1 POESÍA MODERNA: LOS FUNDADORES. Material Recopilado por: Dr. Armando Viesca Segura.
Sesión 7: ―POESÍA MODERNA: LOS FUNDADORES‖. Existe la idea de que México es un país de pintores más que de escritores. Octavio Paz demuestra la falsedad de este prejuicio, mediante su lectura de las obras de tres grandes poetas mexicanos: Ramón López Velarde, José Juan Tablada y Alfonso Reyes. Fueron ellos los iniciadores de la modernidad de nuestras letras.
“POESÍA MODERNA: LOS FUNDADORES” – V – REFLEXIONES DE HÉCTOR TAJONAR.
A través de los ensayos de Octavio Paz sobre obras y autores mexicanos, nuestro premio Nobel de Literatura ha realizado una revaloración de la tradición poética de México. Entre ellos destacan los dedicados a José Juan Tablada, Ramón López Velarde y Alfonso Reyes. Paz ha empezado por borrar mitos: durante su juventud era común afirmar que México era un país de pintores. Sin negar la importancia de nuestra tradición pictórica, Paz dice al comenzar este programa: “Hay que decir que el Popol Vuh (Ver información al final del documento) y el Chilam Balam de los mayas (Ver al final del documento) o los Cantares de los aztecas (Ver al final del documento), no son inferiores a la arquitectura ni al arte precolombino. Hay que decir, una y otra vez, que `Primero sueño´de Sor Juana (Ver al final del documento) no es inferior al Sagrario o a los grandes monumentos barrocos del arte mexicano. Hay que insistir en que el dibujo de Alfonso Reyes (Ver al final del documento) no es menos límpido (translúcido, cristalino), y probablemente es más seguro, que el de Diego Rivera; que José Vasconcelos no es menos profundo, y posiblemente es más lúcido que José Clemente Orozco; que los cuentos de “El águila y la serpiente” de Martín Luis Guzmán son grabados en acero que tienen pocos paralelos en el arte plástico mexicano y, en fin, que Carlos Pellicer tiene las manos llenas de color como Rufino Tamayo. ¿Y para qué hablar de “El gesticulador” de Usigli, que es más que una denuncia pintada, o de los poemas de José Gorostiza y de Javier Villaurrutia, que iluminan el cielo de México?”. A este brillante elogio de la literatura mexicana, Paz agrega que la poesía moderna de lengua española no es inferior a la de otras lenguas, sino que es una de las más ricas y variadas. Además, entre las obras centrales de la poesía hispánica algunas de las más intensas y perfectas son mexicanas. A finales del siglo XIX la literatura hispanoamericana cambio profundamente a través del movimiento conocido como “modernismo”, cuyos máximos representantes en América fueron Rubén Darío y Leopoldo Lugones, y en México: Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón, Manuel Gutiérrez Nájera y Amado Nervo. Sin embargo, la poesía realmente moderna comienza más tarde, con un poeta chileno, Vicente Huidobro, y un prosista español: Ramón Gómez de la Serna. En México, la poesía moderna surge durante los años de la Revolución Mexicana: Ramón López Velarde publica “La sangre devota”, en 1916, y José Juan Tablada “Un día”, en 1919. Entre ellos y los modernistas hay un puente: Enrique González Martínez. Aunque González Martínez, según Paz, no rompió con el lenguaje modernista, sí atenuó sus excesos y abrió la vía a otras experiencias. López Velarde y Tablada sí rompen con el modernismo, tanto en el espíritu como en el lenguaje. “¡Pero, qué distintas aventuras la de López Velarde y la de Tablada!”, exclama Paz. José Juan Tablada (1871-1945) fue modernista en su primera época. Quizá de ahí heredó su gusto por el lenguaje, la aventura y el viaje, así como la noción del arte como cambio perpetuo. Tablada experimentó la fascinación del viaje, de la fuga: fuga de sí mismo y fuga de México… Tablada conoció París, Japón, Nueva York, Bogotá, Caracas, La Habana.