Navidad
L
por John Halford
os sabios que vinieron del oriente a adorar al niño Jesús eran los científicos de su tiempo. Conocidos como magos, estudiaban los cielos y la tierra tratando de comprender el mundo natural y que el sobrenatural tuviera sentido. Cuando observaron una señal misteriosa en el cielo, supieron que tenía importancia. No se sabe exactamente lo que vieron. ¿Fue un cometa? ¿Una conjunción de planetas? ¿Una creación única especial? Fuera lo que fuese, guió a los magos a Jerusalén, y al final a una casa en Belén donde estaba el niño Jesús. Allí le adoraron y le ofrecieron presentes. Los cielos han sido siempre una fuente de inspiración para aquellos que tratan de comprender el significado de la existencia. Mil años antes Odisea Cristiana | Diciembre 2014
de los magos, el rey David escribió: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Salmos 8:3-4). David pudo haber visto entre 5.000 y 6.000 estrellas a simple vista, y quizás cinco planetas. No pudo saber que algunas de esas “estrellas” eran galaxias, compuestas de millones de estrellas. Hoy sabemos que esos pocos miles de estrellas visibles son solo un puñado de los doscientos a trescientos mil millones de estrellas que se estima hay en nuestra Vía Láctea. Y nuestra galaxia es solo una de las al menos cien mil millones de ellas. Estoy siendo conservador, nuevos datos del telescopio Hubble sugieren que podría haber hasta quinien-
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