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Ka ANIMALITOS .

Hay mucha gente aficionada á los ani¡males.

Más que animales aficionados á la gente: con lo cual demuestran aquéllos su privilegiado instinto. s

Desde el hombre público que protege á un hombre imbécil, pero bien vestido, y Jo sienta en los bancos de la mayoría. hastá la solterona que vive con media docena de perros chinos, hay infinidad de seres que deliran por los irracionales. -

No sé si procederá estc de haberse nutrido con leche bruta, bien sea de cabra, vaca ó pasiega; pero el hecho es que prefieren el trato de cualquier podenco al del más ilustrado exministro de la Corona.

Yo tengo un amigo llamadr Cazolín, que si en vez de dedicarse al cultivo del perro de aguas y á las conferencia gatunas, se hubiera arrejado en cuerpo y alma sobre el encacillado del Arancel, no sabemosa á dónde hubiera llegado.

Pero es lo que él dice:

Cada uno tiene su destino.

Yo pasaba muy tranquilo una tarde por la calle de Jacometrezo, cuando salió de la Mallorquina una joven rubia y delgada como un paraguas, acompañadá de su mamá yun perro cojo. del tamaño de un carnero, y color de manteca Astorga.

Ver aquella familia y amarla, fué obra de un segundo.

Los seguí hasta lacalle de Hita, donde habitaban, y entablé conversación con un mozo de cordel que estaba en la esquina,

¿Conoce Ud: á esa familia?

Sí, señor; viven en el tercero.

¿Son ricos?

Creo qné sí, porque el padre lleva puños poctizos, tanto, que hace dos días se le cayó uno al salir de la casay yo se lo recogí: y además la criada padece de indigestión todos los martes.

. Y 1n niña tiene novio?

Ahí no llego; per.<> creo que nó, aunquelo-espera con ansia; porque, según me ha dicho la crieda, se.pasa el día chupando la cal de las paredes del pasillo y leyendo novelas en el retrete. ¡ iAy! No puede Ud. figurarse qué cariño se les toma á los animales, sobre todo cuando son útiles é inteligentes como los que tenemos en casa. iPero no puede Ud. figurarse continúa Cazolín hasta qué punto llega su inteligencia! Sobre todo el loro, rossirve para una porción de cosas. A +o mejor estamos tan tranquilos, y empieza él á gritar, dando volteretas en la jaula: ¡Que me saquen! ¡que me saquen! iY lo sacan Uds? iQué me cuenta Ud?

Qir esto y sentir así Como una punzada entre laspaletillas, todofuéunodice Cazolín.

Y comprendí añadió que estaba enamorado por toda la parte interna.

A los dos días, y estando á las diez de la noche mirando al balcón del -cuarto segundo. y absorviendo el jugo que destilaban los tiestos que acababa de regar en el principal, icataplúm! un objeto con Cuatro patas cayó sobre mi cabeza derribániome al suelo.

Era una camilla que me arrojó el padre de la niña, para domostrarme según me dijo después. que eran personas de decoro.

Excuso decirle á Ud. cuenta Cazolín que á los dos meses me casaba con ella, y que desde entonces data mi cariño hacia los animales.

¿iPor dué?

Mire Ud , mi suegro, que está empleado en Fomento. debe toda su carrera á haberle regalado ya gato á González Brabo, y mi suegra procede directamente de la perrera del Duque de Alba, quiero decir, que es la hija del encargado de dicha perrera.

¿Y su mujer de Ud. ama también á los animales?

--jMi mujer es un angel! H:ce fiores de papel, compone versos un día sí y otronó, para no fatigar á las musas, y siente también una vocación decidida por mí y por todos los animales de la familia.

¿Son Uds. muchos: No. señor; además de mi suegro y del perro cojo de que ya he hablado áUd., estamos en c?sa: yo y mi mujer; un loro bizco, pero de muy bu=nos sentimientos llamado Termidor; seis gato. manchegos y cuatro palomos que andan sueltos. porque están encargados de avisar á la criada cuando suena la campanilla de la puerta de la habitación, pues la criada es sorda como Una tapia.

¿De modo que estarán Uds. divertidísi-mos?

Ya, ya lo comprendo.

Inmediatamente. Porque, ya se sabe, cuando dice ¡que me saquen! tenemos agua segura, ó cambio de ministro.

Pero que mo falla.

¿Y cómo distinguen Uds. entre el agua y las crisis políticas?

Muy sencillamente. Si Termidor se va á la cocina y le muerde las pantorrillasála criada, chaparrón infalible: y si se va á la despensa y empieza á coger chorizos y á llevárselos á la jaula, cambio de ministro inmediato.

¡Me deja Ud. atónitoi le dije á CazolínPero aún bay más prosiguió él. Sique. remos saber en qué sentido se resolverá la crisis, no hay más que ponerle á la entrada de la jaula los retratros de Cánovas y Sagasta, y es probado. Al que le da con la pata cae al día siguiente, y al que le pasa por la boca un pedacito de chorizo, ya se puede poner el uniforme y marcharse á jurar inmediatamente.

¡Hombre! Parece cosa de brujería. Hero que puede probarse con hechos contestó Cazolín. Además. el perro á quien en familia llamamos Pichichi, pero que delante de gentes no le gusta que le l¡lamen más que porsu nombre, que s Don Benito, nos sirve también muchísimo.

¿iPara qué?

En primer lugar, él esde unas ideas religiosas muy acentuadas, porque nació en casa de un cura; así es que con el mayor gusto acomña á mi suegra á la iglesia todos los días, y como ella ve muy poco. Pichichi, que se sa be de memoria la misa, le advierte, tirándola del vestido, cuando se ha de arrodillar y cuán do ha de pesignarse; además cuando llega el monaguillo á cobarle la silla en que está sentada la pobre señora, el m'smo Pichichi le saca cinco c/ntimos del bolsillo y los deposita en la hucha que lleva el monaguillo.

¿Sabe Ud. que me deja verdaderamente asombrado?

Pues eso es nada prosiguió Cazolín comparado con lo que nos. sirven Pichichi y los demás animales con que contamos, sobre todo cuando llega el caso de ponernos enfermos.

¿Pues qué hace Píchichi? ¿va á avisar al médicu?

No, señor; en casa no usamos ya médico, desde que el invierno pasado tuvo mi suegro un pasmo con sus puntitas de pulmonía.g Vino entonces el médico. porque se empeñó mi mujer, y empezó á darle al enfermo antipirina y aguas cocidas para que sudase; pero.. ¡nada! mi suegro tan fresco, y poco menos que muriéndose. iY qué hicieron Uds.? iY rompió al fin?

Una cosa muy fácil. Fn la alcoba estábamos continuamente toda la familia. Mi suegra, mi mujer y yc medios dormidos en u sofá que habíaá la izquierda de la cama; ?ichichi al lado de la mesa de noche; 7ermidor rezando en la barandilla de la cabecera; los cuatro palomos en la de los piés, y los seis gatos haciendo viajes á la cocina, para que no se durmnera la criada que entonces tenía no+ vio y estaba muy propensa al letargo.

. ¿Sudas? -prºguntaba mi suegra de cuande en cuando.

No- respondía el enfermo con voz doliente.

A veces me parece que voy á romper, pero no rompo, No estaría de más que avisa seis á la Funeraria, para que mandase un prospecto yeligir un catafalco qne fuera á gusto de todos.

Entonces Pichichi tuvo un momento de inspiración elínica, y sin decir ¿se puede? dió un salto, y se metió en la cama de mi suegro.

¡Dejádmelo! exclamó él. Se me figura que me lo envía la Providencia, Y lo que tenéis que hacer añadió con voz quejumbrosa si ño sudo antes de un cuarto de hora, es irme metiendo gatos de cinco en cinco minutos hasta que rompa.

Al tercer gato respondió Cazolín-su-daba de un medo tan horroroso, que tuvimos que salir de la alcoba, porque nos asfixiábamos. Es verdad que como sudaban todos los que estaban con él en la cam: , bacía allí un calor que se derretían los sesos.

¿Pero se puso bueno el pobre señor?

- Aldía siguiente, cuando vino:el--médico mi mismo suegro, queestaba ya levantado y en el pasillo, le saltó á Pichicht, para que lo despidiera amigablemente. Ahora comprenderá usted termiñó Cazolín- -las razones que tengo para querer á los animales.

Hace Ud. muy bien le d¡;e. casi convencido.

Ya sabe Ud. que se le qunerq..-ne con testó él, estrechándome la á.96 cariñosa mente. Tantas graciasle responaf. .).__

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