NUESTRA MISION EN MARRUECOS Todos sabéis qué sacrificios se ha impuesto Es. paña por mantener el Protectorado de Marruecos -nosotros no discutimos aho.-:1 esa política-; todos sabéis . con qué escrupulosidad los gobiernos españoles han querido mantener el Protectorado en Ma_ rruecos Y de qué manera los gobiernos republicanos, trataron de· tr:msformar la acción de España en l\la. rruecos, transformúndole su espíritu de conqUistador para hacerla más acomodada a las ambiciones de la República y a los fines verdaderos del Protectorado. Nuestro país se ha impuesto para al Protectorado de Marruecos, sacrificios ingentes que habrían basta. do, invertidos en t>l interior del país, a redimir gran parte de nuestras provincias; pero de 1\Iarruecos nos. otros no hemos recibido más que sinsabores. Tan pronto una dictadura, tan pronto una rebelión militar. Y yo digo si no va a llegar pronto el día en que la opinión pública española, volviéndose hacía sus gobiernos les pregunte: ¿No es hora de poner térmL no a una situación ultrajante, nociva, desconocedora de los tratados internacionales, creadora de una dificil situación para las Potencias signatarias del Pacto de Algcciras? Nada má.<> que esto es lo que hay en el hrcho de la rebelión militar encauzada y lanzada desde Mnrruecos. A mi no me corresponde ni ahondnr más en el problema, ni buscarle una so_ lución ni enunciarla. El problema existe, el Gobierno español lo sabe, y la opinión pública también. Nos damos cuenta de la dificultad del problema; pe_ ro sería vano suponer que el problema va a dormir eternamente subyacente en los accidentes más vic,. lentos de la rebelión, sin que la República española, que es quien tiene más dcrt>cho sobre .Marruecos Y quien puede disponer de los derechos de España en Marruecos no tomen al fin el arbitrio que proceda. LOS AUXILIOS A LOS REBELDES El otro especto de la cuestión por donde, como decíamos antes, la rebelión militar asciende al pla_ no internacional, es el auxilio prestado a los ~ebel des por ciertos paises europeos. Cuando las fuerzas marroquíes que también son extranjeras, no f~eron bastantes para los fines militares de la rebehón o cuando perdieron su eficacia militar, o por _lo que fuera, han empezado a venir a España. conhng~ntes armados de otros países. Y esto cambta en CI~~to modo la situación moral creada por la rebehon; porque no se trata del peligro d~ la Rcp~b~ica, ya no se trata simplemente de una guerra ctvtl _entre españoles digámoslo claro: estamos en presencia. de una inva~íón extranjera en España Y lo q?e ~ehgra solamente el régimen político del p:us, smo la no es· · (Prolonga independencia auténtica de nuestro pats. dos aplausos). Hace meses, allá por el mes de julio, la prime. ra vez que yo tuve ocasión de dirigirme a la opinión, después de empezada la lucha, me permití decir que la gu<'rrn que entonces se lnauguruba, era una guerrn
de independencia y que adrmús prornrtía ser ('} pri_ mer arto de un(\ guerra gen~ral curopt>a no declara. da entonces todavía. Algunas pt>rsonas encontraron exagerados los términos de la comparación. Pero que esto es una guerra de independencia, ya Jo estái~ ,·iendo, no sólo por el hecho de que el pueblo espa_ tiol se lance al combate para recuperar sus derechos, que es una manera de ser independiente, sino por el hecho más concreto y menos dicutible de <1ue hay pasos extrai"ios en el sut>lo español, contingentes armados extranjeros, de cuyo triunfo resultaría la opresión absoluta de la independencia española. GUERHA DE INVASION Esta es la realidad, guerra de invasión, ata(Jl:C directo a la independencia de España, y este nuevo hecho en virtud del cual la personalidad o la rcprc_ scntación militar, politira y moral de los rebeldes, pasa un poco a segundo término y aparecen t>n primera linea otros valores más importantes y más gra_ ves, crea para todos los españoles, incluso para los rebeldes, un problema de conciencia. A mis no me cuesta nunca trabajo st'r gent>roso con nuestros amigos -no me lo ha costado nunca-; no me arreplen_ lo. Y en esta corriente de generosidad, llego hasta n suponer que en las fil:ts de los rebeldes habrá mu. chas gentes ofuscadas por la pasión política, por fanatismo de partido, por obediencia mal entendida, por un compañerismo llevado a extremos abusivos y perniciosos; pero me cuesta mucho trabajo creet· que entre los ¡>!'Opios rebeldes no haya muchos que hayan sentido el sonrojo español cuando de su rebeL día se ha hecho llave para abrir la puerta del territorio nacional a los ejércitos extranjeros. (Muchos aplausos). 1\lc cuesta trabajo creer que entre los militares rebeldes, delincuentes contra el Estado -no vamos a disimular la gravedad de su delito- rebeldes con_ tra el régimen, olvidados de la disciplina, me cuesta trabajo, digo, creer que entre estos militares nQ haya muchos a quienes les repugne y les horrorice ser delincuentes contra la Patria. Me cuesta trabajo creerlo, porque siempre he creído en la eficacia 1\cl sentimiento, del pundonor, aunque se extravíe lle_ vándoJc a los extremos de la rebelión que estamos viviendo. Rebelarse contra un Gobierno, rebelarse contra el Estarlo legítimo, estoy dispuesto a encon. trarlo, no legitimo, pero natural. Lo que es antína_ tural, es facilitar la invasión de la Patria. Este es el problema moral que se crea para los rebeldes pm· el hecho mismo de su acción haciendo entrar en España a ejércitos extranjeros. NEUTRALIDAD PERNICIOSA
Y otro problema del mismo
tipo, aunque sin amargura, se crea para otros muchos españoles que no han querido tomar parte en la contienda eL vil, que dicen que son neutrales, que por esta razón
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