



Portada: Francisco Cosano Moyano
Maquetación: Paco Díaz Cebador
Impreso y hecho en Bormujos (Sevilla), en los talleres de Gráficas Moreno, S.L. Andalucía. España. MMXXIV
Edición de 300 ejemplares del n.º 108 de CUADERNOS DE ROLDÁN
Depósito legal: SE-1.268-2024
www.cuadernosderoldan.com
EJEMPLAR N.º
Le daré una mano de cal a mi corazón cuando apunte mayo.
Pasado el invierno, sí, blanquearé el sepulcro de mis furias.
Y en cal viva sumergiré entonces el azote de esta ira irredenta.
Luego, limpia mi alma ya, y encalada de blanco, ceñir quiero una túnica por primavera.
La estrenaré, sí, cuando el verano sea un infierno aún por venir. Y entonces dormiré la fresca siesta arrullado por un sueño de cal. Julián Granado
A Diego del Gastor y a Ángel Sody de Rivas
Prendida voy al hilo de este nido, alma, verbo… aliento de luz en blanca maravilla. Como en albo cortejo hacia los resplandores de las tres, la calle de la Cal Nueva baja a la plaza del Marqués abriendo cuatro horizontes y sube a la sencillez de La Friseta donde mis abuelos crearon para mí cielos de azúcar.
Desde la altura transitable del Monturrio: campos, arroyos, caminos, gente, bestias solas o en reata…
La calle de la Calera bajando… (En improvisada sastrería resistieron la vida mis abuelos paternos: telas, pliegos de cordel y partituras).
Allí, como aquí, en este Morón que pudo ser mi casa, el rico imaginario, las rutas esforzadas de la Cal –Dormida o Viva–, los espacios lucientes: patios de encaladuras sucesivas, de ropa expuesta al agua de lluvia con añil, al sol y a la ceniza, los tiestos floridos, las charlas al relente… la música escuchada o haciéndose, el íntimo silencio… ¡Identidad al descubierto la llama en que se arde!
Rosario
F. Cartes
Paredes encaladas luz del sol reverberan y del calor protegen. La cal, fresca blancura de flores salpicada, es alegría y vida.
Silueta verde-oscura con sus blancas heridas, la Sierra de Morón guarda negros recuerdos.
En las noches sin luna el romero y el tomillo a los vientos son eco de un dolor que no cesa de azotar la memoria de un pueblo y de su gente
que por siempre recuerda lo que tus piedras vieron.
Junto a las chaparrillas, entre oscuros tarajes, la sangre iba regando la tierra y los palmitos.
El puerto de las cruces es su siniestro nombre.
La cal deshace cuerpos en la fosa común. Cal viva es el olvido de sus vidas y sueños. Miguel Fernández Rivero
Dos cosas como el aire me faltan, Subirme a la Sierra, y la mujer que me ama. Soleá. Juan de Mañara
A Fernando Villalón, cantor de la Baja Andalucía
Van los jinetes de acero, larga noche en sus monturas. Cuatro corceles siguiendo a una yegua que es la Luna. Verdes ojos, toros negros.
Disipa la noche oscura y se apagan los luceros, el Astro sus rayos busca.
Como el azogue al espejo, el Sol ya muestra sus plumas.
Se fueron lejos los sueños. Brilla la cal como espuma, y en los aljibes los ecos van pregonando blancura.
Ya los jinetes se fueron, los olvidó la fortuna. Manuel Rámila
CAL DE MORÓN
Cal de Morón tan blanquecina que rejuveneces fachadas mortecinas de las casas y los pueblos blancos diseminados por la faz de Andalucía.
Desde la antigüedad a nosotros las rocas calizas se cuecen y con leña y fuego decrecen en los ancestrales hornos.
Dos pueblos vivieron de la cal Las caleras del Prado y de la Sierra trabajo duro y pesado el del calero entregado a su trabajo con esmero.
Cal pura, transparente, bellísima pintar fachadas, enfoscar, blanquear dar mortero a la cal, enjalbegar las casas con tu luz blanquísima.
De romanos y árabes tu legado el trabajo en los hornos heredado patrimonio inmaterial de la Humanidad cal de Morón, blanca y pura fraternidad.
Ezequiel Martínez
Tú pusiste la piedra. Yo puse el fuego. Juntos fuimos cal viva, vivo deseo que amansaron las aguas lentas del tiempo.
De cal son las paredes de nuestra casa, cal de Sierra y de Prado, cal entrañada en este sentir blanco que nos traspasa. Ni poder ni grandeza, ni plata ni oro; fortunas y trofeos
sean para otros.
Con la piedra y el fuego tenemos todo.
En la cal viva, fuego; luz en la mansa.
Una
cal mansa y limpia blanquea mi alma y mantiene la tuya gentil y blanca.
Elías Hacha
Por una escalera de aire y luz desciendes... a tu... a mi... alma.
Por la blanca pared de cal vuelas ...al cielo azul.
¡ay, blancura que mis ojos palpan, luz de piedra, sombra blanca, detenida llama (que por dentro no quema), limpio frescor... piel de la casa en el cosmos, y piel en la luz del alma!
Ramón Rodríguez Aguilera
Rocas blandas todavía, acarician Montegil, calizas por nacer adornan paredes taifas, luthiers, sin adornos, cuentan aquella de Silverio, versos por escribir de toros con los ojos verdes.
Nudos milenarios de olivos siguen alimentando pobladores fenicios de un valle en lo alto.
Guadaíra orillado por un caballo sin riendas, la alquimia de los cielos y los jaspes
acoge a un pueblo enraizado de trigo y cártamo. Chodzan controla desde una atalaya la frontera de un mundo que se acaba.
Siglos de cal, de toque de guitarra, de tierra arada. Bulerías perdidas de un castillo que sigue acogiendo a nómadas que descansan en sus murallas. Antonio Ramírez
Este poema narra una lidia, por su extensión se publicará en varios Cuadernos.
¡
El capote, el caballo, las banderillas
Y la muerte
Ésas son las cuatro suertes
Y el protagonista , el toro.
Un Arte donde cada uno interpreta su suerte.
«Con su permiso Sr. Presidente»
Desde el burladero, en el que te corneaste entre el 4 y el 6 dejaste tu querer.
Hundiste el perfil de tu alma y me tuve que volver. En el 7 te recibí, allí, corneaste por tercera vez, fue entre el 8 y el 10 en la mediana del redondel.
El capote bien cogido, dio un giro como si fuese en una nube. En volandas, parecía un sueño.
Sabio fue aquel, que mencionó el capote, como un arma de defensa, el verdadero elemento rápido en el quite. Entre nota y nota, en un momento misterioso, balanceando su arte, diseña la faena.
El albero prieto, sintiendo los compases de las miradas, y sus corazones, exigiéndoles su entrega. Sin dar tiempo a nada. Bajo sus zapatillas negras, clavado por un suspiro en esta tarde torera.
Pablo Naranjo
ESTÍO «Es una hermosa noche de verano.
Tienen las altas casas abiertos los balcones del viejo pueblo a la anchurosa plaza»
Fragmento de «Noche de verano». Antonio Machado
La calma estival nos deslumbra con mañanas de aire plateado, mediodías de cegadora blancura, atardeceres de anaranjado fulgor y noches de tibia penumbra. ¡Blancos pueblos de cal que la canícula abrasa, en el meridión peninsular, que es nuestra santa casa! Juan Masero Flores
Morón de la Frontera pueblo prehistórico, hispanorromano, y después denominado Maurorum, Desarrollado en torno a un monte, que de sus entrañas, en el siglo XIII, nace un castillo con añadidos árabes y cristianos, y a su alrededor un pueblo sueña, y un mudo testigo Gallo lo eterniza, creado en 1624 por comparación, con el gallo de Platón, desplumado por Diógenes.
Hoy el Gallo de Morón también es el apodo de José Maguilla, apoderado de toreros. Manuel Castillo Martos
MI FRONTERA
Mis vuelos son sobre un castillo y azoteas colorás que invitan a reposar. Mis vuelos son entre sonidos que solemnes campanas emiten al repicar.
Una primavera me acompaña y delimita mi aruncitana frontera como guía en la campiña que me enseñó a echar a volar.
Una primavera me acompaña entre plazoletas y callejuelas donde un sol abrasador quema las plumas de los gallos dispuestos a cantar.
Un sentimiento en penitencia sobre un suelo de cal, una feria de lunares y una máscara de libertad, una fuerza que relincha, que corre libre por una sierra, y un quejío le da sonido sobre una guitarra que invita a bailar.
Daniel Gutiérrez
CAL
Marco Vitruvio Polión
llevaste la cal al mundo, inventando el hormigón, «Opus Caementicium» su nombre Julio César, tu patrón.
Revolución constructiva, piedra volcánica y cal en el Panteón de Agripa, veinte siglos ya pasaron, tu cúpula sin igual nos muestra tu eternidad.
Pero es la cal de Morón y el canto a sus artesanos (Patrimonio Inmaterial) quien nos lleva a esta reunión. ——
Piedra dormida en la sierra, colocada en la calera, hábilmente para ahornar, armaderas, matacanas y ripios en la trasera, todo trabado y calzado, calentada hasta mil grados, hace que te llamen viva, como si vida tuvieras, vida para engalanar, los leones de la Alhambra, los palacios de los nobles, y la casa de un gañán. Paco Vita
Por el viento que sopla en la ribera sube el toro la senda de tu sueño y el verde de los ojos de tu empeño el toro va llorando en su carrera.
Tiembla la noche oscura en larga espera si no sueñas que el toro marismeño hiere el cielo y la luz del sol sureño se derrama en Morón de la Frontera.
Amanece y tu sangre en la alborada lleva rumor de versos renacida y el sentimiento libre de atadura. Galopas con tu jaca la torada y en tu pecho la alondra que te anida clama la claridad de su alma pura. Juan Manuel González
Ocultas tras los muros hojas cosidas por la mano de los hombres contienen mensajes velados.
Una blanca pureza caliza los protege, mientras escrituras crípticas
duermen el sueño de los tiempos, siempre recios.
Cientos de años atrás, cuando la guerra alumbró el pillaje, el miedo
creador de caminos infinitos
buscó un refugio para estos textos dibujados, henchidos de figuras precisas y números ciegos.
Luego vino el olvido, y con él la indiferencia, tumba perfecta de las palabras. Sara Madrigal Castro
Su silueta desesperada de brazos desnudos baila con el viento frío del invierno, y por sus garras clavadas en el cielo corren los goterones del Océano.
Regalan a la tierra lágrimas de sal para los soldados muertos.
Sueña con ser un olivo.
Acurrucado bajo sus hojas de plata para esconderse del sol, arrugado por los siglos, el olivo sabe
Que las guerras se olvidan, que las mareas atlánticas limpiaran la tierra de la sangre de los caídos.
Que las fronteras también pasan, se desvanecen en un rumor, dejando un apellido a los pueblos de cal.
Lo canta a la tierra y al viento, alcanzando el corazón de los robles del norte.
El olivo de Morón.
Alberto Arricruz
Humo y altavoces cuando bajé del tren con la maleta y mi visado de turista sin retorno. Una muda, mucho miedo, y aquella alegría de aire puro al cruzar a pie el puente internacional. Avancez, s’il vous plaît, oí que me decían del otro lado, y aliviado me di prisa al nuevo ancho de vía.
Carlos A badía
Esa blancura que arde, recrea en su belleza los contornos perdidizos, reflejando en tus callejas el sol en luz de tus muros, el sol ardiendo en tu tierra.
Y el ocre de tus palacios en la humildad de esas sierras, traspasadas por el agua, cual senderos de esa historia en el oriente entrañada y entrañada en otras gestas, cuales la del Rey Fernando, desliando la leyenda de ser de todos monarca, de sinagoga y mezquita y catedral…
Armonía de unos pueblos en el sueño de la historia Hoy las turbas degradan tus orígenes y en sus gritos deslavazan tu arcano silencio…
Y una plegaria se eleva gimiendo…
Y recordando aquel encuentro, hoy cenizas dispersadas en la cal y sus misterios… El agua sigue su curso lentamente. Un ave la va siguiendo…
Joaquín Verdú de Gregorio
CAL A Juan Escudero Reina. In memoriam
Manos rudas, capaces de tomar un sol entre los dedos. Un sol enterrado en la tierra como un secreto.
Se escapa la luz por las rendijas, asoma, entre madera y madera, entre sombra y sombra, mientras se aviva el fuego.
Manos blancas, expuestas a la mirada, manos francas, como el semblante y las palabras. Palabras sencillas, pero llenas de verdad, en lecciones aprendidas a destiempo en una escuela sin pupitres ni lapiceros.
El sudor te recuerda que sólo eres un hombre, antes de tocar la tierra, indiferente a tu cansancio.
Un hombre que no reniega de su destino esculpido en cada piedra. Trabajo.
Sacrificio. Legado.
El castigo eterno del sustento.
Otro Sísifo bajo la pesada carga de un pecado que no ha cometido.
La sierra te observa celosa de su tesoro.
Y la piedra, que está viva, daña tus ojos limpios con una blancura perversa.
No hay rencor.
La madre tierra ya perdonó, tienes la conciencia a salvo, por eso duermes tranquilo.
Hornos de cal. No olvidar las raíces, ni el apellido que acompaña a tu nombre bíblico de hombre bueno.
No quemaré en ellos mis recuerdos. La niñez en la azotea, jugando entre las sábanas tendidas, rodeada de las paredes blancas de mi pueblo.
Y hoy, en mi casa, para guardar para siempre el balance de lo vivido, miro la romana conocida, en aquella foto en blanco y negro.
Ángeles Escudero Bermúdez
«ENCALAORES»
Con la caña en mano, primavera en aire, cuando las celindas y prímulas nacen, los «encalaores» pasan por las calles, con blusas de blanco, pregonando a voces: «La cal de Morón, la más blanca cal».
(De vivir promesa)
Sombreros de paja y cubos de cinc portan los artistas del blanco y añil. Alejandro García Acebes
Te cincelaron los cielos, más allá del mar que te baña.
Te cubrieron los sueños más allá del respeto que te profesan.
Te llamaron HOMBRE más allá de la cal que te tatúa.
Morón, mudanza. Morón, bisagra. Morón, aldaba.
Morón, hija de la cal, hombres de añil.
Isabel M.ªGonzález Muñoz
EL CALERO
De niño vi el milagro de sus piedras. Sin fuego, hacían hervir el agua.
Del polvo desecho y el caldo caliente nacía el mejunje de la cal líquida.
Con ella, morían de luz las paredes y el sol reía atrapado de blanco.
Le gustaba buscar muscarias.
Las comía calientes, fuego y tierra. Y alucinaba.
Veía otras vidas y hervía en otros mundos entre la tiniebla y los sueños.
Su estómago repetía la magia de las piedras. Y cuando el miedo podía al entendimiento, vomitaba. Los sueños ya eran sueño, las alucinaciones, motivos para dormir.
Su sonrisa cantaba la misma luz que la cal.
La del sol de otoño que brota a las muscarias.
Mario Rodríguez García
En la mañana.
Muros recién encalados de la memoria infantil, espejos de luz primaveral reflejan flores de jazmín tintinear sobre la cal.
A la tarde.
Tenue sosiego de blancura resbala en ladrillos y azulejos recuerdo de anhelos juveniles plenos de amor y de ternura.
A la noche. La luna, foco sobre macetas de hierbabuena y albahaca su luz evocadora de aromas de ilusiones en el alma.
La tristeza, al despertar desengaño y desgracia no empaña la claridad del patio de mi infancia.
La madurez del alma busca en su añoranza brotes renacidos de luz y esperanza.
Florentino Rodríguez
Las sucesivas, frágiles, capas de cal habían dibujado en la pared del patio de la casa bestiarios fabulosos, mapas de un mundo fruto de azar y de imaginación.
Blanco, el dedo del niño seguía fascinado las formas azarosas, que así cobraban vida, como ahora, tan lejos del que fue, de paso en esta calle lo hace su mirada junto a esta pared que adensa el tiempo, se dice, pasajero que sigue su camino, quizás tan sólo senda imaginaria, quizás él mismo fábula en el blanco muro infinito en que el azar escribe.
Antonio Cano
Tanto amor que me tenías y al final tú me has dejado. Yo iba de esquina en esquina, con el cuerpo amortajado, tras la estela de tu paso, dando tumbos todo el día, como gata en un tejado.
Y es que el amor, cuando duele, duele tanto, parece que te quemara como el viento del solano, deja el alma entumecida como si fuera de trapo. Tanto amor que me tenías que al final ya me has dejado, como al gallo de Morón sin cantar y desplumado. Coral Cooper
¡Quiquiriquí! Canta el gallo… Luna, lunera.
Fernando Villalón
Cal y canto canto y cal, de las canteras de tu cal nacen mis quebrantos.
En hornos de herencia romana alimentados con leña de olivos de la Finca Espartero nace tu cal cándida blanqueando los pueblos de la Baja Andalucía.
Cautiva en la cárcel de tu guitarra, sonada nota diáfana, nace de tus manos gitanas la soleá a cuerda pelá, maestro Diego del Gastor, cantes de trilla y fragua.
Javier María Castro- Cuadrado
La cal me recuerda a los pueblos, a la sombra de los veranos, a la fuente de la esquina, a los pájaros volando en busca del cobijo donde hacer su descanso.
La cal es luz en la oscuridad, es la pureza de los años, es un respirar de días en amaneceres tempranos.
El calero pregonaba por las calles: ¡Caaaal… de Morooón! con voz carrasposa tras su mulo cargado, una vara en la cintura y un caminar blanqueando hasta las «boquillas» de las tejas que embellecen los tejados.
Los caleros de Morón, son los pintores de los pueblos blancos encalando paredes, refrescando calores y soleando los campos.
La cal lo dice todo cuando recibe del sol la luz, como si fuera una luminaria de ventana ante la gran canícula que abrasa la estampa de lo andaluz, en cuna de trigales crecidos esperando el braceo cuando se va segando.
Jesús Solano
I. Gómez
CONVENTO DE SANTA CLARA
Ahora mismo podría volver a contemplar, desde el balcón de casa de mis padres, cómo la gigantesca copa del ciprés centenario que preside el pequeño camposanto, despunta sobre los tejados del vecindario.
Y también podría asomarme desde una de las azoteas, como cuando era niño, y contemplar cómo trabajan, afanosas y diligentes, en su hermosa y florida huerta, mientras la tarde cae sobre sus frágiles espaldas.
Y podría entrar después en la iglesia anexa al convento a escuchar el grave rumor de sus peticiones y rezos, y al salir, clavar la mirada, ávida y frontalmente, en la oscuridad de sus celosías de hierro con la ilusa esperanza de poder ver sus caras.
Luego, también podría, como si el tiempo se hubiese detenido entre sus encalados y tercos muros, atravesar el patio de columnas y delante del torno pedir con voz piadosa: «Hermana, por amor de Dios, un poco de pan de angelito».
Y asimismo podría, si me lo propusiera seriamente, acceder al interior del convento, tal como he deseado desde siempre, y registrar sus más recónditos rincones, y conocer sus secretos más íntimos e inconfesables.
Mas todo ello, ¿de qué me serviría?
¿Quizás comprendería algo mejor por qué aquella hermosa muchacha de ojos oscuros y mirada clara, a la que perseguía ciegamente por calles y plazas, renunció a este mundo, al demonio y a la carne?
Pedro
Luis Vázquez García
A los niños gazatíes
Las flores blancas que han nacido en las dunas con las lluvias de estos últimos días no son nuestras, pero ahí están, combadas por el viento, como gotitas de luz recién encaladas que al pisarlas nos salpican de vida, pero no son nuestras.
Carolina Abadía
Edith
LE LLAMABAN DIEGO, EL DEL GASTOR
Aese señor tan elegante que tocaba a la guitarra como si fuera la diosa Nefertiti, su amante de madera.
A ese señor encorbatado como si siempre fuera domingo le llamaban Diego, el del Gastor, un recostado pueblo blanco, donde vivió algunos años mientras su padre trataba con caballerías. Allí, antaño, tuvo novia hermosa el bandolero «El Tempranillo», que pronto fermentaba las fechorías, como la uva oscura. Cuentan que, para los amoríos, la llevaba a la Cueva del Susto. Un buen día aquel señor sobrado de estilo recaló en Morón, donde la cal es una obra de arte, una escultura blanca.
Allí pasó su vida y esperó, con elegancia, la muerte tocando bulerías, seguiriyas, hasta que un día sonó la última soleá, la definitiva.
A ese señor tan recatado venían a buscarlo los hippies de California para adorarlo. Él sólo quiso vivir acariciando un vientre de madera. No sabía uno que Morón estaba tan cerca de San Francisco. Cuentan que una tarde, Paco el de la Lucía, le dijo mirándolo a los ojos: Diego, eso yo no sé hacerlo.
Francisco Gallardo
CAL DE MORÓN
Lívida piel de piedra sobre el muro, discreta nieve inmóvil hogareña que te extienden las manos al conjuro de una brocha que, más pintar, sueña. Color elemental sencillo y puro, y del campo andaluz honrosa enseña. Gracias, cal de Morón, por tu cuidado, por tanto pueblo nuestro enjalbegado. Francisco Núñez Roldán
Rotas las riendas, abandonó los gules.
Se sacudió las bridas, escupió el freno, y pasó al campo de verdad, de tierra y yerba.
Su casco tierno se arañó en la piedra, el belfo virgen se sació en las flores, y, corcoveando de puro alegre, arzón y silla cayeron en el suelo.
Desnudo al fin, pisó terrones y plantíos, y espantó el agua en bajos de rivera.
Después, tal vez se acercaría a velar al Chaparro o a disputarle al viento su laurel florido.
Tal vez.
Porque era libre.
Libre.
Ana Llorca
Isabel Galán Fernández
¡El afilaoo!
Para Berta
Rueda sonora, música solitaria.
!La sal! ¡Niña sal, sal!
Marinera de río azulada.
¡Camarones! ¡camarones! Vivos bailando.
Y la cal. ¡Llegó la cal! ¡vamos a la cal niña, vamos a la cal!
¡Cal de Morón!
Cal viva, cal blanca, purísima, inmaculada, prístina.
¡Vamos a la cal y pelillos a la mar!
Cal viva que quema. ¡Cuidado con el agua!
Moverla. glu, glu, glu. Ya está muerta, reposada.
Virgen de Palomares.
¡A encalá la fachada!
Loren Cabral
El blanco de mi cal, es símbolo de historia, es un pueblo con hogar, es un lugar sagrado, es un rincón ancestral, es un brillo de ternura y es algo más, que se lleva dentro con filtros de verdad.
La existencia en la blancura se resguarda a la par que besa los rincones, una calle estrecha y un mirar hacia atrás.
Ambiente de amores y fuego conjugan en el cantar de mi puerta, cuando el blanco reflejan las imágenes de este mirar.
Abrazo la hora blanca que me brinda luz de cal, y hago canción de cuna, mientras disfruto del frescor que me brinda cada mañana los resplandores de la cal.
Soledad Hierro
Isabel Vera Pecci
Las canteras refulgen blancas sobre el blanco blanco de las antiguas villas romanas antes celtas, iberas o tartesas, desde el cerro del castillo.
Los latifundios se pierden entre los olivos, el agua corre por las acequias de las viejas alquerías y en la cora de Morón cantan los gallos.
Otro gallo canta en Cuba.
José María Bedoya
Tarde en Morón.
Redoblan las campanas, ríe la luz.
En el campo gotas de sangre brillan, las amapolas arden. Ana Recio Mir
Julián Granado .............................................................6
Rosario F. Cartes .........................................................8
Miguel Fernández Rivero .........................................10-11
Manuel Rámila .............................................................12
Ezequiel Martínez .......................................................14
Elías Hacha ....................................................................16-17
Ramón Rodríguez Aguilera .....................................18
Antonio Ramírez .........................................................20
Pablo Naranjo ...............................................................22-23
Juan Masero Flores .....................................................24
Manuel Castillo Martos ............................................26
Daniel Gutiérrez ..........................................................28-29
Paco Vita ........................................................................30
Juan Manuel González ..............................................32
Sara Madrigal Castro ..................................................34
Alberto Arricruz ..........................................................37-38
Carlos Abadía ...............................................................39
Joaquín Verdú de Gregorio ......................................40-41
Ángeles Escudero Bermúdez ...................................43-45
Alejandro García Acebes ..........................................46
Isabel M.ª González Muñoz ....................................48
Mario Rodríguez García ...........................................50
Florentino Rodríguez ................................................53-54
Antonio Cano ...............................................................55
Coral Cooper ................................................................56
Javier María Castro-Cuadrado ...............................58
Jesús Solano ...................................................................60
Pedro Luis Vázquez García ......................................62-63
Carolina Abadía ........................................................... 64
Francisco Gallardo ......................................................66
Francisco Núñez Roldán ..........................................67
Ana Llorca ......................................................................68
Loren Cabral .................................................................70
Soledad
José Medina ...................................................................7
Justo Girón ....................................................................9
Mariló Pineda Llorca ..................................................13
Manuel Gil Ortiz ........................................................15
Pedro Poza .....................................................................19
Moisés Rondo ...............................................................21
Carmen Márquez ........................................................25
Gey ...................................................................................27
Domingo
Adela Agudo ..................................................................35
Horacio
Pastora Delgado Román ...........................................52
Márquez
Edith
Los Roldanes nos desplazamos a Morón, comarca flamenca donde se toca, canta y baila con estilo propio bajo la clara luz de su tierra caliza. Presentamos el Cuaderno 108 el 4 de mayo de 2024 con los trabajos de coordinación a cargo de Julián Granado, Juan Masero, Juan Fernández y Pepe Trebujena.
El maquetador, Paco Díaz Cebador, una vez más demostró su maestría
Número 108