Escribe o muere N°1

Page 1

Memorias/ficciones N°1 Otoño2024 Escribe o muere
Palabras preliminares 3 Iván Garrido 5 Claudio Ahumada 17 Wladimir Elgueta 29 Gonzalo Pinto 44 Juan Figueroa 55 Fabián Hevia 61 Patricia Pérez 67 Índice 1

Créditos

Edición

JavierBaezaValdenegro

Ilustraciones

CIAN

Diagramación

FabiánHevia

Agradecimientos

AFelipeDíaz,JohannesLillo,TamymMaulényCamilaMardonespor suinvaluableaporte.

ARicardoHonoresporsugestión.

AMagdalenaporllevarnoslasgalletitasyelté.

2

Palabras Preliminares

“Quisiera despertar un día

Sin voces, sin gente

Sin esa agitación en mi mente

Por lo que vendrá”

GustavoPena–Quisieradespertar

Vivimos tiempos acelerados. Las redes sociales, las fake news, la polarización política, el hiperindividualismo, la inteligencia artificial, la crisis climática, la ansiedad, las pastillas… la locura colectiva se vuelve entendible, pero al mismo tiempo, es una señal de que tenemos que parar. Sentarnos en el pasto, en la arena. Respirar. Pensar. Caminar en otradirección.Irdeacuerdoanuestropropioritmo.

Los libros, a veces despreciados (precisamente por gente que no lee), nospuedendarunempujoncito;elactodeleersevuelveincreíblemente disruptivo frente a la velocidad de la vida. Es otra forma de entender el pensamiento. Es llevarlo a una profundidad mayor, con más consistencia, que nos permite anclarnos en el mundo y entenderlo, aunqueesotambiéndependedeloslibrosqueelijamos.

3

Y si leer es una ruptura, escribir literatura se presenta como una ruptura dentro de la ruptura. Porque pasamos a crear algo propio, a ser parte del flujo social del pensamiento. Decimos: “yo también puedo escribir”, “yo también tengo algo que decir”. Y bajo estas reflexiones surgió nuestro taller literario: los textos aquí presentes abordan voces muy distintas entre sí, de nóveles escritores que tienen su propio mundo por contar, desde historias de niñez, pasando por misterios, explosiones einclusodiosesbuenosparalapiscola.

Esperamos que la lectura de estas honestas historias, les ayude a rompereltiempo.

4

Última estación

Todopasótanrápidoenesteviaje

Queavecesmepreguntosienverdadestoexistió

Eltiemposemuestraentremisarrugas

Ymerecuerdaquemitiempoyapasó

Asílavida,eltrenrecorriólasdistintasestaciones

Yencadaunadeellassusexperienciasrecogió

Hoymirohaciaatráseneste,miúltimotren

Yséqueesmiúltimaestación

Eltiempoquequeda,tratodeatesorar

Peroveocómosevaynohayformadefrenar

Séquedebodetenerme,pararynoseguirmás

Meacercoaella,eshoradedescansar.

I V Á N G A R R I D O 5
6

Figuras de Madera

CAPITULO I

Al poner mi pie en la pisadera de ese bus que me llevaba a mis ansiadas vacaciones en el sur de Chile, una brisa rozó mi cuello y me hizo mirar atrás. En ese momento no supe comprender esa sensación que recorrió mi cuerpo, aquello que quizás me indicaba que este no sería un verano igual.Acababa de terminar mis estudios primarios, con mis cercanos 14 años a principios del año 76. Los días calurosos de ese principio de añoyaindicabanqueseríanunosmesesmuycálidos.

Pelluhue. Es una localidad distante a 40 kms de Cauquenes, VII región. Esta es donde nació mi padre y que por esa circunstancia nos permitía tener una casa donde poder llegar en nuestras vacaciones. En esta oportunidad iba acompañado de mi hermana mayor y mi hermano menor. El bus no llegaba directo a este lugar, debíamos hacer un cambio en Cauquenes y de ahí a una micro que por lo general siempre estaba deteriorada,eralaúnicaconexiónconPelluhue.

Estetrayectoduracomo30minutos,esuncaminopedregoso, lleno de curvas y que a medida que va ascendiendo el clima va cambiando, alrededor se pueden observar bosques de pinos y eucaliptus. Mezclado con el sonido del motor se escuchan dentro las gallinas, patos y algún cerdo pequeño que los demás pasajeros llevaban a esta localidad. En más de alguna parte del trayecto la micro se llena completamente de tierra, la cual penetraporelpisoquenosiempreestámuysellado.

I V Á N G A R R I D O 7

Estamos llegando a la cumbre y ya desde este lugar se divisa alolejoselmar,unascuantascasasdesperdigadasyentre todas esas,micasa.AlfinyaestoyenPelluhue.

Este es el lugar donde yo dejaba atrás mis preocupaciones y sabía que lo que viniera sería mejor, siempre hasidomirefugio.Ellugardondeyovolvíaaserniño.

CAPITULOII

En casa nos esperaban nuestros padres, mi madre siempre amorosa nos da la bienvenida y nos llena de preguntas, mi padre como siempre parco, nos saluda y toma nuestras maletas, nos ayuda a entrar. La casa está igual, llena de recuerdos de veranos anteriores, sigo a mi padre al patio y le pregunto ¿cómo estás, cómo están las cosas?, a lo que responde ¿cómo vanaestar?,comosiemprenomás.

Desde un tiempo a esta parte su respuesta son secas, duras, no permite que tengamos diálogos largos. Él se ha convertido enunpadrelejano,proveedor,perolejano.

Han pasado ya varios días y me dispuse a realizar cosas distintas este verano, como leer, escribir y hasta dibujar y si era posible buscar la oportunidad de conversar con mi padre como nuncalohabíahecho.

Para mi sorpresa, encuentro libros que alguien había dejado por ahí y me sumerjo en su lectura. Otros días bajo con mi blockdedibujoymepropongodibujarunroqueríocercanocon lápiz grafito. Un día dibujé el rostro de una mujer y me quedó hermosa,tantoquehastayomesorprendí.

8

Empecé a escribir algunas cosas sobre mí mismo. Queriendo buscar respuestas a inquietudes que giraban en mi cabeza. No había con quien hablar, aun mis primos no habían llegado y mi mamá, mi hermana y mi pequeño hermano no podrían ayudarme.

Devueltadeundíadeplaya,encuentrolacasavacía.Mevoy al patio del fondo, aun sacándome la arena de mi cuerpo y diviso a mi padre que está limpiando la maleza. Dejo mis cosas por ahí y me acerco a él. Al sentirme, se da vuelta, se seca la frente, y se sienta a la sombra en uno de esos pisos de madera. Ypienso,buenmomentoparaconversar.

-¡Holapapá!,¿cansado?¿Tetraigoagua?

-No,nogracias.Estoybien.

-¿Oye papá, puedo hablar contigo? Me gustaría contarte algunascosasypreguntarteotras.

Él me mira como no entendiendo lo que le pregunto. Frunce elceño,comonoentendiendo.

-Quesiacasotienestiempoparahablar.

No responde, solo calla, me mira, se levanta, toma entre sus manosungranfardodehierbaysealejasinmiraratrás.

Quedo absorto por un momento y mi mente busca el porqué deestainfranqueabledistanciaentreélyyo.

Así, ya de vuelta en mi pieza, buscando algunas cosas, diviso la puerta abierta del cuarto de mis padres, cuestión que casi nunca ocurría. Por solo curiosidad entré en ella y me di cuenta que uno de los cajones de una cómoda -donde yo sabía que papáguardabasusmáspreciadaspertenencias-estabasinllave, 9

fui hacia ella y miré dentro para ver qué ocultaba mi padre, hay lápices,monedasantiguas,papelesdelacasa,ahíseencontraba una figura tallada en madera, era un hermoso pajarito.También seasomabanunashojasamarillentasporeltiempo,queescritas por una mano temblorosa, subrayaba una frase, “Me arrepiento tanto por haberle pegado”. Y mi nombre a continuación. Sigo leyendo, y viajo en mi mente hacia ese episodio que relataba: «Como tres años atrás, mi madre me mandó a buscar a mi hermana, yo sabía que ella siempre se iba a la playa, la busqué por ahí pero no la encontré, ese día hacía calor y decidí bañarme en el mar, la playa estaba sola y nadie vería donde dejaba la ropa, busqué una roca para que me diera referencia y enterré mis zapatillas nuevas, mi polera y un short, así en calzoncillos,meadentréalmar.Nosécuántoratopasó,pero yo consideré suficiente, salí del mar y fui a buscar mi ropa. Mi corazón empezaba a palpitar cada vez más acelerado pues no dabaconellugar,busquéporaquí,poralláynodiconmiropa, la había perdido. Yo sabía las consecuencias de lo que esto representaba,derodillasenlaarenamislágrimascomenzarona caer y mi angustia fue creciendo, solo atiné a levantar mi rostro y suspirar profundo. Recorrí el camino que distaba entre la playa y la casa, pasando por las calles, pasando entre la gente que me miraba, yo solo lloraba, caminando descalzo en ropa interior y todo mojado. Crucé la plaza principal, solo pensaba en buscar una buena explicación para dar al llegar a casa. Cuando entré, mi madre es la primera que me ve y se acerca para preguntarme “¡Qué te paso niño, por Dios!, ¿Y tu hermana?, ¿Y tu ropa?”, mientras le explico escucho a mi abuela que dice algo así como “¡A esto niños sueltos hay que enseñarlos a huascazos desde chico!”, incitando a mí papá. Mi madre me lleva dentro de la casa, cuando siento que detrás de ella aparece mi papá con unos alambres a modo de correa y me pega dos chicotazos, yo solo atiné a darle mi espalda y sentí como estos me herían la piel, dejando en ellas dos huellas a mododeanimalmarcado,paraquenomeolvide».

10

Mi padre recordaba cada instante de lo ocurrido y lo mal que se sintió después, porque él me vio entrar, y quiso al igual que mi madre ir a consolarme. Pero mi abuela no lo dejó, le llenó su cabeza de ideas de corregir a ese nieto que había cometido tan grave falta, escribía que dudó en contestar a su madre, pero no pudo, y al contrario, descargó esa rabia contra la espalda de sushijo.“Nunca debí haberlo hecho”.

Volví a llorar como aquella vez, pero ya no de rabia, pues ya hace mucho tiempo yo lo había perdonado. Seguí hojeando las hojas, me encontré con otros escritos sobre mis otros hermanos y algunas reflexiones de la vida. En esto estaba tan embelesado leyendoyadmirandoaquellahermosafigurademadera,queno me di cuenta que él había entrado al cuarto, solo cuando siento su carraspeo me vuelvo sorprendido tratando de ocultar las hojas y la figura. Se acercó a mí con su imponente estatura, fijo sus ojos en los míos y me dijo: -¿Qué haces acá? ¿Alcanzastealeertodo?

-No-ledije.

-Pues bien, vuelve a guardarlos donde estaban, y la figura también.Anda, te buscan allá afuera, después vamos hablar los dos.

Salí corriendo de la habitación, dando gracias que alguien me había salvado de esta incómoda situación. Ya en el antejardín divisoaunodemisprimosquemeinvitaairalrío.

-¿Vasconnosotros?

-No,mañanamejor

-Yapo,novemos-meresponde,ysealejacorriendo.

11

Mipapáqueyaestabadetrásdemímedice:

-¿Noquieresiralrío?

Nolecontesto.Memiraymedice:

-Vamosairjuntosalríoparaelladodelospozones.

¡Ohsí!,eselugarquetantomegusta.Pensé.

La propuesta me sorprende pero acepto, tengo recuerdos de muchas tardes junto al río, donde todos en familia disfrutábamos de bañarnos. Rápidamente arreglamos nuestras cosas y nos adentramos en unos caminos que bordean un cerro, pasamos por unos bosques de pino, luego una ladera empinada y abajo ya se ve el río y uno de los pozones. Caminamos en silencio todo este camino, él siempre previniéndome de las partes peligrosas. Al fin llegamos al río, sus aguas cristalinas dejan ver el fondo de piedras de colores y arenilla, el sonido de lasaguascorriendocomounsusurronosinvitaarelajarnos.

CAPITULOIII

Ya en el río mi intención fue prepararme para el baño, pero antes mi padre me pasa unos trozos de madera para que juntos fuéramos tallando algo, a mí se me ocurre hacer una resortera, no logro divisar lo que papá comienza a tallar. En eso estamos cuando mi padre me pide que me siente a su lado. Me acerco y me dice que hace mucho rato que esperaba hablar conmigo, que ya consideraba que era tiempo, yo pensé, “que me va a decir, que hice mal ahora”.

Su voz grave, profunda pero cálida a la vez, me pide que presteatenciónaloquemevaadecir.

12

-Bueno -me dice-, nunca te había contado de mi vida porque eras muy pequeño, pero ya es necesario que la conozcas. Sabes que tu abuelo murió cuando yo tenía solo cuatro años y así yo ytuabuelaquedamossolosenestavidadecampo…

Me relata de cómo mi abuelo tuvo problemas con la justicia, porlocual fueapresadoinjustamenteporloscarabinerosyque después de una paliza recibida fue a parar al manicomio de Concepción, lugar donde al final murió. Me contó cómo pasó a ser el peón de sus tíos, a cuidar animales y sembrar la tierra.Y que ya joven decide irse a Lota (una zona carbonífera) a probar suerteenlaminasdecarbón.Ahíconoceamimadreconlaque tienesusdosprimeroshijos.Enhorasquenoletocabatrabajar, tomó un curso básico de carpintería y con esta preparación decide dejar la mina y venirse a la capital. Llega a vivir a la poblaciónJoséMaríaCaro,dondenacíyo.Enestelugarestuvo tres años, luego se compró un sitio pelado en la comuna de Recoleta y como ayudante de maestro carpintero, pudo construir una casa y salir adelante. Hasta que conoce a una persona a la que le hace unos trabajos y termina en una fábrica de somieres para colchones. Pero el avance de la tecnología hacequebraralafábricaysevuelveparalacasadelsur,donde ahora sigue haciendo algunos trabajitos a sus tíos y a sus primosparaganarselavida.

La tarde ya refrescaba y unos rayos de sol pálido traspasaban losjuncosmásbajosdelrío.Enesemomentomepusosumano enelbrazoymedice:

-Yaessuficiente.Tehecontadomuchodemivida.

Memiraalosojosymedice:

13
14

-Tengo que pedirte perdón por golpearte de esa manera aquellatardequeperdistelaropa.

-Papá, no se preocupe. Más rico ha sido estar contigo aquí juntoalrío.

Nos paramos y nos abrazamos como hace muchos años no lo habíamos hecho. Para mí ese momento fue eterno y el tiempo sedetuvo.Porfinsentíaquenoshabíamosencontrado.

Volvimos esa tarde casi oscuras, yo no le solté más su mano, me sentía tan gratificado y protegido sintiendo aquella mano cálida,fuerteycallosa.

No fue la única vez que volvimos a salir juntos, caminamos hacia otros lugares del río, la playa escucho las largas conversaciones que tenía con él, pude mostrarle lo que había dibujado,tambiénloquehabíaescrito.

Ese verano fue increíble, pude encontrarme con mi padre. Pude encontrarme conmigo mismo, las respuestas se iban develandosolas,deformaquemiespírituibasosegando.

Mi casa tenía otro aire, otra atmosfera. Mi madre cocina cada día una cosa diferente y más rica, ahora sentía más la cercanía con mi hermana, ya no existía la rivalidad con mi hermano menor. Sentía que estaba creciendo y esto se notaba en las conversaciones de mesas, ya mi opinión era tomada en cuenta. El verano llegaba a su fin y el momento de volver a Santiago yaseacercaba.

Cuando llegó ese día ya de volver, estaba en mi cuarto arreglando mis cosas cuando siento que mi padre me habla y medice:

15

-Hijo, quiero darte algo -y se acerca y me entrega la figura tallada por él durante todas las conversaciones. Era una hermosaave,unagarza.

-Guárdala,estáhechacontodoelamorquesientoporti.

Esa tarde mi padre y mi madre nos dejaban en el bus para volver, nos abrazamos y nos despedimos, cuando fue el turno conmipadresentíqueélseemocionabamuchoyloapretémás fuerte.

-Chao papá, nos vemos luego y gracias por tu regalo -Él asintiójuntoaunasonrisa.

Elbuspartióraudohacianuestrodestino.

El bus ya está entrando en la capital, y pienso que me espera otro año difícil, nuevo colegio nuevo compañeros, pero llego conmásfequenunca.Elniñoquepartióaeseveranoalsur,no eselmismoquevolvióalaciudad.

16
FIN

CLAUDIO AHUMADA

Lo hicieron

Lohicieron…

Bajarondelosárboles,

Separaronendospatas

Ymiraronalhorizonte.

Sehicieronpreguntas,absortosenlasestrellas.

Crearonritmosycanciones,

Contaronhistoriasehicieronfunerales.

Aprendieronanavegar,avolarcomoaves, einclusoexploraronlasfríasprofundidades.

Asílohicieron,sinpoderparar.

Asícontinuaron,corriendosindescanso, Creandodioses,colores,ordenydiferencias.

Inventandoaparatoseideales,

Justificandorazonesparadistintasguerras, conelsentidocomúnylalocuracomohermanasgemelas.

17

Grandesedificiosvacíosrozanelcielo, mientrasserezaenloscallejonesporrespuestas.

Apretonesdemanosentretiposconcorbatas, celebrandonúmerosestérilesdelaventaenlasemana, puestansolohansidounoscientoslosquehansaltadoporla ventana.

Plásticoymetal,competenciaydiversión.

Loscielossenublarontapandoelsol.

Yelsilencioseimpusoencadaunocomounareligión.

Lohicieronynopudierondejardehacerlo

Poraños,décadasysiglos,

Hastaquenadamáspudohacerse.

Soloconfinarseenelolvido.

18
19

Sed en el barrio viejo

A Roger le dolían los dedos como si un frío extremo los hubiera estado azotando por horas, pero no había sido así en absoluto.Dehecho,eraunanochedeveranobastantecálida.El dolor comenzó justo después que salió de su casa con el ceño fruncido, dejando atrás a su esposa y su hija adolescente. ¿Podría ser un síntoma de la tensión? ¿un síntoma de la pena? Recordaba sus rostros enfadados mirándole mientras salía por lapuerta,peroyahabíaolvidadoelmotivodeladiscusión.

-Peleas, de seguro fue por una hueá tonta. Siempre peleamos porpurashueás…estoyharto,necesitounacervezaoestallaré.

Había estado caminando por más de dos horas sin encontrar ningún bar abierto. “Cosa extraña”, pensó Roger. Ni siquiera las botillerías estaban atendiendo a sus clientes. Podía ver cómounaspocaspersonasdeambulabanasualrededortambién buscandounlugardondeahogarsuspenas.

-Amigo, ¡Ey! ¿Dónde puedo comprar algo para beber? –Preguntóaunancianoandrajosoquepasabaporallí.

-Si yo fuera usted, me aventuraría por uno de esos callejones. Avecesaparecenbaresentrelascalles.

-Ok.Gracias-respondióRogerconsequedad.

Se introdujo en los estrechos callejones del poblado norte sin pensarlo demasiado. Eran las tres de la madrugada, pero ya había caminado demasiado como para abandonar su búsqueda conlasmanosvacías.

CLAUDIO AHUMADA 20

Los callejones del poblado norte eran muy bellos. Casonas antiguas se erguían como gigantes atemporales resistiendo el “progreso” de la ciudad, todas muy bien pintadas, muy bien cuidadas. De sus balcones colgaban algunas plantas a modo de enredaderas y los faroles de color sepia parecían replicar a momentos aquella sensación de nostalgia que a veces brinda el pasado.

Aunque los callejones quedaban justo dentro de uno de los lugares más peligrosos de la ciudad, nunca se había reportado algún indicio de violencia o conflicto. Solo había ancianos viviendo en aquellos viejos edificios, todos callados y bastante alejados de la vida pública. Un silencio surreal gobernaba sus calles y por alguna razón desconocida, hasta los animales evitaban aventurarse en su interior. Caminar por el barrio norte siempredabaunasensacióndeincomodidadcasiirresistible.

Fue en éstos barrios donde finalmente, a la distancia, se pudo distinguir un letrero iluminado con tres grandes letras: “BAR”. Una sonrisa victoriosa se asomó en el rostro de Roger y se encaminó casi trotando.Al llegar, se sentó en una de las pocas mesas vacías que había y pidió una cerveza. Le ofrecieron “vinodelacasa”,peroéstelorechazó.Eranochedecerveza.

El lugar estaba repleto, lo cual era extraño para un bar tan difícil de ubicar. Más parecía un buen bar. Se podía ver en las paredes de madera cómo colgaban viejas fotografías de maravillas de otros tiempos, inventos e historias que al día de hoy ya gozaban de una popularidad mítica. Sonaba una radio antigua en uno de los rincones con música que no pudo reconocer, algunos animales disecados se esparcían al lado de la barra, y la entrada a los baños tenía aquellas típicas puertas debardelviejooeste.

21

Enunamesacercana,ungrupodeancianosmurmurabacosas inentendibles. Miraban continuamente hacía donde estaba él y luegovolvíanareunirse,comosisetratasedeunconsejo.

-Viejos de mierda, chismosos. No saben que más hacer con susvidas-pensóRoger.

La cerveza tenía un color ámbar oscuro y era de excelente calidad. A los tres vasos ya podía sentir los cosquilleos juguetones del alcohol, pero aún le faltaba bastante para quedar satisfecho.

-Disculpe ¿me trae otra cerveza? -preguntó cortésmente Roger

-¿Noprefierevino,señor?-contestólamesera.

La mesera era tan anciana como los viejos de la mesa cercana. Se paseaba entre las mesas ofreciendo vino mientras fumabasucigarromanchadodelápizlabialrojo.

-No.Enverdadquierootracerveza.

-Porsupuesto.

La mesera se perdió entre las mesas y los viejos comenzaron a murmurar nuevamente mirando en la dirección donde se encontraba Roger. Al percatarse que éste los miraba, elevaron sus copas repletas de vino y lo saludaron. Roger respondió el saludoconsuvasovacío,mostrandounasincerasonrisa.Ahora estabademejorhumor.

-¡Eh! ¡amigo! ¡¿vacío?! ¿Cómo es posible saludar correctamente a un borracho teniendo un vaso vacío en la mano?-dijounodelosancianos.

22

-Micervezavieneencamino,amigo-respondióRoger.

-Vengaparaacáycompartamosésteexcelentevino.

-No, gracias. Esperaré mi cerveza… además que con éste calor…

-Comoquiera¡Salud!

La mesera llegó con otra jarra de espumante cerveza y le sonriócoqueta.Rogerledevolviólasonrisaysellevóelvasoa los labios sintiendo que estaba justo donde quería estar. Realmentelehabíagustadoaquelbar.

Cuando la jarra de cerveza finalmente se terminó, Roger se vio a sí mismo con la frente sobre la mesa a punto de quedarse dormido. Ya se encontraba satisfecho, lo que ahora necesitaba erauncigarrillo.Aunquenohabíaproblemasparafumardentro del bar, decidió salir y echar un vistazo a aquel barrio del que conocía tan poco. Siempre le había gustado fumar y reflexionar teniendo frente a él calles vacías, lo ayudaban a vislumbrar con mayorclaridadlossentimientosquesedebatíanensuinterior.

-¿Se va el caballero? -preguntó la mesera cuando notó que Rogerselevantabadesuasiento.

-Sí… digo no. Aún no. Solo quiero fumar un cigarro afuera ¿Necesitaquelepagueahora?

-No es necesario, no se ve como el tipo de personas que escapansinpagar.Leguardaréelpuesto.

-Muchasgracias.

23

Afuera todo estaba callado, el único sonido que podía apreciarse a esas horas era el de las risotadas que venían desde dentro del bar y los sutiles susurros del viento. Las calles estaban desiertas, como si se tratase de un auténtico pueblo fantasma. Las luces iluminaban a medio foco el asfalto y las paredes multicolores de las casonas, dando la impresión de que todo fuera un colorido recuerdo nostálgico. El cigarro y el paisaje frente a sus ojos cumplieron su cometido, Roger estaba en calma. Pese a su borrachera, su mente estaba serena. Comprendía que debía hacer al llegar a casa, ya sabía cómo hablar con su hija y su esposa, todo parecía tener ahora una solución simple. “Después de todo, nos amamos…y queremos mejorar”sedijosonriendo,sintiéndoseafortunado.

El viento comenzó a soplar más fuerte, trayendo consigo un frío repentino que hizo a Roger olvidar completamente que era verano. El vino, que tan insistentemente le habían ofrecido a lo largo de la noche, parecía ahora una magnifica forma de calentar su cuerpo. Vio su reloj de muñeca y se percató de que éste se había detenido, lo cual no le produjo ninguna sorpresa, pues nunca le había cambiado la pila. Dedujo que eran más de las cinco de la mañana, por lo que se sorprendió de que el bar siguiese funcionando. Un poco de vino y luego volvería a su casa,yaerasuficientementetarde.

Entró en el bar con una sonrisa complacida en los labios. Se sentó y esperó a que la mesera apareciera para pedirle un poco de vino. El frío de la madrugada había helado sus manos haciéndole recordar el dolor de dedos que había sentido antes dellegaraaquelbar.

24
25

-Lo veo vacío de nuevo, amigo -dijo uno de los viejos de la mesacercana.

-Sí,peromevoyapedirunvinoahoramismo.

-¡Así se habla! Pero mejor venga para acá, únase a la conversaciónycompartamosdelvinoqueestáenéstamesa.

-Gracias,peroprontomevoy.

-Todos se van pronto, no se preocupe. Venga y escuche la historiadeéstasjóvenesalmas.

Roger quedó mirando sus rostros repletos de arrugas, todos estaban expectantes a su respuesta. El bar entero pareció silenciarse repentinamente para poner atención a lo que pasaba entre ambas mesas. La luz menguó, haciendo que las sombras sealargaranygirasenentornoaloshabitantesdelbar.Roger no se percató mucho de éste cambio debido a su embriaguez, pero se sintió incómodo. La mesera lo observaba con gesto sombrío, parada junto a un gran cóndor disecado que extendía sus gigantescas alas negras. Sintió el fuerte impulso de decir “NO” e irse inmediatamente, pero en su cabeza una voz le decía que no debía hacer el ridículo, que su borrachera le hacía malas pasadas, que todo estaba bien, que todo había sido muy agradable y que no tenía motivos para salir de allí corriendo ¿Qué estaba pasando? El mundo parecía haberse detenido en unextrañolimbo.

Finalmente se levantó de su asiento y caminó con la mirada nublada en dirección a la mesa en donde estaban los viejos.Al sentarse, se sintió perplejo. Los viejos lo miraban serenos, callados, y con sus pieles amarillentas como si estuvieran enfermos.Laradioqueanteshabíasonadotananimadamente

26

estaba fuera de frecuencia, haciendo que llegara a sus oídos desagradables sonidos de estática. Uno de los viejos sirvió en un reluciente vaso de cristal el vino del que todos estaban tomando, y se lo acercó en forma solemne. “Solo un vaso y vuelvo a casa, solo un vaso y vuelvo a casa… quiero volver a casa” pensaba Roger mientras llevaba tembloroso el vaso a sus labios.

La luz del bar volvió a su acostumbrado brillar, la radio finalmente encontró una melodiosa estación donde quedarse, y la vida pareció volver a todos los bebedores que hace tan poco rato habían permanecido petrificados observando el desenlace de la situación. Roger estaba feliz bebiendo de aquel exquisito vino, nunca se imaginó que tal bebida recompusiera tan gratamente su ánimo, sus pensamientos lúgubres desaparecieron completamente mientras ahora iba por un segundovaso.

-Yo pensé que te ibas a desmayar ¿sabes? Se te veía medio enfermo-dijounodelosviejos.

-No sé qué pasó, de un momento a otro me sentí extraño. A ustedes los vi diferentes, inclusive llegue a tener miedo ja,ja,ja -respondióRoger.

-Bueno,esopasaregularmenteconlosnuevos.

Mientrasseguíanbebiendoyriendo,lapuertadelbarseabrió y apareció a través de ella un joven de unos veinte años vestido deformapeculiar.Estesesentóenlamesaqueanteshabíasido de Roger y esperó a que la mesera llegara a atenderlo. Se veía realmentesediento.

-¡Ey!¡amigo!-legritóRoger,queyallevabasucuartovaso

27

-¿Ha?¿Sí,señor?

-¿Vasapedirunacerveza?

-Porsupuestoquesí.

-Terecomiendoelvino,esdelomejor.

El joven miró al anciano que le hablaba sin emitir respuesta. Vio sus arrugas cansadas, sus manos temblorosas, sus cabellos canosyluegodijo:

-Gracias, solo quiero una cerveza… no me quedaré mucho tiempo.

-Claro, niño. Por supuesto ¡Salud! –terminó diciendo el anciano Roger, mientras sus igualmente ancianos compañeros sereíanacarcajadas.

devino.
28

Nunca pasó - No fue tan grave

Micuerpotienecostrasyalgunasllagas

Mepica,avecesmeduelemucho Ymedesvanezco.

Parásitoscarroñerosypersistentes

Aparecensorpresivamente,intermitentemente

Conunaindolenciadespreciable serefieren aloenfermoqueestuve

Sigosiendojoven,perohaymuchodoloraún

Casimorí,hacemediosiglo

Porquemientrasellosniegan

Porquemientrasmemaltratan consussadismoexecrable yomeniegoaolvidar

Yomequierocurar.

WLADIMIR ELGUETA 29
30

WLADIMIR

El despertador sonó a las 9:30 de la mañana y Matilde lo reprogramóparaquesonaraenunamediahoramás.

–Para qué tan temprano, si es sábado, el supermercado estará abiertohastaalanoche–sedijo.

A las 10:15 ya estaba de pie y se asomó en la cocina para tomar la cafetera italiana, lavarla y hacerla funcionar, mientras poníaunahallullapartidaeneltostador.

“Igual buena la junta”, pensó al mirar las cuatro copas de vinoylozasucia.

Él la observaba hace un rato. Estaba cansado de una semana muy atareada, atendiendo asuntos como los bombardeos ocurridos en Kiev, y una amenaza de ataque de una tribu en Tanzania.Poreso,paraél,observaraMatildedevezencuando lo divertía, y lo hacía distraerse de sus preocupaciones. Sabía que Matilde se había juntado con cuatro amigos la noche anterior. También conocía a aquellos amigos, que eran del tiempo que estudiaban historia en el Pedagógico. Si bien no estuvo presente en tal carrete, estaba al tanto que Matilde les había comentado que había conocido un muchacho, un poco menor que ella, pero que la tenía confundida por sus indecisiones.Tampocoestuvopresenteenelmomentoenquea Leonor -la hija de Matilde- la pasó a buscar su papá el día anteriorparallevárselaelfindesemana,pidiéndoledisculpas

I
Él
ELGUETA 31

por no haberle pagado la pensión de alimentos acordada extrajudicialmente.Sinembargo,Élsílosabía.

Él observó que Matilde revisó el estado de cuenta y por tanto el depósito de Miguel, el padre de Leonor. Una semana de atraso. Esta fue por olvido, y las otras veces por no tener rentas estables, desde que se las dio de emprendedor como dice ella. Ya Matilde estaba en la ducha, sintiéndose un poco más despierta, aun cuando experimentaba algunos efectos adversos por las cuatro copas de vino, dos piscolitas y tres caladas de un porro,delanocheanterior. Porcierto,Matildehabíaperdidola cuenta de ese consumo, pero Él tenía los tragos contados como si fuera un garzón que debe cobrar la cuenta de una fuente de soda.

Mientras estaba en la ducha, Él aprovecho de bajar, introducirse en su casa y descansar un rato. Le caía tan bien ella. Le divertía esa personalidad relajada, distraída, histriónica y risueña. Su descanso duró hasta cuando, al quedarse detenido mirando la televisión prendida, vio las noticias sobre la condena de un teniente en retiro, uno de los tantos agentes del terror, en una masacre contra el pueblo de ese país algunas décadasatrás.

“Al menos esta humanidad tiene un poco de noción de lo que es la justicia”,pensó. Apagóydesenchufólatelevisión.

Bah –dijo Matilde al entrar a su habitación y ver la tele apagada, jurando haberla prendido. No le gustaba el silencio, y tras vanos intentos con el control remoto cayó en la cuenta que la tenía desenchufada- ¿Qué onda? –y procedió a enchufarla, dejándola en el mismo canal de noticias que escuchaba mirandodevezencuando,mientrassevestía.

32

Él no quería ver noticias. No quería ver televisión. Solo quería descansar la vista y los oídos de sucesos mundanos a gran escala. Y Matilde, con su cotidianeidad lo relajaba.

Encontróelcelularenlamesa,activólaaplicacióndemúsicay encontró como primera canción en una lista de Spotify “Amar en el Campo” de Teleradio Donoso. Nuevamente apagó la televisiónehizosonaraquellacanción.

Matildeseasustóunpoco.

–Algo debe pasarle a la tele –dijo, pero que haya sonado música de la nada era muy extraño. Sin embargo la canción la absorbió, y mientras se peinaba frente al espejo, comenzó a mover su cuerpo al ritmo de esas notas. Él sonrío y comenzó a acompañarla con aquella danza. Ella bailaba de manera desvergonzada, con un nivel típico de ridiculez cuando se piensaqueseestásolaencasa.

–Han estado creando buena música últimamente -dijoÉl.

Mientras sonaba “Vacaciones en el más allá”, Matilde revisó la televisión. La prendió, subió el volumen, cambió de canal.

Nada raro había en ella.Al menos no se había dañado. Lo que sonaba en ese parlante valía bastante la pena para esa mañana desábado,porloquenovolvióainsistirconlatelevisión.

-Qué raro –dijo, pero se olvidó del asunto. Revisó su celular y no entendía cómo pudo haberse activado. En el Whatsapp solohabíaunaudiodeMiguel:

-Hola mamá, acá estamos con mi papá subiendo el cerro SantaLucía.Tequeríasaludarydecirtequetequieromucho.

-Pásalo bien con tu papá, y espero que te haya llevado una parca porque se puede poner helado. Te amo pequeña ardilla -Fueelaudiodevuelta.

33

Había otros mensajes de grupos, pero aún ninguno de Cristóbal.

–Le escribiré igual no más.Total no estoy en edad para jugar aldaryquitar.

-No le escribas –le dijo Él, sabiendo que no podía escucharlo.

Pero en el momento en que Matilde abrió los mensajes de Cristóbal para saludarlo, Él se convirtió en un ratón, y se dejó ver por Matilde. Matilde gritó, agarró una escoba para apalearlo, mientras aquel roedor se paró en dos patas; la miró fijamente a los ojos, lo que hizo a Matilde tener misericordia. Másaún,lediohastaternuraelroedor.

-Vete muchacho, no quiero hacerte daño –y abrió la puerta intentando espantarlo. El ratón se negó a salir, dio un par de vueltas mientras Matilde hacia intentos de sacarlo con la escoba procurando no golpearlo, hasta que en algún momento desapareció.

Qué graciosa era tratando de maniobrar la escoba. Qué gracioso era pensar que Matilde le hablaba al animal pensado que no le entendía. Qué chistosos son los movimientos de Matilde.

Él, se tiró al sillón de aquella casa y se durmió. Estaba muy cansado.Sentíaquehacemilesdeañosnodormíaunasiesta.

Ella dejó la escoba en su sitio, pesando que la resaca le hacía teneralucinaciones.

34

Se encontraba bebiendo una cerveza negra. Zeus, en el otro ladodelamesa,disfrutabadeuna piscola.

-Lo único bueno de este país donde me traes es este brebaje –dijoZeussinesperarrespuestayobservadocomolasburbujas del vaso surgían y desaparecían, tal como había observado a la humanidaddesdehacemilesdeaños.

Él no sabía porque había escogido ese lugar para conversar. No tenía nada de glamorosa la pizzería Santo Domingo con Mosqueto. Quizás era la sensación de no exponerse tanto. Distinto a estar en Roma, Nueva York o Praga. No.Acá están en Santiago, escondidos y disfrutando de un barrio muy secular,enelcualalmenosaÉl,nadielepidenada.

-Estoy cansado –ledijo aZeus.

-Debiste haberlo pensado mejor antes de destronarme. Al menos yo tenía circunscripción en solo dos pueblos.Ahora con suerte se acuerdan de mí en los libros de historia. Te hiciste cargo de casi toda la humanidad. Cómo tan ambicioso. Igual con eso de haber bajado a la tierra y sacrificarte tú mismo la hiciste de oro. Créeme que no había como competir con eso. Porcierto,yoloheestadopasandomuybiendesdequedejaron decreerenmí.

Él abrió los ojos, bebió un sorbo de cerveza y en cierta medida envidió a Zeus. Restos de espuma, le quedaron en su bigote recién recortado en una barbería colombiana. Por ahí pasóunamujer,vestidadeoficinaydelamanodeunniño.La

II
35

tarde se estaba poniendo un poco más fría, así que se abrigó con un polerón con capucha. De todas formas, estar al aire libre un día soleado de invierno era bastante agradable. Zeus siguió a una joven oficinista con su mirada y sonrió pícaramente.

-Tampoco mi desempeño fue tan terrible. Es cierto que en algunos casos me divertía, a costa de un par de humanos; pero haciendo un balance general –Zeus bebió un sorbo de pisco–midesempeñofuebueno.

Él emitió un destello de risa al observar la autocomplacencia deZeus.Ésteúltimocontinuóconsucátedra:

-¿Te puedo hacer una sugerencia? Cuando los griegos y romanos me cansaban con sus guerras; o me abrumaban con su incesable búsqueda del conocimiento, la reflexión, las matemáticas o la ingeniería, de repente bajaba del Olimpo, y tenía algunos romances con muchachas bellas. Con eso me tomabaunrelajodelasfuncionesdeserdivinidad.

“En muchos casos fue violación. Tan bueno para los eufemismos este hueón”, pensó él, bebiéndose el último sorbo, ysorprendiéndosedelopegajosoquepuedesereseacento.

-¿Me sugieres que tenga encuentros sexuales o relaciones afectivas con humanos?

-No necesariamente. Conozco tu moralina. Lo que te digo, es que observes a un hombre o mujer en particular. Mira, fíjate esos dos jóvenes que tiene toda la pinta de que salieron de clases en la universidad. Si no me equivoco, estudian administración de empresas. Esos jóvenes, o bien esa mujer con su hijo que pasó hace un rato, tienen vidas intrascendentes. Esoesloquenecesitas.

36

-A ver, explícate.

-Toma tu planilla Excel donde tienes los datos de toda la humanidad. Mejor dicho, dile a uno de tus querubines que lo hagan–laexpresióndeZeusadquirióuntonoentreelsarcasmo y el desdén –y filtra primero por vidas sencillas, intrascendentes,quenotedenpreocupaciones.Unavezquelos tengas,hazotrofiltro:quenocreanentioquerenieguendeti.

-Me caen bien los ateos. No me responsabilizan por lo que les pasa.

-Y luego, busca una forma aleatoria de de seleccionar a una persona. Demás que debís tener un querubín estadístico. ¿Me cachay?¡Chucha,porquésemepegaesteacento!

-Entonces…

-Ve a verla de vez en cuando, cuando necesites descansar. O hazte de una rutina, dos sábado por mes por ejemplo. Total los sábados son el día del señor para algunos de tus seguidores. Bueno, cóbraselos. Una vez ahí, obsérvala. Mira sus detalles. Revisasuvida.Juegaconellayconsurutina.Hazletravesuras yolvídatedelresto.

Él levantó la mano y le preguntó a la garzona qué cerveza le recomendaba.

-La ipa artesanal que tenemos está para los dioses –exageró lamuchacha.

37

La siesta duró más de lo esperado. Sin duda fue reponedora.

Desde que la va a visitar, -de hace tres meses los días sábadono había dormido de esa forma. A lo mejor eso también le hacía falta. La verdad es que para Él, dormir no es una costumbre. Lo despertó nuevamente la televisión. Qué incorregible es esta Matilde. Al menos no eran noticias sobre el mundo, de las que pretendía evadirse, sino un programa de farándula, donde se comentaba de manera bizantina una advertencia que hacia una chica de apellido Aránguiz, a una madura mujer a la que le llamaban la Geisha. Él, atento, e incrédulo, a lo que se conversaba, eyectó una risotada. Total, soloqueríadescansar.

Pero, ¿Dónde estaba Matilde? Se acercó al dormitorio, y ahí estaba, tarareando una canción que sí conocía –por cierto -pero que no había significado. Matilde frente al espejo. Bella, como siempre, pero sencilla y muy real. Se estaba maquillando, y todo indicaba que iba salir. Ya eran las 5 de la tarde y Él se preguntó donde iría. Lo sabía, pero de todos modos lo quiso confirmar.

“Entoncesnosencontramosalas18:00frentealMAC”decía esemensajedeCristóbalenelcelulardeMatilde.

No te conviene ese chico, Matilde. La quiso retrasar. Nuevamente apagó el televisor. Conectó el parlante e hizo sonar “Babies” de Pulp. Justo la canción que Matilde estaba canturreando con un inglés deplorable. Bueno, ella era profesoradehistoria.

III
38

“Definitivamente algo muy extraño está pasando en esta casa” pensó Matilde. Pero su escepticismo y su ateísmo la hicieron revisar nuevamente los artefactos, notando que nada de ello tenía anomalías. Se quedó pensando un poco, pero se encogió de hombros y continuó con su labor frente al espejo, peroestavezconlacompañíadeesacanción.

Pero de pronto una cucaracha se cruzó por aquel espejo, lo que le hizo dar un salto, y equivocarse con el labial. La línea roja sobre la mejilla los hizo reír, tanto a ella como a Él. Para no romper el espejo, Matilde reaccionó con parsimonia. Ese día no le daría muerte a ningún ser vivo. Fue a buscar un papel para sacar al bicharraco del lugar. Pero cuando volvió, el artrópodoyanoestaba.

Esta vez Él no se estaba divirtiendo. Luego de convertirse en ese invertebrado, cayó en la cuenta que estaba utilizando recursos un tanto patéticos para impedir que Matilde saliera de sucasa.

IV

-No es el chico que le conviene ese tal Cristóbal -dijo con airemelancólico.

-¿QuiéneresTúparaafirmarlo?

-¿Te parece poco? Yo quiero lo mejor para ella. Además la quiero y le estoy muy agradecido de lo que ha hecho por mí.

-Sinqueellatengaideadenada -estallóencarcajadasZeus. 39

-Desde su ruptura matrimonial que ella está buscando cierta estabilidad. Debe ser algo de culpa por haber engañado a Miguel. Ella quería a Miguel, pero solo se confundió con otra persona que conoció en una fiesta. Miguel no la perdonó.

-Laculpa.Siemprelaculpa.Esoesalgoquetúhasinculcado atusseguidores…

-Y Cristóbal no representa eso para ella. No es mal cabro, pero tienen proyectos distintos.

Él revolvió el café y sorbeteó la cuchara. Buen café vendían ahí.Zeusobservabaconamorydeseólamedialunaquerecién elgarzónlehabíapuestoenlamesa

-Bueno, Cristóbal solo quiere divertirse, y Matilde busca una relación.

-¿Yporquéesadecisiónnoseladejasaella?Yatiene treinta yochoañosyunahijadeseis.

Él tomó un sorbo de café, le dio una cucharada a la tartaleta. Guardósilencio.

-No intervengas -dijo Zeus- la idea es que solo fueran travesuras.

-La hará sufrir. No puedo predecir el futuro, pero lo sé. La otra vez la sorprendí llorando. Le acaricié el pelo. La abracé. La consolé. Creo que mi presencia le da paz.

Salieron caminando por la calle Bandera en un día nublado. Era invierno en Santiago y el atardecer llegó como a las cinco y media de la tarde. No es muy común que en Santiago se oscurezcaaesahora.

40

-¿Te estás enamorando? –preguntó Zeus al llegar a la altura de la calle Catedral, observado la sede del ex Congreso nacional, y pensando en lo bonito que puede ser la arquitectura enSantiagodeChile.

-No. Ese es un sentimiento que mis creadores no me dieron.

-Vamosporunaspiscolas.

No sabía cómo explicarlo. Pero no quería que Matilde se viera con Cristóbal. Ahí estaba Matilde buscando las llaves. Primero en el mueble donde las colgaba. Luego vació de cachureos y basura su pequeña cartera. Matilde se sentía atrasada, sabiendo que la puntualidad era algo que a sus treinta yochoañosdebíamejorar.

-Matilde, tenías que ir al supermercado –ledijo.

Matildeloescuchódentrodesucabeza.“Mequedacomiday Leonor llega mañana en la noche. Tengo tiempo para comprar”,sedijo.

Él sintió que transgredió el límite. Podía hacerlo por cierto. Detuvo el tiempo mientras Matilde miró que la llaves se encontraban en la repisa de los libros, junto al “Pedagogía del oprimido”dePauloFreire.

Él sintió que podía hacer muchas cosas. Podía convertirse en un atractivo hombre, cruzarse con ella en la calle y hacer que un querubín la flechara. Podía conocerla, invitarla a un café, besarla, hacer el amor y quedarse con ella asumiendo esa apariencia, envejecer con ella y quizás, renunciar a la inmortalidad.

V
41

Podía también hacer que Cristóbal no llegara a la cita. Cruzarlo con una chica más atractiva que Matilde (para Cristóbal); como era inestable, no lo pensaría dos veces, se quedaría con esa mujer quizás hasta qué momento. Llamaría después a Matilde pidiéndole disculpas por el plantón. Matilde sufriría,peronoselaperdonaría.

Incluso podría convertirse en un conductor a exceso de velocidad. Con lo distraída que era Matilde, cruzaría en cualquier lado. Se acabaría rápido, y se la llevaría con Él. Estaría bien y más aún, en la eternidad. En ese tiempo detenido, pensó también en Leonor. “Ayudaré a su papá a criarla. Es un buen padre”, pensó. Se imaginó que mientras conducía, de la nada se le aparecía Zeus en el asiento del copiloto, diciéndole con sus labios invisibles por esa barba canosa:“Teestásextralimitando¡Nolohagas!”

42

Podía hacer muchas cosas. No hizo ninguna. El tiempo volvió a activarse y Matilde tomó las llaves, se acomodó su carteracruzada,ytomóunachaquetafucsiaparapartir.

-No te vayas –ledijo

Matilde se detuvo. Se dio vuelta. Lo había escuchado. El departamento estaba vacío. Se encogió de hombros, sonrió y salió.

-Adiós Matilde –dijo ya en la soledad de esa casa, comprendiendo que esas visitas ya no le significaban un descanso, y pensando en las razones de porque les regaló a las personasellibrealbedrío.

43

GONZALO PINTO

Encuentro

Polasemuevelento,contorneasucuerpo frotándolocontralapared.Memira,caigoen susojos.Llegaamismuslos,sucabezase paseapormicuello.Sehaceunsilencio comprometedor.Mimanovadesucuellohasta mibolsillo.Palpo,ahíestá,unenvoltorio plásticoyensuinterioralgoblando.Lollevoa mibocaylosrasgo(séqueesonosedebe hacer).

Polasabeloqueviene,lamemidedoanular. Medalaespaldaysealeja,memiradereojoy caminahaciasuplato.ElChurulavuelveloca.

44

La respuesta

Pablocaminamirandoelsuelo,esquivandolacacadeperroy los trozos de vidrio que se esparcen en la vereda. Bueno, si a eso se le puede llamar vereda. Cruza la calle rumbo al paradero de la 412, está lleno. Nada nuevo, siempre son las mismas personas, a la misma hora y con la misma cara. Rostros que reflejancansancio,hastío,perosobretodoaburrimiento.

La micro llega, con su aroma a fierro y grasa. Parado en el pasillo de la micro, junto a una señora gorda con mejillas rosadas y de mirada amable, se duerme por un segundo. Las manos de ambos se tocan en cada curva que toma la micro, se aferran con seguridad al fierro horizontal que los mantiene pivotados al piso. La gravedad parece no existir en este vehículo.Sesacuden,dansaltos,segolpean.

Pablo mueve su brazo, baja su mochila hasta el piso y la deja entre sus piernas, la cuida, en ella está lo más importante del día. Mira por la ventana, las imágenes que observa no parecen humanas, solo siluetas que se deforman al pasar por el sucio y empañado vidrio. Carros de sopaipillas, arepas, calcetines, cigarros americanos, perros calientes. No piensa en nada, su mente en blanco se sume en la contemplación de su realidad. Unasacudidadelamicrolodespierta.

I
GONZALO PINTO 45

Lo sabe, Pablo lo sabe, a sus 27 años la vida se ha encargado de hacerlo crecer rápidamente. Recuerda las tardes junto a su padre, sentados en el patio delantero de su casa, mirando el Cerro Navia, esa pequeña porción de tierra que siempre pensó insuficienteparaserllamadacerro.

La micro se detiene,Alameda esquina Serrano, justo fuera de la estación Universidad de Chile. Pablo se abre camino con esfuerzo y desciende, un aire frío le obliga a entrecerrar los ojos. Dobla su brazo en un ángulo extraño, es necesario para tocar su mochila que a su espalda se aferra, todo en orden. Caminalentoperodecididohaciaelponiente,veredasur.

Mientras camina recuerda a Mauri, esas conversaciones en el Parque San Borja, los paseos por los alrededores del Bellas Artes mirando los rayados en las paredes, en especial los esténciles.Siemprebuscandoelmejorlugarparadejarlahuella delartecallejerooelhollíndelfuego.

“El Fuego Camina Conmigo” era la frase favorita de ambos, Pablo la lleva tatuada en su antebrazo derecho con letra "Complex".

El sonido ensordecedor de las micros, autos, vendedores y ese ruido tan característico de las ciudades que es una suerte de zumbido subterráneo difícil de describir. Ese barullo alienta a Pablo a seguir, su paso se hace lento. Se encuentra en "La portada de Guías", ingresa al pasaje flanqueado por grandes muros grises, de los cuales cuelgan infinidad de cables. Continúa su andar, hay un extraño e inusual silencio en ese lugar, de frente se encuentra con un automóvil que le impide el paso y del cual un "uniformado" le hace señas con la mano indicándolequesehagaaunlado.Pablolomirasinhacer

46

movimiento alguno, el uniformado toca la bocina, Pablo se hace a un lado, el auto pasa y se escucha desde dentro del auto ¡ahueonao!

Alonso de Ovalle con Zenteno. Pasa decidido frente a la garita que cobija a una paca que lo mira con indiferencia, cruza y se queda mirando la armería de la esquina. Desde niño le fascinaronloscuchillos.

Nuevamente toca su mochila, hay algo de humedad en ella. “Apúrate” –susurra una voz interior-. Acelera el paso para llegarrápidoasudestino.

IIBulnes65,edificiode5pisos,Pablosedetiene,unapuertade hierro forjado lo recibe. Sus manos sudan y las piernas le tiemblan.Piensaenarrepentirse.Sonlas07:30delamañana,la ciudadcomienzasuandar.

Su cabeza se nubla, mira los árboles, la bandera gigante a lo lejos, se seca el sudor de la frente. Un niño que pasa lo mira con cara de asco. Se frota las palmas de las manos, están húmedas. Una náusea nace en su estómago, sube por su pecho y se detiene en su garganta. Desanda sus pasos y camina hacia la Alameda por el Paseo Bulnes. Me tengo que calmar –dice para sí-. Respira hondo y exhala despacio, cruza Alonso de Ovalle, las chicas que ahí patinan lo esquivan y rodean, él sonríe.Yacomienzaacalmarse.

47

Pablosereponeysedecideaactuar.

07.45: Se sienta frente al edificio con la mochila entre las piernas,laabreymiraensuinterior,todoenorden,lacierra.

08.00:LlegaClaudia.Unajovendeaspectocorriente,cabello negro tomado en una cola de caballo, piel blanca que recuerda a un plato de baquelita y una mirada embotada, ausente. Se sienta junto a Pablo y le besa la mejilla. Ella dice a Pablo: movámonos de acá, estamos muy cerca, vamos allá, donde estánlasrocas.

Mientras caminan, Pablo comienza a hablar de la nada. Sabes -dice- hoy me vine en la micro junto con una señora gordita que me miraba con mucha ternura, me recordó a tu mamá, siempre pienso en ella y en su enfermedad, lo mucho que la cuidabas y como tu padre sufrió la pérdida. Claudia escuchaba ensilenciomirandoelsuelo.

08.10: sentados bajo las rocas que recuerdan el legado de Cerda, Claudia abre su mochila y con mucho cuidado extrae un raro mecanismo, mezcla de metal, cables y plástico. Pablo lo recibe con ambas manos, tal como un niño recibe su primera comunión al estilo romano antiguo, lo mira queriendo no entenderquéesnicómofunciona,peroentiendeperfectamente. Sólo una certeza, una vez encendido no se puede apagar. Lentamente lo deja en el bolsillo exterior de su mochila, este lo había acondicionado para ese efecto, recubriéndolo con cartón ypapelmetálico.

EsinviernoyenSantiagoaesahoratodoestágrisyfrío.

08.25: El pasto húmedo obliga a Claudia y Pablo a pararse y acelerarsudespedida.

48

Pablo: Gracias Claudia, sé que fue un riesgo traer esto desde Puente.

Claudia:Notepreocupes,esloquehayquehacernomás.

Pablo:Esverdad,peronoseastanfría.

Claudia:Nolosoy,simplementenotengonadaquedecir.

Con estas últimas palabras se aleja sin mediar contacto, caminahaciametroSantaIsabelsinvoltearjamás.

08.26: Pablo se mira las zapatillas, respira 3 veces de forma enérgicaycomienzaacaminarhaciaeledificio.

08.36: ingresa al edificio, muestra su credencial, saluda al portero y toma el ascensor. En el segundo piso suben 2 uniformados,losaludancortésmente.

III

Tercer piso. Se abre la puerta del ascensor y de frente se encuentra con una sala llena de gente, en su mayoría militares. Ensumochilaseevidenciaunamanchadehumedad.

“Hola Pablito”, se escucha a lo lejos entre el ruido de teléfonos, conversaciones y música. Pablo afina la mirada y ve que es su jefa. Levanta tímidamente la mano y le hace un gesto de saludo junto con una extraña mueca, como si las palabras no salieran,sinoqueentraranensuboca.Mirasuoficina/bodegay caminaendirecciónaella,alentrarseencuentraconsu

49

desorden habitual, papeles, guantes de trabajo, cascos, cajas con antiparras, bloqueador solar y extintores, muchos extintores.Pabloesingenieroenprevenciónderiesgos.

Se quita la mochila con mucho cuidado y la deja junto a su pequeño escritorio, un extraño aroma se desprende de ella. Abre el bolsillo exterior, el mecanismo se encuentra intacto, peroahoraunapequeñaluzparpadea.Conchetumare-musita-y se apresura a sacar el extintor, lo pone entre sus piernas a un nivel donde los demás no lo ven, aunque no era extraño verlo hacer esto ya que es parte de su trabajo. Extrae el manómetro, la válvula y manguera, los pone sobre su escritorio, toma el mecanismo y lo introduce con cuidado. Lo sumerge en los compuestos que exudan un aroma a químicos y flores, lo empuja con su dedo y escucha el “click”, está listo se dice para sí.Vuelveaarmarelextintorylodejajuntoalosdemásquese encuentranasualrededor.

¿Cuántos hice ya? Se pregunta, ¿serán suficientes? Vuelve a replicar la voz en su cabeza. Se sacude el pelo y se da un pequeñogolpeenlasien.Sequedamirandoporlaventana,alo lejos se ve el Cerro de Renca. Él lo sabe, algo está mal. Es necesarioquelagentedespierte.

Pablo es un joven tranquilo, en su pasaje todos lo quieren por ser muy educado y dedicado a sus padres. De niño no se destacó entre sus amigos, nunca fue un líder ni tenía aptitudes físicasquesobresalieran,algomuyimportanteenlainfanciay

IV
50

hasta la pubertad. Ser fuerte físicamente te daba un estatus. No obstante, siempre se las arregló para relacionarse sin problemas.

Como es común en los sectores periféricos de la capital, luego de salir del colegio te espera la vida laboral. Son pocos losquepasandelamediaalaeducaciónsuperiordirectamente, ya sea por capacidad intelectual, formación o solvencia económica. Pablo no fue la excepción a ello, al salir del liceo, comenzóatrabajarendistintosoficios,hastaquelocontrataron como garzón en un restaurante de calle Dardignac en el Barrio Bellavista. Este trabajo le permitió estudiar. Su vocación nunca la tuvo clara y al mirar carreras, se inclinó por la que se acomodaba a sus horarios de trabajo y que tuviera campo laboral.Sedecidióporingenieríaenprevenciónderiesgos.

Trabajando en este restaurante conoció a mucha gente, compañeros garzones, cocineros, clientes y todo quien frecuentara estos lugares y sus alrededores. Aprendió a lidiar con los ánimos de los comensales, sus personalidades y gustos, además aprendió algo fundamental en su vida; hay quienes sirvenyotrosquesonservidos.Estareflexióncalóhondoensu ser.Losclientes,profesores,sujefe,losjefesdesuspadresy de ahí hacía arriba, todos se explotaban en una cadena infinita de abusosconsentidos.

En un principio fue sólo una reflexión algo vacía, pero importante. De a poco comenzó a investigar sobre el tema, música, libros, películas, documentales y todo lo que podía absorberenlostiemposlibresdetrabajoyestudio.Seconvirtió en su pasatiempo favorito. De a poco y sin darse cuenta comenzóaacumularunresentimientopoderoso.Revisitabasu

51
52

propia historia y en todo encontraba huellas del abuso, de sobreadaptación. Sus padres fueron el modelo, en ellos podía ver las cicatrices que deja un sistema que estruja a sus componentes, los lleva al máximo de sus capacidades para luego expulsarlos como desechos inservibles. En fin, algo defectuosoeinútil

Pablo es el subproducto de una máquina que convulsiona y crece, devora y escupe. Pablo estaba enfermo y nadie lo sabía, aPablolohabíanenfermadoynadiepudoayudarlo.

VI

09.00: A lo lejos el Cerro Renca entra por los ojos de Pablo como un gigante de tierra y rocas, en su mente lo imagina lanzando lava, agrietándose, dejando ver sus costuras de fuego. Palpitando desde el centro de la tierra y finalmente explotando, transformándose en una bola de fuego anaranjado que se eleva kilómetros y cuya onda expansiva arrasa con todo, hasta llegar asuventanayromperlosvidrios.

Life on Mars se escucha en el aire, es el ringtone de su jefa. Pablo voltea y ahí está ella con su postura recta y un peinado demasiado tirante. No entiendo como a ella le puede gustar Bowie–piensa.

-HolaPablo¿veoquehoyllegasteunpocomástarde?

-No, la verdad es que llegué a la hora de siempre. Replica Pablo.

53

Se escucha un sonido extraño, como si soltaran de golpe el aire de un inmenso globo. La jefa de Pablo lo mira y pregunta ¿Qué fue eso? Pablo no contesta y sonríe mientras el rostro de su jefa se ilumina de amarillo, rojo, para finalmente envolverse en fuego, al momento que un trozo de metal desgarra su pecho, su pelo desaparece junto con un grito que se extingue. Pablo Siente como se eleva abrazado por las llamas, impulsado hacia atrás, atravesando el cristal de la ventana, sus ojos por última vezmiranelcielo.

Todo se detiene, Pablo se hace uno con el caos, con el fuego, susersevuelveviolencia.

54

Corría abril del año 1986. Bajando del metro estación Pedro de Valdivia, llegaba a mi turno de mañana. Registrada la entrada y luego de colocar mi uniforme de rescate, me encuentro con el conductor de turno en la plaza de estacionamiento, el cual revisaba el Móvil 19. Una vez lista la revisión del móvil, me puse hacer el aseo y cambiar sábanas a la camilla. Hecho esto, ataco la mantención del oxígeno portátil con su flujómetro con agua exacta. Hecho. Luego aparece la enfermera de turno y a ella colaboro en el conteo de los medicamentos como por ejemplo la morfina, lidocaína, amparax, dipirona, nifedipino, trinitrina y diversos sueros, como por ejemplo fisiológico, Ringer Lactato, glucosa al 5%. Lo otroqueeradepreocupar,eranlosparchespara el uso de urgencia del desfibrilador y los gel para hacer electrocardiogramas, ya con estos artefactos se confirma su carga de uso para la emergencia. En un minuto a solas pedí que fueseunbuenturno.

El 19
55
JUAN FIGUEROA

Ya todo listo, nos preparamos para cualquier salida y llegando a las 09:30 nos toca una emergencia. El móvil listo. Esperamos al doctor, la enfermera, y partimos con balizas y sirenas a toda marcha hacia Calle los Pescadores 112, comuna de Ñuñoa. Datos de la urgencia: dolor al pecho, adulto, 69 años, varón, orientación clínica, diabetes, hipertensión,tabaquismo,Etc.

Móvil 19, en QTH. Era una casa típica de Ñuñoa, color blanco y tejas rústicas. Nos bajamos a toda prisa y ahí la familia nos esperaba. El doctor hace chequeo de conciencia y tacto físico, mientras que la enfermera tomaba la presión arterial e instalaba el monitor. Empezamos a tener frecuencia cardiaca. Comienza la aplicación de calmantes a través de vía endovenosa, se toma un nuevo estado de glicemia de 190, presión arterial 180 con 95, temperatura 39 grados. Ya estable el paciente, el doctor reúne a la familia e indica que este debe ser hospitalizado con suma urgencia en un lugar de asistencia cardiorrespiratoria, los familiares asienten con un sí y es allí que se hace contacto con base Central para ubicar dentro del convenio del paciente donde hubiere lugar para su hospitalización. Ya confirmado el hospital clínico, subimos al paciente a la camilla y pasamos por un pasillo rumbo al móvil, levantamos y desplazamos hacia el interior de laambulanciaalasistido;desúbitoapareceuna

56

hija de este hombre gritando “¡Ahí viene el padre, esperen por favor!”, y para nuestra sorpresa era el cardenal Raúl Silva Henríquez, vecinodenuestropaciente.Élseencargadedar su bendición al amigo y a nosotros y luego nos vamos con sirenas y luces rumbo al hospital. Ese día salvamos una vida y la otra parte la colocólafe.

57

La invitación

Década de los 80, yo cumpliré 15 años el 12 de octubre del año 80. Montado en mi Caloi, por calle La Concepción, he visitado y pasado una y otra vez frente al 322. Allí viven tres chicas y he querido hacer lo posible por cruzar palabras con alguna de ellas. Son muy lindas esas tres hermanas, he querido invitarlasdesdequelasconocí.YoenmibicicletaCaloi:aella, lamayor,unajovendelgada,biencontorneada,depálidorostro y melena corta, casi de mi estatura. Yo la he mirado, y sé que ella en su silencio ha hecho lo mismo. Pero bien, estamos en septiembre y me queda poco tiempo para hacerme el valiente y abordarla para que esté en mi cumpleaños. Esto lo saben muy bienmisamigosClaudioPérezCotapos,ClaudioLoayAlfredo Cic. Ellas son muy flores de rosa. He escuchado que su madre es profesora de Estado y que su papá fue un congresista que tiene una Citroneta AKX330. A mediados del mes de septiembre hice contacto visual y de palabras con ella, en la paqueteríadeLuzMira.VoyyledigoholasoyJuanEduardoy túcómotellamas,Marcela,MarcelaPicardo.Salimosjuntosde la paquetería y le pregunto si quisiera ir a la fiesta de mis 15 años el día 12 de octubre, ella sonríe y agrega: yo estaré el 15, qué curioso, somos del mismo signo, eso es bueno, sí, muy buena onda, contesto. Le digo, yo vivo dos cuadras hacia la cordillera, en el 137, y ella me pregunta dónde estudio, a lo cual respondo que en el Victorino Lastarria, y tú, le pregunto, ella me dice en el Colegio Divina Pastora de Pedro deValdivia y sobre lo mismo me dice si quieres mi compañía debes hablar conmispadres.Miercalemetrabé,perolerespondíqueasílo

JUAN FIGUEROA 58

haría. Entonces ella me dice vamos. Fue un doble chuta para mí. La acompañé a su casa y me presentó a sus padres, la señora Carrasco y el señor Picardo, yo ahí, y por dentro se me daba vuelta todo el estómago. Pedí su permiso, ellos preguntan nuevamente mi nombre y yo les doy el del barrio, Juanito Caloi, era mejor que decir Juan Eduardo, pero decir Caloi no fue suficiente. El padre, don Oscar Picardo, me bombardea a preguntas, y tienes más hermanos o hermanas, sí, digo yo, somos cinco en total, el mayor estudia medicina y el otro licenciatura en filosofía, ambos en la Universidad Católica, los menores en la escuela Francisco Andrés Olea. Hasta ahí todo bien, sin más preguntas, pero viene la infaltable pregunta, tus padres qué hacen, yo respondí mi papá es dueño de un almacén y mi madre es modista. Hubo un silencio corto y la señora Carrasco pregunta entonces cuándo es la fiesta, con una sonrisa enmiinteriorledigoel12delmesqueviene,desdelas21alas 24 de la noche, yAdela mira a Oscar y con un movimiento de cabezahaciendodesdearribahaciaabajotresveces,dedujeque eso era un sí y me alegré. Tienen permiso, pero las tres, ya jovencito,yyodijeya,súper.

No perdí más tiempo, así que hablé con mis amigos; en esos días nos pusimos a grabar música, a los KC & The Sunshine Band, Village People, Creedence, Grease Brillantina, The Tramps, Foot Loose, The King, Frankie Smith, Boney M, Al Stewart, Silvester, Supertramp. Ya listos con estos temas y otros, nos poníamos al día con las luces rítmicas, la estroboscópica, el pulpo y la esfera disco. Yo trabajé con mi papá todos los días, quería unas zapatillas Adidas y un buen Jeans de Mezclilla, cumpliría 15 y quería llamar la atención de Marcela, ella la chica más hermosa que conocería. Después de estar con sus padres y contar con su buena onda, pasé a ir los finesdesemanayamediasemanaavisitarla,sumadreysu

59

padre estaban todo el tiempo en casa luego de cumplir con sus trabajos. Les fui cayendo bien y ellos a mí y mágicamente un día dos de octubre quedamos solos y en silencio, juntos nos cruzamos nuestras miradas y en mi ansioso corazón le pido si quisiera ser mi polola, ella mira, se levanta del sillón, va hacia la cocina, pasa por el comedor y llega al living y me dice que sí. Practicamos un beso corto pero muy hermoso, nuestros corazones se fundieron en uno solo ese 2 de octubre de la primavera del 80. Ese día sería el principio de un largo caminar.

60

El árbol

Enmediodelfundodelosvecinoshabíaunpeumo queseerguíasolitarioporsobrelasplantacionesde trigo.Eldíaenquetuvieronquecorrer despavoridamentedelosperrosqueveníana atacarlos,lodivisaronmajestuosoeiluminadoporel solprimaveral.

Sindudarlo,corrieronhaciaélycadaunodeellos trepóatravésdelasramas,queparecierontenderles unamanoenmediodeladesesperación.Luegode ladrarlesviolentamentepormuchotiempo,losperros finalmentevolvieronasulejanaguaridaalescucharel silbidodeunodesusdueños.Cuandoellosyase encontrabanfueradepeligro,elárbolseremecióuna yotravezhastaquepudolibrarsedelpesodelos niñossobresushombros.

61
FABIÁN HEVIA

Los perros

Como era de costumbre, el primer lunes de cada mes, a la familialetocabairalpuebloavendereintercambiarproductos que cosechaban. Esta vez llevaban muchos tomates, pimientos, zapallositalianosypepinosqueseveíangrandesyfrescos.

Tuvieron que ir en dos carretas, ya que no cabían todos en una.Alllegaralpueblolesfuebiendesdetempranoypudieron deshacerse de absolutamente todo lo que llevaban; intercambiaron algunas cosas por otras verduras, semillas y granosyvendieronotras.

Cuando llegó el momento de volver a casa, una de las carretassedescompuso,asíqueteníansolounadisponiblepara movilizarse y como era usual, los más pequeños fueron los perjudicados. Los adultos decidieron que ellos se vendrían en la carreta buena con las cosas que intercambiaron y los demás tendríanquevolveralcampocaminando.

Para llegar del pueblo a la casa, había dos rutas que solían hacer: la primera, a través del camino público que significaba varias horas de trayecto, y otra en diagonal a través de los terrenos de vecinos que era mucho más directa y rápida, por lo tantoycomosiempre,optaronporlamáscorta.

FABIÁN HEVIA 62

Como era de costumbre, el primer lunes de cada mes, a la familialetocabairalpuebloavendereintercambiarproductos que cosechaban. Esta vez llevaban muchos tomates, pimientos, zapallositalianosypepinosqueseveíangrandesyfrescos.

Tuvieron que ir en dos carretas, ya que no cabían todos en una.Alllegaralpueblolesfuebiendesdetempranoypudieron deshacerse de absolutamente todo lo que llevaban; intercambiaron algunas cosas por otras verduras, semillas y granosyvendieronotras.

Cuando llegó el momento de volver a casa, una de las carretassedescompuso,asíqueteníansolounadisponiblepara movilizarse y como era usual, los más pequeños fueron los perjudicados. Los adultos decidieron que ellos se vendrían en la carreta buena con las cosas que intercambiaron y los demás tendríanquevolveralcampocaminando.

Para llegar del pueblo a la casa, había dos rutas que solían hacer: la primera, a través del camino público que significaba varias horas de trayecto, y otra en diagonal a través de los terrenos de vecinos que era mucho más directa y rápida, por lo tantoycomosiempre,optaronporlamáscorta.

Esa mañana estaban ansiosos por llegar a casa porque salieron muy temprano. Ya habían pasado por los terrenos de todos los vecinos y solo quedaba el fundo de los Martínez. Era el más grande de la zona y tenía una enorme siembra de trigo ese año que parecía no tener fin: cruzaba unas lomas lejanas y terminaba justo antes de llegar a la casona patronal que quedaba en el centro de la propiedad, pero por la distancia apenasyseasomabacomounaagujaenmediodeunpajar.

63

Luego de un par de horas, se encontraban en el último potrero de los Martínez antes de llegar al cerco que colindaba con su casa. De pronto escucharon, junto con el sonido del viento en el eterno trigo, el ladrido de varios perros que parecían acercarse. Al observar al horizonte, vieron a los animales atravesar la enorme siembra de forma rápida y decididadirectohaciadondeseencontrabanellos.

En un principio no se asustaron, pero cuando los vieron ladrar violentamente no dudaron en comenzar a correr. Nena era la más rápida y suspicaz del grupo de primos, por tanto, tomó la delantera e inmediatamente se dio cuenta que estaban demasiado lejos de la cerca como para alcanzar a salir del fundo antes que los perros los alcanzaran a todos. A pocos metros de ellos divisó un árbol que se erguía solitariamente en mediodeltrigo.

Sin dudarlo gritó tajante: “¡Subamos al peumo antes que lleguen los perros!”. Sus primos obedecieron sin dudarlo e intentaron subir.Todos lo lograron excepto el más pequeño del grupo, Memito, por lo que ella lo ayudó desde abajo. Cuando por fin pudo subirlo, los perros ya estaban demasiado cerca como para que alcanzara a trepar, así que Nena, de un decidido salto,quedócolgadaenunaramadelpeumo.

Allí se quedaron por unos minutos que parecieron horas mientras los perros les seguían ladrando hacia arriba. Todos estaban quietos, pálidos. Nunca les había sucedido algo similar.Alo lejos se escuchó un silbido y los perros corrieron inmediatamentehaciaél.Cuandoyaestabanlosuficientemente lejos, Nena dijo con seguridad: “bajemos ahora y salgamos de acá”.

64

Uno a uno sus primos fueron bajando del árbol de manera obediente y ordenada para retomar su camino a casa. Luego siguieron caminando en dirección al cerco donde siempre cruzaban. De repente escucharon a los perros venir corriendo hacia ellos una vez más, parecían más agresivos que la primera vez. Se miraron con miedo y complicidad y sin decir una palabratodosempezaronacorrer.

En ese momento el corazón se les aceleró como si se tratara del fin de sus cortas vidas y corrieron como si no hubiera un mañana. Los primeros en llegar al cerco fueron los primos mayores y el último nuevamente fue Memito, a quien tuvieron queayudarlodesdearribadelacercaasubir.

Cuando ya estaban por terminar de cruzar todos, oyeron un grito desesperado. Uno de los perros había agarrado de la pequeña pierna a Memito, que fue jalado hacia el suelo. Sin dudarlo un segundo, Nena saltó cerco abajo para tratar de liberarlo, pero con solo tirones no fue posible. Por suerte, los otrosperrosaúnseencontrabanlejos.Viounagranpiedraenel suelo,laagarrócondeterminaciónygolpeólacabezadelperro con toda su fuerza. Junto con el chillido emitido por el animal, su primo pequeño fue liberado y pudo subirlo de un empujón a la cerca para mantenerlo a salvo, aunque tenía un poco de sangreenlapiernaylaroparota.

El perro con ánimos de venganza asesina, la boca ensangrentada y los colmillos afilados, se lanzó sobre ella de un salto, pero justo un pequeño instante antes de llegar a su carasintióelsonidodeungolpequedejóalperroaturdido.Era eltíoSantosquelehabíapegadoconunpaloenlacabeza,

65

llegó justo a tiempo antes de que el perro alcanzara su rostro. Nena pensó por un par de segundo que era su fin, pero su tío habíallegadojustoatiempo.

-Este perro del Diablo casi te muerde la cara -Le dijo. Por suerte había escuchado el griterío de los niños desde la casa y llegórápidamenteaayudar.

Todosseguíanmuyasustadosluegodelsuceso,yaquenunca en los últimos años les había pasado algo similar, en general los perros de los vecinos los conocían, incluso a veces los acompañaban al momento de cruzar los campos colindantes. Sinembargo,elquelosatacódemaneraviolentaeraunanimal nuevo que habían comprado los Martínez para atacar a los cuatreros, que en esos años comenzaron a robar mucho ganado poresazona.

Desde ese día Nena no pudo acercarse a un perro de la misma manera en que lo hacía antes, les agarró un pavor inimaginable. Años más tarde, si veía un perro en la calle era capaz incluso de dar vuelta a la manzana con tal de no encontrarse cara a cara con el animal. Nunca volvió a acariciar aningunoyheredósustemoresdeinfanciaahijasynietos.

66

Las ventajas de estar sentada frente a la ventana

Laventajadeestarsentadafrenteaestaventana

Esquecuandonecesitounrespirodelajornada

Levantolosojosypuedomirarloqueme ofreceelpaisaje.

Edificiosgrises,altos,bajos,nuevosyantiguos.

Unacordilleraapenasvisibleentretantosmog.

Ventanaslejanas,indiscretas,quedejanver cuerposqueseasoman,queseesconden,que seabrazanydiscuten,quefumanoquealigual queyo,pierdenlamiradaalolejos.

Laventajadeestarfrenteaestaventana,

Esquesinquereryamefuidelaoficinaaun cuandoestoyaquí.

PATRICIA PÉREZ 67

Piensoenaquellosqueescuchoalolejos gritandoconsignas

Ymesumosinnecesidaddeseguirlos.

“Morirluchando…”

“Únansealbailedelosquesobran…”

“averaver,quiénllevalabatuta…”

Ytantosqueen15añoshepodidooíryme sacansonrisasomuecas.

Losojosfrenteaestaventanahanvistomucho:

Algunaslágrimasporelamorperdido.

AlgunaspenasesperandoalaAnto.

Algunassonrisasporlasfloresrecibidas.

Algunosahogosporlaslacrimógenasdelas marchas.

Enunaocasiónlancépapelesalviento,

DespidiendoalacompañeradelaOIRSque nosdejóensuúltimopasoporcalleSerrano.

Otravezalguientomómiasientoalafuerzay lanzómisarchivadoresporlaventanahaciala calle.

68

Unachicapensóqueeralavistamáshermosa quealguienpodíateneraltrabajar.

Piensoquemividasereflejaenestaventana:

Habiendovistodetodo,siempreespera sorprenderse.Laventanaofreceluzalas jornadasintensasyyobuscoundescansoantes deemprenderlaretirada.

69

PATRICIA PÉREZ

Daniel y yo

Cada uno escoge el tono para contar su propia historia.

ConocíaDanielcuandolleguéalaciudaddeSaltillo.

Me habían advertido que la ciudad no era precisamente hermosa, pero que con el tiempo descubriría los encantos que tenía,yasífue.

Después de varias reuniones formales donde conocí a quienes se relacionaban laboralmente con mi esposo, me tocó conocer a los amigos, esos que se habían anclado a su vida luegodelasreiteradasvisitasalpaís.

-Te pido que tengas paciencia con el humor oscuro y difícil de entender a veces que tiene Daniel –me dijo mi esposo– pero coneltiempotedaráscuentaqueesunserencantador.

Llegamos a su casa e inmediatamente comenzaron las bromas: el cambio de nombre, el “qué haces con este flaco tan aburrido”, ente otras; pero lo que más me llamó la atención fue su hospitalidad. Daniel y yo definitivamente nos conocíamos deotravida.

70

Este ser que se parecía al viejito pascuero con su barba blanca, su cuerpo fornido, su voz profunda y sus anteojos que le daban un aspecto dulzón, me miró a los ojos y me dijo “pasa hija, estás en tu casa”.Yasí lo sentí, me senté en un rinconcito mientras todos alagaban, abrazaban y recibían regalos del amigochilenoquevolvíaluegodeunpardeañosdeausencia.

Mientras me tomaba una copa, Dany (como le decía luego de un tiempo de conocernos), se sentó a mi lado y me dijo: “en serio mijita, ¿qué haces con este flaco tan aburrido?, se nota que eres a todo dar y aunque este cabrón me cae muy bien y lo quiero, espero que no te haya traído para sólo darle a la chambayaburrirte”.

De todo eso sólo entendí un tercio, porque me dijo mucho más,peronopodríareproducirloporqueelDanyerabuenísimo paraelalbur(juegodepalabrasdealtocalibremuchasveces)y los improperios. Pasado el tiempo ya entendía casi todo y tratabadehacermeentendertambién.

Entre otros amigos que se transformaron en los míos por arrastre, debo decir que la casa de Daniel era donde más me gustaba estar. Vivían en una casita con muchos detalles mexicanos y que tenía algunos adornos típicos chilenos, muy común cuando los connacionales se van al extranjero a vivir. Pero lo que más me gustaba de ir a esa casa, era cuando Dany buscaba un espacio entre la parranda y se sentaba a mi lado a conversaryconocerme.

Luego comenzó a llegar a mi casa con una botella de vino, y de poco fue soltando historias que mi marido ya conocía pero que le encantaba volver a escuchar, es que Dany era un verdadero “contador de historias”, aunque las suyas eran bastantedifícilesycomplejas.

71

Un ser con quien había tenido tal nivel de conexión no podía estarenmividasinqueyonoconocieralosdetallesdelasuya, y así, fue surgiendo una amistad que superaba su relación con mi esposo. Nos volvimos inseparables.Aveces Dany llegaba a casa a tomarse un café cuando estaba sola, y me decía dulcemente: “sólo pasaba a ver cómo estabas mija, lo que necesitesmellamas”.

Recuerdo que un día llamé a mi papá y le dije en broma: “papi lo siento pero te encontré reemplazo acá en México”, y mi viejo rió y me dijo: “si lo llegaste a querer debe ser muy especial, me alegro que alguien como él pueda cuidarte mientras estás lejos mío”. Es que el Dany se llegó a convertir en algo así como un protector durante mi tiempo en Saltillo, y yoestabafelizporeso.

Me “quemaba”discos. Guardo como un tesoro el Tarrés de Serrat, que escuchamos en largas tertulias donde fui conociéndolo más y más. Un día llegó con un libro de regalo, era de Isabel Allende y la dedicatoria decía “Para mi hija putativa (…)”. Eso sólo vino a terminar de corroborar que Danyseríamiamigoparasiempre,ysí,eramipapáenesepaís lejanoyajenoquemerecibiócontantocariño.

Conversacionesensuoficina,dondelleguéaconoceratodos sus compañeros e incluso compartir en una “posada” (fiesta previa a la navidad con comida y bebida típica); veladas en su casa y su familia y también en la mía, paseos a distintos lugares; excursiones a centros de arqueología y muchas cosas más, hicieron que conociera muy profundamente a Dany y tuviéramosespaciosparaconversardesuvidaydelamía.

Despuésdeuncortotiemposupecómoyporquéllegóa

72

México y él me preguntó si quería seguir conociendo su historia o me incomodaba. Mi respuesta fue casi suplicante, no sóloqueríasinoquelonecesitaba.

Así fui como me enteré que llegó como exiliado a Cuidad de México, en una escala hacia Holanda (de donde era su abuela paterna) que le había ofrecido esa posibilidad, pero Dany decidió aceptar la oferta intempestiva de México y quedarse ahí, cosa que según él decía, fue la mejor decisión de su vida puesamabaesepaís.

Su historia en Chile fue poco menos que sorprendente. Cada vez que lo recuerdo creo que eso sólo pudo pasarle a él porque fue insólito. Finalmente me convenzo de que no le pasó a él solo, pero de que tuvo mala suerte (por decirlo coloquialmente), la tuvo. Dany no era militante político ni activista, sólo se pasó un toque de queda con consecuencias nefastasparaélytodasufamilia.

Al margen de cualquier detalle sobre lo ocurrido, que es historia para otros escritos, quiero contarles lo que aprendí de Dany.

DanielVanderMeermeenseñóaperdonar.

Danielmeenseñóaseracogedoracuandounextraño,ysobre todo extranjero, lo necesita. Me acogió como lo acogieron a él asullegadamuchosañosatrás.

Dany me enseñó la sencillez y la grandeza del lenguaje. Mezclaba chilenismos con mexicanismos y era un placer escucharlo.

Con Dany Boy aprendí que los regalos en la vida llegan sin pedirlos(élhasidoungranregaloenmivida).

73

Mi Dany me mostró que independiente de las razones por las quellegamosaconoceraotros,sóloloslazosrealmentefuertes permiten que las relaciones no se rompan (me separé del que fuemimaridoyDanysiguióenmividahastasuúltimodía).

En su último viaje a Chile cenamos en mi casa y algún que otrorestaurante.Conocióamihijaypasamosbellosmomentos juntos.

Pero el recuerdo que más vívidamente atesoro, es verlo sentado en una banca cerca del Planetario de la USACH mientrasesperabaqueyoterminaramiclase.

Me acerqué mirando a “Santa Claus”, como le decían en México algunos cercanos. Mi Dany era bastante miope y algo trataba de leer. Me emocioné porque recordé a mi papá que ya no estaba conmigo, cuando dijo que se alegraba que alguien me cuidara. Pero sentí una nostalgia enorme porque sabía que sería la última vez que me reuniría físicamente con Dany. Era muydifícilqueélvolvieraoqueyoviajaraaSaltillo.

Meses después me escribe Pau, su hija, y me cuenta que Danyteníauncáncerterminal.

Llorécomohacetiemponolohacía.

Estuvealpendientehastaquepartió.

Hoy le agradezco a la vida por haberlo conocido y siempre que puedo cuento su historia. Porque es parte importante de la mía, porque aunque me pone triste me alegra, porque no hay queolvidarla.

Eslaformadequeestésiempreconmigo.

74
75
Wladimir Elgueta Patricia Pérez Iván Garrido Fabián Hevia Claudio Ahumada Gonzalo Pinto Juan Figueroa and The Rabbit

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
Escribe o muere N°1 by Escribe o muere - Issuu