U N N U E V O CARIBE
P
osterior a la fractura del continente Pangea, 200 millones de años atrás durante la Era Mesozoica, surge el Caribe, mar que acoge un extenso archipiélago cuyas fronteras se extienden hacia el Norte con las Bahamas, al Sur con la periferia de Colombia y Venezuela; al Oeste con México y Centroamérica y al Este por las Antillas menores. Los primeros asentamientos humanos de la región aparecen en las islas de Trinidad y la Hispaniola, seis mil a siete mil millones de años antes de nuestra era. Los ulteriores aborígenes habitaron estos territorios en un tráfico constante gracias a su temprano y hábil dominio de la navegación. Al momento de la llegada de los europeos, tres grupos mayores poblaban el Caribe: los siboneyes en el Oeste de Cuba; los caribes y galibis en Barlovento y los taínos en Sotavento, las Bahamas y las Antillas mayores. Los barbáricos escenarios provocados por el conflicto entre las potencias colonizadoras trajeron como consecuencia, no sólo la desaparición del grueso de los nativos en poco menos de un siglo, sino también el inicio de lo que posteriormente se convertiría en el papiamento étnico y cultural de la región: lenguas, razas y costumbres de franceses, españoles, británicos, holandeses y daneses, quienes junto a mestizos y africanos esclavos, definieron el mapa humano del Caribe. Para muchos estudiosos, los disímiles orígenes y las variadas experiencias de estos grupos étnicos, más que constituirse en elemento separador, se aglutinaron bajo el techo común del esclavismo, la explotación económica y la dominación política que hoy apenas ha cambiado de faz y dueño. Tras los grandes movimientos migratorios desencadenados por la Segunda Guerra Mundial, durante los complejos años de la Guerra Fría y la crisis de los misiles cubanos, y hasta la última migración masiva de las décadas de los 80 y 90, los pueblos caribeños atraviesan un presente que en muchos sentidos se asemeja a aquellos remotos tiempos de la imposición imperial europea.
Hacia la deconstrucción de
un nuevo Caribe Rey Emmanuel Andújar y Jochy Herrera
4 | contratiempo
La conciencia ahistórica de las Antillas Sobraría indicar que las experiencias de los caribeños previamente descritas nunca estuvieron alejadas del arrojo y la vocación de libertad que desde la colonización fue evidenciada por sus líderes; así lo narra Fray Bartolomé de las Casas en su “Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias”: Aquí acaecieron cosas muy señaladas. Un cacique e señor muy principal, que por nombre tenía Hatuey, que se había pasado de la Isla Española a Cuba con mucha gente por huir de las calamidades e inhumanas obras de los cristianos, y estando en aquella isla de Cuba, e dándole nuevas ciertos indios, que pasaban a ella los cristianos, ayuntó mucha de toda su gente y díjoles: “ya sabéis cómo se dice que los cristianos pasan acá, e tenéis experiencia cuáles han pasado a los señores
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