La Verdad de Bagua

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TODOS PODRIAN ESTAR VIVOS

Bagua, la Curva del Diablo, la Estación 6, Imacita, los Awajún, los DIROEs; lugares, nombres que irrumpieron súbitamente en el debate público de Lima y de gran parte del país. 5 de junio de 2009, día fatídico. Decenas de muertos y cientos de heridos. Indígenas, policías y mestizos. Por gusto. Por nada. Por un pésimo manejo de la situación. El conflicto se podría haber resuelto pacíficamente a lo largo de los varios meses que llevaba. Peor aún: los que estaban en el lugar de los hechos sabían que al día siguiente se terminaba todo, ya que se había acordado despejar la carretera bajo determinadas condiciones. ¿Quién desconoció lo convenido? ¿Quién mandó ejecutar un operativo diseñado para matar y morir? Un cerro, entre muchos, de pronto convertido en campo de batalla. Balas por todas partes, enfrentamientos, lanzas, piedras, humo, polvareda, sangre, gente huyendo, prisioneros. Policías y civiles tratando de salvar sus vidas sin saber mutuamente quién era el enemigo, ni por qué había que combatirlo. Ante la gravedad de la situación, comenzó en Lima una campaña de spots televisivos destinados a hacer creer que todo se reducía a que grupos de indígenas salvajes habían emboscado a policías desarmados. Las imágenes mostraban a varios awajún corriendo, con caras agresivas, pintadas para la guerra, portando lanzas a punto de ser arrojadas. Luego venía la exhibición de los cuerpos de los policías brutalmente asesinados, con acercamientos a sus rostros inertes y a sus heridas producidas por lanzas. Las primeras noticias que llegaron sobre lo que objetivamente había ocurrido obligaron a retirar dichos spots de los medios. Las muertes y heridos habían sido de ambos lados. El operativo policial no se había llevado a cabo sin armas. La feroz masacre de policías no había ocurrido en la zona del conflicto, la Curva del Diablo, sino en una base petrolera, la Estación N°6, ubicada a varios kilómetros, la misma que habían estado custodiando los efectivos policiales desde hacía meses. Ellos pudieron haber sido evacuados antes del operativo o por lo menos alertados. De allí, lo de siempre en estas circunstancias: contar muertes y heridos, el regreso de los sobrevivientes a sus casas, llanto, indignación, preguntas, sospechas, acusaciones, huellas y traumas de por vida. ¿Qué pasó en realidad? Muchas versiones comenzaron a circular, sobre todo porque el cerro donde ocurrió el enfrentamiento principal fue rodeado por militares, impidiéndose durante más de un día y medio el acceso de civiles, incluidos autoridades, periodistas y familares.

LA VERDAD DE BAGUA. INFORME EN MINORÍA DE LA COMISIÓN ESPECIAL PARA INVESTIGAR Y ANALIZAR LOS SUCESOS DE BAGUA

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