Es esencial que cada persona entienda su mayordomía en relación con Dios, y los elevados planes que Él tiene para sus hijos. Si no se acepta este concepto, entonces será poco más que una hormiga que va por la vida criando sus pequeñuelos y tratando de almacenar suficiente alimento durante los meses de verano para que le duren hasta el fin del crudo invierno. Limitar la vida a la existencia diaria, desconectada de la divinidad y sin perspectiva de una vida superior, lleva al ser humano a la desesperación y al suicidio.