Contralinea 514

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DAVID MANRIQUE

INTERNACIONAL ANÁLISIS

Uno de los peligros graves lo constituye la contaminación de las cuencas y aguas subterráneas utilizadas para el regadío, y la potable empleada para el consumo animal y humano, que influye en la larga cadena alimenticia y provoca enfermedades inesperadas en grupos de especies que pueden estar, incluso, en peligro de extinción, y llegar por esta vía a los alimentos que consume el ser humano. Esas situaciones son preocupantes. Actualmente existen en el orbe unos 500 millones de granjas, dependientes en su mayoría del agua de lluvia, que proporcionan hasta el 80 por ciento de los alimentos consumidos en gran parte del mundo subdesarrollado. El 91 por ciento de la población mundial, es decir, cerca de 6 mil millones de personas utilizan fuentes de agua potable para su uso doméstico y consumo, una cifra mayor en comparación con la de la década de 1990.

Sin embargo, más de 1 de mil millones de seres humanos carecen de ese líquido vital, y a ello contribuye el crecimiento y la aglomeración de viviendas precarias en lugares inadecuados –sobre todo en los países subdesarrollados– lo cual, junto con políticas inadecuadas de atención primaria de salud pública y otros factores, causa diariamente la muerte de más de 5 mil niños, a escala global, a causa de enfermedades previsibles, relacionadas con el agua y el no acceso a los servicios sanitarios básicos. Paralelamente, la miseria, el hambre, la exclusión y otros males que aún sufre gran parte de la población del planeta propician condiciones insospechadas de resurgimiento de nuevas epidemias y enfermedades oportunistas rápidamente expandibles. De ahí la necesidad de respetar la robustez y defensa en profundidad del sistema de bioseguridad. Resulta intolerable la existencia de esas brechas y que se conviva con ellas. De acuerdo con expertos, los recursos financieros para eliminar y prevenir esas causas son inferiores a los destinados a los actuales programas encaminados a frenar un posible contagio masivo –de proporciones desmesuradas para la humanidad–, un peligro que persiste pese a la exitosa y ágil misión emprendida frente a la amenaza de expansión del ébola en África. El agua es también fuente importante de energía renovable, (aporta el 16 por ciento de la electricidad en el mundo), mediante las hidroeléctricas, maremotrices y otras variantes de dimensiones más pequeñas, pero de amplia distribución, que constituyen, asimismo, un aporte significativo por su nivel de expansión, al no requerir grandes capitales de inversión. Según estadísticas internacionales, la Tierra contiene unos 525 millones de kilómetros cúbicos de agua, volumen que permanece invariable en los últimos 2 mil

La miseria, el hambre y la exclusión propician el resurgimiento de epidemias y enfermedades oportunistas rápidamente expandibles

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