5 minute read

Lo del Porro Palitiao o Pelayero

Por Luis Alberto Pertuz

Breve marco histórico administrativo y jurídico

Advertisement

San Pelayo, tierra musical del Sinú, constituyen administrativamente, una de las 30 divisiones territoriales en que se divide el departamento de Córdoba; una de las tres federaciones que territorialmente existieron en la época precolombina, del medio Sinú, y hoy contemporáneamente, una de las siete regiones fisiográficas y socioculturales del departamento. Su fundación se remonta al año 1742, por Juan de la Torrezal Díaz Pimienta, con el nombre de Cacagual, en la margen izquierda del río Sinú, terrenos supremamente cenagosos. El 6 de mayo de 1777, el teniente capitán Antonio de la Torre y Miranda, refundó o reorganizó este poblado en la margen derecha con el nombre de San Juan Pelayo; esta población, durante el siglo XVII, perteneció al partido del Sinú, en calidad de parroquia y octavo cantón de la provincia de Cartagena, erigido municipio de Bolívar, mediante Ordenanza 13 de 1931.

Pero antes de esta Ordenanza, a raíz de la Ley 63 de 1795 perteneció al distrito de Bolívar, y administrativamente se regentaba desde Santiago de Tolú y el distrito de Lorica, por Decreto 1191 de 1795, perdió la categoría de cabecera mediante la Ordenanza 14 de 1894. Con la Ley 9ª de diciembre 17 de 1951, fue segregado de Bolívar y adquirió vida autónoma y administrativa del departamento de Córdoba. En ese entonces era presidente Roberto Urdaneta Arbeláez, y gobernador Manuel Antonio Buelvas, y fue su primer alcalde Clemente Durango, en 1952. Se define como zona urbana mediante el Acuerdo 018 de 1997, y zona rural mediante Ordenanza 43 de 1931. Su categorización, atendiendo a su población y recursos fiscales de Ley 136 de 1994, se encuentra en cuarta categoría. Actualmente su división política y administrativa, lo conforman 12 corregimientos, 92 veredas y 27 barrios.

La tradición mestiza de San Pelayo

La tradición oral del golfo de Morrosquillo establece que llegó a Tolú, procedente de Haití a principio del siglo XX, un cargamento de instrumentos y músicos. Debido a la evolución de instrumentos metálicos, nació la primera fábrica de instrumentos de vientos en Nueva Orleans, desde 1914; aquella hipótesis está más cerca de la llegada de instrumentos musicales de viento a San Pelayo, pues territorialmente se diseminaron por estar más cerca de los municipios de Coveñas, San Antero y Lorica, pero aquella hipótesis, lejos de la primera a principio del siglo XX, no se puede descartar tampoco que ante un simple trámite de importación de instrumentos de viento u otra actividad comercial, legal o ilegal, pudiesen haber llegado instrumentos musicales de viento, a cualquier punto del área de Caribe colombiano.

El porro palitiao, esencia viva

El porro palitiao constituye la esencia viva, amplia, rica, armónica, melódica, brillante y rítmica, de la música tradicional cordobesa. Enmarcada desde sus albores precolombinos, en zambo, binario, gaitero (gaita, aerófono pentafónico, precursora del porro palitiao), poco comercial, empírico, tradicional y típico, de tránsito al palitiao moderno, sinfónico (generalmente, concebido para bandas de viento, y excepcionalmente, está dado también para formato de música clásica y orquestas de música tropical -Juancho Torres-, que lo concibe y conserva bajo sus parámetros, desde su introito, desarrollo y boza, grabando unas 25 a 30 obras), con el danzón cubano adaptado a nuestras bandas desde 1930 o sin danzón (Soy Pelayero y María Varilla, entre otros), boza, cuaternario, brillante, con parámetros definidos, de alta tonalidad, al aire libre, estridente, admite por lo general parejas sueltas o agarradas; sin atriles ni partituras (para su aprendizaje, todo músico lo asimila, posteriormente se desprende de ella) y único en su género (o sea, esta pata al gato le nació en San Pelayo), donde se engendró y floreció, (gestado y desarrollado hace más de una centuria -120 años-), entre el gaitero zambo (instrumental rudimentario) y el palitiao triétnico (instrumental metálico que se enriquece armónica y melódicamente). Desde sus albores, el porro, en nuestras bandas de vientos, se construye con fraseos improvisados, dados por el instrumento jerárquico de la trompeta; en este fraseo de preguntas y respuestas a través, de seguidillas, es donde la trompeta tiende un puente, puede decirse, para permitir la entrada de clarinetes y bombardinos, y aflora posterior a ello, la llamada boza.

Históricamente se registra en San Pelayo, la creación de bandas desde 1906. La primera banda fue la Arribana, Banda Bajera en 1915; Banda Central 1926; Nuevo Oriente 1948 La A N.4 1970; la 26 de Junio 1977, María Varilla 1989, Juvenil de la Chamarra 1992, y San Juan en 1996, entre otras. La conformación y creación de estas como el porro y el fandango, se atribuye a la Arribana, dirigida por Primo Alberto Paternina Olivero, con los grupos de gaitas y el pito cabeza e’cera, aerófono pentafónico, procedentes de la sabana y del Sinú. Herederos de la cultura Zenú, se convirtieron en los pilares del porro zambo del ayer, al palitiao moderno de hoy en día.

El porro palitiao

Es instrumental por excelencia, porque no admite cantarlo, que es lo que nos tiene vivos y coleando. Hay que defenderlo y divulgarlo con estos parámetros y sus objetivos, porque de lo contrario se hubiese perdido o extinguido; es la línea melódica en que se inspiraron los músicos nobles y creativos y que hoy hace parte de la tradición.

El porro tapao o sabanero, instrumental o cantao, al lado del fandango, difiere del porro del área del Caribe costero, denominado tapao o sabanero. De común gozan de semejanzas, por escribirse en cuatro (4) tiempos, y que lo han llevado a cuestas: Los hermanos Mier, Bermúdez en el Carmen de Bolívar, Galán, Pedro Laza, Crescencio Salcedo, Pedro Salcedo, Crescencio Camacho, Campo Miranda, Pello Torres, Rubén Darío Salcedo, Daniel Lemaitre, Clímaco Sarmiento, Nelson Henríquez, Adolfo Mejía, Rufo Garrido, Simón Mendoza, Billo’s Caracas, Lucho Argaín, Antonio María Peñaloza, Ángel María Camacho y Cano, entre otros; pero carecen de introito y boza.

Dentro del marco jurídico y administrativo, el porro y el Festival del Porro de San Pelayo, Córdoba, fueron amparados mediante Decreto 044 de octubre de 1975, emanado de la Alcaldía de San Pelayo, con el cual se conmemoraban sus 200 años de fundación. La Asamblea Departamental, mediante Ordenanza Nº 10 del 13 de mayo del 2005, lo declaró patrimonio cultural e inmaterial del departamento, y la Ley 2259 de julio 15 del 2022, emanada del Congreso de la República, los declaró como patrimonio cultural inmaterial de la nación, así que nos faltaría aunar esfuerzos ante la última instancia, o sea, la Unesco, para declarar al porro como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad.

Un análisis que se debe hacer es en relación con los ritmos que llegaron a San Pelayo, a finales del siglo XIX y principios del XX, que se tocaban y bailaban, entre ellos: la mazurca, el chotís, el vals, el pasillo, la polka y la contradanza; que fueron asimilados a través del oído biónico por nuestros músicos nobles y creativos. Con los instrumentos y los ritmos, los habitantes se deleitaban y bailaban, no solo en fiestas familiares, religiosas y culturales, sino en encuentros populares y callejeros. Cabe mencionar, dentro de la tradición musical, valses como Esther Julia, El veterano, Amaneciendo y Tristezas del alma, entre otros y foxtrot como Tus recuerdos, Los tiempos cambian, Linda muñequita, Alfonsito, Lindo despertar, etc.

Cerrando este análisis sobre la tradición musical de San Pelayo y del Caribe, tenemos que mencionar los instrumentos de viento, el acordeón u otros, que hoy hacen parte del patrimonio material e inmaterial de Colombia, que conforman los aires y ritmos musicales, que se conservan en muchas de las regiones del país y que mezclados con ritmos como el mambo, el jazz, el charlestón, el blues, el ragtime, el foxtrot y el chachachá, hacen parte del repertorio de las bandas que las interpretan en ceremonias religiosas, familiares, sociales, culturales y eventos artísticos.

This article is from: