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Degustar la vida

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¡Sufrido!

¡Sufrido!

cracia, fue Sócrates.

La decisión del jurado la aceptó Sócrates y tomó la cicuta por orden de la democracia. La democracia se entendía como la expresión de la colectividad.

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Platón no aceptaba la democracia.

Muchos dirigentes en el mundo fueron aceptando la democracia en su devenir, decían que solo con un sistema político democrático que posea cultura política se tiene posibilidad de ser una colectividad fuerte que haya conquistado la estabilidad democrática.

En la historia, la democracia es la generadora de los bienes o la generadora de los males, según sea quien opine. Será acaso esto porque no hemos entendido qué es la democracia.

La democracia es una institución que no puede estar estática o en reposo y este movimiento es el que crea paradójicamente a la estabilidad política, al desarrollo ordenado de una población.

Algunos autores y políticos han dicho que la democracia no es el mejor sistema político, pero que no hay otro.

Esta democracia está viva y latente a pesar de que nuestro país ha estado en épocas difíciles y actual neocolonialismo.

Después de las interrogantes y las dudas, nos encontramos un artículo periodístico del maestro José Agustín Ortiz Pinchetti, titulado ¿Vivimos en una democracia?

Nos dice que para saber si vivimos en una democracia verdadera había que atenernos a lo que significa para México el artículo tercero de la Constitución, que contiene y aporta una definición bastante BUENA Y SENCILLA: la democracia es un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, no solamente como una estructura jurídica y un régimen político. Es decir, debe existir la democracia cuando hay un constante mejoramiento en todas las órdenes de la población ¿más claro?

En el mencionado artículo se reconoce que la democracia que vivimos es todavía “un proyecto en construcción”, como lo está toda democracia viva.

Todas las filosofías tienden a explicar que lo que se busca es que el ser humano sea feliz, y la democracia es un camino.

afloresfragoso@gmail.com

Mi abuela Caritina (mejor conocida en la familia como Chabelita), me ingresó a los fogones cuando apenas tenía una edad anterior a mi ingreso al jardín de niños.

Hierbas crudas y ramas a punto del hervor, fueron un proceso de aprendizaje para mí, allá, en su casa de la colonia Santa María, de la ciudad de Puebla.

Sus mejillas eran alimentadas por esos vapores con olor al canto de su cenzontle –siempre bien alimentado con plátano macho y ajonjolí–, y por eso justificaba: “cuando está roja mi piel, es porque el guiso está en su punto”.

Heredera de su talento, mi madre se realizó como mujer de vida y de cocina, y trascendió a mi abuela, también, como creadora de dulces, jaletinas y maravillosos pasteles decorados con alfeñique.

La vida es sabrosa, dulce y, a veces, picosita.

Un poema de vida que vivimos en la niñez, y en toda nuestra vida.

¿Qué define a un buen guiso?

Lo ignoro.

Algunos dicen que en la casa de un pueblo.

Otros, que en un mercado.

Más lo aseguran que en la fonda del barrio.

Hay quien se atreve a decir que en un restorán caro (asunto que genera dudas).

Hoy comeré con un cocinero creado y recreado, igual en México que en Europa.

Pero eso no es importante.

Iremos juntos después, el “quinto viernes” de cuaresma (al pueblo de mi abuelo), a comer mole picoso con tamales de manteca, y finísimo epazote desraizado en ciertos caminos donde “espantaban”, versión asegún de mi abuelo, después de rezarle a la virgen de Guadalupe.

Mole rebajado en la sobremesa con mezcal y pulque.

Para la salud.

Quinta Brava es un proyecto oaxaqueño –de Oaxaca–, que rescata la cocina oaxaqueña de sus pueblos.

El chef Miguel Ángel Álvarez, lo describe de esta manera:

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Por su parte, mi amiga Mónica Juárez, describe el proyecto en tres frases:

• Las recetas no existen. La cocina es una interpretación de las mismas.

• Los tiempos no existen: cada tiempo tie- ne una temperatura que depende del lugar y la altura donde estés cocinando.

• La interpretación de las recetas dependen del cocinero. Coincido totalmente con ella.

“La cocina poblana, en muchos lugares, es una mala interpretación de las llamadas recetas ‘originales’, que ni lo son. La cocina poblana nace de la inspiración de un buen cocinero o una buena coci - nera, y debe de ser saboreada en espacios íntimos. Y con un buen cava. Preferentemente a la hora del almuerzo”, era la idealización real del único gran enólogo y sibarita en Puebla, que lo fue Alberto Torreblanca Toussaint.

La vida nos pasa con justicia e injusticias para muchos. El placer de vivir, es sólo para los iniciados en degustar la vida.

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