Consumir Menos Vivir Mejor

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hay que frotar más. Pero un poco más de trabajo no es un castigo si a cambio tenemos la satisfacción que dan las cosas bien hechas. Reduciendo el consumo... • ¿Cuánto lavar? Adecua cuánto te lavas y lavas la ropa, el coche, la casa... a tus verdaderas necesidades –lo que incluye aceptar que a veces toca lavarte o lavar cosas por “compromiso social”–. Ganarás tiempo libre, dinero y salud. • Agua caliente. Lava mejor, pero muchas veces la usamos sin necesidad, porque es más cómodo que frotar o porque es más agradable. El agua muy caliente “desgasta” más la piel, la ropa... mientras que fría estimula la circulación sanguínea. • Productos de limpieza y cosmética. Todos, incluidos los ecológicos –aunque en menor medida–, consumen recursos (fabricación, transporte, envasado...), contaminan las aguas, y pueden despertar alergias por su uso prolongado. El agua sola y el frotar (la esponja, el estropajo, la fregona, el rozamiento del bombo de la lavadora)... también arrastran la suciedad. Reduciendo el número de frascos La industria nos vende un producto para limpiar los los cristales, otro para el suelo, otro para el pelo... No necesitamos los productos más abrasivos (lejías, etc.) pues jabón, sal, agua hirviendo... también desinfectan. Con vinagre y jabón se pueden atender cómoda y eficazmente casi todas las necesidades de limpieza. • Vinagre (o limón). Se lleva la materia orgánica y disuelve películas de jabón. Es desodorante, refresca el aire y no deja olor a vinagre. • Jabón. Para desinfectar o quitar manchas de grasa. Mejor usar de trozo. Si usas líquido, cualquiera –lavavajillas, por ejemplo– vale para todo. Elige el más concentrado. 291


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