HIGIENE ALIMENTARIA
Glaseado de pescado Menos querido que odiado en ocasiones, el pescado destaca por su aporte proteico y perfil de grasas más bajo en comparación con la carne. Hierro, fósforo, omega-3... son muchos los beneficios que hemos oido alguna vez, pero ¿cuál es el procedimiento de transporte que sigue desde su captura hasta que llega a nuestras mesas?
Todos sabemos que, para mante-
ner una dieta «sana y equilibrada», deberíamos consumir, al menos, dos raciones de pescado a la semana. Es una de esas cosas que se repite como la cebolla (que, por cierto, también es muy sana y no debemos dejar de lado en nuestros menús). Pero, volviendo al tema, aunque haya quien no aprecie demasiado el pescado, es cierto que constituye una fuente excelente de nutrientes.
que ocurre con la carne. No obstante, a diferencia de ésta, el pescado presenta un perfil de grasas bastante más saludable.
Además, este alimento destaca por su alto contenido en minerales como calcio, fósforo, magnesio, yodo, potasio, sodio y hierro. Pero lo más conocido del pesca-
do en relación con la salud, es su contenido en ácidos grasos, entre los que destacan los famosos omega-3, que forman parte del
sistema nervioso, de las membraDe hecho, el pescado destaca nas celulares y de la retina, aunque por su alto contenido en proteí- por lo que más nos los venden es nas de buena calidad, al igual porque juegan un importante papel 11
a la hora de mantener una buena salud cardiovascular. Hasta ahí, todo correcto, pero, ¿cómo llega el pescado, desde el momento de su captura, a veces a cientos de kilómetros de nuestras costas, hasta nosotros? ¿No pierde sus fabulosas propiedades nutricionales por el camino? Incluso si se trata de ejemplares de piscifactoría, desde el momento en que los sacan del agua, hasta que llegan a nuestras manos, pasa un tiempo considerable. ¿Cómo es posible que se conserve en perfecto estado? Veámoslo.