El concurso El Menú de Chile convocó a la ciudadanía a participar dentro de paradigmas distintos a los comunes, enfatizando en lo colectivo de las propuestas y en una secuencia de platos y bebidas asociada a situaciones específicas, buscando que los diversos oficios y saberes relacionados a las cocinas patrimoniales
emergieran con sus características regionales. Por otro lado, se privilegió el carácter patrimonial de las postulaciones, sustentado en investigaciones
y relatos que dieran cuenta del carácter de acervo transgeneracional de las preparaciones y de sus productos. De ese modo, el concurso
buscó otorgar un reconocimiento de carácter nacional a quienes entregaron menús colaborativos y que representaran el valor histórico-patrimonial de las cocinas, sus conocimientos, su transmisión, sus productos, sus recetas y modos de consumo.