TÁNGER

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Tánger

Portada: Grégory Zenou

Dibujo portadilla:

Patricio Hidalgo Morán

Maquetación: Paco Díaz Cebador

Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L. Andalucía. España. MMXXV

Edición de 350 ejemplares del n.º 110 de CUADERNOS DE ROLDÁN

Depósito legal: SE-308-2025

www.cuadernosderoldan.com

EJEMPLAR N.º

Como una maleta

No viajes como una maleta

Y cruza el puente entre un manantial y una palmera

Como si fueras ciego

Una sola orilla nunca escribirá la biografía del río

Cuando abraza su muerte salobre.

No viajes como una maleta,

Quizá floten tus pérdidas como un cadáver sobre el agua, Quizá tropiecen tus pasos en el lugar equivocado, y no te arrimarán las extensiones con el intento después de que las estaciones sintieran el aburrimiento, porque no hay nada en el amor que garantiza la fidelidad de la noche.

No viajes como una maleta sin tener cita, Sin reproche, Sin memoria, Sin ordenar lo que requiere la inmensidad…

Acaso puedes ser como el pájaro que cae, Cae sobre el ala del tiempo y nunca aprenderá a volar

No viajes como una maleta, extraño como el agua en la arena del desierto, como un cactus de la tristeza, como Historia en pureza, como un profeta, como un número sobre un epitafio,

Que seas cauto… Que seas cauto, porque el agua en tu odre no será suficiente para tu viaje tan extendido.

Que seas cauto…

Quizá seas tú el camino y quizá a ti mismo llegarás.

Said Kobrite

Ciudad caracola

Dice Juanita Narboni, la protagonista de la simpar novela de Ángel Vázquez, que Tánger es como una caracola que va recogiendo los peores ruidos del mundo. La imagen es correcta, pero manifiestamente parcial. Solterona, envejecida y amargada en una ciudad que ya no es la de su infancia y juventud, Juanita es incapaz de ver que Tánger también recoge los mejores ruidos del mundo. Lo hizo entonces, en su época internacional, y lo hace ahora, en la de su renacimiento. Pasa lo mismo con los olores: los del pescado, las basuras y los orines son allí desagradablemente intensos, pero también lo son los dulces aromas de la dama de noche, la madreselva, el nardo, la rosa y el jazmín. Tánger es una ciudad extrema, donde pueden pasarte cosas horribles y cosas maravillosas, aunque las primeras suelen tener un final feliz si te

acompasas a los yenún, los diablillos de la ciudad, que suelen ser benevolentes. Propicia tanto a la novela negra como a la poesía lírica. En la época dorada de Juanita Narboni y Ángel Vázquez, la ciudad del Zoco Chico era de todos y de nadie, y yo creo que sigue siéndolo ahora, aunque ondee la bandera roja con el sello verde de Salomón. Su espíritu es ontológicamente lo opuesto a la nación y la religión únicas. Su espíritu es la liberalidad de la Interzona.

Javier Valenzuela

Rosa Rodríguez / Lo cotidiano

Novia del mediterráneo

Soy la novia del mar

Desde la otra orilla

Así fue decidido

Cuando Hércules se enamoró de Tánger, todo cielo, Y danzaron eternamente

Con el consentimiento del poderoso Levante

De todas las olas que lo habitan

Yo elegí ser la inquieta que lo ama lo envuelve como serpiente, y en él naufraga.

Por amor me perdí en el mediterráneo con las mandíbulas del mar y con los peces del fondo hasta que me convertí en témpano flotando en el océano. Por amor la arena en mi boca no me sofoca baja la luna y me abraza otras manos de pasión me buscan para despertarme, la bella durmiente y yo, siempre soñadora, ausente, me enredo con las olas mientras sueño contigo buscando el arrebato erótico.

Latifa Laamarti

Fouzia Hamam
Elisa Arroyo / Dieta mediterránea

Si miro por la ventana veo el mar si salgo a la calle piso tierra conocida saludo al portero esquivo los gatos y empiezo a andar.

Si miro por la ventana veo el cielo de un azul invasivo. Parece que puedo agarrarlo si salgo a la calle ese cielo se apodera de mi me rodea desciende lo tiñe todo de azul.

Si miro por la ventana veo flotar en el aire la sal evaporada que huele a vida si salgo a la calle noto la humedad pegada a la piel el calor pringoso en cada paso.

Si me quedo aquí de pie y miro piso veo salgo ando respiro

todo se adapta a la forma de estas calles en cuesta todo se adapta a la forma de las letras del nombre todo suena a ruido de motores a frenazos en seco y pitidos de coche todo suena a gaviotas sobrevolando a luces de neón zumbando como un mosquito a viento que zarandea buganvillas y yo me rindo acunada mecida por ese viento. Rocío Rojas Marcos

Tánger, déjame

Tánger, déjame arriesgarme en tus aguaceros repentinos de primavera, deja que muerda furiosamente el aire que me separa de tu tierra y de tus playas de fina arena, yo dejaré que mis lágrimas, emocionadas, emborronen las letras de mi poema. Déjame Tánger que, cuando tape mis oídos, con mis manos cóncavas cual caracolas, sienta el rumor de tus olas y note la limpia lengua de tus aguas lamiendo mis piernas. Nunca te visité ni te habité pero te llevo conmigo por todo lo que me ha contado la que comparte mi casa y abrigo, la madre de mis hijos que siempre está contigo,

en tus noches estrelladas, paseando tus playas, varada en tu arena, anclada en tu alma, y en la libertad que conoció su familia después de nuestra guerra y el exilio en tu divina tierra. Déjame Tánger, que de rodillas, bese esta tu gloriosa tierra, y disfrute de tu eterna primavera , esa que siempre nos espera; yo le traeré a Hércules esas manzanas que las Hespérides le niegan. Manuel Sánchez Herrera

Paco Cosano / Frutas en el bazar

Phare de la méditerranée

Le crépuscule comme un verdict sans appel s’étale à l’horizon

La pieuvre de feu, dévorée par sa propre ombre s’en va, triste.

La nuit s’annonce comme une larme Elle s’écoule seule… et soudain une perle, au loin, brille de mille feux

La place des paresseux cœur battant de Tanger fait danser les rêves et les souvenirs.

Sali Bouba O umarou

Domingo Jiménez / La barca

Ciudad elegida

ajo el caudal hospitalario de esta luz me alcanza una eclosión de sinestesias. El puerto es, desde la doble línea cinética del mar, alfa y omega, como Bab el Fahs acceso a la mixtura de todas las tangencias.

(De ahí su resistir a modo de luciérnaga)

Con los pulsos del corazón quiero comprender su alma secreta, el misterio enraizado en el chaâbi.

(De cerca, todo es misterio; de lejos, todo es leyenda)

A través de las veladuras de la muerte y sus olvidos, de la respiración de literatura y celuloide, regresan a mí quienes medinearon en la urdimbre de sus anhelos, al abrazo de una tolerancia apenas sin aristas; nómina audaz de lenguajes y liturgias: Baroja, Tennessee Williams, Capote, los Bowles –flores que nunca hallaron forma–, Burroughs, Vidal… Goytisolo con Chukri, y el señalamiento de su pan desnudo, emocional y autóctono. Al regazo de la misma luz que eternizaron Fortuny o Matisse, voy entrando sin nostalgia en la lentitud del viajero, en las plenitudes gozosas del instante.

Paco Díaz Cebador / Jardín de la imaginación

Tánger, atalaya y encrucijada

Entre minaretes y campanarios enmudecidos, sonoras cigüeñas abren pasarelas entre mundos. Contemplan amaneceres del Mediterráneo y crepúsculos en la colina de Marchan, con embrujo de música andalusí, ignorando el olvido de tiempos pasados.

Balcones al mar otean horizontes soñados. Las calles testimonian un exilio forzado, laberintos bajo un sol desplomado. Fuentes florecen la vida en jardines vedados a la mirada, de la algarabía alejados.

En la azarosa medina transcurre el gentío en busca de lo inmediato. Zocos, hamanes y mezquitas en un entorno apenas alterado.

Tumbas de diferentes ritos, más allá de los muros que aíslan las almas, cierran la memoria de una convivencia apenas reclamada.

Vieja Tangis encrucijada. Fenicia, romana bereber luego islamizada, cicatriz colonial y la nostalgia, ciudad abierta, cosmopolita y bien amada.

Miguel Á ngel Ferrís G il

Francisco Manuel Delgado Salas / Transeunte

Tánger, ciudad entre dos continentes separados por el mar

La poesía enseñorea todas las demás artes. La arquitectura conforma la ciudad, por la que los tangerinos caminan viendo el mar con imaginación poética.

¿No es el arquitecto un poeta que construye la ciudad?

Manuel Castillo Martos

Carmen Espejo

Check-point —Slaïki, Tanger, 2018— (Extrait)

Nous vacillons depuis tant sur l’océan des exils

Notre amour enlacé s’enfouit dans ses silences

Par la fenêtre ouverte tu surveilles les vallons

Leur tranquillité minérale et le chant du soleil

Il y a ici les secrets arides du Wadi Al-Dilb

L’affolante ligne de crête entre Lod et Jéricho

Un ciel d’artifice pleurant des pluies magnésiennes

Sa guirlande de comètes qui illumine notre détroit

Où s’agriffent hardi l’accroche-cœur de Malabata

Et les bavardages d’un phare austère et serein

Saluant là-proche l’Europe voilée de mauves

Légat usé de mondes aussi anciens qu’épuisés

Le chergui gonfle la voile de notre boutre

L’exil sera donc notre dernière patrie

Nous voilà rendus hommes du poème

Où tu essaimeras tes ultimes attentes

Survolant leste la gravité du monde

Léger toi à qui rien n’a été laissé

Pas même la plus amère obligation

Autre que t’éteindre

Et la mélancolie d’avoir si peu existé

Les siècles n’auront donc pas suffi

La mémoire elle-même s’oublie

Défaite sur un paysage apatride

L’exil est donc notre dernier refuge

Sa sentence enceint tant de destins

Déportés ainsi loin de leurs racines

L’exil sera donc cet ultime asile

Havre de ceux qui n’ont que l’errance

Quand tu vas jusqu’où l’on te pousse

Plus loin encore où s’efface le pensable

Tu es l’exode celé en chacun de nous

Maintenant je te sais sur ce chemin

De traverse que dessine l’histoire

Il coupe par nos profondes peurs

Nous ramène à nos nuits des temps

Le corps d’Abel y disparaissait en limon

Les horizons s’effondraient aux confins

La terre gardait pour le ciel ses secrets

Le verbe était encore souffle d’archanges

Et tu rôdais seul par ces paysages tiens

Puisque nous savons

Philippe G uiguet-Bologne

Ciudad de los mil encuentros soñados y entrecruzados en anónimas huidas de destinos entrañados en el arte y en lo oculto de tu casbah y en tu puerto aleteando sigilos en la alquimia y en el llanto… Refugio de los amores en lo prohibido ensartados de aquellos que tu acogías huidos, desesperados… Y esos sus huellas dejaron en recónditas palabras que hoy perdidas han sonado en silencios que la música se vierte en vuestros aires, cual espejo esmerilado, en lagrimas y en sonrisas y en gritos desesperados enhebrados en lo eterno y en la magia de tu encanto eternizando recuerdos en tu misterio grabados.

Joaquín Verdú de Gregorio

Al conquistador de al-Ándalus

Táriq Ben Ziyad

¡Táriq ben Ziyad!

A Hispania cruza la última frontera el bravo.

¡Rueden por la Janda almetes de moros y de cristianos.

Iban de vencida éstos con su estandarte en la mano.

¿Qué tesoros, desventurados, habíais soñado?

Bereber, con tu cimitarra asesta

El golpe de gracia al buen rey destronado. Su

Nombre: «Rodrigo, el que ahí yace traicionado».

¡Ziyad, gobernador de Tánger, pirómano

Intrépido, «Sendero» a Al-Andalus!

Ya refulgen tras mil sueños velados:

Azahara rutilante de azulejo islámico;

De la inalcanzable Alhambra, su blanca sierra cual penachos. Raquel del Pozo Cañas

Felipe Coca Santos

Tánger, ciudad de las maravillas

Tánger ciudad azul y blanca asomada al balcón del Estrecho por donde vienen y van mercantes, pesqueros y cetáceos surcando las olas verdeazules.

Veo tus luces nocturnas desde la costa andaluza y oigo gritos de socorro desde una patera a la deriva en la noche fría e invernal.

¿Quién se acercará al hombre que soy? se preguntó Mohamed Chukri en la ciudad de las maravillas a la que llegó en busca de pan amores y sueños de escritor. Ezequiel Martínez

Concha Vilches / Sherezada

Tánger, ciudad soñada

Crisol de culturas.

Caleidoscopio del tiempo. Nenúfar blanco.

Tierra de acogida.

Sueño absoluto de libertad.

Te ronda el mar, con olas continentales.

Beso presentido de África con Europa.

En la sangre de tus hijos la bandera, siempre pura, de la paz.

I sabel Ma González Muñoz

Adriana Muñoz / Gerberitas contentas

Tanger, Tanger...

Quejido seco andalusí de conforme entrega, en el aroma gutural del arbóreo pecho: ¡negro mar, verde viento...!

Al pie de la fortificada roca, relinchan los caballos en las naves de la bahía.

¡Por el aire que silva, relinchan! ¡Por las aguas altas, a porfía! ...bebiéndose el olor de las yeguas de Tarifa. El Reino del Cielo y de la Tierra pertenecen a la espada de luz de los cielos y la tierra. Sosegado son y acordada belleza de piedra.

¡Qué lejos está la Meca; qué cerca viven los muertos! Los que de los montes bajaron y los que del desierto subieron. Los que vinieron y se fueron...

En este eterno mundo sin unión ni entendimiento común.

Laberinto bullicioso de direcciones conjuntas: El zoco parental, pequeño, y el gran mercado del puerto, abierto. En esta azotea a mediodía, oh, Tánger ángel, tu blanca rosa, ondeante voz, en verso reunida, mi mirada escucha: bajo este uno y total universo. Indivisible cielo del noroeste atlántico de África, desbordado, aquí, mediterráneo romano, en esta verde llanura, oriente occidental de Al-Ándalus.

Ramón Rodríguez Aguilera

Israe Hanouni / Vista de mar

Puerto de Tánger

Llegada

La mirada registra el concurrido muelle y el corazón desvela un muelle desolado

Desembarco en un puerto de ausencias.

A na Llorca
Samia Bouya / Azul en movimiento

Tangerine dream

Tu cintura se afina como un estradivarius.

En tu nuca se esconde un largo escalofrío.

Por tu boca rebosan los trinos de los árboles.

De tu melena fluyen cometas peregrinos.

En tus ojos se posa un fulgor de magnolia.

Tienes la voz canela del ciprés encendido.

Por tu piel se derrama la luna anaranjada y tus labios me ofrecen un sueño mandarino.

En tu vientre dormita el rescoldo del ámbar.

Por tus muslos esparcen temblores las galernas y mis brazos se aferran a tu espalda y te abrazan con la fuerza que infunde tu carne de tormenta.

Tu mirada transmite el calor del regazo y con tu entrega acoges mis afanes varados. Ramón Sarmiento

Jesú Gil / Otro mundo

Ciudad del viento

Entrenamos la Inteligencia Artificial con poemas de Bertold Brecht, Almutamid, Federico García Lorca y prosas de Fátima Mernissi, Almudena Grandes y Mohamed Choukri. Pero en Silicon Valley, los nuevos señores de la guerra habían puesto en marcha un programa secreto y toda obra del espíritu debía ser práctica, rentable y visionaria. El resultado fue este: Llorar es el infinitivo de lluvia.

Debéis construir un puente sobre dos columnas; pero no exactamente un puente sino una ciudad larga. La llamaréis Ciudad del Viento.

Un arco dorado como el sol del crepúsculo, Atlántico Mediterráneo Oriente

Occidente África Europa Poniente Levante.

Unidos por lo que nos separa, ciudad de palabras.

Ciudad de ciudades: Tarifa Ceuta Gibraltar

Algeciras y la joya del atardecer: Tánger.

A ntonio Molina Flores

José Lebrato / El pan de cada día

Agonía

Quien vive cada día sin oler las flores del campo, quien huye del sol del invierno, quien no sabe gozar de un cárdeno ocaso, quien no lamenta una despedida, quien jamás se refugió en el calor de un abrazo… No vive, padece una lenta y asfixiante agonía, que le hace habitante perenne del abismo.

A na Recio Mir

Javier Fito / La fragilidad de la vida
Adolfo Arenas Alonso

La cera que arde, se derrite y sabe que va a morir, regala su cuerpo recio a los valientes que se aman.

Con sus lágrimas sumergidas en el trigo luminoso, es una ofrenda que quema, un obsequio.

Merecido

Porque aquellos que entregan sus cuerpos merecen ayuda.

María Valdivieso Arde

El terciopelo se confabula deseando entregar todo el calor que las armaduras esconden para los valientes que se aman.

Paul Bowles

Paul Bowles

Tennessee Willians

Truman Capote

Jack Kerouac

Gore Vidal

Visconti

Cecil Beaton

Mohamed Chukri

Juanita Narboni gastada mitología guía de la vibrante ciudad que canto y me enamora.

Carmen Rodríguez
Juan Ramón Gimeno / Consecuencias (Escultura cerámica)
Patricio Hidalgo Morán

En esta sucia ciudad portuaria, tan propicia a la estafa, tan pródiga en deseos fugaces, cada esquina ha visto cien historias de amor mercenario: pasiones virulentas que nacen en la inclusa y acaban enterradas en la fosa común. Estás en Tánger, donde nada dura y donde nada importa, más allá de un jergón y unos dirhams y el olvido.

Y en la penumbra de El Dorado buscas la indiferencia ajena, como si ahora vivieras gracias a un pasaporte falso. Te agrada carecer de aspecto, ser un hombre cualquiera: un alma cándida o tal vez un canalla redomado. Allí dentro es muy fácil inventarse un buen carácter, una esposa infiel, la juventud perdida por culpa de un amor, un cielo o un infierno a tu medida. Y ahora todo está en calma, como ese momento, al alba, que coincide con la primera luz. Te pones a escuchar conversaciones en lenguas que no entiendes, con vocales tan gordas como gansos, consonantes más flacas que lombrices. Jamás podrás

saber a qué se debe la risa de mujer, tan brusca y alegre como un timbre de ciclista.

Pides brochetas, pimientos picantes, vino de Fez. Las aceitunas tienen un resplandor de obsidiana. En el plato, la grasa fría es tozuda, como los recuerdos que más nos avergüenzan. Se oyen ruidos de cubiertos, susurros entre el humo grávido de comino y de cilantro.

Un camarero lleva un delantal muy sucio que le llega a los pies. Es idéntico a Auden, y su rostro es otra cama deshecha. Ahora cuenta billetes, más gastados que monedas de cobre. El otro camarero tiene un tic en la cara, un bigote de viudo prematuro, ojos de violinista cíngaro.

Oh, largas noches de El Dorado, qué fácil es la vida aquí. Regresas muy tarde a tu hotel, pasando frente a los guardacoches que ya duermen en los portales junto a los borrachos. Y el humo te acompaña bajo la lluvia perezosa. Y entonces te dices –como al charlar con un extraño, un domingo, en el banco de madera del mismo parque del mismo suburbio– que el peor de los exilios tiene algo muy vulgar y deshonroso.

Te engañas. El peor de los exilios no depende de indignas razones de visados. No, el peor exilio se asemeja a una debilidad o a una tara que nos persigue hasta la muerte, y que aprendemos, quién iba a decirlo, a disculpar incluso en los demás.

Reconoce por fin la verdad. Nadie te espera en casa.

Es tu corazón quien te tiene cerrada la frontera, y tu orgullo (o lo poco que te queda) quien te prohíbe regresar. Tu inolvidable ciudad te ha olvidado.

Puedes regresar diez veces, cien veces, mil veces, y por siempre será inútil.

Jamás la encontrarás.

Eduardo Jordá

Tumba del nadador - autor desconocido - circa 470 a.C.
Paestum (Poseidonia), Italia

Tombeau phénicien

« Le lierre de tes bras à ce monde me lie

Je ne peux pas mourir Celui qui meurt oublie »

Louis Aragon - Les yeux d’Elsa

De ces colonnes majeures

Tu plonges à l’Occident

L’amour et la douceur

Tu les laisses à l’Orient

Tu les lances à la Mer

Au manteau de la nuit

La Méditerranée

Lumière et tragédies

Tu voles nu

La peur ne te retiendra plus

Ni le vent au visage

Ni la voix de l’enfant

Ni l’horreur du naufrage

La brûlure des amants

Nos secrets nos fureurs

Nos regards éperdus

Le Soleil rouge cendre et ton ciel

Incendient l’Océan

Le Soleil va te prendre

Il se fige il t’attend !

Immobile tu t’envoles

À tout jamais tu voles !
Alberto A

rricruz

Música: María Valdivieso & Alfredo Lagos

Cante: María Valdivieso - Guitarra: Alfredo Lagos

The Sheltering Sky (extract)

Everything looked unfamiliar: the houses, the streets, the cafés, even the formation of the town with regard to the hill. Instead of finding a summit from which to begin the downward walk, he discovered that here the streets all led perceptibly upward, no matter which way he turned; to descend he would have had to go back. The Arab walked solemnly along with him, now beside him, now slipping behind when there was not enough room to walk two abreast. He no longer made attempts at conversation; Port noticed with relish that he was a little out of breath. «I can keep this up all night if I have to,» he thought, «but how the hell will I get to the hotel?» All at once they were in a street which was no more than a passageway. Above their heads the opposite walls jutted out to within a few inches of each other. For an instant

Port hesitated: this was not the kind of street he wanted to walk in, and besides, it so obviously did not lead to the hotel. In that short moment the Arab took charge. He said: «You don’t know this street? It’s called Rue de la Mer Rouge. You know it? Come on. There are cafés arabes up this way. Just a little way. Come on.» Port considered. He wanted at all costs to keep up the pretense of being familiar with the town. «Je ne sais pas si je veux y aller ce soir,» he reflected, aloud. The Arab began to pull Port’s sleeve in his excitement. «Si, si!» he cried. «Viens! I’ll pay you a drink.» «I don’t drink. It’s very late.» Two cats nearby screamed at each other. The Arab made a hissing noise and stamped his feet; they ran off in opposite directions. «We’ll have tea, then,» he pursued.

Paul Bowles

Antonio Acedo García / La huella y el polvo
Carmen Mogollo

El susurro de la sheikha entre las murallas de la Kasbah

Es un placer para los sentidos pasear al alba, cuando el sol comienza a despertar y el aire fresco acaricia mi cara. Entrando por Bab el Kasbah, bajando por la Tangerina, bordeando la muralla, siempre tengo la sensación de que el olor a mar me trae una brisa que susurra entre las olas, el canto lejano de las sheikhas.

Sus voces llenan el aire, como una melodía que nunca he podido olvidar. Aquellas fiestas de la infancia vuelven a mi mente, vivas y danzantes. Mujeres de risas y voces al viento, bailando, cantando, tocando el pandero. Su ritmo sigue latiendo en el fondo de mis recuerdos. Y mientras recorro este sendero al alba, me envuelven sus ecos.

Llego al mirador de la Kasbah, donde el Mediterráneo y el Atlántico se abrazan, como el vaivén de las

sheikhas al acercarse, buscando un billete, una mirada, un invitado que les entregue una danza. Y mientras las olas rompen, sigo mi camino cuesta abajo, Y el dulce perfume de los lirios tangerinos en enero se mezcla con el aire fresco, inundando mis sentidos. Presido la Medina, todavía iluminada al alba, como un reflejo dorado en las callejuelas vacías. El sol apenas asoma, pero la luz ya envuelve cada rincón. Mis labios, de forma instintiva, tararean aquellas canciones de al-’aīṭa cargadas de recuerdos.

Mientras, la ciudad despierta lentamente. Su murmullo se funde con la brisa que sigue susurrando secretos de aquellas fiestas, de aquellas mujeres, que vivieron, cantaron y bailaron bajo el mismo cielo que ahora contemplo, presidiendo la Medina al alba.

I nma Garro Sánchez

ⵟⵏⵊⵉⵙ ⵓⵍⵜ ⴷⴰⴷ

ⵎⴰⵢⵎⵎⵉ ⵜⵙⵙⵉⵖⴷ ⴰⵎⵟⵟⴰ?

ⵎⵉⵏ ⵜⵥⵕⵉⴷ ⴰⵔⵏⴷⴰⴷ?

ⵍⵍⵖⴰ ⵏ ⵜⵛⴷⵢⵉⵏ..

ⴷ ⵓⵙⵃⵏⵃⵏ ⵏ ⵓⵢⵉⵙ

ⵎⴰⵏⵉ ⵢⵎⵎⴰⵔ ⵓⴹⴰⴹ!!

ⵖⴰ ⵡⴰⵣⵖⴰⵜ..!

ⵉⴽⴽⴰ ⵢⵄⴷⵓ ⵉⵎⴰⵔ

ⵔⵅⵅⵓ

Abdelhamid Elyandouzi

Poema de Abdelhamid Elyandouzi

Seddik Mekkaoui / Mujeres en haiek

Philippe Bluzot / Le dormeur

Aquí no se habla tarifit

Tánger, Junio de 2022

¿ Cuántos viajes hacen falta para dejar de ser extranjera? ¿A cuántas puertas debes llamar para que te nombren vecina? Y, ¿cuándo vendrán a buscarte para comer gambas y ensalada de tomate, pimiento y cebolla roja?

He vuelto para decirme que soy otra. He descendido a mediodía en un aeropuerto impecable: Tánger. Pero no me explico que esto sea Marruecos. ¿Dónde está mi Marruecos?

¿Dónde están las fotos de M6 en gesto de hacer algo? ¿y el rifeño? ¿en qué esquinas se habla? ¿dónde está el Starmint con su hoja de menta? Apenas pongo un pie en la calle me atosigan todos los taxistas. Les digo «la, la» con un gesto que les molesta, pero en seguida hay otro extranjero al que interceptar. ¿Por qué me hablan en francés? Mejor así, en dariya no les

entendería. Por aquí también pasó un rifeño que solo sabía hablar su lengua materna del exilio.

He vuelto para repetirme que mi perdón es una deuda saldada. Pero juego con desventaja: este Marruecos es una locución desconocida. Este mar no es el que me parió. Vagabundeo por la medina, medineo. Trazo palabras en rifeño: aɣrum, aɣi, tifawin, ncc, iḍ an, tiyni, awar.

Quisiera llamar a una puerta y hablar en rifeño a la primera persona que me abra. Pero aquí no se habla rifeño, aunque los vecinos siempre son los mismos. Olvido mi rifeño, esto es Tánger y desciendo sobre ella como una gaviota sobre la arena del mar, dispuesta a revisar las huellas que ha dejado a su paso.

Karima Zialli

Isabel Vera Pecci / Choukran

Después de Chukri

Después de Chukri

la boca habla por los senos y el placer, enmudece ante la palabra herida.

Después de Chukri, la maquinaria del reloj revienta de vida las rosas enloquecen por las damas, el pan se desnuda ante los hombres.

Después de Chukri, el cielo es una bandera roja y el estómago ruge y cruje en una tierra color mostaza.

Después de Chukri, la cuerda es un brazo extendido al sol la voz, una fonética de amor con la que susurro tu nombre, Chukri, Chukri...

eres un ocaso para el humo espeso, una cacofonía del nihilismo tardío, un apellido con nombre de mesías.

Chukri, Chukri después de ti, mi lengua es una espada y mi útero un tambor.

Karima Zialli
Maribel Eraisouni / Horno de pan antiguo
Mariam

Si encuentras un forastero, ayúdalo, quizás llegue el día en que lo seas.

Marian Pantoja / Ibn Battuta

Aymeric Vitu / Les-Colonnes

Librairie des Colonnes

Si tuviera diez dirhams, compraría vino.

Pero si tuviera una fortuna, sería dueño de esta hermosa y hospitalaria librería.

¿Qué importa si soy analfabeto? Leer, como morder el polvo, es algo que se aprende.

Pero me bastaría con pasear a diario por este concupiscente bulevar de papel, la asamblea cordial de los genios.

Y llegar a ser, ¿quién sabe?, uno de su especie: reconocer en los anaqueles mi nombre, gozar del reconocimiento de los camareros y de las muchachas del colegio español.

Ganar dinero y respetabilidad, y después comprar tanto vino como se me antoje. Alejandro L uque

Osorno / El peso de la cultura

POEMAS

Said Kobrite ............................................................ 7-8

Javier Valenzuela 9-10

Latifa Laamarti 12

Rocío Rojas Marcos 15-16

Manuel Sánchez Herrera .................................... 17-18

Sali Bouba Oumarou ............................................ 20

Rosario F. Cartes ................................................... 22

Miguel Ángel Ferrís Gil ...................................... 24

Manuel Castillo Martos 26

Philippe Guiguet-Bologne 29-30

Joaquín Verdú de Gregorio 31

Raquel del Pozo Cañas ........................................ 32

Ezequiel Martínez ................................................. 34

M.ª González Muñoz ..............................

Rodríguez Aguilera ............................... 38

Molina Flores

........................................................

María Valdivieso .................................................... 49

Carmen Rodríguez ............................................... 50

Eduardo Jordá ......................................................... 53-55

Alberto Arricruz 57-58

Paul Bowles 59-60

Inma Garro Sánchez 63-64

Ahmed Faraj Roumani ........................................ 65

Abdelhamid Elyandouzi ...................................... 66

Mohamed Larbi Ghajjou .................................... 68

Karima Zialli ........................................................... 70-71

Karima Zialli 73-74

Mariam Mohamed Mehdi Temsamani 76-77

Jalila ELkheligh 79

Alejandro Luque .................................................... 81

C on el sueño humilde y loco de contribuir a acercar nuestras dos orillas a través del arte y la poesía, nos embarcamos para realizar y presentar este Cuaderno de Roldán dedicado a la acogedora y milenaria ciudad de Tánger y a su gente.

En barco cruzaron el Estrecho numerosos y entusiastas Inquilinos. La tripulación, formada por Alberto Arricruz desde París y Pepe Lebrato desde Sevilla, precisó de las cartas de navegación que Latifa Laamarti les ofreció desde Tánger. La maquetación, como siempre, fue asunto de Paco Díaz Cebador

D

O N D E S E J U NT A N L OS M A RES

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