La carta robada

Page 98

Los crímenes de la calle Morgue

El golpe del postigo pudo ser verosímilmente atribuido al viento. Cuando el marinero se asomó a la ventana, el terrible animal había asido a la señora L’Espanaye de los cabellos, que en aquel momento tenía sueltos por estarse peinando, y agitaba la navaja ante su cara, imitando los gestos de un barbero. La hija yacía en tierra inmóvil; se había desmayado. Los gritos y los esfuerzos de la madre, al sentir que le arrancaba los cabellos, tuvieron el efecto de cambiar en furor las disposiciones probablemente pacíficas del orangután. De un rápido golpe de su brazo musculoso, separó casi la cabeza del cuerpo. La vista de la sangre transformó su furor en frenesí; rechinaba los dientes y lanzaba fuego por los ojos. Se arrojó sobre el cuerpo de la joven y le hundió sus terribles garras en la garganta, sin soltarla hasta que estuvo muerta. Sus ojos, extraviados y salvajes, se fijaron en aquel momento en la ventana, a través de la cual pudo ver la cara de su dueño, paralizada de espanto. 97


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.