Salut al barri - NÚM. 20. JUNY 2010 - L'Hospitalet

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La mutilación genital

femenina

Según la Organización Mundial de la Salud, la mutilación genital femenina incluye todos los procedimientos que de manera intencional y sin una finalidad terapéutica alteran o lesionan los genitales femeninos. Entre 100 y 140 millones de mujeres y niñas sufren las consecuencias del proceso y, cada año, tres millones se encuentran en riesgo de sufrirlas, principalmente en la zona central del continente africano. La mutilación genital femenina está considerada por algunas sociedades parte del ritual de paso de la infancia a la edad adulta. Según la comunidad en la que pertenece la mujer, esta práctica se realiza a diferentes edades y momentos de la vida. En estos países se considera una actividad normal que tiene el consentimiento de la comunidad y el de las propias familias, aunque se practica a menores sin su consentimiento. Algunas justificaciones para mantener esta costumbre se basan en las creencias siguientes: • Se cree que mitiga el deseo sexual y, por lo tanto, garantiza la fidelidad y aumenta el placer sexual masculino. • Se piensa que las mujeres no mutiladas no pueden concebir y que, si toca el clítoris, el bebé puede arriesgar su vida o sufrir algún trastorno mental. • La mujer no mutilada es considerada sucia y, por lo tanto, no puede manipular ni el agua ni los alimentos. • A menudo se justifica con motivos religiosos. En la actualidad, la mutilación genital femenina está considerada como una violación de los derechos humanos que genera complicaciones físicas, psicológicas y sexuales en las mujeres, tanto a corto como a largo plazo.

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Por una parte, las consecuencias inmediatas de la mutilación para la salud son, entre otros, dolor intenso en la zona, retenciones e infecciones urinarias, infecciones vaginales, hemorragias vaginales y tétanos. Por otro lado, esta práctica produce a largo plazo consecuencias como: menstruaciones más dolorosas, esterilidad, hepatitis, sida, anemia a causa de hemorragias, incontinencia urinaria y disminución del deseo sexual. Incluso, puede haber complicaciones durante el parto, tanto para la mujer como para el bebé. Además de estas consecuencias físicas, las mujeres pueden sufrir problemas psicológicos, como angustias, miedos y depresiones. En el Estado español, esta práctica es un delito, tanto si se realiza aquí como en los países de origen de las niñas. Según el artículo 149.2 del Código Penal, cualquier persona que practique, colabore o permita la mutilación genital femenina será castigada con una pena de prisión de 6 a 12 años. Más allá de las medidas penales aplicadas nacional e internacionalmente, nuestro objetivo tiene que ser trabajar para la erradicación de la práctica de la mutilación genital a través de la concienciación de todas las personas implicadas. Para poder hacerlo es imprescindible fomentar la educación, la información y la sensibilización de toda la comunidad.

Ana M. Pérez. Médico de familia Sandra Aguilar. Trabajadora social

Centres d’Atenció Primària del Consorci Sanitari Integral


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