extendido.
Que seas cauto…
Quizá seas tú el camino y quizá a ti mismo llegarás.
Said Kobrite
Ciudad caracola
Dice Juanita Narboni, la protagonista de la simpar novela de Ángel Vázquez, que Tánger es como una caracola que va recogiendo los peores ruidos del mundo. La imagen es correcta, pero manifiestamente parcial. Solterona, envejecida y amargada en una ciudad que ya no es la de su infancia y juventud, Juanita es incapaz de ver que Tánger también recoge los mejores ruidos del mundo. Lo hizo entonces, en su época internacional, y lo hace ahora, en la de su renacimiento. Pasa lo mismo con los olores: los del pescado, las basuras y los orines son allí desagradablemente intensos, pero también lo son los dulces aromas de la dama de noche, la madreselva, el nardo, la rosa y el jazmín. Tánger es una ciudad extrema, donde pueden pasarte cosas horribles y cosas maravillosas, aunque las primeras suelen tener un final feliz si te
acompasas a los yenún, los diablillos de la ciudad, que suelen ser benevolentes. Propicia tanto a la novela negra como a la poesía lírica. En la época dorada de Juanita Narboni y Ángel Vázquez, la ciudad del Zoco Chico era de todos y de nadie, y yo creo que sigue siéndolo ahora, aunque ondee la bandera roja con el sello verde de Salomón. Su espíritu es ontológicamente lo opuesto a la nación y la religión únicas. Su espíritu es la liberalidad de la Interzona.
Javier Valenzuela
Soy la novia del mar
Desde la otra orilla
Así fue decidido
Cuando Hércules se enamoró de Tánger, todo cielo, Y danzaron eternamente
Con el consentimiento del poderoso Levante
De todas las olas que lo habitan
Yo elegí ser la inquieta que lo ama lo envuelve como serpiente, y en él naufraga.
Por amor me perdí en el mediterráneo con las mandíbulas del mar y con los peces del fondo hasta que me convertí en témpano flotando en el océano. Por amor la arena en mi boca no me sofoca baja la luna y me abraza otras manos de pasión me buscan para despertarme, la bella durmiente y yo, siempre soñadora, ausente, me enredo con las olas mientras sueño contigo buscando el arrebato erótico.
Latifa Laamarti
Si miro por la ventana veo el mar si salgo a la calle piso tierra conocida saludo al portero esquivo los gatos y empiezo a andar.
Si miro por la ventana veo el cielo de un azul invasivo. Parece que puedo agarrarlo si salgo a la calle ese cielo se apodera de mi me rodea desciende lo tiñe todo de azul.
Si miro por la ventana veo flotar en el aire la sal evaporada que huele a vida si salgo a la calle noto la humedad pegada a la piel el calor pringoso en cada paso.
Si me quedo aquí de pie y miro piso veo salgo ando respiro
todo se adapta a la forma de estas calles en cuesta todo se adapta a la forma de las letras del nombre todo suena a ruido de motores a frenazos en seco y pitidos de coche todo suena a gaviotas sobrevolando a luces de neón zumbando como un mosquito a viento que zarandea buganvillas y yo me rindo acunada mecida por ese viento. Rocío Rojas Marcos
Tánger, déjame arriesgarme en tus aguaceros repentinos de primavera, deja que muerda furiosamente el aire que me separa de tu tierra y de tus playas de fina arena, yo dejaré que mis lágrimas, emocionadas, emborronen las letras de mi poema. Déjame Tánger que, cuando tape mis oídos, con mis manos cóncavas cual caracolas, sienta el rumor de tus olas y note la limpia lengua de tus aguas lamiendo mis piernas. Nunca te visité ni te habité pero te llevo conmigo por todo lo que me ha contado la que comparte mi casa y abrigo, la madre de mis hijos que siempre está contigo,
en tus noches estrelladas, paseando tus playas, varada en tu arena, anclada en tu alma, y en la libertad que conoció su familia después de nuestra guerra y el exilio en tu divina tierra. Déjame Tánger, que de rodillas, bese esta tu gloriosa tierra, y disfrute de tu eterna primavera , esa que siempre nos espera; yo le traeré a Hércules esas manzanas que las Hespérides le niegan. Manuel Sánchez Herrera
Le crépuscule comme un verdict sans appel s’étale à l’horizon
La pieuvre de feu, dévorée par sa propre ombre s’en va, triste.
La nuit s’annonce comme une larme Elle s’écoule seule… et soudain une perle, au loin, brille de mille feux
La place des paresseux cœur battant de Tanger fait danser les rêves et les souvenirs.
Sali Bouba O umarou
BA José Sarria
ajo el caudal hospitalario de esta luz me alcanza una eclosión de sinestesias. El puerto es, desde la doble línea cinética del mar, alfa y omega, como Bab el Fahs acceso a la mixtura de todas las tangencias.
(De ahí su resistir a modo de luciérnaga)
Con los pulsos del corazón quiero comprender su alma secreta, el misterio enraizado en el chaâbi.
(De cerca, todo es misterio; de lejos, todo es leyenda)
A través de las veladuras de la muerte y sus olvidos, de la respiración de literatura y celuloide, regresan a mí quienes medinearon en la urdimbre de sus anhelos, al abrazo de una tolerancia apenas sin aristas; nómina audaz de lenguajes y liturgias: Baroja, Tennessee Williams, Capote, los Bowles –flores que nunca hallaron forma–, Burroughs, Vidal… Goytisolo con Chukri, y el señalamiento de su pan desnudo, emocional y autóctono. Al regazo de la misma luz que eternizaron Fortuny o Matisse, voy entrando sin nostalgia en la lentitud del viajero, en las plenitudes gozosas del instante.
Rosario F. Cartes
Paco Díaz Cebador / Jardín de la imaginación
Tánger, atalaya y encrucijada
Entre minaretes y campanarios enmudecidos, sonoras cigüeñas abren pasarelas entre mundos. Contemplan amaneceres del Mediterráneo y crepúsculos en la colina de Marchan, con embrujo de música andalusí, ignorando el olvido de tiempos pasados.
Balcones al mar otean horizontes soñados. Las calles testimonian un exilio forzado, laberintos bajo un sol desplomado. Fuentes florecen la vida en jardines vedados a la mirada, de la algarabía alejados.
En la azarosa medina transcurre el gentío en busca de lo inmediato. Zocos, hamanes y mezquitas en un entorno apenas alterado.
Tumbas de diferentes ritos, más allá de los muros que aíslan las almas, cierran la memoria de una convivencia apenas reclamada.
Vieja Tangis encrucijada. Fenicia, romana bereber luego islamizada, cicatriz colonial y la nostalgia, ciudad abierta, cosmopolita y bien amada.
Miguel Á ngel Ferrís G il
Tánger, ciudad entre dos continentes separados por el mar
La poesía enseñorea todas las demás artes. La arquitectura conforma la ciudad, por la que los tangerinos caminan viendo el mar con imaginación poética.
¿No es el arquitecto un poeta que construye la ciudad?
Manuel Castillo Martos
Check-point —Slaïki, Tanger, 2018— (Extrait)
Nous vacillons depuis tant sur l’océan des exils
Notre amour enlacé s’enfouit dans ses silences
Par la fenêtre ouverte tu surveilles les vallons
Leur tranquillité minérale et le chant du soleil
Il y a ici les secrets arides du Wadi Al-Dilb
L’affolante ligne de crête entre Lod et Jéricho
Un ciel d’artifice pleurant des pluies magnésiennes
Sa guirlande de comètes qui illumine notre détroit
Où s’agriffent hardi l’accroche-cœur de Malabata
Et les bavardages d’un phare austère et serein
Saluant là-proche l’Europe voilée de mauves
Légat usé de mondes aussi anciens qu’épuisés
Le chergui gonfle la voile de notre boutre
L’exil sera donc notre dernière patrie
Nous voilà rendus hommes du poème
Où tu essaimeras tes ultimes attentes
Survolant leste la gravité du monde
Léger toi à qui rien n’a été laissé
Pas même la plus amère obligation
Autre que t’éteindre
Et la mélancolie d’avoir si peu existé
Les siècles n’auront donc pas suffi
La mémoire elle-même s’oublie
Défaite sur un paysage apatride
L’exil est donc notre dernier refuge
Sa sentence enceint tant de destins
Déportés ainsi loin de leurs racines
L’exil sera donc cet ultime asile
Havre de ceux qui n’ont que l’errance
Quand tu vas jusqu’où l’on te pousse
Plus loin encore où s’efface le pensable
Tu es l’exode celé en chacun de nous
Maintenant je te sais sur ce chemin
De traverse que dessine l’histoire
Il coupe par nos profondes peurs
Nous ramène à nos nuits des temps
Le corps d’Abel y disparaissait en limon
Les horizons s’effondraient aux confins
La terre gardait pour le ciel ses secrets
Le verbe était encore souffle d’archanges
Et tu rôdais seul par ces paysages tiens
Puisque nous savons
Philippe G uiguet-Bologne
Ciudad de los mil encuentros soñados y entrecruzados en anónimas huidas de destinos entrañados en el arte y en lo oculto de tu casbah y en tu puerto aleteando sigilos en la alquimia y en el llanto… Refugio de los amores en lo prohibido ensartados de aquellos que tu acogías huidos, desesperados… Y esos sus huellas dejaron en recónditas palabras que hoy perdidas han sonado en silencios que la música se vierte en vuestros aires, cual espejo esmerilado, en lagrimas y en sonrisas y en gritos desesperados enhebrados en lo eterno y en la magia de tu encanto eternizando recuerdos en tu misterio grabados.
Joaquín Verdú de Gregorio
Táriq Ben Ziyad
¡Táriq ben Ziyad!
A Hispania cruza la última frontera el bravo.
¡Rueden por la Janda almetes de moros y de cristianos.
Iban de vencida éstos con su estandarte en la mano.
¿Qué tesoros, desventurados, habíais soñado?
Bereber, con tu cimitarra asesta
El golpe de gracia al buen rey destronado. Su
Nombre: «Rodrigo, el que ahí yace traicionado».
¡Ziyad, gobernador de Tánger, pirómano
Intrépido, «Sendero» a Al-Andalus!
Ya refulgen tras mil sueños velados:
Azahara rutilante de azulejo islámico;
De la inalcanzable Alhambra, su blanca sierra cual penachos. Raquel del Pozo Cañas
Tánger ciudad azul y blanca asomada al balcón del Estrecho por donde vienen y van mercantes, pesqueros y cetáceos surcando las olas verdeazules.
Veo tus luces nocturnas desde la costa andaluza y oigo gritos de socorro desde una patera a la deriva en la noche fría e invernal.
¿Quién se acercará al hombre que soy? se preguntó Mohamed Chukri en la ciudad de las maravillas a la que llegó en busca de pan amores y sueños de escritor. Ezequiel Martínez
Tánger, ciudad soñada
Crisol de culturas.
Caleidoscopio del tiempo. Nenúfar blanco.
Tierra de acogida.
Sueño absoluto de libertad.
Te ronda el mar, con olas continentales.
Beso presentido de África con Europa.
En la sangre de tus hijos la bandera, siempre pura, de la paz.
I sabel Ma González Muñoz
Quejido seco andalusí de conforme entrega, en el aroma gutural del arbóreo pecho: ¡negro mar, verde viento...!
Al pie de la fortificada roca, relinchan los caballos en las naves de la bahía.
¡Por el aire que silva, relinchan! ¡Por las aguas altas, a porfía! ...bebiéndose el olor de las yeguas de Tarifa. El Reino del Cielo y de la Tierra pertenecen a la espada de luz de los cielos y la tierra. Sosegado son y acordada belleza de piedra.
¡Qué lejos está la Meca; qué cerca viven los muertos! Los que de los montes bajaron y los que del desierto subieron. Los que vinieron y se fueron...
En este eterno mundo sin unión ni entendimiento común.
Laberinto bullicioso de direcciones conjuntas: El zoco parental, pequeño, y el gran mercado del puerto, abierto. En esta azotea a mediodía, oh, Tánger ángel, tu blanca rosa, ondeante voz, en verso reunida, mi mirada escucha: bajo este uno y total universo. Indivisible cielo del noroeste atlántico de África, desbordado, aquí, mediterráneo romano, en esta verde llanura, oriente occidental de Al-Ándalus.
Ramón Rodríguez Aguilera
Llegada
La mirada registra el concurrido muelle y el corazón desvela un muelle desolado
Desembarco en un puerto de ausencias.
A na Llorca
Tu cintura se afina como un estradivarius.
En tu nuca se esconde un largo escalofrío.
Por tu boca rebosan los trinos de los árboles.
De tu melena fluyen cometas peregrinos.
En tus ojos se posa un fulgor de magnolia.
Tienes la voz canela del ciprés encendido.
Por tu piel se derrama la luna anaranjada y tus labios me ofrecen un sueño mandarino.
En tu vientre dormita el rescoldo del ámbar.
Por tus muslos esparcen temblores las galernas y mis brazos se aferran a tu espalda y te abrazan con la fuerza que infunde tu carne de tormenta.
Tu mirada transmite el calor del regazo y con tu entrega acoges mis afanes varados. Ramón Sarmiento
Entrenamos la Inteligencia Artificial con poemas de Bertold Brecht, Almutamid, Federico García Lorca y prosas de Fátima Mernissi, Almudena Grandes y Mohamed Choukri. Pero en Silicon Valley, los nuevos señores de la guerra habían puesto en marcha un programa secreto y toda obra del espíritu debía ser práctica, rentable y visionaria. El resultado fue este: Llorar es el infinitivo de lluvia.
Debéis construir un puente sobre dos columnas; pero no exactamente un puente sino una ciudad larga. La llamaréis Ciudad del Viento.
Un arco dorado como el sol del crepúsculo, Atlántico Mediterráneo Oriente
Occidente África Europa Poniente Levante.
Unidos por lo que nos separa, ciudad de palabras.
Ciudad de ciudades: Tarifa Ceuta Gibraltar
Algeciras y la joya del atardecer: Tánger.
A ntonio Molina Flores
Agonía
Quien vive cada día sin oler las flores del campo, quien huye del sol del invierno, quien no sabe gozar de un cárdeno ocaso, quien no lamenta una despedida, quien jamás se refugió en el calor de un abrazo… No vive, padece una lenta y asfixiante agonía, que le hace habitante perenne del abismo.
A na Recio Mir
Javier Fito / La fragilidad de la vida
La cera que arde, se derrite y sabe que va a morir, regala su cuerpo recio a los valientes que se aman.
Con sus lágrimas sumergidas en el trigo luminoso, es una ofrenda que quema, un obsequio.
Merecido
Porque aquellos que entregan sus cuerpos merecen ayuda.
María Valdivieso Arde
El terciopelo se confabula deseando entregar todo el calor que las armaduras esconden para los valientes que se aman.
Tennessee Willians
Truman Capote
Jack Kerouac
Gore Vidal
Visconti
Cecil Beaton
Mohamed Chukri
Juanita Narboni gastada mitología guía de la vibrante ciudad que canto y me enamora.
Carmen Rodríguez
El Dorado
En esta sucia ciudad portuaria, tan propicia a la estafa, tan pródiga en deseos fugaces, cada esquina ha visto cien historias de amor mercenario: pasiones virulentas que nacen en la inclusa y acaban enterradas en la fosa común. Estás en Tánger, donde nada dura y donde nada importa, más allá de un jergón y unos dirhams y el olvido.
Y en la penumbra de El Dorado buscas la indiferencia ajena, como si ahora vivieras gracias a un pasaporte falso. Te agrada carecer de aspecto, ser un hombre cualquiera: un alma cándida o tal vez un canalla redomado. Allí dentro es muy fácil inventarse un buen carácter, una esposa infiel, la juventud perdida por culpa de un amor, un cielo o un infierno a tu medida. Y ahora todo está en calma, como ese momento, al alba, que coincide con la primera luz. Te pones a escuchar conversaciones en lenguas que no entiendes, con vocales tan gordas como gansos, consonantes más flacas que lombrices. Jamás podrás
saber a qué se debe la risa de mujer, tan brusca y alegre como un timbre de ciclista.
Pides brochetas, pimientos picantes, vino de Fez. Las aceitunas tienen un resplandor de obsidiana. En el plato, la grasa fría es tozuda, como los recuerdos que más nos avergüenzan. Se oyen ruidos de cubiertos, susurros entre el humo grávido de comino y de cilantro.
Un camarero lleva un delantal muy sucio que le llega a los pies. Es idéntico a Auden, y su rostro es otra cama deshecha. Ahora cuenta billetes, más gastados que monedas de cobre. El otro camarero tiene un tic en la cara, un bigote de viudo prematuro, ojos de violinista cíngaro.
Oh, largas noches de El Dorado, qué fácil es la vida aquí. Regresas muy tarde a tu hotel, pasando frente a los guardacoches que ya duermen en los portales junto a los borrachos. Y el humo te acompaña bajo la lluvia perezosa. Y entonces te dices –como al charlar con un extraño, un domingo, en el banco de madera del mismo parque del mismo suburbio– que el peor de los exilios tiene algo muy vulgar y deshonroso.
Te engañas. El peor de los exilios no depende de indignas razones de visados. No, el peor exilio se asemeja a una debilidad o a una tara que nos persigue hasta la muerte, y que aprendemos, quién iba a decirlo, a disculpar incluso en los demás.
Reconoce por fin la verdad. Nadie te espera en casa.
Es tu corazón quien te tiene cerrada la frontera, y tu orgullo (o lo poco que te queda) quien te prohíbe regresar. Tu inolvidable ciudad te ha olvidado.
Puedes regresar diez veces, cien veces, mil veces, y por siempre será inútil.
Jamás la encontrarás.
Eduardo Jordá
« Le lierre de tes bras à ce monde me lie
Je ne peux pas mourir Celui qui meurt oublie »
Louis Aragon - Les yeux d’Elsa
De ces colonnes majeures
Tu plonges à l’Occident
L’amour et la douceur
Tu les laisses à l’Orient
Tu les lances à la Mer
Au manteau de la nuit
La Méditerranée
Lumière et tragédies
Tu voles nu
La peur ne te retiendra plus
Ni le vent au visage
Ni la voix de l’enfant
Ni l’horreur du naufrage
La brûlure des amants
Nos secrets nos fureurs
Nos regards éperdus
Le Soleil rouge cendre et ton ciel
Incendient l’Océan
Le Soleil va te prendre
Il se fige il t’attend !
Immobile tu t’envoles
À tout jamais tu voles !
Alberto A
rricruz
Música: María Valdivieso & Alfredo Lagos
Cante: María Valdivieso - Guitarra: Alfredo Lagos
Everything looked unfamiliar: the houses, the streets, the cafés, even the formation of the town with regard to the hill. Instead of finding a summit from which to begin the downward walk, he discovered that here the streets all led perceptibly upward, no matter which way he turned; to descend he would have had to go back. The Arab walked solemnly along with him, now beside him, now slipping behind when there was not enough room to walk two abreast. He no longer made attempts at conversation; Port noticed with relish that he was a little out of breath. «I can keep this up all night if I have to,» he thought, «but how the hell will I get to the hotel?» All at once they were in a street which was no more than a passageway. Above their heads the opposite walls jutted out to within a few inches of each other. For an instant
Port hesitated: this was not the kind of street he wanted to walk in, and besides, it so obviously did not lead to the hotel. In that short moment the Arab took charge. He said: «You don’t know this street? It’s called Rue de la Mer Rouge. You know it? Come on. There are cafés arabes up this way. Just a little way. Come on.» Port considered. He wanted at all costs to keep up the pretense of being familiar with the town. «Je ne sais pas si je veux y aller ce soir,» he reflected, aloud. The Arab began to pull Port’s sleeve in his excitement. «Si, si!» he cried. «Viens! I’ll pay you a drink.» «I don’t drink. It’s very late.» Two cats nearby screamed at each other. The Arab made a hissing noise and stamped his feet; they ran off in opposite directions. «We’ll have tea, then,» he pursued.
Paul Bowles
El susurro de la sheikha entre las murallas de la Kasbah
Es un placer para los sentidos pasear al alba, cuando el sol comienza a despertar y el aire fresco acaricia mi cara. Entrando por Bab el Kasbah, bajando por la Tangerina, bordeando la muralla, siempre tengo la sensación de que el olor a mar me trae una brisa que susurra entre las olas, el canto lejano de las sheikhas.
Sus voces llenan el aire, como una melodía que nunca he podido olvidar. Aquellas fiestas de la infancia vuelven a mi mente, vivas y danzantes. Mujeres de risas y voces al viento, bailando, cantando, tocando el pandero. Su ritmo sigue latiendo en el fondo de mis recuerdos. Y mientras recorro este sendero al alba, me envuelven sus ecos.
Llego al mirador de la Kasbah, donde el Mediterráneo y el Atlántico se abrazan, como el vaivén de las
sheikhas al acercarse, buscando un billete, una mirada, un invitado que les entregue una danza. Y mientras las olas rompen, sigo mi camino cuesta abajo, Y el dulce perfume de los lirios tangerinos en enero se mezcla con el aire fresco, inundando mis sentidos. Presido la Medina, todavía iluminada al alba, como un reflejo dorado en las callejuelas vacías. El sol apenas asoma, pero la luz ya envuelve cada rincón. Mis labios, de forma instintiva, tararean aquellas canciones de al-’aīṭa cargadas de recuerdos.
Mientras, la ciudad despierta lentamente. Su murmullo se funde con la brisa que sigue susurrando secretos de aquellas fiestas, de aquellas mujeres, que vivieron, cantaron y bailaron bajo el mismo cielo que ahora contemplo, presidiendo la Medina al alba.
I nma Garro Sánchez
ⵟⵏⵊⵉⵙ ⵓⵍⵜ ⴷⴰⴷ
ⵎⴰⵢⵎⵎⵉ ⵜⵙⵙⵉⵖⴷ ⴰⵎⵟⵟⴰ?
ⵎⵉⵏ ⵜⵥⵕⵉⴷ ⴰⵔⵏⴷⴰⴷ?
ⵍⵍⵖⴰ ⵏ ⵜⵛⴷⵢⵉⵏ..
ⴷ ⵓⵙⵃⵏⵃⵏ ⵏ ⵓⵢⵉⵙ
ⵎⴰⵏⵉ ⵢⵎⵎⴰⵔ ⵓⴹⴰⴹ!!
ⵖⴰ ⵡⴰⵣⵖⴰⵜ..!
ⵉⴽⴽⴰ ⵢⵄⴷⵓ ⵉⵎⴰⵔ
ⵔⵅⵅⵓ
Seddik Mekkaoui / Mujeres en haiek
Tánger, Junio de 2022
¿ Cuántos viajes hacen falta para dejar de ser extranjera? ¿A cuántas puertas debes llamar para que te nombren vecina? Y, ¿cuándo vendrán a buscarte para comer gambas y ensalada de tomate, pimiento y cebolla roja?
He vuelto para decirme que soy otra. He descendido a mediodía en un aeropuerto impecable: Tánger. Pero no me explico que esto sea Marruecos. ¿Dónde está mi Marruecos?
¿Dónde están las fotos de M6 en gesto de hacer algo? ¿y el rifeño? ¿en qué esquinas se habla? ¿dónde está el Starmint con su hoja de menta? Apenas pongo un pie en la calle me atosigan todos los taxistas. Les digo «la, la» con un gesto que les molesta, pero en seguida hay otro extranjero al que interceptar. ¿Por qué me hablan en francés? Mejor así, en dariya no les
entendería. Por aquí también pasó un rifeño que solo sabía hablar su lengua materna del exilio.
He vuelto para repetirme que mi perdón es una deuda saldada. Pero juego con desventaja: este Marruecos es una locución desconocida. Este mar no es el que me parió. Vagabundeo por la medina, medineo. Trazo palabras en rifeño: aɣrum, aɣi, tifawin, ncc, iḍ an, tiyni, awar.
Quisiera llamar a una puerta y hablar en rifeño a la primera persona que me abra. Pero aquí no se habla rifeño, aunque los vecinos siempre son los mismos. Olvido mi rifeño, esto es Tánger y desciendo sobre ella como una gaviota sobre la arena del mar, dispuesta a revisar las huellas que ha dejado a su paso.
Karima Zialli
Después de Chukri
la boca habla por los senos y el placer, enmudece ante la palabra herida.
Después de Chukri, la maquinaria del reloj revienta de vida las rosas enloquecen por las damas, el pan se desnuda ante los hombres.
Después de Chukri, el cielo es una bandera roja y el estómago ruge y cruje en una tierra color mostaza.
Después de Chukri, la cuerda es un brazo extendido al sol la voz, una fonética de amor con la que susurro tu nombre, Chukri, Chukri...
eres un ocaso para el humo espeso, una cacofonía del nihilismo tardío, un apellido con nombre de mesías.
Chukri, Chukri después de ti, mi lengua es una espada y mi útero un tambor.
Karima Zialli
Si encuentras un forastero, ayúdalo, quizás llegue el día en que lo seas.
Aymeric Vitu / Les-Colonnes
Si tuviera diez dirhams, compraría vino.
Pero si tuviera una fortuna, sería dueño de esta hermosa y hospitalaria librería.
¿Qué importa si soy analfabeto? Leer, como morder el polvo, es algo que se aprende.
Pero me bastaría con pasear a diario por este concupiscente bulevar de papel, la asamblea cordial de los genios.
Y llegar a ser, ¿quién sabe?, uno de su especie: reconocer en los anaqueles mi nombre, gozar del reconocimiento de los camareros y de las muchachas del colegio español.
Ganar dinero y respetabilidad, y después comprar tanto vino como se me antoje. Alejandro L uque
Said Kobrite ............................................................ 7-8
Javier Valenzuela 9-10
Latifa Laamarti 12
Rocío Rojas Marcos 15-16
Manuel Sánchez Herrera .................................... 17-18
Sali Bouba Oumarou ............................................ 20
Rosario F. Cartes ................................................... 22
Miguel Ángel Ferrís Gil ...................................... 24
Manuel Castillo Martos 26
Philippe Guiguet-Bologne 29-30
Joaquín Verdú de Gregorio 31
Raquel del Pozo Cañas ........................................ 32
Ezequiel Martínez ................................................. 34
M.ª González Muñoz ..............................
Rodríguez Aguilera ............................... 38
Molina Flores
........................................................
María Valdivieso .................................................... 49
Carmen Rodríguez ............................................... 50
Eduardo Jordá ......................................................... 53-55
Alberto Arricruz 57-58
Paul Bowles 59-60
Inma Garro Sánchez 63-64
Ahmed Faraj Roumani ........................................ 65
Abdelhamid Elyandouzi ...................................... 66
Mohamed Larbi Ghajjou .................................... 68
Karima Zialli ........................................................... 70-71
Karima Zialli 73-74
Mariam Mohamed Mehdi Temsamani 76-77
Jalila ELkheligh 79
Alejandro Luque .................................................... 81
C on el sueño humilde y loco de contribuir a acercar nuestras dos orillas a través del arte y la poesía, nos embarcamos para realizar y presentar este Cuaderno de Roldán dedicado a la acogedora y milenaria ciudad de Tánger y a su gente.
En barco cruzaron el Estrecho numerosos y entusiastas Inquilinos. La tripulación, formada por Alberto Arricruz desde París y Pepe Lebrato desde Sevilla, precisó de las cartas de navegación que Latifa Laamarti les ofreció desde Tánger. La maquetación, como siempre, fue asunto de Paco Díaz Cebador
D
O N D E S E J U NT A N L OS M A RES