Conectados a la Vida

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4-Transplante:Capítulo

25/3/09

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Pero esta vez a quien operan en el quirófano no es a ninguna de sus muñecas, sino a María. Los murmullos del personal y el ‘bip bip’ de las máquinas son el único sonido que se atreve a romper el mutismo del numeroso equipo de profesionales médicos allí congregados. A las 12.25 el doctor Gutiérrez coloca el órgano de la madre en el cuerpo de la hija mientras a su alrededor un montón de ojos –hay casi veinte personas dentro del quirófano– lo observan detenidamente. La operación es relativamente rápida. Una hora más tarde Anna Vila se reúne con la familia para comunicarles las buenas noticias y el doctor Gutiérrez les resume la operación: “Ha ido muy bien tanto la extracción como el trasplante. Es un riñón precioso”, afirma. Cuatro días después todo el mundo anda más relajado. Es sábado por la mañana y tanto Araceli como María descansan en habitaciones separadas del hospital. La pequeña se encuentra en perfectas condiciones y su nuevo riñón está funcionando sin problemas. Se tendrá que medicar de por vida con inmunodepresores porque el riñón de su madre no deja de ser un cuerpo extraño que su organismo tiende a rechazar, pero podrá llevar una vida normal, como cualquier niña de su edad. Todos estos años de nervios, hospitales y operaciones quedarán en su memoria como un recuerdo de infancia, aunque también es cierto que en buena parte han marcado su personalidad. “Sus valores son diferentes a los de cualquier otro niño. Es más adulta y no es nada materialista. Los niños que tienen esta enfermedad no son caprichosos. Y debido a la medicación y a todo lo que ésta implica se ha vuelto una niña muy disciplinada”, aseguran sus padres. Cuando se les pregunta sobre el futuro ambos muestran su confianza en los avances de la ciencia. “¡En estos cuatro años han cambiado tantas cosas en la nefrología!”, exclama Araceli. Y cita dos ejemplos: la creación de cicladoras pediátricas y de catéteres más pequeños pensados para niños. Se trata de mejoras que los pacientes –y familiares– agradecen y que forman parte de una evolución imparable. Araceli lo tiene claro: “La medicina es la ciencia menos exacta de todas. Lo que hoy es negro, mañana es blanco”.

Arriba y en el centro, miembros del equipo médico observan la evolución del trasplante. En la foto inferior, la nefróloga Anna Vila comunica a la familia de María que la operación ha ido bien. En las páginas siguientes, Araceli Moreno juega con su hija María en el hospital unos días después de que ésta recibiera uno de sus dos riñones.

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