Entre las historias que pueden esconder los bloques de edificios y el asfalto, Santa Cruz encierra una peculiar escena rural que se repite cada tarde. Un rebaño de cabras, cuyas circunstancias lo han llevado a vivir en la urbe y cuyas costumbres distinguidas se alejan ya de las de un simple corral, atraviesa el seno de la ciudad por un conocido barranco. El dueño del rebaño, don Juan, lleva años sin empleo y ha resuelto ocupar el tiempo en cuidar de sus animales sin salir de la capital. Su amigo Manuel y Luna, su inseparable perra pastora, colaboran en la tarea.