Memorias haitianas del Barrio Puerto Relatos desde algunos r i n c o ne s d e V a l p a r a í s o .
Memorias haitianas del Barrio Puerto Relatos desde algunos rincones de Valparaíso.
Proyecto Corporación La Matriz. Programa Migrante. Valparaíso, Barrio Puerto, Chile. www.corporacionlamatriz.cl Autores: Patricio Pérez Gallardo, Dora Segovia Marín, Andrés Jiménez Espinoza y Constanza Saavedra Silva. Facilitadores lingüísticos en entrevistas, documentos y visitas a terreno: Mykenley cherenfant y Victorin Samuel. Fotografía: Nora Madariaga. Diseño y diagramación: Francisca Soto Navarro. Producción del libro: Nicole Arredondo Fuentealba y Romina Cabrera González.
MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO.
PRÓLOGO.
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Este libro es una creación colectiva que emerge de diálogos entre inmigrantes haitianos y el grupo de trabajo pro migrantes de la Corporación La Matriz en el Barrio Puerto, Valparaíso. Las conversaciones consistieron en hablar del pasado, de la vida en Haití, de la vida en Chile, y de cómo imaginamos el futuro. Se habló de los puntos de encuentro y desencuentro de ambas sociedades, y los desafíos que enfrentamos en conjunto. Este libro narra experiencias vividas, pasando por un ejercicio memorial de auto - re - conocimiento con el fin de asumir territorialidades que actualmente compartimos ir construyendo las de mañana Desde la experiencia de la movilidad abarcamos elementos identitarios y político- culturales que han viajado desde la isla hacia el barrio puerto junto con los y las migrantes, actuando como un eco de prácticas propias del ser haitiano que vienen a nutrir la cultura porteña. El tranco de quien viaja
sosteniendo sus pertenencias en el equipaje del movimiento humano, atesora objetos significativos que fortalecen los vínculos emotivos que dan fuerza al despliegue, porque se necesitan estos amuletos a cada paso y suspiro. Sobre carpetas escolares se guardan aromas de la infancia familiar que se miran de reojo para ser guardados como fotografías teñidas de añoranza, van sujetas a esta carpeta también los papeles que la legalidad vocifera en tono burocrático. Y más en la superficie de la piel, se llevan los intangibles nutrientes para soltar en la nueva tierra, por ahí asoman los sabores del cuerpo, la palabra fugaz en la frontera y también el recuerdo del último carnaval celebrado que dejó una nota flotando junto al mar.
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Desde una visión ética, quienes participamos de esta publicación consideramos que no existen humanos ilegales y que la migración es un derecho. En ocasiones la narración menciona rasgos corporales como el color de nuestras pieles, queremos aclarar que lo hacemos desde una posición completamente opuesta al racismo, más bien lo hacemos porque para destruir la concepción de raza consideramos necesario mencionarla. Este libro es posible gracias al trabajo desarrollado por mujeres y hombres migrantes haitianos que han participado de las clases de español del proyecto educativo para inmigrantes de la Corporación La Matriz. Dedicado a la primera generación de haitianos y haitianas en Chile.
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bello barrio.
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Las manzanas apiladas unas sobre otras, las lechugas junto a los pepinos, al lado de ellos un par de limones partidos, todo muy ordenado sobre los cajones. La balanza recién calibrada pesa dos kilos de tomates, la señora le pide también un poco de albahaca, el aroma envuelve la atmósfera de la verdulería, dispuesta entre el galpón y la vereda esquinada, como tantas otras tiendas esquinadas que alumbran el paisaje del Barrio Puerto. Inclinando la bandeja, deja caer los tomates dentro del saco de la señora, quien la atiende es un migrante como tantos otros que han arribado al barrio en los últimos años, él se comunica fácil, ya
está acostumbrado a itinerar entre el español y el krèyol que hablaba en la isla. Haití pareciera lejos, pero durante el día aparecen por la verdulería algunos rostros isleños que conoció desde su juventud caribeña, aliviando la nostalgia, borrando las distancias. Las conversaciones de la verdulería se mezclan con las de los transeúntes de la calle, un recolector de cartones saluda a gritos desde su bicicleta a uno de los vendedores de pescados que se instalan en aquel pasaje frente a la verdulería, aquel pasaje que une el Mercado y el Atrio de la Iglesia Matriz, Fotografía: Patricio Pérez G.
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dejando ambos monumentos frente a frente, mirándose cómplices, como quien mira en el espejo su reflejo, o con aquel mirar que sólo tiene un migrante al reconocer en la mirada los ojos de otro migrante. Unos metros más allá suenan las ruedas de un trolebús al pasar sobre los adoquines de piedra. Las palomas también miran desde lo alto, posadas en los cables que cuelgan sobre los postes, en medio de la plaza, justo ahí cuando la calle Bustamante se convierte en Serrano. La plaza está activa, pareciera que nunca descansa. Gente reunida alrededor de la estatua del Negro Farías, bajo las palmeras ríen y conversan, otras cuantas también lo hacen en torno a la pileta. Por sus alrededores circula y circula gente, van y vienen, suben y bajan los cerros, entran y salen de escena vecinos del Cordillera, San Francisco, Toro, Mesilla, Santo Domingo, Perdices, Arrayán, Artillería y Playa Ancha. Otros tantos se mueven hacia y desde el Almendral, o directamente a las comunas vecinas.
La señora carga sus compras, antes había ido por algo de pan en la esquina del frente, y antes de eso a la tienda del lado, la clásica fiambrería del barrio. Ahora sus ojos se vuelcan al cerro, a paso lento rodea La Matriz y sube por la empedrada calle Santo Domingo. Mientras sube el cerro, entre escaleras empinadas y casonas antiguas, piensa en los migrantes que ve pasar, piensa en cómo ella ha cambiado con ellos. Recuerda lo ajena que le parecía su presencia cuando en 2015 los veía caminando por las calles. Hoy, los asume como parte del vecindario, los siente parte del paisaje barrial, paisaje que de niña le ha dado sentido a su vida. Peldaño a peldaño de la escalera recuerda que quien le enseñó a subir y bajar por ella fue su abuela. Al evocarla piensa que la historia de la ciudad se repite, pero que cambian sus rostros. Su abuela le contaba que su primer trabajo fue de empleada en una casa de inmigrantes, en aquel entonces, europeos, quienes habían venido cuando el Puerto de Valparaíso vivía su auge a finales del siglo XIX, en esos momentos en que la bahía estaba
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llena de embarcaciones esperando para atracar. Su abuela le hablaba de su patrón alemán, para el que muchas veces preparó cenas cuando se reunía con franceses e ingleses que visitaban la casa por asuntos de negocios. Su abuela le contó que desde siempre el puerto había sido así, le contó también de migrantes que llegaron de Palestina, huyendo de los conflictos con el imperio Turco Otomano. Le contó también de un barco que había llegado en la década del treinta, lleno de españoles que escapaban de una dictadura en su país. La señora recordaba que hace unas décadas atrás había rememorado también a su abuela, cuando vio partir a muchos de sus amigos chilenos a otras tierras en búsqueda de un lugar donde vivir. ¿Pensando en su abuela, se preguntaba a ella misma por qué le habría de extrañar a una ciudad que siempre ha recibido migrantes la llegada de nuevas personas? Al llegar a su habitación, abrió la ventana y miró los tejados de las casas de la quebrada, miró los rostros de la gente del puerto, miró el atardecer de ese Valparaíso eternamente migrante. Recordando a su
abuela pensó en lo lindo que habría sido decirle una frase en kréyol que una chica haitiana le había enseñado un par de días antes; La vida es movimiento. Lavi se yon bul kap roule.
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Fotografía: Patricio Pérez G.
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Fotografía: Nora Madariaga.
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Introducción.
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO. TO.
‘’El movimiento es la única manera de permanecer vivos ‘’ Juan Luis Martínez.
Fotografía: Nora Madariaga.
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La movilidad está en constante acción, así muchas veces somos parte de este movimiento que nos genera la búsqueda de nuevas expectativas y posibilidades de desarrollo personal, humano, político y cultural. La movilidad tiene rastro, como rostros las personas que trazan el camino en un mapa no oficial, aquel que sobrepasa la rigidez de los datos cuantificables para indagar en los motivos personales que germinan el viaje, su desarrollo, sus impresiones, y los procesos en que las diferentes culturas se encuentran y se transforman mutuamente. Con los años hemos visto cómo la llegada de personas de distintos contextos latinoamericanos han buscado en estos suelos un lugar donde reposar una alternativa a sus vidas. Por lo tanto, se hace presente la resignificación de los espacios territoriales nacionales, lo que requiere de la creación de puentes de diálogo que permitan la necesaria manifestación de los procesos culturales propios de quienes llegan a estos territorios.
Las distintas miradas sobre migración tienen muchas veces aristas que reaccionan de manera poco alentadora, desde representantes políticos que negativizan el asentamiento extranjero pasando por vecinos que replican discursos apegados a la nación, pero que comparten muchas veces zonas donde la inestabilidad económica es un tema común. La existencia de estos fenómenos sociales requiere de una constante búsqueda por establecer un espacio multicultural, donde quienes habitamos estos territorios debemos replantearnos un sinnúmero de acciones e ideas a favor de una convivencia basada en la pluralidad y el apoyo mutuo. Dentro de estas acciones, el proceso educativo es fundamental para generar puentes de diálogo y construcción de herramientas para que cada ser humano logre comunicarse libremente. En este ejercicio es donde se generan reconocimientos de
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un/una otro y otra que procuran ir compartiendo saberes en el proceso de formación y desarrollo de habilidades e ideas, trascendiendo hacia un nuevo ámbito de reconocimiento, como es el ser migrante. Y, de esta manera, lograr una forma de relacionarnos dentro del buen vivir. La importancia de este devenir radica en las tensiones que actualmente ocurren en el imaginario colectivo de identidades locales, donde muchas veces no es rescatado lo enriquecedora que resulta la diferencia. Pensamos que estas tensiones podrían ser enfrentadas desde un ejercicio de cohabitar un mismo territorio reflexionando respecto a la propia identidad y a las otras. Reconocemos como desafío derribar el mito “invasor” del fenómeno migrante que hoy se ha instalado, de cierta forma, en la opinión pública.
Más bien, buscamos visibilizar y reivindicar la dignidad del acto migrante, como un derecho fundamental para quien, por necesidad o deseo, ha decidido o se ha visto obligado a habitar territorios distintos al de nacimiento².
²‘’Nou ap chache montre epi revandike dijite imigran yo, tankou yon dwa fondamantal pou tout moun, swa pou yon nesesite oswa yon anvi, kote moun sa pran yon desizyon pou’l al viv yon lòt kote ki diferan de kote’l sòti a’’
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Inicios del proceso de mutua enseñanza entre personas migrantes de Haití y educadores sociales en el barrio puerto de valparaíso.
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El Proyecto Educativo como primera instancia surge en el 2015-16, desde la necesidad de abordar la temática de solidaridad con la comunidad haitiana que ha comenzado a tomar relevancia en Valparaíso específicamente. La presencia de niñes, jóvenes y adultos en el Barrio Puerto, llevó a un grupo de personas a generar espacios de acercamiento para crear una dinámica colectiva, con el fin de trabajar en el aprendizaje del español chileno, sus modismos y gestualidades. En general el nivel de estudio de las personas migrantes de Haití está en rangos diversos, completos e incompletos en su logro. Por lo que se hizo necesario dar un primer paso estableciendo diálogos primarios pues, desde ahí se derivó hacia un ámbito educativo con una mayor formalidad, siendo una exigencia inicial que conlleva radicarse en este nuevo país. La urgencia de este primer paso tuvo como foco facilitar la inserción laboral ya que, casi la totalidad
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Fotografía: Archivo Corporación La Matriz.
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de las personas estaban en búsqueda de alguna actividad remunerada, y los pocos niños y niñas permanecían en casa al cuidado de su grupo afectivo más cercano. Por otro lado, los que habían conseguido un empleo informal estaban dedicándose a actividades de servicios o en construcción de obras como obreros no calificados, quienes carecían de los códigos culturales propios de estas labores. Esta red de trabajo se conformó desde la solidaridad como principio fundamental para quienes prestaron su voluntad a un proceso con un claro foco; el compromiso social.
Divagamos en el origen de estas tres personas que sorteaban miradas mientras subían palabreando en un lenguaje distante. Sin embargo, entendimos ahí, entre dos tazas de té, que la curiosidad solidaria nos iba a encontrar… Pasaron dos días de esa imagen atravesando el cuarto piso de una ventana porteña, cuando recibimos la noticia de que la voluntad nos había coordinado un espacio de encuentro. Los principios han sido siempre un terreno difícil del sortear, las cercanías y reconocerse en estéticas disímiles ha sido eternamente un asombro que torpemente siempre llega a buen fin….del principio’’.
“Más allá de las palabras que soltábamos durante la tarde, y más allá de la ventana donde crecía la nueva planta de la casa, justo en la vereda de en frente vimos caminando tres personas a paso tropical. Nos llamó completamente la atención de cómo su color iba cambiando cada grafiti de la subida Almirante Riveros del barrio Puerto.
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Siete de la tarde de un día miércoles en abril, un grupo de personas en el interior de una sala prestada en el barrio, siete de la tarde de un día miércoles en abril, otro grupo de personas de Haití bajando al encuentro. Las expectativas solo se hacían presentes en forma de latidos en la panza y nudos en la garganta. Primeros pasos llegando al espacio, abrimos la puerta y todo cambió para siempre. La teoría del espejo se nos hizo trizas regalándonos una nueva forma de abordar la multiculturalidad. La ronda de saludos siempre estuvo acompañada de mucha
sonrisa cuando nombres.
intentamos
decir
nuestros
Pasaron dos horas sólo para ponernos de acuerdo en los días donde nos juntaríamos a dialogar, entrenar sonidos de letras, contarnos historias. Desde este principio sentimos que los actos solidarios deben ser pan en la mesa de cada día y el andén para cada piel que sienta la necesidad de construir vida con otros y otras.
Fotografía: Archivo Corporación La Matriz.
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haíti. CONVERSANDO SOBRE NUESTRA VIDA EN LA ISLA.
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO. ‘’oh isla mía ícono de todas las resistencias ven conmigo el mundo existe a causa de nuestro amor mañana escribiré un libro sólo para ti sólo con tu nombre’’ Jean Jacques Pierre-Paul
Fotografía: Nora Madariaga.
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Menú de hoy:
Joumou LA PRIMERA LIBERTAD.
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Ingredientes de la sopa de calabaza: - Carne (ternera o cerdo). - Limón. - Vinagre. - Especias haitianas (ajo, pimientos rojos y verdes, pimientos picantes, sal ,caldo maggi, aceite). - Calabaza, papas, zanahorias, malanga (parecido a la yuca), ñame (tubérculo del Caribe, reemplazable por la yuca o algún otro tubérculo), repollo, apio. - Macarrones. - Fideos. - Mantequilla. - Clavo de olor.
Preparacion: Enjuague la carné con limón, vinagre y sal, luego echarle al agua hirviendo, marinar la carné con las especias y caldo maggi y luego dejar la carné bien hervida para que se puede cocinar, luego agregar agua y todas las verduras, repollo y los macarrones y los fideos.
Engredyan soup Joumou: - Vyann (bèf oubyen kochon). - Sitwon. - vinèg. - Epis ayisyen(lay,pwawo,piman dous wouj,vèt,piman pike,pèsi,sèl,magi, luil). - Joumou. - Pòm de tè. - Kawòt. - Malanga. - Yanm. - Chou. - Makaroni Vèmisèl. - Bè, - Jiwòf. - Seleri.
Preparasyon:
Lave vyann nan ak sitwon, vinèg epi sèl,chodel ak dlo bouyi,marinen vyann nan ak epis la ak magi,epi metel bouyi poul kwuit apresa mete dlo ak tt vegetab yo, ajoute chou a ak makaroni an ak vèmisèl la.
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Tantos colores se presentan día a día en nuestras mesas a la hora de comer en un plato. Ingrediente a ingrediente, se saltea y se condimentan las notas en escalas de orégano, ajo, aceite. Al encuentro aparecen los aromas, quienes rodean la casa en una ventolera de imágenes que invitan al apetito a tocar la puerta. Así llegan los minutos acompañando a las horas en la ceremonia diaria, en ritos que se trazaron en cada grupo humano para celebrar el encuentro entre personas y soledades, o en la comunión de una visita querida, pero que en cada una de éstas la gratitud se pasa de mano en mano, de boca en boca. Se suma a esto que la comida existe como principio de la preservación de la vida, pero también de la cultura, la memoria o la política. Entonces, no es atrevido decir que la identidad tiene sabor, o los vínculos históricos tienen la
posibilidad de ser parte de una comida, incluso los recuerdos son otro espacio del diálogo donde la preparación de un alimento permite acercarnos a la intimidad de un colectivo cultural. Es por esto que, en el caso de Haití, se resalta la idea de que su independencia esté relacionada a un plato de sopa preparada cada 1° de enero. Gesto que viene a recordar tiempos donde los esclavistas franceses, celebraban con esta comida y negaban cualquier posibilidad de que una persona esclava tuviera acceso a ella. Sin embargo, este pálido desdén sería un símbolo de la expropiación revolucionaria, de una de las más puras revoluciones que se dieron en Latinoamérica, pues involucró no sólo que lo político y económico cambiara de manos, o que cambiara de clase, sino que hubo una completa transformación filosófica desde una “raza” anteriormente oprimida a un grupo humano que conquista el poder y da paso a un nuevo horizonte.
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Este elemento cultural ha emigrado junto a muchas personas desde Haití hasta nuestras tierras, el sabor de este plato ha ido creando un solo puente entre pasado, presente y futuro en un mismo día. El tiempo haitiano se vuelve a reencontrar cada primero de enero, se vuelve a empuñar la cuchara a ritmo de revuelta, resonando desde esa lejana memoria que la tierra siempre será un lugar digno para todes.
Fotografía: Archivo Corporación La Matriz.
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Los espacios públicos son relevantes a la hora de reconocerse entre todas las edades, la infancia haitiana se vuelca diariamente al barrio y a sus alrededores naturales. Las personas adultas en otro universo, levantan el día en sus hogares o en el pregón callejero ofreciendo productos a cambio del esquivo ingreso económico. De todos estos momentos vividos en el ambiente colectivo, el más importante se da en la comunión que existe entre lo público y lo institucional pues, es ahí cuando la celebración del carnaval juega un rol de eje nacional, en el cual, a mediados de febrero, diversos elementos del sentido humano, estético y religioso de la cultura haitiana regeneran su identidad. La fe en su despliegue vivencial, también ha provocado que fieles seguidores de la cristiandad se opongan a esta manifestación, y vean en la arena de la disputa celestial la intervención del oponente clásico de aquel Dios.
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De esta manera, la celebración como parte de las expresiones vinculantes en el colectivo humano, contempla diversas fuerzas que muy pocas veces se revelan de manera completa a los ojos forasteros. La danza como principal vehículo estético de este carnaval, involucra saberes de la historia local con las prácticas religiosas, considerando la religión como el soporte de cada persona haitiana en su amplia gama de creencias. Estas involucran a divinidades transversales y ancestrales que en tiempo de carnaval se hacen presentes desde un lugar mágico y real al mismo tiempo, es decir, al compás de los DJ caminan los SIRAY4, al compás de la música bailan los de la tierra con su luz y oscuridad ceremonial5.
4Siray: se yon moun ki degize avek siro kann e poud kafe lote ke life yon melanj poul pase su ko li
Siray: es una persona que se disfraza todo de negro con una mezcla de caña de azúcar y de polvo de café que dará una textura homogénea para que el cuerpo parezca aun más oscuro.
⁵"ak son mizik dj a Siray yo mache, ak son mizik la sa
yo ki sou latè a danse ak limyè epi fènwa seremonyal."
¿Cómo dejar de solo ver un baile? mientras el pulso de un tambor se une a los brazos que se alargan al aire con movimientos de pies y sonrisa al mismo tiempo, o de cuando los espacios entre persona y persona dejan de ser vacíos invisibles desatando un
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enjambre que va y viene, sube y baja, aparece y desaparece en una marcha que sólo puede existir en los vínculos espirituales de quienes han heredado el tiempo haitiano. De igual manera este relato está lejos de develar los sub-suelos más escondidos de esta celebración; que dialoga entre ideas y creencias que circulan desde un espacio cultural a otro, de una clase a otra, logrando establecerse como una fiesta de encuentro donde no existe la opresión. No es menor que las transmisiones de elementos simbólicos se den precisamente en estos días donde se funde la armonía de la naturaleza con lo sobrenatural. El miedo a la muerte, por ejemplo, pasa a ser convocada en el baile, pues, es el cuerpo individual el que viene a reinterpretar un cuerpo social que en el cotidiano esquiva estas concepciones de mundo pues se enmarcan en una modernidad que presiona todo a la razón.
Los fenómenos naturales se hacen parte también de esta corporalidad, las luchas políticas, la fertilidad, llamadas a la abundancia, así como también las inversiones de valores morales aparecen en contraposición al espacio de un dominio que se da como constante en todas nuestras culturas latinoamericanas. La importancia de las representaciones se aprende mayormente en la misma acción ritual, pues conecta y transforma roles en opuestos que mantienen una suerte de ecualización cultural histórica. De acuerdo a esto se permite en este tiempo repasar los misterios que están bajo la piel, los que solo en estos instantes pueden volverse expresiones espirituales concretas, las que sacuden todo el tiempo y análisis moderno, pues, conviven en la teatralidad de la ceremonia circular haitiana.
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Fotografía: Nora Madariaga.
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KREYOL.
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Construirse como nación después de un abrazo de siglos, un entramado hecho por millones de personas que fueron arrebatadas de un África donde cayó de sorpresa y violencia, el derecho de lo blanco a comprar y vender todo, seres de todas edades tuvieron que pasar por el remate salivoso de quienes dominaron a fuego toda la tierra negra.
La población anterior de indígenas Taínos que existían en esta isla, dejaron en estos territorios todos los cuerpos que componían su cultura. La cruz colonizadora vino tallada a mano con enfermedades escritas tras los salmos, caían benditas palabras desde el aire a un suelo donde desaparecieron todas las pisadas.
Su historia está relacionada directamente con la trata transatlántica, que, según datos recogidos, se considera que en un espacio de tiempo que va desde el 1500 al 1865, cruzaron desde África a América de 5 a 12,5 millones de personas esclavizadas.
Entonces al asentarse esta población forzada al trabajo, surgieron un sinnúmero de variables que estamos lejos de poder detallar. Sin embargo, una de estas variables para destacar es precisamente la lengua, la cual, según los relatos en nuestras entrevistas, surge de la necesidad de sortear el Fotografía: Nora Madariaga.
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francés como idioma impuesto para dar paso a un entrelazado de fonemas que son recogidos de dialectos africanos con rasgos del propio francés, y así tener un vehículo cómplice de comunicación. Con las conjugaciones silábicas se fueron pasando de boca a oído a boca…palabras escondidas del vigilante blanco, letras que fueron saliendo junto al suspiro del cuerpo cansado en la noche. ¡Cimarrón!, fue la palabra lanzada a correr entre cultivos de esclavos, alentando la huida histórica de quien se arroja en el ahí y ahora en un valiente tranco de la piel azúcar de caña. Cimarrón fue el personaje que lograba huir de la presión del trabajo esclavizado, quien luego junto a otros clandestinos se asentaban en comunidades libres llamadas palenques o quilombos⁶.
⁶‘’Kominote ki lib ki rele palenques oswa quilombos’’ se esklav yo ki te kon travay nn plantasyon yo ,yo vin ap sove kounya ,yo vin itilize yon bagay ki rele maron kote yale byen ro sou yon mon kote español yo paka jwen yo.yo vin itilize yon sot de rezistans kont opresion esklavajis yo tao sibia .epi yo vin ba yo non palenques o quilombos”. “Palenques o quilombos: son los esclavos que huyen del sistema esclavitud para poder escapar del trabajo forzado de la plantación de caña de azúcar. Ellos se van a la cima de una montaña donde los españoles no podían encontrarlos de ahí forman grupos o bandas de esclavos fugados del colono blanco, a eso se les llamaban palenques o quilombos y también es una forma de resistencia para ellos contra la esclavitud”.
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Fotografía: Nora Madariaga.
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De palabras como estas se levantó la conciencia lingüística, la que dará pie para forjar los terrenos de un espacio autónomo. Poco a poco se fue creando una visión de mundo y una manera de sociabilidad particular, y es aquí donde se afirma la personalidad de este pueblo. La lengua rebelde fue consagrada con el nombre de Kreyol, se propagó paulatinamente en recipientes de esperanza y cabellos trenzando mapas que mostraban los caminos donde escapar. Se pasaron décadas buscando sonidos secuaces, susurrados justo bajo el filo del machete cortando caña⁷.
⁷Lang rebèl la te konsakre ak non Kreyol, li gaye piti piti nan veso espwa ak cheve trese ki te montre wout, chemen ak fason pou yo sove. Deseni te pase pou chèche son henchman, orèy jis anba kwen nan manch koupe kann lan
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Sonidos de boca a oído y de boca a oído. Así, tal como cada lengua latinoamericana es un parlante que traduce lo simbólico de la naturaleza, así transitan los pilares donde la palabra haitiana flota sobre cualquier frontera. Marcando el contrapelo de la palabra europea, retomando el sonido oral que resuena bajo la jerarquía de la naturaleza. Desde la filosofía de Tzvetan Todorov, quien en su libro “La conquista de América: el problema del otro”, detalla cómo es que desde los principios de la conquista la relación con otro es relevante para la construcción de las actuales relaciones humanas, puesto que si no hay un trabajo de apertura a la existencia de esa otredad se cae en el riesgo de inventarse una imagen equívoca, carente de expresión propia. Entendiendo que al existir una diferencia idiomática no se debe plantear como sinónimo de carencia de lenguaje. Y negar la posibilidad de que “el otro” se comunique en su propia forma es negar su existencia.
Fotografía: Nora Madariaga.
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Cuando el golpeteo de cadenas esclavistas dejó de robar tierra y almas, cuando la gran revolución independentista negra puso los rieles en todas direcciones donde la palabra libertad resonara, cuando hubo que levantar las banderas en los mástiles de la historia. Cuando pasaron todos esos días apiñados en siglos, el kreyol siguió libre…ninguna mano institucional logró atarla a la formalidad, la palabra haitiana está lejos de ser palabra occidental, pues esta palabra solo encubre y no designa según Silvia Rivera Cusicanqui.
Dicha situación persiste, puesto que las instituciones en Haití aún funcionan en francés, y el Kreyol como lengua nativa y social es excluida de zonas formales, incluso en las escuelas está prohibido hablarlo, siendo esta comunicación marginada a espacios donde los niñes deben hablarlo sólo en los recreos…justo donde no llega la institución y prevalece la complicidad.
Más bien, responde a su naturaleza que existe en una constante revuelta social, convive en los espacios que van más allá de los antiguos y nuevos sistemas sociales. Fue declarada como lengua prohibida cuando en verdad es esta la que no pretende aclimatarse a ningún lugar normado y más bien es un idioma que se posa en la boca de una humanidad aún en libertad.
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¿Qué construimos en el Barrio Puerto?
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‘’Calles de dos ciudades se entrecruzan se tocan los extremos de la tierra’’ Sueño, Enrique Lihn.
Fotografía: Nora Madariaga.
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Las luces del puerto destellan un brillo renovado, las antiguas luces del puerto aparecen como por vez primera ante la mirada haitiana que viene arribando los últimos años. Pero, ¿cómo podríamos imaginar lo que las luces simbolizan para sus nuevos habitantes? El ejercicio de la empatía reverbera a través de los elementos cotidianos que nos rodean, variando de significado según la experiencia de cada cuerpo con sus memorias personales y colectivas. La luz, por ejemplo. Para las mujeres de la isla, la caída del sol implicaba guardarse debido a la escasez del insumo eléctrico. Las haitianas se sienten seguras en la nueva ciudad y sus luces, la luz se aprecia como símbolo de libertad, de poder caminar la noche porque no se está a oscuras, no hay peligro aparente. Samuel dice que se vino a este puerto para ver sus fuegos artificiales ⁸ . Ese rito de ruido y fuegos al cual estamos tan acostumbradas las oriundas, aparece impresionante ante el espectador primerizo.
Lo que me gusta de los fuegos artificiales es el show, la iluminación por casi 20 minutos con los fuegos artificiales que se lanzan, fue espectacular ver tanta luz sobre el mar con tantos colores y la gente se reúne de diferentes puntos a disfrutar el espectáculo, me encanta ver cómo se ilumina, los colores, las formas que se ponen y los tonos cuando explotan los fuegos artificiales. Estoy orgulloso de vivir en la ciudad de Valparaíso. Estoy muy orgulloso de vivir en Valparaíso por su historia, su literatura, su antigua arquitectura, los cerros con ascensores, el puerto Valparaíso con los barcos, me siento cómo que estoy en mi país cuándo llegan y salen los barcos durante la madrugada y empiezan a tocar su bocina. Sa mwen renmen sou fedatifis yo sé Prezantasyon an,ekleraj la pou prèske 20minit ak fedatifis yo ke yo ap tire,li te li te espektakilè yo wè anpil limyè. Sou lamè a ak anpil koulè ak Moun ki rasanble nan diferan pwen yo Pou jwi Prezantasyon an ,mwen renmen wè ki jan li limen, koulè yo, fòm yo genyen ak ton fedafis yo genyen lè yo ap eksploze.mwe fyè dèske Map viv nan vil valparaiso.mwen trè fyè pou mwen viv Valparaiso paske pou istwa li, literati li yo,achiteti ansyen li yo, ti mòn yo ak asansè, pò Valparaíso a ak bato yo,mwen Santi mwen tankoum te nan peyim lè bato yo ap Rive EPI kite pandan nan maten byen bonè EPI yo kòmanse klaksone n kòn yo.
Fotografía: Patricio Pérez G.
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⁸Lo que me gusta de los fuegos artificiales es el show, la iluminación por casi 20 minutos con los fuegos artificiales que se lanzan, fue espectacular ver tanta luz sobre el mar con tantos colores y la gente se reúne de diferentes puntos a disfrutar el espectáculo, me encanta ver cómo se ilumina, los colores, las formas que se ponen y los tonos cuando explotan los fuegos artificiales. Estoy orgulloso de vivir en la ciudad de Valparaíso. Estoy muy orgulloso de vivir en Valparaíso por su historia, su literatura, su antigua arquitectura, los cerros con ascensores, el puerto Valparaíso con los barcos, me siento cómo que estoy en mi país cuándo llegan y salen los barcos durante la madrugada y empiezan a tocar su bocina.
⁸ Sa mwen renmen sou fedatifis yo sé Prezantasyon an,ekleraj la pou prèske 20minit ak fedatifis yo ke yo ap tire,li te li te espektakilè yo wè anpil limyè. Sou lamè a ak anpil koulè ak Moun ki rasanble nan diferan pwen yo Pou jwi Prezantasyon an ,mwen renmen wè ki jan li limen, koulè yo, fòm yo genyen ak ton fedafis yo genyen lè yo ap eksploze.mwe fyè dèske Map viv nan vil valparaiso.mwen trè fyè pou mwen viv Valparaiso paske pou istwa li, literati li yo,achiteti ansyen li yo, ti mòn yo ak asansè, pò Valparaíso a ak bato yo,mwen Santi mwen tankoum te nan peyim lè bato yo ap Rive EPI kite pandan nan maten byen bonè EPI yo kòmanse klaksone n kòn yo.
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Las cosas cobran vida en la mirada de cada habitante y se van configurando símbolos que se fusionan y se expanden, haciendo de la ciudad un territorio autopoiético, que se regenera a sí mismo desde todos sus elementos. Pero el puerto también tiene sus sombras. La mirada prejuiciosa y estrecha que alimenta el racismo se instala sobre el cuerpo migrante incomodando su andar y su dignidad. El hecho de que haitianos y haitianas vengan de un país en crisis no implica que vengan de la miseria absoluta y mucho menos de que Haití sea solo eso. De entrada, Chile se presenta frío, a diferencia de la calidez del Caribe en donde, según Junior, todo ser humano podría sentirse libre.
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO.
''la vendedora ambulante surca la ciudad de todos los crepúsculos gritando su esperanza a los afortunados de la vida con un canasto de precipicios sobre los hombros ella embosca lo inevitable mujer infinita vive peligrosamente camina porque sus sueños han sido más grandes que ella''
''Machann k’ap vann nan lari mache nan tout vil la jiska ke solèy kouche rele byen fò pou jwenn lespwa epi jwenn yon chans nan lavi sa ak yon panyen sou zepòl li li bouskile sa ki inevitab fanm enfini k’ap viv danjerezman li mache paske rèv li yo
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO.
Fotografía: Nora Madariaga.
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO.
Así describe Jean Jacques Pierre Paul, poeta y migrante, a la protagonista del devenir haitiano en Valparaíso. Las mujeres haitianas ocupan la plaza Echaurren, y otros puntos neurálgicos de la ciudad, ofreciendo artículos de aseo, frutas, verduras e incluso productos de su país. En periodo de pandemia lo hacen junto a sus hijes porque además de trabajar están criando. Los hombres ocupan otras labores: trabajan en locales establecidos, en la universidad, como repartidores, etc. Así crean comunidad junto a sus vecinos porteños, nutriéndose mutuamente de lo que son. Para Mona, el trabajo en el barrio puerto es una inversión en el futuro de sus hijas. El sueño del ingreso de sus hijas a la universidad y el de tener la casa propia alimenta su voluntad. No hay mucha diferencia entre ella y un porteño trabajador, o cualquier latinoamericano, para quienes el sueño y la necesidad de una mejor calidad de vida brilla y empuja el ritmo de los días venideros.
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO.
Desde su condición de puerto, Valparaíso ha sabido levantarse desde las múltiples voces que han transitado sus calles. La herencia europea, por ejemplo, plasmada en sus grandes casonas señoriales, ha sido incorporada como un elemento positivo y propio de la identidad porteña dándole aires cosmopolitas y universales, nutriendo la bohemia y el turismo como flujos que alimentan el comercio y el dinamismo de la ciudad. Sin embargo, la recepción no es tal con la comunidad migrante que ha llegado al puerto durante los últimos años. Naturalmente la herencia colonialista ha calado una contradicción profunda en el ciudadano latinoamericano que recibe con apertura al extranjero blanco y pudiente, y que frente al migrante centroamericano se muestra hostil y desconfiado. Resulta extraña esta conducta si pensamos este territorio como una tierra invadida y saqueada por los españoles primero y luego, por la oligarquía chilena que la explota y vende barata hasta el día de hoy.
Fotografía: Nora Madariaga.
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MEMORIAS HAITIANAS DE BARRIO PUERTO.
Entonces conceptos como patria, nación o frontera se desdibujan frente a la historia de masacre y sometimiento de los primeros habitantes de este continente, condenados por los colonos europeos y su racismo fatal, y nos hace preguntarnos respecto a nuestra verdadera identidad. Las palabras del poeta mapuche Elicura Chihuailaf dan ciertas luces: ´´Me digo, ¿cuánto conoce usted de nosotros? ¿Cuánto reconoce en usted de nosotros?¿Cuánto sabe de los orígenes, las causas de los conflictos de nuestro Pueblo frente al Estado nacional?¿Qué ha escuchado del pensamiento de nuestra gente y de su gente que- en la búsqueda, antes que todo, de otras visiones de mundo, que siempre enriquecen la propia- se ha comprometido con el entendimiento de nuestra cultura y nuestra situación?´´ A la manera rizomática en que las plantas despliegan sus múltiples raíces de manera horizontal, vemos este flujo desde las tierras centroamericanas como una oportunidad de nutrir
y ampliar nuestra propia identidad continental, con todos sus matices posibles, integrando nuevos sabores, nuevos ritmos, nuevas palabras y nuevas perspectivas en la siempre viva y cambiante ciudad puerto. En este sentido entendemos este movimiento migratorio como un acto de resistencia frente a las geopolíticas capitalistas que acorralan ciertas vidas no dejando otra alternativa que abandonar la propia tierra. Como latinoamericanos que somos, le damos valor a este acto valiente, teniendo claro que podríamos ocupar ese lugar en otro momento de la historia, así como probablemente nuestros ancestros tuvieron que migrar en el pasado para que hoy nosotras nos sintamos parte de una tierra y de una comunidad. Valparaíso sabe de diferencias, y ha convivido con ellas desde que se forjó con el océano por testigo. Finalmente, como dijo un poeta antiguo como la piedra, ‘’todos los caminos de todos los destinos de la tierra van a dar al mar’’.
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reflejo solidario.
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Quisimos transmitir en este libro un poco de estos cinco años trabajando junto a personas migrantes de Haití, usamos un lenguaje que se fue dando al mismo tiempo que salían las ideas de lo que queríamos escribir. Así mismo, nuestra mixtura palabrera se acopla a las diversidades textuales que hoy en día reivindican y recomponen distintas organizaciones e individualidades, en pos de un lenguaje no binario ni a fin a las antiguas formas discursivas patriarcales. Estamos lejos de presentar sólo verdades absolutas, y las imágenes que dejamos en la mesa de cada una serán solo si existen a modo de aproximaciones, las cuales hemos ido recogiendo de nuestras relaciones cotidianas en distintas actividades que compartimos en el Barrio La Matriz. Varios factores casuales nos envolvieron en este proyecto, de tal manera que la co-creación del laborioso proceso al que nos entregamos cada una de las personas participantes, resultó de
metodologías que escapan al sentido estricto de la academia y surgieron del carácter más liviano del ser, el diálogo. Nuestra cercanía con el oficio solidario junto a migrantes, radica en poner el acento sobre los derechos humanos inherentes a cada persona, considerando que debemos trabajar insistentemente en la transformación de los actuales estados discursivos sobre temática migratoria. Tratando de instalar no solo la idea de que un grupo migrante sobrevuela durante largos tramos de tiempo en su propio reconocimiento antes de sentirse habitante de un territorio, sino que también levantar nuestra capacidad comprensiva de este vaporoso andar. Por lo que contrastamos relevando la esencia humana para que no caiga bajo la presión de la individualidad, esa misma humanidad que aún nos dice en entresueño que la
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Fotografía: Nora Madariaga.
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solidaridad
es
el
cariño
de
los
pueblos.
Reconocernos como un cuerpo social e individual cargado de signos identitarios, permite la cercanía con esa voz particular que tiene cada persona en los despliegues de su actividad estética y política o de su cosmovisión, de su sexo-expresión e identidad de clase. Y en este ejercicio maravilloso que se llama reconocernos, nos arrojamos a la travesía de las emociones colectivas y propias, así y solo así despertará ese latido de corazón que llamamos Latinoamérica.
proyección íntima sobre la visión que las personas de Haití del barrio Puerto, tienen sobre el significado de su propio migrar y convivir en un espacio nuevo en todos sus términos. Desde este espacio creemos que todo avance cultural, se fortalece con los procesos de migración, que bien sabemos en este puerto de qué se trata una ciudad que se consagra como un caleidoscopio social.
Un pulso/latido que atraviesa el recuerdo de lado a lado, porque repasar la memoria en este acto de la escritura abre puertas y ventanas de lo que se lleva en espacios muy internos de la emotividad, la presencia de la ausencia si nos permitimos este desliz de las palabras, evoca lugares de añoranza como ir a reunirse al río Consilia para nuestros amigues de Haití. Entonces, al proponer el título de mirada haitiana, lo hacemos pensando en que este libro sea una
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AGRADECIMIENTOS. Este libro no habría sido posible sin la participación activa de Mykenley cherenfant "Tiken" y Victorin Samuel, así como de muchas otras personas de la colectividad haitiana de Barrio Puerto que nos han abierto las puertas de su cultura e identidad, especialmente a: Lounice, Alonso, Mona, Helena, Sara, Junior y Samuel Dificile, quienes compartieron testimonios de sus experiencias migrantes y por quienes sentimos una profunda admiración. Agradecemos también a: Centro de extensión (CENTEX) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Valparaíso, Emporio Echaurren, Comedor 421, Radio La Matriz , y a todas aquellas personas y organizaciones que construyen y fortalecen diálogos culturales con las y los inmigrantes de Barrio Puerto. Para la primera generación haitiana en Valparaíso.
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