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DE LA SANA ALIMENTACIÓN AL CRECIMIENTO ÓPTIMO
Por David Salcedo
Fotos: Cortesía Tetra Pak / Archivo
Expertos explican cómo la alimentación adecuada lleva a los niños a alcanzar el máximo potencial de crecimiento a nivel físico e intelectual.
El desarrollo físico y mental de los niños y niñas depende en gran medida de la alimentación. Los alimentos son esos pilares que le dan fuerza al cuerpo y los encargados de formar a los adultos saludables en el futuro; sin embargo, más allá de la comida, su crecimiento óptimo reside en sus ancestros, el ambiente y la cultura donde crecen.
La Constitución Política de México señala en su artículo 4º que “toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”, es decir, todos los individuos nacidos en el país deben recibir alimentos adecuados para un crecimiento saludable.
Para que esto suceda, la comida debe estar distribuida en una dieta balanceada compuesta, a grandes rasgos, por grasas, carbohidratos y proteínas, estas últimas son macronutrientes esenciales que podemos obtener de alimentos como leche, pavo, pollo, carne magra, cacahuates, frijoles, entre otros.
Las proteínas llevan a cabo funciones indispensables, como formar los músculos, huesos, proporcionar energía y participan en la regulación de células y producción de otras nuevas.
Un infante que no consume las suficientes proteínas, o que las obtiene de alimentos de mala calidad – caducados, sucios o contaminados- es propenso a desarrollar malnutrición y, consecuentemente, no tendrá la misma energía y rendimiento para hacer actividades como el estudio, el deporte, o, incluso, socializar.
En efecto, de acuerdo con la National Library of Medicine, este tipo de macronutrientes están relacionados con el estado de ánimo de las personas, particularmente en los niños, ya que las proteínas son una fuente esencial de energía para activar el metabolismo y realizar actividades físicas y mentales.
La ingesta óptima diaria de proteínas de un infante de 6 a 10 años es entre los 20 y 28 gramos, dependiendo del estilo de vida y actividad física.
Fuente: Departamento de Pediatría, Universidad de Ciencias Médicas de Arkansas, Little Rock