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e| PASANDO EL RATO C

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ASTA que se inangure el nuevr gobierno, no habrá nada interesante, desde el punto de vista políticu, -que romunicar desde aquí á Puerto Rico.

Lo de la ciudadanía ha quedado para mejor ocasión, porque como estamos en un periodo de interinidad lo mejcf es no hacer nada, y dejar á los que vengan todo el trabajo acumulado que sea posible á fin de amargarles la exXistencia. . Puerto Rico se verá favorecido otra vez por la visita de comisiones y personajes que vayan á estudiar de una rápida ojeada las necesidades del país.

¡Qué caramba! siquiera es un respiro eso de saber que por lo menos dos ó tres meses nada tenemos que temer del parlamento, aun que ahora. si hemos de creer lo que se nos dice en todas partes, en las esferas legtslat¡vas y entre los hombres que han de influir en la futura marcha de los negocios del país, prevalece el sentimiento de volver sobre los pa sos andados por el camino del imperialismo hasta encontrar de nuevo la senda democrá. tica que ya parecía perdida y borrosa en la maraña de este atrecho tortuoso por el que han ido Jurante algnnos años las ambiciones políticas de este gran pueblo.

Sino fuera porque el comflicto mejicano solicita con angustioso apremio el interés*dej gobierno y del públicr, aquejaCos Ce una m isma preocupación, en Washington no habría otra cosa de que ocuparse que de ir á ver como trabaja una legión de carpinteros levantando tribunas, tribunas enerme-, frente á la Casa Blanca, frente al Capitolio, frente al teatro Belasco, en todo espacio utilizable de trayecto que ha de recorrer la comitiva de la coronación, digo: de la inauguración

Todo ha sido previsto con :esa admirable sangre fría sajona que lo mide y lo calcula todo, todo, hasta los dollars. los hombres y los años indispensables para intervenir en Mé1¡co con un éxito garantido.

El de la inauguración presidencial, si el tiempo no lo impide, está prevísto y calculado matemáticamente.

Washington hará un buen negocio durante algunos días, porque se aguarda una avalancha de forasteros, como en ninguna otra oca sión se haya reunido aquí.

Lo malo será que llueva ó que nieve ó que ventée el cuatro de marzo, aunque la buena suerte que acompaña hasta ahora á Mr. Wilson hace esperar que haga un día como de primavera. Así los festejos quedarán muy Incidos, como presen:an al nuevo presidente en los innumerables retratos que vemos de él por todas partes, hecho un muchacho como quien dice. Pero no es eso lo peor, sino que... en varias vidrieras, vemos fijado este anuncio, sobre una gran cartulina; ostentando el retrato de Wilson: JWindoz and balcony, for rent.

Y es claro, como se trata de un anuncio, han hecho los alquiladores de ventanasy balcones y bancos en las tribunas, como ciertos poetas cuando daf sus retratos á las revistas ilustradas, que diríase que están en posesiónde aquella milagrosa fuente de juventud que nuestro Don Juan Ponce de León fué á buscar á la Florida, con el resultado que todos conocemos.

El laconismo ingiés tar elogiado por los que no conocen el idiuma, ni saben si la escasez de palabras puede ser expresión de una sordidez de imaginación, se prestnría á interpretaciones jocosas, si no inspirase tantas simpatías como inspira el sucesor de Mr. Taft. Porqu: lo primero que nos salta á lamente, al ver uno de esos anuncios, es que Mr. Wilson se dedica á alquilar balcones y ventanas para su propía fiesta, y eso si lo hiciera Taft que ahora ha perdido el mamey, menos mal, pero que se le impute á Wilson que lo tiene ya, como quien dice, en la boca no está ni medio regular siquiera.... -

Yo espero que no sean motivo de dusgusho para los fanáticos de Mr. Wilson estas breves si que lijeras anotaciones sobre los preparativos del gran día que se avecina.

Vamos á tener una fiesta superba. Nunca ha hapido tanto entusiasmo,-me dicen. ¡Hasta don Cipriano Castro va á venit!

¡Qué honur para la familia!

j. PEREZ LOSADA.

= Washington, Febrero, 1913

GUEITO DE LA SEMANA EL GUERRILLERO currir

E a _EN modesta casa de adobes vivía un soldado veterano, y allí entre breñas, al pie de las agrestes y pintorescas faldas de la Sierra - Madre en los lindes de México, con los Estados Unidos, pasaba los años de su azarosa ex¡stenc¡a evocando y comentando sucesos, de aquella' contienda, que dió renombre al indio saxaqueño, y jefe liberal Juarez, presidente - de la República, y fama perdurable á otro __candlllo que señala época en la historia mexicana, el general mtrépndo& patriota, Por-firio Díaz.

Las tropas del imperio y las republicanas

Se batían sin tregua alcanzando reveses ó victórias; pero siempre los s:gundos tenían á favor, la justicia y el derecho, el amor á la libertad y á la independencia.

El guerrillero, habitante en la frontera, recordaba con orgullo los combates en que había tomado parte act!va y en su casucha de Paso del Norte, (ahora ciudad Juarez, se complacía en interesar á los viajeros con sus históricos relatos.

Me detuve unos días en aquel pueblo fronterizo, al calor de un hogar muy íntimo y querido, hoy vacío. y visité de nuevo scondido rancho de la serranía, pasando largas horas con el anciano, avivando su entusiasmo yescuchando n s de antaño, episodios de gráfica senci. ¡eg de atractivo singular y en los cuates había sido actorpnncrpa! -el valiente guerrillero, Trasladado á estas páginas uno de aquellos. sin alterar en nada la fcrma típica que le dió el narrador, si bien ensanchando un tanto los mientos, para darle mayor colorido.

La guerra civil, la lucha de hermanos ocntra hermanos, tomaba verdadero carácter agresivo, y penetranio por las grandes arterias del país, agitaba aldeas y ciudades contínuamente invadidas por imperialistas ó republicanos, que palmo á palmo se disputaban el suelo mexicano, convertido en vasto campamento.

Uno y otro bando, centuplncaba sus esfuer_Zos y energías bél¡cás ambos luchadores, sostenfan sus derechos y su entusiasmo, bajo la influencia de una idea, de una aspiración, muy diversa en cada partido.

El Gobierno nacional habíase instalado en Paso del Norte, en modesto albergue: y allí, más alejado del campo de acción y más seguro, velaba sin sociego por los in!erese .v5de la patria y por su libertad.

Los frecuentes encuentros dificultaban a veces las comunicaciones y el temor de que estas caveran en roder del enemigo hacía rezá estratagemas y á fieles denonades mensajeros.

Era urgentísimo: después de reñida y sangrienta batalla, que el presidente Juarez recibiera unos phegos y contestara sir perd¡da de tiempo.

La situación apremiante y el éxito, dependía del hombre que, con riesge de la vida, -atravesara el país infestado por bandoleros, que á la sombra del patriotismo, acorralaban á los inofensivos caminantes y ccmetían - toda. clase de abúsos: precnaba defenderse también de las partidas. imperialistas, que destaban aislar al Gobierno evitando su contacto con el ejército, é mtercep&audo las comunicaciones y las órdenes que de Paso del Norte se dirigían á los jefes republ¡canos

El guerrillero había dado muestras de su astucia, de su valor y de una fidelidad a toda prueba. El aceptó la patriótica misión.

.Con traje campesino, con_ la fisonmemfa bonachona y sin ribetes de. malicia. ni de investigación;-Cruzó unas veces á pie y otras a caballo, campos y ciudades. pernoctó en los centros donde pululaban los soldados, bebió fulque con los bandoleros y sin inspirar desconfianza, llegó hasta los estribos de la sierra y á las solitarias gargantas de las montañas.

Se acercaba á Paso Cel Norte sin tropiezo, alborozándose con su buena estrella y con la idea de haber cumplido bien y sin peligro.

La luna, abriéndose paso entre las nubes. esparcía su luz páliday vaga sobre las campiñas, deslizándola hasta las profundidades; y los senderos familiares para el guerrillero, que no pocas veces había recorrido.

Ea una curva de la montaña se detuvo, se agazapó, entre los jarales y escucho: oíá pa- sus y el crugir de las ramas; alguiense acer. caba; podía ser amigo ó enemigo: á pocó le sorprendió el rumor de una conversatión en voz baja; le habían seguido. porque escrudiñaban la hondonada; le buscaban: ¿eran ban-- didosó soldados? Su corazón batía con violencia, pero estaba sereno y resuelto á defen derse. herida en la pierna hacía imposible enpren der la última jornada.

De repente la luna clarísima y despejada, ¡luminó la escena: Marcelo, el guerrillero, vió á tres hombres, los que ásu vez descubrier3an al mensajero y atravesando rápidamente la distancia que les separaba, se lanzarcn sobre él.

Vestían de uniforme imperialista. Marcelo rechazó el primer ataque, pero uno de ellos le examinó de pies á cabeza; diciendo: Me parece que nos engañamos, este hombre será portador de avisos ó documentos importantes Veamos: ¿traes dinero ó pareles?

Ni uno ni otro contestó Marcelo con voz firme.

Eso es facil de decirlo, pero más fácil demostrarlo. -Ambás cosas-nos serán útiles: el dinero para nosotros, los papeles para el Emperador.

Marcelo comprendió que eran bandidos, disfrazados con el uniforme.

Como pudo, se vendó para dcteuer la san-. gre y casi arrastrándose, siguió por la que- herido María,. por completo; se convencieron de la

'dos, Los pliegos se habían salvado; pero la brada y ya ai amanecer, llegó á una -msvúchay' de una hortelona.

Llamó: una voz de mujer contestó.

¿Quién liama?

Marcelo, murmuró el abre pronto -añadió.

Poco después Marcelo, daba cuenta de lo sucedido y hacía desrocer el forro del sombrero de anchas alas, donde se encoutnbun' los famosos pliegos.

Toma: todos los días vas á vender gallinas en Paso del Norte: de tí madie desconfiará; oculta los f:>apeles en el pecho y entrégalos al presidente.

María no tardó una hora en volver: la conocían en el pueblo y pretextando pedir un favor á Juarez, había sido recibida; y era portadora de la importante respuesta. dec¡ siva en aquellas circunstancias.

La valerosa mexicana se ofreció al peli-. groso viaje que Márcelo no podía emprender: la pierna se había inflamado y precisaba algunos dias para curarla.

La lucha no fué larga, pero sí reñida: bala hirió á Marcelo y le hizo caer, Entre todos registraron sus bolsillos le despojarón de algunas monedas y desnudándolo casi una inutilidad de sus pesquizas, Mal uegbcio-dijo uno de los ba¿dolerps una muerte inútil; poco dinero y no lleva documentos.

Y siu detenerse más, se alejaron dejando á Marcelo herido levemente y satisfecho de sí mismo y de la poca previsión de los bandi-

Los puentes de Ponce

El bill de los puentes de Ponce pasó en el Consejo E¡ecut¡vo

Pero todavía no se puede cantar victoria por el triunfo obtenido.

No basta qué la Cámara vote una ley, que esa ley pase en el Ejecutivo y que el Gobernador la firme.

Se necésita, además de todo esto, que Mister Wilson esté en favordel proyecto

Una comwún

Una comisión compuesta de los distinguidos amigos don Antonio Conde, Celso Caballieiro y Alfredo Vargas, haj estado en San Juan trabajando cerca de los Delegados y de los miembros del Consejo Ejecutivo y del Gober- nador, para llevar a cabo la continuación de la carretera número 8 de Adjuntas a Lares. Dioha comisión gestiona también un empréstito pafa terminar algunas obras municipales, de que está muy necesitado el pueblo de Adjuutas.

No .poco fueron los inconvenientes; las estratagemas,¿las penosas marchas hasta llegar , al cuartel general sin despertar sospechas y cumplir la misión dificilísima, encomendada. al guerrillero, y llevada á termino por la valiente aldeana.

BARONESA DE WILSON. , .

Celebraremos mucho que tan estunados amigos triunfen en sus propósitos.

Semana _Santa

Consecuentes con nuestra costumbrede dedicar al recogimiento y á la meditación los días de Semana Santa, esta revista no se publicará la semana próxima.

Aparte de los sentimientos religiosos de nuestros redactores. parecería ViDA ALEGRE una nota discordamte en estos dias de profundodolor para toda la cristiandad.

Sirva esta nota de aviso á nuestros snscnptores.

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