Crear o morir - Andres Oppenheimer

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imprimir en 3D desde nuestras computadoras personales. Y en Europa, la Agencia Espacial Europea (ESA) y más de 30 empresas privadas estaban montando cinco fábricas piloto en Francia, Alemania, Italia, Noruega y el Reino Unido con el fin de producir impresoras 3D que usen metales antes de 2017. “Hasta ahora, las impresoras 3D sólo eran capaces de trabajar con plástico, lo cual limitaba mucho sus aplicaciones industriales”, aseguró David Jarvis, director de nuevos materiales y energía de la ESA. “Finalmente hemos entrado en la edad de los metales y ahora podemos producir componentes de aluminio o titanio.”15 Hilde Loken Larsen, directora de Investigación de Norsk Titanium, en Noruega, especializada en la fabricación de piezas de titanio en 3D, agrega, al igual que sus competidores estadounidenses, que “nos encontramos ante un mundo de nuevas posibilidades, comparable con el que permitió la producción en masa en el siglo XX. La revolución del siglo XXI consistirá en la producción masiva personalizada y localizada”.16 Si la Ley de Moore —según la cual la capacidad de las computadoras se duplica cada dos años, y sus precios se reducen acordemente— funciona para esta tecnología como ocurrió con las computadoras personales, todo parece indicar que los tecno-utópicos estarán más cerca de la realidad que los tecnoescépticos en cuanto a las impresoras 3D. Es un fenómeno de innovación gradual que fue evolucionando a lo largo de tres décadas y dio un salto a la fama cuando Bre Pettis decidió dejar su puesto de maestro de escuela secundaria y comenzar a fabricar impresoras 3D personales en su taller de makers en Nueva York. Y todo parece indicar que está aquí para quedarse.


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