El cincel de Dubort Por
JULIO ANTONIO CORIGLIANO
Al señor Antonio González, albañil.
I —Te aseguro, patrón, que es mío… Dile, Dubort… no mientas. ¡Hey, muchachos, ustedes conocen mis herramientas… ése es mi cincel! Tres hombres sujetaban al colérico Calcas, mientras frente a él, a unos metros, estaba Dubort; de brazos cruzados, cabeza gacha, mirada esquiva y rostro ensombrecido… Unos cuantos albañiles rodeaban a los litigantes y en el centro el maestro constructor, quien salomónicamente aguardaba una respuesta del acusado. —¿Qué dices, Dubort? ¿Éste es tu cincel? —Sí… —¡Mientes! ¡Cochino!... ¡Diles la verdad! Patrón, déjanos, déjame que lo destroce. ¡Suéltenme! —Calcas, si no te tranquilizas terminarás encerrado, ¿me entiendes? 57