Adversativo - Antonio Praena

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MURSIYA POÉTICA Nº 16

Adversativo

©Antonio Praena

Editado por Colectivo Iletrados. colectivoiletrados.blogspot.com

ilustrado por Cristina Franco Roda. www.menganitadecual.com

MURCIA, MAYO DE 2014


TOMA en tus manos este jersey tejido en nudos de memoria. Consérvalo, porque algún día recordarás las manos desgastadas que lo tejieron en las noches de tu infancia. Y no podrás volver. Y tendrás frío cuando descubras que vivir a veces es llorar. Abrígate con el amor que en el jersey está trenzado: lo que nos quita el tiempo ha sido el tiempo quien lo ha urdido en formas misteriosas y sencillas que hilvanan nuestras vidas a otras tramas. Es imposible amar fuera del tiempo, nada infinito hay que se alcance sin su hebra aunque la hechura de su amor nos muestre su belleza en sacrificio sólo al perder a quien más hondo nos ha amado. No pienses, como Eliot, que sólo el tiempo vence al tiempo, porque el tiempo es invencible. Más bien realiza hazañas cotidianas: piensa en mamá, aprende a tricotar tus horas en ofrenda: -punto de arroz, ochos perdidos, espigas que se cruzan con las agujas de la vida...Ponte el jersey y teje otro jersey para tus hijos.

TÚ no te acordarás, porque eras muy pequeña, y dulce y rubia y vivaracha; pero en algún momento de mi vida yo lo he pensado cada noche. La escena ocurre así y es muy sencilla: mamá cantaba entre los melocotoneros


una canción sobre los ruiseñores. Papá ha subido al cruce a echar el agua y el agua está bajando por la acequia. Tú no te acordarás, porque eras muy pequeña -como los ruiseñores, yo diría-. En realidad mamá te canta a ti, que eres los ruiseñores de pequeña, y el agua de la acequia está en mis ojos ahora mismo. Y es que yo muchas veces me pregunto por qué era aquel un tiempo diferente; por qué no ha vuelto a ser el trigo tan brillante ni están los melocotoneros tan despiertos; por qué la estampa barnizada de los almanaques nos parecía tan hermosa al enmarcarla como una puerta al campo en el pasillo. Y la respuesta es muy sencilla y me conmueve hallar toda razón en vuestras manos: el mundo consistía en su ignorancia y estaba la esperanza sin manchar en nuestros ojos. Tú no te acordarás, porque eres tan pequeña. De Poemas para mi hermana Accésit Premio Adonáis Rialp 2007

8 DE JUNIO Nací el 8 de junio. Toda la luz se derramó en mi sangre, pero hace tiempo que no encuentro ni la luz ni mi sangre. Pensé que era mejor poner mi vida muy lejos de las cosas que he querido, muy lejos de las cosas de este mundo, muy lejos de tu amor, que ha sido el mundo.


Me fui fuera de ti para poder volver un día curado de la bestia que me ocupa. Pero la bestia se ha hecho grande, tan grande como puede hacerse un hombre, y vamos los dos juntos de la mano camino de la muerte: ¡si me vieras!, los ojos que quisiste son agujas clavadas hacia dentro. Soy uno de esos hombres que desguaza las flores con sus botas de jinete. Consumo polen ácido, comulgo reno crudo, escupo arcilla. Me digo con palabras que les lamen los ojos cancerosas a los ciegos. Confieso que he bebido cera hirviente tratando de sellar todas mis puertas. A veces, si mi bestia se ha dormido, planeo una manera de escaparme: me visto un traje nuevo, me anudo una corbata, mas, vueltos al espejo mis dos ojos, descubro que me mira un hombre muerto. Y entonces, inhumano, desterrado, retorno al colchón sucio de mi siglo y cumplo un año más lejos de todo. No he vuelto a escuchar luz. No he vuelto a besar pulso. Me alumbran y devoran la garganta estrellas tan brillantes que son negras. Mas dejo testimonio de que todas las noches de mi vida he pronunciado tu nombre con gemidos animales. Tan fuerte te he llamado que no existe frontera entre el aullido y mi persona. Quizá sólo fui alguien un instante


del 8 de aquel junio de aquel año, lo mismo que son hombres los que lloran y dejan de existir los que no aman

I. ELEGÍA y enterrar a los muertos. Mi querido Javier: esa es la última manera de amarte de entre todas las maneras de amor que en este mundo son posibles. Darle tu cuerpo a la ceniza, mi guerrero Javier, para el que nada era bastante, mi vehemente corcel, que alimentabas tu alegría con polen de amapola y nieve amarga y ahora ya no tienes alegría, amigo sepulcrado, y ni tu rostro refleja lo que fuiste: potro en vuelo. No tiemblan tus arterias a deshora colmadas de traspasos y de escarcha ni acudes a mis ojos, como antes, después de estar perdido 9 días, 9 nocturnos días, entre bocas que muerden tus pezones y te escupen y vuelven a morderte y te intercambian de gramo en gramo, cuerpo en cuerpo, mientras tu corazón busca el olvido. Pero esta vez volviste sin olvido y fue el dolor tan obvio que encontraste descanso en el batir de otras espumas. No vas a regresar hasta mi vida en busca del perdón que siempre hallabas en atrio de mi labios, mi silencio, mi forma de quererte de otra forma que nunca te bastaba y sin embargo sabías que era amor, que era amor limpio.


Yo quise de tu ser la lumbre ebria, no un rayo que la noche se tragara. Y ahora, todas juntas, las tormentas me entregas en tu cuerpo amoratado para que con mis manos en un surco de estiércol y de sombra lo abandone. Javier, tanta fiereza ¿dónde ha ido? Y aquella bruta fuerza ¿qué alimañas, insectos y raíces alimenta? ¿Por qué has querido darme por destino ser casa de tu nombre y estas uñas que no puedo limpiar y con que araño, Javier, mi corazón, que fue tu almohada y es hoy tu sepultura y mi desvelo? Javier, hermana furia, sangre amiga, ¿qué vínculo verbal no has desatado entre esta muerte mía y el exceso de amor que en cada abrazo te encelaba?

II. RESPONSO Que los potros de Cristo te salgan al encuentro. Que canten para ti los coros de los ángeles y que el gesto rotundo de tu animal mandíbula sea ya, solamente, belleza. Espero que ahora entiendas mis lágrimas absurdas sobre el cuerpo del mundo tantas veces vertidas. Porque esos manantiales, que riegan las praderas que ahora estás pisando, son pena trashumada que mi llanto por ti –Javier, el de los ojos oscuros y palomas, Javier, el de los brazos palabra y arteriales- roció sobre las verdes llanuras de la patria. Yo quiero que descubras en esa luz total, que, al fin, todo lo explica,


que el llanto que se llora sobre el cuerpo de un hombre engendra en el Edén arroyos de agua virgen para aquellos que amamos en este valle oscuro. Bebe en ellos, Javier, guerrero hermano mío. Tú que estás en la vida, no te olvides de mí.

EMMANUEL Cuántas veces, Emmanuel, he querido mostrarte lo que sé para que tú me digas las cosas que no pueden aprenderse. Yo te hablaré de Ulises, que viajaba buscando a su familia. Y de Francisco que huyó de su familia hacia la nieve y fue misericordia entre los lobos. De Eckhart, de Hildegarda, que en la nada abrieron una puerta a lo que oriente tenía de común con occidente por sendas del amor, que todo lo abre. De Edith, la judía, y Federico que amaron contra el tiempo de su tiempo y fueron sepultados en la noche de todos los espantos de algún tiempo. Un día te diré por qué mi voz es tan terrible aun siendo, como soy, un hombre bueno. Y tú serás la más honda alegría, mi vida en otra vida, mi terrible razón para abrazar el signo incluso del tiempo que no tengo por delante. Tú, con tus 4 azules años, el hijo de mi hermana, mi otra alma; mi amigo, mi Emmanuel, el compañero del siglo que sin ti no emprendería.


De Actos de amor Premio Nacional “José Hierro” 2011 Universidad Popular “José Hierro”

GRÚAS Me conmueven las grúas en invierno. Parecen estar vivas y cumplir su vértigo llenándose de grajos que bordan en su acero un pentagrama. La esencia de las grúas son las aves de paso. Las cruces de este siglo, donde todo se mueve, son las grúas: inmóviles, calladas, imposibles. Yo he querido ser grúa muchas veces, recibir la nevada antes que el mundo, los pájaros, los rayos matutinos, y ser desmantelado cuando acabe la obra en la que elevo humilde carga. Las grúas son amigas de los pájaros. Que vengan y se posen en mis hombros mientras huyen del frío es mi deseo. Que canten para mí, ser para ellos el árbol más sencillo, pues apenas un eje vertical y un brazo abierto conforman mi estructura permanente. (Vendrá la muerte a dar vida a este sueño haciéndome también ave de paso). Y, mientras, ser tan sólo un trasto útil entre el cielo y la tierra. Algo invisible a los ojos de todos pero nunca al ojo diferente de los grajos.


QUIZÁ UNA GOLONDRINA Como en el cuadro de Fra Angélico, un pájaro, quizá una golondrina, salta esta tarde entre las bóvedas del claustro buscando una palabra en que anidar. Y aunque no es este el año uno ni estamos a finales del Trecento, aunque ni el manto del azul más limpio podría cancelar todas las deudas que tengo contraídas con la vida, aunque, Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa y la ilumines, quizá, precisamente, por mi pobre materia de hombre pobre y desvalido, quizá porque este cuadro de Fra Angélico me invita a adivinar que tú sí puedes, quizá por esta humilde golondrina que salta, como aquella del Trecento, entre las bóvedas cuajadas de estrellas rutilantes de este claustro abro mi corazón y exclamo: fiat.

ÁGUILA EN EL GIMNASIO Son difíciles las cosas bellas PLATÓN

Da masa al pensamiento de Platón según el cual es ardua la belleza. Saca pecho, yergue la espalda, los glúteos hacia fuera. Baja las manos a la altura de los cuádriceps y agarra las mancuernas hacia dentro. Levántalas a un par —el peso justo— hasta la altura de los hombros. Concentra el ejercicio en los deltoides y haz 10 repeticiones. Verás en pocos meses cómo aumentan tus hombros de volumen. Este verano, con vaqueros,


camiseta ceñida y gafas Ray-Ban serás el macho alfa de la playa. Pero no olvides nunca que también los pájaros más fieros seréis presa de un vuelo más altivo. Y entonces piensa en mí, que te lo dije, y piensa en los guerreros espartanos: el pájaro del tiempo hizo verdura del mármol de sus cuerpos. Las águilas más bellas también seréis gusano y flores malvas. Y otras aves vendrán a tus semillas. Y, ya que todo se transforma, serás polvo en alas de otro siglo. Mas, amigo, medita este misterio sin que cese tu tabla de ejercicios musculares. No estés triste, pues ya eres anticipo de otra gloria en la ardua construcción de su belleza.

PERO NO Estoy lleno de muertos, de perros muertos y hombres muertos. Mi corazón es un inmenso cementerio de perros y de hombres cuya carne se pudre y se confunde: soy el mundo y el tiempo en el que el mundo se disuelve. Podría contagiarme de esta podre, abrir mis duros ojos con espanto dejando que la luz partiese de ellos y ser un muerto más de abiertos ojos al terror del vacío. Pero no: el mundo no es tu ingrata soledad. No cabe en tu sepulcro la belleza. No te has dado la vida, te precede y habrá de redimirte cuando acabe la oscura vanidad que hay en tus ojos. Hay pájaros ahí fuera. Está la tarde dorada destellando en las esquirlas de nubes y de antenas. Está el viento


jugando con las hojas, y en la hierba dos perros son sustancia compartida por un nudo de carne que los une a un trance que no puede detenerse. Grita hondo, revienta tu camisa. De lejos eres gloria innumerable. No hay muerte en la que quepa tu misterio.

DEDICATORIA A la taxista de Madrid que después de una noche de juerga y de pecado me condujo al hotel y hablaba de sus hijos, y llevaba un abrigo poblado de pelusas, y unas gafas antiguas, y una trenza de amor trepando por su espalda; a la taxista que decía que aparcaba a las ocho y se iba para el piso del barrio de San Blas a hacer el desayuno; a la dulce taxista que nunca he vuelto a ver y en la mágica hora en que las azoteas de Madrid se teñían de rosa y algún pájaro mostraba en el reverso de sus alas abiertas un rosa más intenso sin duda proveniente del lado de la aurora; a la hermosa taxista que vio mi vida entera desfilar por mis ojos en el retrovisor de esa clara mañana, la vida que salvó, la mía, aquí le dejo.


De Yo he querido ser grúa muchas veces Premio Tiflos 2013 (Visor, 2013)

COMEBOLSAS Espero que este libro no sea leído jamás Marguerite Yourcenar

Tampoco en estas cosas es lo mismo: los ricos sola y buena, los pobres con alcohol y muy mezclada. Las comebolsas lo saben: te miran el reloj y los zapatos y, si encima conduces un buen coche, se te pegan al cuerpo y no te dejan hasta que las invitas a unas rayas. De pasta andan muy cortas, por eso dejan a los tíos más chulos en la pista y se vienen contigo. Las he visto muy jóvenes montarse con un viejo en un Mercedes camino de una noche más oscura. A mí, concretamente, las que visten peor me ponen mucho: un hotel poligonero les parece gran cosa. Jamás se han visto en otra y es la tuya; medio gramo y ya vuelan dos gramos y te dejan medio muerto. Las puedes encontrar siempre los viernes. El sábado en la noche y el domingo lo pasan en el barrio, con su novio, limpiándose la culpa y la tristeza.

Inédito


EL JOVEN FRAILE Y pensar que nadie desabrochará mi camisa con manos de paloma, ni hará caracoles en el vello de mi pecho porque ya tengo un amor que es Todo y Nada... Y saber que soy un guerrero que reza como un almendro.

De Humo verde Accésit Premio Iberoamericano Víctor Jara Amarú. Salamanca 2003


Esta plaquette con poemas de Antonio Praena se reparte de forma gratuita en el ciclo Mursiya poĂŠtica desarrollado durante el mes de mayo de 2014 en la ciudad de Murcia.


Antonio Praena es dominico, nació en 1973 en Purullena (Granada) y actualmente es prior del Convento de Santa Cruz la Real de Granada. Licenciado en Teología Dogmática, ultima su doctorado en la teología apofática y analógica de Santo Tomás de Aquino. Desde el año 2000 se viene dedicando a la enseñanza e investigación teológicas en la Facultad de Teología de Valencia. De su producción teológica cabe destacar la obra ‘Cristianismo y poesía’ (San Esteban, Salamanca 2003). Asimismo, ha publicado los poemarios ‘Humo verde’ (Accésit Premio de Poesía Iberoamericana Víctor Jara 2003), ‘Poemas para mi hermana’ (Accésit Premio Adonáis 2006), ‘Actos de amor’, (Premio Nacional de Poesía “José Hierro” 2011) y ‘Yo he querido ser grúa muchas veces’ (Premio Tiflos 2013). Gestiona el blog ‘El atril’ en el portal dominicos.org


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