Revista Justicia para todos No. 07

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BUTACA

Carta XC De Madame de Tourvel al Vizconde de Valmont Muy señor mío, no sé cuánto tiempo más pueda resistir este dolor que usted me ha causado. En un inicio, con el brillo de su ropaje y la elegancia de sus modos, se ha acercado a mí con sus palabras y su amistad. Pero yo, descuidada y alegre, acepté su proximidad, sin saber que albergaba engaños. ¿Recuerda cuando paseamos por los jardines, en casa de su tía? ¿Recuerda que usted me confesó sus ánimos inofensivos conmigo y su buena voluntad? Y luego, he sabido sin querer saber que usted apostó mi virtud, mi honra, y que lo único que pretendía era desnudarme con perfidias. Señor, usted es un canalla. Y no merece perdón de nadie. Me han contado aquí en el convento, donde paso mis últimos días, que mañana usted se batirá a duelo con otro engañado: con el caballero Danceny, quien ha descubierto cómo asaltó la alcoba de la colegiala Cécile de Volanges. ¿Por qué, mi amor, el amor se debe llenar de mentiras? ¿Por qué es justo sufrir por la persona que se ama? Mi corazón se siente ofendido, ¿a qué tribunal o juez debo llevarle para que le condene? Ahora que estoy en mi lecho de muerte, no quiero perdonarlo, y quiero morir odiándolo por tanto daño que me ha hecho. Me enamoré de usted, señor. Y usted echó a las cloacas mi corazón enamorado. Se paseó ante mis narices con sus mujeres de innombrable reputación, y luego, al verse enamorado, quiso destruirme con su frialdad e indiferencia. Muero sabiendo que usted también morirá mañana. Y espero que el dolor de la espada en su pecho sea más fuerte que este amor que me quema por usted.

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