// Casa Chenaut (izquierda) Casa Bascary (derecha)
han sufrido acciones de recuperación, término equiparable al de rehabilitación, que se refiere específicamente a un conjunto de operaciones tendientes a recobrar edificios, aprovechados para un uso determinado. En general son destinadas a oficinas, consultorios, bares y locales comerciales, aunque también es muy significativo el hecho que es este tipo de vivienda el que aparentemente ha resultado más apto para ser rehabilitado nuevamente como vivienda. Da cuenta de ello, la multiplicidad de casos que es posible encontrar en la ciudad pese a su anonimato. Otras rehabilitaciones se dieron en tipos menos frecuente como la casa a patios, el chalet y las casas de renta. Ejemplo del primer tipo son la casa Maciel Talavera, de principio de la década del 20, que actualmente alberga al Registro Civil o la ex casa Frías Helguera, ca. 1870, originalmente de estilo italianizante, que fue dos veces remodelada, ya que en 1924 se la dotó de un lenguaje neocolonial para la vivienda de la familia Frías Helguera y en 1979, cuando fue adquirida por la Federación Económica, se la adaptó a su nuevo uso y se incorporó en el patio posterior obra nueva manteniendo la estructura tipológica de la casa. Ejemplo de chalet es el ubicado en calle Salta al 500, originalmente casa Sucar, hoy Fundación Lucci o el conjunto de chalets para rentas de calle San Juan al 200, hoy consultorios. Entre las casas de renta, es posible mencionar a las anexas a la casa Remis,
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actual Facultad de Derecho, las casas Sollazo de Crisóstomo Álvarez al 900 y la casa Benci, hoy Mc. Donalds. Muchas más fueron las viviendas que pese a haber perdurado largo tiempo después de ser construidas, finalmente fueron demolidas. Entre estas se encuentran las casas a patios como la casa López Mañán en 24 de setiembre al 600, la casa Chenaut, en 25 de mayo al 300, la casa Bascary, en Rivadavia 157, construida entre 1890 y 1900, que luego fuera sede del Partido Justicialista; las viviendas negocio como la casa Soldatti, ca. 1850, al lado de la catedral, y la casa Páez de la Torre en 25 de mayo al 200; el conjunto de casas de renta de calle muñecas al 400, de 1924, las casas de vecindad de Marco Avellaneda al 200, ca. 1940, la moderna casa Martínez Zavalía, obra del arq. Sacriste, en calle Balcarce, sólo para nombrar algunos casos a lo a largo de la historia. Otras están en inminente peligro de desaparición, como la casa Dicker de Sacriste, la casa afrancesada de Chavanne en el pasaje Bertrés, o el conjunto de casa de renta del arq. José de Bassols en calle Balcarce. Numerosa otras aún esperan un destino que las conserve, tal como las viviendas negocio ubicadas en el sector conocido como “El Bajo”, las casas chorizo de Barrio Sur o los tipos colectivos: conventillos y casas de vecindad. Estas viviendas forman parte del tejido urbano que acompaña a los sectores de mayor valor arquitectónico patrimonial de nuestro Cen-
tro Histórico siendo un recurso de importante valor económico, susceptible de aceptar acciones de mantenimiento o rehabilitación. Una reflexión final En general en nuestra ciudad reformar edificios no parece una operación atractiva para los arquitectos. Como señala el arq. Alfonso Corona Martínez reformar edificios era hasta hace algún tiempo (y en nuestro medio pareciera que lo sigue siendo) “una operación subalterna a la que los arquitectos se resignaban cuando no tenían en vista un trabajo mejor” . De alguna manera no es de extrañar que el debate sobre el tema del patrimonio residencial y sus posibilidades de rehabilitación haya tenido entre nosotros tan escasa repercusión. Cuando se toca el tema, en general, no es posible apreciar un particular involucramiento de los profesionales ni de los propietarios y eso en alguna forma es comprensible. Es este sin duda un problema que exige una aproximación crítica que permita generar un avance cualitativo que nos aleje de decisiones de tipo económico coyuntural para desarrollar estrategias superadoras. Que, por un lado, estimulen las operaciones de rehabilitación de viviendas para recuperar el stock existente de buena calidad en zonas o áreas identificadas como de protección patrimonial y que, por otra parte, acepten las operaciones de sustitución en áreas o puntos que necesiten una recualificación urbana, como parte de una gestión equilibrada de la ciudad.
Abril 2011
LA REVISTA