UN DÍA DESPUÉS
Leyre Fernández Velasco Un día después de la Noche de letras, cuando sonó la esperada sirena, ese ruido chirriante y ensordecedor, subimos todos al aula de plástica
y lo primero que hicimos fue tumbarnos en el suelo con la espalda pegada a la pared, e incluso algunos se tumbaron en mitad del pasillo con
la cabeza apoyada en sus mochilas y la gente los pasaba por encima
como si saltasen una valla insignificante. Esperamos a que llegase Juan
y no llegaba, no llegaba... y nosotros seguíamos cansadísimos. Des-
pués de esperar un buen rato apareció un profesor de guardia y nos llevó a otra aula,
como no entrábamos dividieron la clase en dos grupos: uno con la mayoría de la clase,
en el que estaba yo, y otro de 6 personas: Lara, Julia, Miguel, Alejndro...
En esa clase yo me senté al lado de Claudia, como de costumbre, y luego se unieron a nosotras Vera, Ruth y Marta. Toda la hora estuvimos solos, y claro, aquello era un
gallinero. Aprovechamos que allí había unos cojines de la noche anterior y, ¡cómo no!, empezamos a tirarlos de lado a lado de la clase. Pablo dio unas cuantas veces al pro-
yector con uno de los cojines, pero no pasó nada. Resumiendo, fue una clase de Plás-
tica bastante diferente.
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