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Título del artículo
Una nueva biología para una nueva sociedad
Máximo Sandín
E
n junio de 1999 tuvo lugar en Budapest la «Conferencia Mundial sobre la Ciencia», organizada conjuntamente por la UNESCO y el Consejo Internacional para la Ciencia. Los participantes, en un número próximo a los 2000, elaboraron un manifiesto, impregnado de inquietud, con el título «Declaración sobre la Ciencia y la utilización del Conocimiento Científico», que en su punto 20 afirma: «Que ciertas aplicaciones de la Ciencia pueden ser perjudiciales para las personas, así como para la sociedad, el medio ambiente y la salud humana, y que pueden incluso amenazar la supervivencia de la especie humana...». Y en el 21: «Que constituye una responsabilidad específica de los científicos prevenir aquellas aplicaciones de la Ciencia que resulten contrarias a la ética o que tengan consecuencias indeseadas». Mi intención aquí es dar cumplimiento a este mandato. Con la utilización en la década de los 70 de la técnica del ADN recombinante nació lo que hoy se conoce como «ingeniería genética» (denominación que discutiremos más adelante). Un nacimiento rodeado de controversias e inquietud... Veamos por qué: La técnica del ADN recombinante consiste en la utilización de enzimas obtenidas de bacterias que son capaces de cortar en trozos el ADN por sitios que tienen tendencia a unirse de nuevo (es decir, no se trata de una invención, porque es la manipulación de un fenómeno existente en la Naturaleza). El uso de estas enzimas hace posible insertar, con mayor o menor precisión, trozos de ADN ajenos en el de virus, plásmidos o elementos genéticos móviles, todos los cuales tienen en la Naturaleza las capacidades de, o bien infectar las células y multiplicarse dentro de ellas, o de insertarse en sus cromosomas y replicarse junto con la célula receptora. Son lo que se conoce como «vectores», que permiten, por ejemplo, transferir «genes» de una especie a otra con la que no se cruza naturalmente. Pero fueron los propios científicos involucrados en estas prácticas los que se alarmaron ante sus posibles implicaciones. Comprendieron que existía la posibilidad de que un error, o incluso una acción deliberada, condujese a la aparición de nuevos virus y bacterias patógenos, dada la plasticidad y capacidad natural
Máximo Sandín. Dpto. de Biología. Facultad de Ciencias. UAM. Política y Sociedad, Vol 39, Núm. 3 (2002), Madrid (pp. 537-573)