
3 minute read
Áreas de oportunidad
No hay rincón de la universidad que no esté al pendiente de sus necesidades, y por lo tanto en un flujo incesante de evaluación, reflexión y crecimiento. Probamos y erramos, y al hacerlo abrimos brecha.
Vemos nuestros logros y esfuerzos tanto como escuchamos las inquietudes de la comunidad y atendemos nuestros puntos débiles. Enumerar cada una de las metas, objetivos y necesidades de todas las instancias de la universidad se antoja como una tarea imposible, por lo que hemos agrupado y hecho un resumen de las más importantes. Son una muestra de nuestros constantes ejercicios de crítica y autocrítica, signos de la salud que goza el diálogo en la Ibero.
Concentramos las áreas de oportunidad en cinco categorías:
1. Nueva infraestructura, pues mejorar la infraestructura significa reimaginar nuestros espacios e instalaciones en favor de la comunidad, pero también actualizar servicios, equipos y herramientas. En ese ejercicio radica buena parte de la calidad de la impartición y generación del conocimiento en nuestra institución.
2. Nuevas formas de presentarnos, pues la forma en que construimos nuestra imagen y presencia en medios —tanto internos como externos— es parte integral de la consolidación de un proyecto integral con el cual la comunidad se pueda sentir identificada y satisfecha.
3. Nuevas formas de gestión académica, pues buscamos la mejora de los proyectos educativos y los procesos pedagógicos con el fin de responder a las inquietudes de nuestra comunidad.
4. Nuevas formas de vincularnos, pues somos parte de un ecosistema mucho más grande en el cual participan otras instituciones educativas y diversos sectores de la sociedad. Es muy importante para nosotras y nosotros continuar esta labor de vinculación.
5. Evaluación y ampliación de capacidades, pues el diálogo y la autocrítica nos permiten conocer nuestras debilidades para enmendarlas.
Bienvenidos quienes deseen plantear preguntas incómodas, resolver problemas, nivelar la balanza. Bienvenidas quienes deseen abrazar la realidad.
Conclusiones
¿A dónde vamos?
Todos los logros compilados en este informe están llenos de intencionalidad. Las instancias que componen la Ibero tienen propósitos para el presente y el futuro visible.
Buscamos una sociedad de derechos, justa con todas y todos. En su construcción cada quien tiene un rol: individuos, unidades académicas, universidad. Buscamos contagiar nuestro ímpetu a otros sectores. Gracias a las diferencias, nuestro proyecto es valioso y merece extenderse hasta donde las energías y los recursos nos alcancen. No es solo que el modelo universitario, en tanto creador y diseminador de conocimiento, busca tejer redes con otros ámbitos de la sociedad; sino que el carisma ignaciano tiene mucho que ofrecer. En un mundo que, con la creación de su mucha riqueza, ha creado también mucha desigualdad, la misión ignaciana se mantiene vigente.
Conocer para cuidar
San Ignacio lo dijo bien: “La amistad con los pobres nos hace más amigos del rey eterno”. La solidaridad con quienes sufren y han sido marginados es la forma que tenemos de incidir directamente en la historia, en las condiciones materiales. Servir a las y los demás es servir a la fe.
Nuestra institución cree en el progreso, entendido como la implementación del conocimiento más novedoso que se tenga a nuestro alcance para incidir en la historia y en la justicia. Lo implementamos al adquirirlo, pues confrontamos nuestros supuestos. Lo implementamos al diseminarlo, pues al dialogar lo sometemos a nuevos juicios. Lo implementamos al cuestionarlo, pues lo pasamos por el tamiz del rigor. Lo implementamos al invertir en él, pues buscamos recursos para que su impacto sea el máximo posible. Lo implementamos al aplicarlo, pues lo ponemos al servicio de las y los demás.
Hacer universidad
Hacer universidad es corresponsabilizarnos con el momento actual. La transformación positiva de la sociedad y el mundo nos ha llevado a realizar un diagnóstico interno —institucional— y otro externo —local, regional y mundial— del que se desprenden las medidas que hemos tomado para garantizar que nuestra misión se cumpla. Evaluar nuestros puntos fuertes y débiles nos permitirá asumir un rol de mayor liderazgo, especialmente si somos capaces de canalizar los segundos hacia nuevas formas de conocer la realidad y transformarla. La impronta ignaciana y el talento de nuestra comunidad tienen esa capacidad. Por eso hemos elegido sistematizar el camino con cinco ejes estratégicos: porque somos capaces de convertirnos en un auténtico nodo convocante que congregue, en primer lugar, nuestra propia diversidad; en segundo, la del ecosistema universitario mexicano, regional y mundial, y, en tercero, las voces de distintos actores de la comunidad nacional e internacional.
Hacer universidad es abrirnos al diálogo y la participación: bienvenidas todas las personas que quieran sumarse. Bienvenidas quienes quieran construir una sociedad plural y de derechos. Bienvenidos quienes deseen plantear preguntas incómodas, resolver problemas, nivelar la balanza. Bienvenidas quienes deseen abrazar la realidad. Bienvenidos quienes quieran tender los puentes necesarios para que nuestras comunidades caminen de la mano, y no unas detrás de otras.
Si el dolor agota, entenderlo rehabilita. Eso es lo que significa hacer universidad.