Revista A Buen Puerto. Año 1, no. 0

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A buen puerto Revista de creación literaria del FARO Indios Verdes

Año 1, número 0. Marzo de 2014 Colaboradores externos en este número: *Sergio Osorio De 9 a 6* Alejandra Estrada Herencia* Adrián Espinosa Muñecas pintando el vidrio

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EDITORIAL

En un México donde la oferta de revistas independientes parece rebasar la demanda, lanzar una más se antoja innecesario, por decir lo menos. La democratización de los medios de publicación y difusión nos ha dejado con un legajo de revistas independientes entre manos. Algunas, la gran mayoría, sirven sólo como plataforma de difusión para los que están detrás de ellas: editores que son a su vez dictaminadores, cuya obra aparece, sin falta, cada número. Están las otras, las que son más abiertas, más sinceras, cuyas páginas son nutridas número tras número por creadores que nulo parentesco tienen con los que forman la revista: ésas se agradecen, se aplauden, se comparten; en ellas podemos creer. Enmarcado en lo anterior, nace este proyecto. Una revista que surge del taller de creación literaria del FARO Indios Verdes. Nace de él porque ahí se gesta la idea. Nace de él porque la abundante obra que se trabajó durante este primer trimestre nos permitió -obligó- crear un lugar para mostrar lo ahí realizado. Una revista alejada de patrocinios, de becas, del nepotismo Es una revista que nace en el FARO Indios Verdes, sí, pero ello no implica aislamiento ni misantropía: entendemos que usar la revista sólo para mostrar la obra propia nos conduciría, irremediablemente, a morir por endogamia. La revista también se nutre de colaboración de gente externa al taller. Externa, no ajena, no extraña. La revista se divide en dos secciones: Partidas, donde mostramos lo que los talleristas han trabajado durante este trimestre, y Arribos, donde damos cabida a la obra de autores que colaboran con nosotros a través de dictamen abierto. Tengan por seguro aquellos que han confiado tanto en nosotros como para compartirnos su obra, así como los que nos dan el favor de su lectura, que han llegado A buen puerto.

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Faro, 2014 Diana Benítez Acuarela

Año 1, número 0. 24 de Marzo de 2014. A buen puerto. Publicación trimestral online.

Las obras gráficas, así como los textos, son propiedad y responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de las autoridades del FARO Indios Verdes. Contacto y recepción de obra: revistaabuenpuerto@hotmail.com

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ÍNDICE Editorial................................................................1

PARTIDAS

Encuentros....................................................................5 Poetisa mía..................................................................6 Sick sad world..............................................................7 Sátiro urbano..............................................................13 La noche de un domingo.............................................13 Las olas de Juventino (fragmento)..............................14 Besarás.......................................................................19 Tu cuerpo ríe de pie......................................................19

ARRIBOS De 9 a 6....................................................................22 Muñecas pintando el vidrio........................................24 Herencia....................................................................25 3


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Encuentros Tus lágrimas están secas. Todos saben que estás y no estás. Que tu estancia se ha empezado a esparcir en los muros de esta casa grande, entre paredes que tienen tatuada tu mirada. Nada, ni los fríos océanos, han saciado la sed que tienes de perderte. Ahora ya no sangras, sólo eres una estatua de salitre que reposa en el canto de los pájaros.

Marco A. Guerrero.

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Poetisa mía

¡Oh! poetisa mía, tan lúgubre entras a mis aposentos, has esparcido las entrañas en el firmamento de un zopilote que destripas por aburrimiento, los vampiros a tu rededor están revoloteando . Le quitaste a Tánatos su guadaña y la traes contigo, en la tierra media marcas surcos por los caminos moneda sin valor hostil trato de castigo. Aquí estás con esa túnica trasparente y tus alas desplegadas, los gusanos arrastrándose a tu paso, almas torturadas por tu viaje al infierno las dejas en estacas. Traes la cabeza de la desesperanza arrastrando, gozosa miras de reojo, con una sonrisa malévola la arrojas en la cama, te acercas a mí, seductora. Lanzas la guadaña e inocula tus venenos tan solo para ver a las larvas en purulento festín, frenético y violento. Mientras comes de mi carne, antropófaga mía, mis labios besan tus muslos y mis manos escudriñan tus caderas. ¡Oh! Poetisa mía de lúgubre carisma.

Juan Magdaleno

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Sick sad world

Cuando cerró la boca, los rostros planos de la audiencia transformaron su incomoda expresión en incontables gestos de alarmante gratitud, que le hicieron mostrar una irónica sonrisa producida por el profundo asco hacia el manejo de su status. A fin de cuentas, eso le parecía gracioso. Él no pretendía decir más que banalidades confusas, constantes imprecisiones recopiladas en un discurso conmovedor, buscando examinar la respuesta de la audiencia integrada por puñados de niños impresionables e indiferentes y de ancianos desentendidos, desconcentrados, dirigiendo sus miradas al protocolo que ha impulsado sus carreras desde el inicio. Un protocolo que evidentemente les parecía absurdo pero necesario. Got me a movie, I want you know Slicing up eyeballs, I want you know Girlie so groovie, I want you know Don´t know about you… Bajó del estrado mientras todos aplaudían. Sonrió sintiéndose niño enfrentando una situación cada vez más risible. Reía disimulando el enorme desencanto de estar entre aduladores mientras que María y Pavel no habían podido asistir. No importa, los verá por la tarde. A punto de salir, en el momento en que se despedía de sus compromisos, echó una mirada tranquila a Mariana, quien iba de la mano de su novio. Recibió la felicitación adecuada y no perdió la oportunidad de lanzarle un coqueteo encubierto que sólo ellos dos entienden, su juego cotidiano. Salió del recinto mientras el novio parecía incomodarse. Para su sorpresa, Pavel lo esperaba afuera, con una sonrisa socarrona, con un tono de burla: Felicidades, cabroncito, has hecho el ridículo público más grande de tu carrera y ellos te aplauden. ¿Cómo es posible que consiguieras algo como eso? ¿Eres brujo o algo? Así parece, el truco es pasar tres años estudiando algo que todos desconocen… o al menos fingir que lo estudias. Para lo que sirve. Qué enorme confianza. Recuerda que alguien más joven te va a desmentir en algún momento.

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Espero ya estar retirado para entonces, disfrutando de los frutos de mi trabajo. ¿Qué trabajo? Era sarcasmo. Muy chistoso. Caminan hacia la salida. Miran a unas chicas, las nuevas generaciones: demasiado jóvenes para ellos que aunque no lo parezca, les pesan los años. Ha pasado tiempo. La misma canción sigue hostigando su mente. Andalusia, but I am un, chien, Andalusia, but I am un, chien, Andalusia…

¡¡Pero soy un perro andaluz!! Vamos a ir a lo de la noche Cambio de planes, conciertazo. Mejor ¿no? ¿O esperabas lucirte entre los invitados por tu nuevo logro? Seguramente. Iba a estar Lucía, eso podía ponerse interesante. No puedo creer que prefieras una fiesta de lambiscones que pasar un buen reven con tus verdaderos amigos. Este no es el Iván que yo conozco… está bien, acepto el cambio sólo si me presentas a esa chica. Aún no la conozco, y no esperaba lucirme, sólo que tampoco tengo muchas ganas de perder el tiempo solo en mi casa frente al televisor. Por cierto, ¿dónde esta María? dijo que iba a venir. Se le hizo tarde, bebió mucho anoche y llegó a medio día a casa. Está bien loca Seeee, ella es genial. Entran al auto con total tranquilidad, ponen la música estruendosa y aceleran. Asche Zu Asche… opaca la rola ubicada en su mente. Al fin llegan: Qué pinche lento manejas wey. ¡¡¡Tu mamá wey, tu mamá!!! Jaja, qué pendejada. Déjame, estoy de simplón, estoy feliz ¡¡algún pedo!! No te preocupes mi nene, este es tu día y nadie te lo va a arruinar

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Jódete. (Entran a casa). ¿Qué onda ya amaneció o que pedo? Acaba de amanecer wey, no maa, estuvo ¡¡po-ca-ma-dre-wey!! Hubieran ido, no mames. Seguro. Pero tuve que preparar la ponencia de hoy, ¡eh! A la que te invité y no fuiste, por cierto. ¡¡Neta!! ¿Y qué tal estuvo? De la verga, no sabía nada y dijo lo primero que le venía en mente. De eso se trataba. Y necesitaba apoyo moral, muchas gracias ¡amigos! Aah… no te hagas wey, te valía madres. Ni siquiera invitaste a tu familia, sólo nos querías a nosotros para sacarte de allí cuanto antes. ¿O no? Entons no la hagas de a pedo. Ps sí, chales… Después de minutos frente al televisor.

Esta noche, en Mundo enfermo y triste, gente como usted ¡sólo que más patética! ¿Fieles religiosas capaces de tener relaciones sexuales durante seis días seguidos? La fe descansa el séptimo día hoy en ¡Mundo enfermo y triste! Ese programa es genial. María toma asiento junto a Iván, faltan aun unas horas para salir. Se abrazan recostados en el sofá. ¿Y cuál es el plan? Pensé que tú lo sabías Nop. ¡¡PAVEL!! ¿Qué onda? ¿Cuál es el plan? En este momento ir al súper por tragos y comida, comer y beber en lo que llegan los demás. Susy y Alejandro vienen en camino, Sofi allá nos alcanza, ¿no? Je. ¡¡Neta!!, genial… (En el súper) Dos pizzas grandes y ¿comooo… 4 six?

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Seee. La culpa de todo es el nintendo. Aunque ya no exista, jajaja. Como dice el Sandobal. Sí wey, por eso tanta pendejez en la juventud, nomás míranos. Pues todo no, o ya ni sé… (Mirada de desconcierto hacia el suelo, más risas). Me hacen sentir como en una charla de universitarios incendiarios. Yo no he llegado a eso, los últimos que conocí como que ya les vale madres. ((En casa)). Se escucha abrirse una lata, beben con brío. María lo vuelve a abrazar. ¡¡Felicidades!! Como que te tardaste un poquito, ¿no? Sip. Pero es que no me importa en realidad tu logro. Bueno, lo acepto, la pizza es excelente. Se besan. Ella entra a ducharse, saldrán en unas horas. Oye wey ¿Te acuerdas de todos los planes que no pudimos realizar en la universidad? Sí wey. Como que es hora de terminarlos ¿no? Tal vez, creo que se nos está haciendo tarde. Pero es bueno que aun los tengas en mente, a mí se me están olvidando. Yo quisiera olvidarlos. Y ya en serio, ¿en serio te la pasaste tan mal en la maestría? Pues… el sistema es deficiente, los alumnos son unos verdaderos retrasados mentales, la indiferencia, apatía y el valemadrismo abundan en los pasillos, los profesores son corruptos y el sistema escolar sólo busca sacarle el mayor provecho a los bolsillos de los contribuyentes. O sea, lo mismo que en las otras escuelas a las que asistimos. Así es, no es que todo sea malo, pero de alguna forma aun sigo optando por la honestidad.

Desde que lo descubrí he sido un rechazado. O sea toda tu vida, y la mía… Pero así es el punk, ya debes estar acostumbrado. Sí, de varias formas. Oye, gracias por ayudarme a ser un rechazado. Fue todo un honor.

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María baja y parten juntos. Casi en la salida del fraccionamiento encuentran a Susy y Alex, tras las felicitaciones suben también al auto y parten al toquín. ¿Y cómo te sentiste en público? La verdad, no tan mal, todos esperaban algo de mí y se los di, “una-mera-formalidad”. Ja, oye pásame eso. Sip. Y qué tal, ¿entonces no fue nadie? A mí también otra chela, porfa. Nadie, todos me abandonaron en el día más importante de mi carrera. Jaja. Bueno, ya vamos directo a la verdadera celebración. Seee, créanme que sin reuniones como éstas nada de lo que hiciera tendría sentido. Bajan del auto y entran al lugar. Una vieja casa en la que solían organizar eventos musicales. Las bandas tocan, muy bien, por cierto, el baile es intenso y la bebida refrescante. Julio y Érica están bebiendo demasiado y después de unas horas vuelven a pelearse como es su costumbre. Close to

me suena en el escenario y María se acerca nuevamente. ¿Y qué tal? Todo excelente. Sabes, en algún momento de nuestras vidas visualicé esto, un momento apacible, de éxito y de pasarla bien con la familia. Sí oye, el esfuerzo es recompensado cuando las frustraciones quedan atrás. La inspiración se vuelve una costumbre. ¿Te gusta estar conmigo? Sí, mucho. Sabes, la otra vez, hace un par de semanas, tuve un sueño de cuando éramos niños. En serio, no manches, yo con mis trenzas y todo eso. Seee, y yo con mi cabello largo ¿Cómo pude pasar tanto tiempo con el cabello así? No manches. Voltean a su alrededor, Pavel baila alocadamente con Sofía. Susy y Alex abrazados. Un cover de Stratovarius de fondo musical. Iván toma la mano de María. Aun piensas que no podrás continuar como artista.

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Desearía dejar de pensar en ello pero me es imposible. Es cada día más difícil comer de esos salarios. ¿Quieres que te financie algún proyecto? Chica, me has ayudado tanto. De verdad que siento un orgullo inmenso al ver que hayas logrado tantas cosas. Es admirable. Además yo no la paso tan mal, la vida en el presente es muy buena, sólo hay que fijarse con cuidado. Pero no siempre estamos dispuestos a mirar con cuidado. Después de todos estos años aun creo que deberíamos estar juntos. Sé que suena a locura pero… No es locura, yo he pensado en lo mismo. Pero la verdad, aunque me gusta este sitio, la paso de maravilla con ustedes, creo que no quiero seguir viviendo aquí. Es cada día más difícil despertar y ver que nadie se mueve, que todos están paralizados y que nuestros “nobles” esfuerzos parecen conducir a un camino igual de siniestro y peligroso que el que sigue la ciudad entera. … … … … Oye, ¿y si nos vamos juntos?

Edgar Ruiz, Julio 2011.

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Sátiro urbano

Dos monedas por minuto a veces no. Descanso breve. Fuego en las manos, tus brazos hablan. Tu cara, tu pecho, tu espalda son plata. Tu esperanza brilla entre los autos. Descanso de un suspiro. Otra moneda, no hay aplausos ni muere el día.

La noche de un domingo. La noche inunda las calles. La ciudad duerme. Perras en brama husmean las estrellas. Los carros no se desplazan, nublan mi vista, la frenan, me quitan el horizonte. Llegan tu mano, tu prole me saludan. Me voy, pero no me despido.

Jesús Alcántara Jiménez

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Las olas de Juventino en Cuauhtpec.

I

Esa tarde de cielo aborregado del mes de Julio, salimos de clase de solfeo en el Conservatorio Nacional de Música. Fidencio y el güero Cornelio, quienes mostraron sencillez y camaradería conmigo, hicieron que entabláramos una gran amistad desde meses atrás. Me exigían

me

apresurara, con sus ojos penetrantes e insistentes sobre mí. Aflojé el moño del cuello de la camisa y me apresuré.

Salimos y fuimos al encuentro a que pasara el tranvía. Los viajes eran pocos para los caminos de la Villa de Guadalupe, Hidalgo, muy cerca de la virgencita de Guadalupe. Esperamos largo tiempo sentados en una banca de hierro, adornada con el escudo de armas de la ciudad de México. Por fin pasó el tranvía que nos dejó muy cerca de la Basílica donde estaba la Virgencita de Guadalupe. Nos bajamos para caminar y caminar cuesta arriba hacia unos cerros, no sin antes entrar a la basílica para saludar a la virgen y pedirle por nosotros.

No sabía cuánto tardaríamos, pasamos árboles, unos muy altos y ladeados por el viento, se oía su silbar; parecía que hablaban. Mis pies pedían a gritos parar por un instante. A través de mis botas polvosas sentía los caminos a flor de tierra. Era tal mi cansancio, que en mis ojos se asomaba el llanto, sentía angustia, pero no por dirigirme a un lugar nuevo, estaba acostumbrado a llegar a sitios que no conocía, a donde siempre me empujaba una nueva esperanza. Cuando más estaba

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metido en mi soledad, sentía los filamentos de mi piel nerviosa, mi cuerpo exigía algo para beber, quizá un buen trago no estaría nada mal, para darme fuerza de seguir, porque desde que salí de mi pueblo natal, Santa Cruz, en Guanajuato, en busca de mejores condiciones, busco cuál será el verdadero camino a seguir. Necesitaba un buen trago.

Hey, hey, una pulquería, la vi desde lejos, tenía un letrero de madera mal pintado sobre la pared. Entramos al tinacal, con el piso cubierto de aserrín revuelto con unas hojas aromatizantes que, al inhalarlas, entraba el aroma hasta los pulmones. Nos sentamos en sillas de madera mal tallada, dejamos cuadernos y sombreros sobre una de ellas. El güero Cornelio, con don de líder, pidió una lola, nos pusieron una charola con cacahuates muy tostados. Nos llegó a todos la nostalgia, ellos por sus amores, yo por mi tierra, por otros tiempos, por la música, por mis dolores. Fidencio pidió otra jarra que bebí como queriendo olvidar páginas amargas de mi pasado. Me vi en un espejo de la cantina y mis ojos brillaban de una manera diferente, sentí emoción, tenía miedo. Se nos quitó el cansancio y decidimos continuar caminando y brincando charcos burbujeantes, plagados de ajolotes. Uno que otro sapo nos saltaba de repente.

Seguimos anda que anda, salpicándonos con el rocío de las yerbas. Nos adentramos a la lluvia, eché hacia atrás la cabeza para que las gotas cayeran sobre mi rostro, entraran en mi boca, pensé que eran gotas de delicioso vino. Me sentí transformado. Este camino ya está trazado para mí, me dije, o ¿será un nuevo camino que voy haciendo? Como muchos que he hecho, ¿será éste el camino correcto? Quizá sea uno más de mi vida errante. El tiempo muy pronto me lo dirá.

Se advirtió un nuevo panorama, había muchos magueyes y cactus muy grandes, parecían

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personas con sus brazos abiertos o abrazadas. Al mirar el cielo, había águilas con su majestuoso vuelo, cómo las recuerdo ¡cuánta hermosura había en sus alas, cuánta belleza! Conforme nos acercábamos al pueblo veíamos este gran espectáculo, esta bonita postal, nos avisó que por fin llegamos al nido de águilas, pueblo cálido y risueño. Fidencio me comentó que ese lugar rodeado por cerros había pertenecido al emperador Cuauhtémoc. Entramos a una casa muy grande, pintada de blanco, con un patio adornado con flores por doquier. La casa sostenida con hermosas columnas, una gran ventana que asomaba a una plaza con kiosco. Pisamos el mosaico azul y quedamos bajo los adornos del techo, un gran cuadro familiar, la fotografía del presidente Don Porfirio Díaz; un embriagante aroma a flores salía de un gran ramo. Fidencio gritó, ya está aquí, ya está aquí Juventino, entraron a la estancia sus hermanos: Eusebio, con cierto aspecto religioso; Juan, Andrés y Joaquina. Me miraron con sorpresa, dándome la bienvenida a su hogar. En ese momento la vi, Mariana, una niña convirtiéndose en mujer, la más joven de los cinco, una negra cabellera coronaba su talle esbelto, Ojos Negros y coquetos, con ligera palidez de cirio. Estiró aquella mano suave, la tomé y sentí correr vibraciones entre nosotros, con una emoción que se veía por mis poros, hicimos armonía, quedando como en éxtasis.

Mariana me inquietó, me acerqué y le murmuré a Cornelio, mira qué bonita es. Cuando ella volteó a vernos, mi voz se apagó por un instante. Estaba en su casa, en la que Fidencio insistió darme alojamiento. Acepté con gusto, quién se puede resistir a tanta amabilidad y a los encantos de una mujer.

También conocí a sus padres, verlos fue como tener un retrato de la historia del pueblo. La señora Joaquina, quien era dueña de ese confortable hogar, lucía amable y generosa sonrisa. Me

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saludó y nos invitó a sentarnos a la mesa, en el centro había un platón con chicharrón aún humeante, me sirvió un mole de olla con verdura y dos pedazos de carne muy suavecita que me supieron a gloria. Pensé que quizá ella, Mariana, la había cocinado con sus propias manos. Fue como haber comido un cachito de cielo.

Llegaron amigos de mis amigos, la familia del güero Cornelio Cedillo, la de Fidencio Carbajal, se habían juntado por mi llegada, pensé. Cuánta cortesía y alegría se derrocha aquí. Comenzaron las atenciones hacía mí, dijeron sabían que desde niño mostré talento para la música, que mis amigos comentaban que el doctor Alfredo Bablot, director del Conservatorio, estaba muy orgulloso de mí por ser el mejor de la clase de solfeo y violín. Me hicieron sentir la persona más querida, fui el centro de atención. Por un momento pensé que eran mi propia familia. Recordé cuando me encontraba en mi pueblo de Santa Cruz, con mi madre, mis hermanos y mi padre aún viviendo con nosotros. Cuando yo fui niño, él anduvo con los liberales y luchó contra el imperio de Maximiliano, siempre deseé que estuviera en casa y sólo tocara su arpa para nosotros, sin salir de mi hermoso pueblo. Fue una noche llena de recuerdos, nos faltó tiempo para seguir removiendo nuestro pasado.

Eso no me sucedía todos los días, poco hablaba de mi vida, pero me inspiraban confianza. Esa calidez puso mi ánimo muy en alto. Hablaban de mí, de fiestas, flores, cirios, sacerdotes, de sus tradiciones; así se fue alargando la plática. Se oyó una voz, era Joaquina, insistiendo, toca una de tus melodías, luego todos decían lo mismo. Apenas comencé a tocar con un viejo piano, se hicieron sonar los aplausos. Los padres de Cornelio y Fidencio comenzaron a bailar con tal vitalidad. Toqué polcas. Luego, ya más romántico, valses –todo ello de mi autoría- se oían voces diciendo: su música llega al corazón. Eusebio dijo, esto es un buen concierto ¿se imaginan cuando su música se

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conozca en todo México? Con lo que hemos escuchado es bastante para saber que Juventino será un triunfador. Esas palabras quedaron grabadas en mi mente. Me quedé soñando y pensando, esas noches que pasé en vigilia y veía la música en mi corazón, pensaba sería la mejor que había hecho.

Clara Montoya Carballido

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Besarás

Sacudes el cabello y caminas el tiempo oculta tus desprecios lento tu andar prosigues su mirar y su voz son tu anhelo. Nocturna besarás sus penas.

Tu cuerpo ríe de pie

Luz de lámpara en tu cabeza. Naciste como vives: erguido. Tus brazos son amigos. Tu cuerpo no camina, ríe mudo. Siempre espera. Hay soledad en tu espalda disfrazada de cariño. La música interviene sin capricho no es autónoma alguien la conduce. Llegan la notas. Un coro opaco retumba el suelo y tú sigues de pie.

Jesús Alcántara Jiménez

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ARRIBOS

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De 9 a 6

:::: El sol se ocultó tras las bodegas. Pasa un hijo de puta; me llama amigo; respondo con un saludo militar y una sonrisa. Lunes, mitad de quincena. Seis dieciocho de la tarde. :::: Aquí las ilusiones no se pierden, se archivan cuidadosamente. :::: Son las nueve de la mañana. El señor del tiempo toma un puñado de tarjetas y sale de su caja de cristal. Abre cuidadosamente el reloj checador. Inserta cada papel y regresa la manecilla diez, quince, cuarenta minutos y perfora. ¡Craac!, alguien recupera un bono, ¡craac¡, se extiende el fin de semana, ¡craac!, resulta intacta una quincena, ¡craac!, ¡craac!… ::: Es Clara, una mujer joven, casi adolecente. No es hermosa, aquí nada lo es. Las compañeras musitan puta y después le dan la bienvenida. Clarita será la secretaría del jefe. Primero un reloj de oro, después un auto del año, ahora una jovencita en el despacho. Se despiden y se dirigen a la oficina. Ella se detiene en la entrada. Al pasar frente a mí, el jefe me toma del hombro “qué pinche culote, ¿no, Checo?” Clara escucha, se ruboriza y finge leer un cartel sobre emergencias.

:::: Acaricia las letras grabadas en el estuche rojo. Posa la uña del índice y sigue el casi círculo de la C dos veces; continúa todo el trazo de letra manuscrita hasta la r final. Después toma el bolígrafo y gira el mecanismo para retraer la punta de oro, mientras emite gruñidos apenas audibles, sonidos de asfixia. - Cagrt…, Carg…, Ca..., CCcggg... Clara pide permiso y entra por el requerimiento firmado. - Por favor, Clarita. Toma la hoja y lee, “Recivi, 14 de enero de 2014, Sergio Christian González Osorio”, desvía la mirada con pena y se retira. - Gracias, Clarita. Le mira las nalgas; espera atento a que cierre la puerta y carraspea. - “Cagt… Cargt… Cargrr... Cargtierrr…, ¡Cargtierg! ::: El teléfono parpadea. La chica mira de reojo y continúa enchinando sus pestañas con una cuchara pequeña. Le preocupa que últimamente se le desprenden con facilidad. Presiona, hace un quiebre y jala. Una pestaña recubierta de rímel se pega a su ojo. Toma la bocina y la abandona sobre su escritorio. “Buenas tardes, disculpe… disculpe…” Busca desesperada un espejo en su bolsa, pero es tarde, una lágrima espesa y oscura arrasa el maquillaje de su rostro hasta estancarse en una cicatriz profunda.

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::: -Mi estimado, nunca, pero nunca, demuestres tu enojo. Nunca explotes aunque quieras matar al cabrón que tengas enfrente. Aquí aprendes que hay que esperar, aguardar el momento. Tú nunca sabes si después te los topas más arriba. Hay que aprender a tragar mierda… Las últimas palabras me las dice de muy cerca. Alarga las vocales. Corto la respiración. Su aliento es pútrido, insoportable.

Sergio Osorio 6 de Julio de19 81 sergiogonzalezosorio@gmail.com

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Muñecas pintando el vidrio

Lunes de fiesta, un día soleado y sin contaminación; de esos días bonitos que ya escasean. Tal vez escasos son los momentos en que mi cerebro me deja disfrutarlos de esta manera. Me levanto de la cama inmediatamente, como no acostumbro, agarro mis pantalones, mi playera y chamarra, entro al baño a lavarme la cara. Está por terminar el invierno, y yo, una historia. Avanzo fresco, rasurando felicidad. Helado metal rozando por el borde purpura de la calle, de aquí para allá se balancea, rojo. Guarnición encerada, no hay viento, ni ruidos, sólo el olor a marihuana y suplemento alimenticio. El vaivén se detuvo al ir, el óxido metálico de inmediato desgarra, otro universo moribundo. Ilumino el cielo y el suelo, los muros y la gente. Vuelvo todo tranquilidad, pinto un mundo de mí, aunque sólo sea por sobre este vidrio sucio.

Adrián Espinosa

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Herencia Para el único hombre que conozco. I Tus manos, padre, soltaron el regazo de mi abuela para sembrar la carne para cosechar el canto de la tierra. Una madrugada, padre, abandonaste tu infancia para caminar el silencio para huir de la estirpe del asesino. Padre, tu única culpa era ser un niño. II Te exiliaron de la región del sueño te condenaron al concreto sin alfabeto con humo de leña en la memoria sin zapatos, con olor a frutas, sin juegos con prisa de arroyo sin ojos con miedo Padre, bajo la falda de tu madre cabía el mundo entero.

Alejandra Estrada 13 de Noviembre de 1986. Estudió Lengua y literatura hispánicas. Asistente a diversos talleres literarios, entre ellos Poesía experimental de Raúl Renán. Ha participado en diversas antologías y revistas electrónicas. unmareoliquido @gmail.com

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Revista A buen puerto es una publicaci贸n del taller de creaci贸n literaria del FARO Indios Verdes, cuyas sesiones se realizan los d铆as jueves, de 15:00 a 19:00 horas. Todas las actividades del FARO Indios verdes son abiertas a todo p煤blico y sin costo alguno.

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