Guadalupe la Chinaca

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GUADALUPE (La chinaca)

Avance automรกtico


Guadalupe la Chinaca Amado Nervo

Con su escolta de rancheros, diez fornidos guerrilleros y en su cuaco retozón que la rienda mal aplaca, Guadalupe la chinaca va a buscar a Pantaleón Pantaleón es su marido, el gañán más atrevido con las bestias y en la lid, faz trigueña, ojos de moro y unos músculos de toro y unos ímpetus de Cid. Cuando mozo fue vaquero, y en el monte y el potrero la fatiga le templó para todos los reveses, y es terror de los franceses y cien veces lo probó. Con su silla plateada, su chaqueta alamarada, su vistoso cachirul y su lanza de cañutos, cabalgando pencos brutos ¡qué gentil se ve el gandul!


Guadalupe esta orgullosa de su prieto; ser su esposa le parece una ilusión, y al mirar que en la pelea Pantaleón no se pandea, grita: ¡viva Pantaleón! Ella cura los heridos con remedios aprendidos en el rancho en que nació, y los venda en los combates con los rojos paliacates que la pólvora impregnó. En aquella madrugada todo halaga su mirada finge pórfido el nopal y los órganos parecen candelabros que se mecen con la brisa matinal. En los planos y en las peñas, el ganado entre las breñas, rumia y trisca mugidor azotándose los flancos, y en los húmedos barrancos busca tunas el pastor.


A lo lejos, en lo alto, bajo un cielo de cobalto que desgarra su capuz, van tiñéndose las brumas, como un piélago de plumas irisadas por la luz. Y en las fértiles llanadas, entre milpas retostadas de color, pringan el plan, amapolas, maravillas, zempoalxochitls amarillas y azucenas de San Juan. Guadalupe va de prisa de retorno de la misa, que en las fiestas de guardar, nunca faltan las rancheras, con sus flores y sus ceras, a la iglesia del lugar; con su gorra galoneaba, su camisa pespunteada, su gran paño para el sol, su rebozo de bolita, y una saya suavecita y unos bajos de charol.


Con su faz encantadora, más hermosa que la aurora que colora la extensión, con sus labios de carmines, que parecen colorines, y su cutis de piñón, se dirige al campamento, donde reina el movimiento y hay mitote y hay licor, porque ayer fue bueno el día, pues cayó en la serranía un convoy del invasor.

¡Que mañana tan hermosa! ¡cuánto verde, cuánta rosa y qué linda la extensión! rosa y verde se destaca, con su escolta, la chinaca, que va a ver a Pantaleón.


La China Mexicana (siglo XIX) A la china mexicana se la enseña a coser o guisar al estilo del país, a leer, y de memoria, el catecismo del padre Ripalda; pero cuando ella tiene quince años conoce todo el valor de sus atractivos, y no piensa más que ostentar ese traje nacional tan elegante, tan peculiar de México, tan lleno de gracia y sal. El cutis de la china es rosado, suave y delicado como una nutria; sus ojos aceitunados, ardientes y expresivos; su cabello negro y delgado, su cintura flexible, sus pies pequeños, sus formas todas redondas, esbeltas y torneadas. Este cuerpo tan seductor lo viste con una enagua interior con encajes y bordados de lana en las orillas, que se llaman puntas enchiladas, sobre esa enagua va otra de castor o de seda, recamada de listones o lentejuela: la camisa es fina bordada de seda o chaquira, y deja ver parte del cuello, que no siempre encubre con un rebozo llevado con mucho donaire… No hay festividad pública donde la china no esté con su linda carita llena de atractivos, no hay calle por donde no se la vea airosa y galana, arrojar la enagua de una acera a la otra, como suele decirse… La china, en fin, un tesoro de hermosura. Manuel Payno

Las chinas o chinacas eran mestizas, se distinguían generalmente por su aseo, por la belleza de sus formas, que realzaban con su traje, harto ligero y provocativo, no menos que por su andar airoso y desenfadado. Vivían sin servir a nadie y con cierta holgura. Habitaban principalmente las ciudades de México y Puebla, de ahí el término de “China Poblana”. Existe también la leyenda de la China Poblana que llegó de la India. Joaquín García Icazbalceta


Canto de la Chinaca

El canto de la chinaca empezó a escucharse en México entre los años 1862 y 1867 durante la segunda intervención francesa, y fue la respuesta liberal a las mujeres conservadoras que se autonombraban cruzadas. Esta versión contiene las dos únicas estrofas conocidas del canto original, las cuales Rubén M. Campos registró en su libro El folklore y la música mexicana. El resto de la letra, violentamente antifrancesa, es parte de una versión que apareció en el periódico liberal La Chinaca. La música fue tomada del libro de Vicente T. Mendoza, La canción mexicana. Este canto se incluyó dentro del repertorio patriótico de la época por su intención nacionalista, antiextranjera y de combate, sin embargo la burla que se hace de un francés que trata de expresarse en castellano para conquistar a una china y el rechazo implícito a su persona, lo sitúan también dentro del repertorio satírico. Cancionero de la intervención francesa. Instituto Nacional de Antropología e Historia.


Canto de la Chinaca

*Yo soy libre como el viento, pero tengo dignidad, adoro la libertad con todo mi corazón.

Y antes de que a un extranjero darle mi mano resuelva, le diré: ve a que te envuelva la madre que te parió.

*Y de orgullo el alma llena, declaro de buena gana que soy pura mexicana, nada tengo de español.

¡Marequita! ¡Que lindo es pasar la vida junto a una blusa encarnada! Viendo a una frente tostada, y hermosa con su altivez.

Mocho poj mi Mariquita ¿Yo? ¿Cuándo me hacen la guerra? ¿Quién lo llamo a nuestra tierra? ¿Quién le ruega estar aquí? ¿Yo quererte? con mirarte sabe Dios que me condenas, ve a que te saquen de penas Pamuceno y Saliñí. Te quiegue mi Mariquita e trovaremos un hico. Quien le dio tan grande pico, si soy chinaquita yo.

¡Marequita! El extranjero es un plato desabrido ven chinacate querido, a espantar a este francés.

Canta: Amparo Ochoa Voz del francés: Arturo Alegro Guitarra: Mili Bermejo Tiple: Mario Ardila

*Estrofas de la versión original


Sin duda, la canción que más ilustra el fin de la intervención francesa en México es “Adiós mamá Carlota”. La letra la compuso en un poema el General Vicente Riva Palacio. Se publicó en 1896 en el libro de Eduardo Ruiz, Historia de la guerra de intervención en Michoacán. La música, al parecer fue compuesta para la letra original y aprendida de tradición oral por Vicente T. Mendoza, quien la registra en su libro “La canción Mexicana”. Cancionero de la intervención francesa. Instituto Nacional de Antropología e Historia.


Adiós mamá Carlota

Alegre el marinero Con voz pausada canta Y el ancla ya levanta Con extraño rumor La nave va en los mares Botando cual pelota. Adiós, mamá Carlota, Adiós, mi tierno amor De la remota playa Te mira con tristeza La estúpida nobleza Del mocho y del traidor. En lo hondo de su pecho Ya siente su derrota; Adiós, mamá Carlota Adiós, mi tierno amor. Acábanse en Palacio Tertulias, juegos, bailes, Agítanse los frailes En fuerza del dolor. La chusma de las cruces Gritando se alborota; Adiós, mamá Carlota, Adiós, mi tierno amor.

Murmuran sordamente Los tristes chambelanes, Lloran los capellanes, Y las damas de honor El triste Chucho Hermosa Canta con lira rota, Adiós, mamá Carlota, Adiós, mi tierno amor. Y en tanto los chinacos Ya cantan victoria, Guardando tu memoria, Sin miedo ni rencor Dicen mientras el viento Tu embarcación azota: Adiós, mamá Carlota, Adiós, mi tierno amor.

Cantan: Arturo Alegro, Mario Ardila, Mili Bermejo, Amparo Ochoa, Ricardo Pérez Montfort Salterio: Raúl Díaz (El mago) Guitarra: Mari Ardila


De la correspondencia entre el Presidente Benito Juárez y Maximiliano de Habsburgo A partir de su llegada a México, Maximiliano intentó entrar en contacto con el presidente Benito Juárez, con el fin de pactar su rendición y realizar una conferencia para lograr "la paz y la felicidad de la nación mexicana". La correspondencia era el mejor medio que Maximiliano tenía para entrar en contacto con el presidente Juárez; por esta razón, ambos cruzaron una serie de cartas cuya lectura es fascinante: mientras Maximiliano buscaba el encuentro y la pacificación, Juárez se mantenía inflexible y lo apostaba todo por la lucha. No es casual que en una de esas cartas -la fechada el 28 de mayo de 1864- el presidente de México Don Benito Juárez afirmara a Maximiliano lo siguiente: (Fragmento)

“…Tengo que concluir por falta de tiempo, pero agregaré una última observación. Es dado al hombre, algunas veces, atacar los derechos de los otros, apoderarse de sus bienes, amenazar la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer que las más altas virtudes parezcan crímenes, y a sus propios vicios darles el lustre de la verdadera virtud. Pero existe una cosa que no puede alcanzar ni la falsedad ni la perfidia, y que es la tremenda sentencia de la historia. Ella nos juzgará" Benito Juárez Presidente de México


La célebre poesía de Amado Nervo “Guadalupe la Chinaca”, es el más atinado retrato de la valentía y fortaleza femenina, protagonista indiscutible de todos los movimientos sociales de la nación. La gran historia de México podría reescribirse a través de los ojos y las palabras de las mujeres mexicanas.


Porque nadie ama lo que no conoce… reenvíalo.

Por amor a México Música en el poema Guadalupe:

Vals Morir por tu amor Autor: Belisario de Jesús García Intérprete desconocido

Aquí: La nueva paloma Canta: Mili Bermejo Guitarra: Mario Ardila Salterio: Raúl Díaz (El mago) Cancionero de la intervención francesa. Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Alegoría del escudo nacional, rematada por el gorro frigio de la libertad de los revolucionarios franceses.


laurafuentesrosas@hotmail.com


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