1 ARTE MODERNO MEXICANO. HERMENEGILDO BUSTOS. JOSÉ MARÍA VELASCO y JOSÉ GUADALUPE POSADA. PINTURA MEXICANA. Material Recopilado por: Dr. Armando Viesca Segura.
ARTE MODERNO MEXICANO. Sesión 8: “ARTE MODERNO”. A través del documental, la palabra y pintura confluyen para mostrarnos a un Velasco y a un Posada enriquecidos. Asimismo, se nos descubre a un extraordinario retratista poco conocido: Hermenegildo Bustos. Las palabras de Octavio Paz ilustran el Arte de estos tres grandes creadores mexicanos.
“ARTE MODERNO” – III – El siglo XIX en México estuvo caracterizado por la inestabilidad: Luchas civiles, invasiones extranjeras, pérdida de la mitad del territorio, estancamiento económico. Afortunadamente, en el terreno artístico predominó cierto equilibrio, “decoroso pero poco inspirado”, de la Academia. El arte pictórico del siglo XIX está representado para Octavio paz por tres grandes artistas: Hermenegildo Bustos, José María Velasco y José Guadalupe Posada. Dos de ellos, Bustos y Posada, trabajaron fuera de la Academia. Sobre los tres, Paz ha escrito ensayos. Hermenegildo Bustos nació el 13 de abril de 1832, en un pueblecillo de Guanajuato llamado Purísima del Rincón. No tuvo maestros ni discípulos, pero llegó a ser uno de los más grandes retratistas en la historia de la pintura mexicana. El ensayo de Paz sobre Bustos tiene la virtud de acercarnos a la pintura de ese gran artista a través de un paralelismo entre su vida y su obra. El padre de Bustos era campanero de la iglesia del pueblo. Hermenegildo repartía sus actividades entre la parroquia y su taller. Octavio Paz, maravillado, enumera la variedad de sus ocupaciones: “nevero, curandero, hortelano prestamista, músico, hojalatero, maestro de obras, carpintero, escultor, sastre, relojero, orfebre, fabricante de máscaras y armaduras para las escenificaciones de la Semana Santa, restaurador y pintor”. Pintor extraordinario. Su autorretrato revela, además de sus grandes cualidades como pintor, su personalidad misteriosa: “rostro enérgico e inteligente, piel soleada, músculos y huesos poderosos. Cara de indio (Cara de aborigen), pero también de tártaro. Cara de hombre-pájaro que ve lejos y penetra hondo”. Paz recrea la vida de Bustos. Vivía con un tecolote, un perro y un perico, a quienes consideraba su familia. Nunca tuvo hijos con su esposa Joaquina, aunque parece que sí tuvo uno o dos con alguna de sus amantes. Vale la pena citar la descripción que hace Paz del carácter de Bustos: “Excéntrico, caprichoso, avaro, diligente, reconcentrado, astuto, religioso, sarcástico, imaginativo, ceremonioso, lujurioso, devoto, perspicaz, penetrante: un verdadero raro o, como se decía en el siglo XVII: un monstruo.” Pasemos a su pintura. El arte de Hermenegildo Bustos es profundamente tradicional e intensamente personal. Se inscribe en la gran tradición del retrato, en la que ocupa un lugar único: “Bustos pinta a la perfección los más complejo, misterioso y enigmático: el rostro humano.” Su pintura irradia “una poderosa carnalidad”; el cuerpo, vuelto energía, se concentra en un gesto, en una mirada. “Bustos pinta en cada retrato un misterio pasional, un scereto vital. Su pintura parece la pintura de un novelista.” El ensayo de Paz, como la obra de Bustos, son pequeñas obras maestras. En su ensayo, el poeta retoma y rectifica la opinión del crítico norteamericano Walter Pach, que hizo un paralelo entre los cuadros de Bustos y los retratos anónimos de Fayún, en Egipto. A diferencia de las tabletas de Fayún, el arte de Bustos es profundamente individual y profano; además sus modelos eran gente del pueblo, de su pueblo. Al reverso de uno de sus retratos, el pintor escribió esta declaración: “Yo, Hermenegildo Bustos, aficionado pintor, indio de este pueblo de Purísima del Rincón.”