COHRE Bulletin Latin America Vol1 No.5 2008 - Spanish

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Año 1_Nro. 5 Diciembre 2008 / enero 2009

CENTRO POR EL DERECHO A LA VIVIENDA Y CONTRA LOS DESALOJOS

Boletin_ Derecho a la Vivienda y a la Ciudad en América Latina 2008 | #05 02 Editorial PAG

Para que la diversidad no quede en los márgenes

Por Victoria Ricciardi

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03 El espacio no es neutro: reflexiones en torno a vivienda y ciudad desde una perspectiva de género

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05 La vivienda: mucho más que un “cobijo”, un derecho, una práctica ciudadana

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08 Mujeres, asentamientos informales y urbanización: cuando el género importa

11 Reflexiones para la exigibilidad del Derecho a la Vivienda y a la Ciudad de las personas LGBT

Por Zaida Muxí Martínez

Por Ana Falu

Por Victoria Ricciardi y Mayra Gómez

Por Robinson Sánchez Tamayo

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13 Créditos y Apoyos PAG


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Editorial Para que la diversidad no quede en los márgenes

Boletin_ Derecho a la Vivienda y a la Ciudad em América Latina Año 1_Nro. 5 | 2008_2009

Por Victoria Ricciardi *

Es común, ante reflexiones en torno a grupos específicos y diversos, escuchar un murmullo que cuestiona y - por lo bajo - se pregunta “pero, por qué?”. A qué se debe esa necesidad de pensar, en particular, los derechos en relación a la diversidad? Es decir, sabemos que existen déficits u obstáculos para que las personas, hombres, mujeres y otros, puedan gozar del acceso a la ciudad y una vivienda adecuada pues, ¿qué hace que debamos esforzarnos y detenernos en esas realidades? En ocasiones, nos hemos resistido a dar una respuesta a algo que - para muchos - resulta de una obviedad innegable. Sin embargo, creemos valioso dar una respuesta frente al debate que ello provoca.

De acuerdo a cifras oficiales de Naciones Unidas, las mujeres, por ejemplo, producenun 80% de la comida en el mundo; no obstante, sólo poseen el 1% de la propiedad mundial. A su vez, el 41% de los hogares con “jefas de familia” femenina, están por debajo de la línea de la pobreza, siendo que un tercio de las mujeres del mundo vive en asentamientos o en condiciones de habitabilidad inadecua-

da. En América Latina, las mujeres ganan en promedio un 30% menos que los hombres en sus empleos formales. Y de esta forma, podríamos continuar ilustrando con estadísticas la desigualdad de las mujeres en relación a los hombres a nivel mundial. Afortunadamente, existen cifras sobre su situación, aunque poco conocemos acerca de las personas de identidad sexual diversa. En alguna medida, estas cifras alcanzan para dimensionar el nivel de desigualdad o inequidad, pero poco nos dicen sobre sus razones y en particular - sobre su persistencia. Aunque los avances y las conquistas no han sido pocas, es necesario seguir insistiendo en que la desigualdad existirá hasta tanto el punto de vista de aquellos y aquellas que no han sido y no son escuchados en la construcción de la realidad, comiencen a ser considerados. Es por ello que no basta con declaraciones o acciones que impidan tratamientos desiguales o que incluyan apartados especiales reconociendo medidas. Necesitamos de esfuerzos que obliguen, que logren, que insistan en tener en cuenta las experiencias y realidades

de la diversidad en las principales instancias de decisión y diseño, y no en los márgenes. De esa forma, lo importante es comprender que esta realidad responde a la construcción de una idea de Ciudad de la cual las mujeres no hemos participado, no hemos sido consultadas, no se nos ha tenido en cuenta de acuerdo a nuestras especificidades o realidades. Hemos estado invisibilizadas y el lugar que no nos han dejado ocupar, lo han ocupado otros, y de allí que esos espacios no sean neutros, sino reproductores de esa desigualdad. Esta edición está dedicada a reflexionar sobre la ciudad y la vivienda desde una perspectiva de género y desde la diversidad, como un esfuerzo para dar visibilidad a esta temática, para explicar que no somos todos iguales, y que para lograr una Ciudad inclusiva, respetuosa de derechos fundamentales y del reconocimiento de un derecho a la vivienda adecuada, es necesaria la participación de todos y todas. Queremos agradecer a las autoras y autores del presente número por sus esenciales aportes en pos de avanzar en este sentido.

* Victoria Ricciardi es consultora para el Programa Mujeres y Derecho a la Vivienda de COHRE en América Latina.


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Género y Diversidad

El espacio no es neutro: reflexiones en torno a vivienda y ciudad desde una perspectiva de género

Boletin_ Derecho a la Vivienda y a la Ciudad em América Latina Año 1_Nro. 5 | 2008_2009

Por Zaida Muxí Martínez *

El espacio no es neutro, el espacio nos condiciona de manera diferente a hombres y mujeres. Y ello no sólo se debe a una experiencia corporal, sexuada diferente, pues esta diferencia es acrecentada o castigada, por los propios roles de género. En este sentido, la perspectiva de género se refiere a los roles asignados que nos hacen experimentar, percibir los espacios y las ciudades de manera diferente a las mujeres de los hombres. La ciudad del siglo XX, - caracterizada por centro y periferias-, la ciudad moderna y tardomoderna que vivimos y sufrimos hoy se extiende y derrama sobre el territorio, y está pensada en función de los roles masculinos que entroncan con una valoración exclusiva de la realidad desde el mundo productivo, desechando e infravalorando las necesidades del mundo de la reproducción y de la vida cotidiana. Esta negación del mundo reproductivo en la proyectación y planificación de las ciudades, se erige con deficiencias y límites insoslayables para las mujeres. Por ello, la ciudad del siglo XXI, una ciudad que tienda a la igualdad de oportunidades será aquella que ponga en el centro el mundo de la reproducción, el mundo de lo cotidiano y a partir de esto, se piense la ciudad policéntrica, mixta, compleja. Resultará una ciudad pensada para y desde lo cotidiano. Si lo cotidiano no funciona, si la esfera reproductiva no es entendida como una correspon-

sabilidad, entonces, no funciona absolutamente nada. Sin embargo, se sigue pensando a las ciudades desde la perspectiva masculina, en la que prevalece el mundo de lo público: lo que se paga, lo que está “afuera”, y no se visibiliza que todo lo que se hace en ese ámbito productivo no existiría sin el soporte y las actividades del mundo reproductivo que recae mayoritariamente en las mujeres. En el mundo productivo participamos hombres y mujeres, no obstante, la carga de la responsabilidad del mundo reproductivo sigue siendo soportada por las mujeres que sienten incrementadas las dificultades en las distancias y los tiempos resultantes de la segregación, fragmentación y dispersión territorial que sufren nuestros pueblos y ciudades. La situación global ha supuesto nuevas coordenadas de juego, de crecimiento de las desigualdades que las políticas públicas no han sabido atajar ni acomodar. La presión de la economía global ha cambiado las relaciones de fuerzas y prioridades internas de los países, comunidades y ciudades en detrimento de los sectores más débiles. Los efectos de la globalización o la economía de libre mercado han actuado negativamente sobre los derechos de las mujeres, sobre el derecho a la vivienda y a la tierra, sobre el derecho a las ciudades y al territorio. Las activi-

dades humanas se desarrollan acorde a sus tiempos, a los valores, a las tecnologías, a las posibilidades de producción (cultural, económica y tecnológica). Y, entender las sociedades y los espacios en que dichas actividades se desenvuelven, permite leer los valores que las rigen. La globalización como estado económico-productivo, valora y reproduce unas relaciones y unas maneras de entender el mundo en las que prevalece la jerarquía patriarcal, racial y económica. Una propuesta para la vivienda y la ciudad desde una perspectiva de género, colocaría lo cotidiano y lo reproductivo en el centro, como ejes de transformación, lo que significaría un cambio de paradigmas. El espacio no es neutro y debemos empezar a pensarlo a partir de un conocimiento real de las necesidades y deseos de la población y, especialmente, de las mujeres. Tenemos que dejar de proyectar políticas y soluciones espaciales para habitantes neutros y abstractos, como se ha venido haciendo en las políticas de vivienda y en los proyectos urbanos. Tenemos que analizar, conocer cada realidad para ver como responder de manera flexible y real, hallar soluciones que sirvan a personas reales con maneras de habitar particulares. Por ello, una reflexión imprescindible es la relación ambigua de la vivienda con el mundo productivo, la vivienda ha sido y sigue siendo un espacio de producción, especialmen-


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Género y Diversidad

te en los sectores con menores recursos. Por lo tanto, la incorporación de la realidad como dato de proyectos ha de invalidar la solución “ideal” que ha separado por décadas - en las soluciones tecnócratas y administrativas -, la esfera reproductiva de la productiva. La vivienda es fuente de recursos económicos y es a través de ellos que se ha de permitir y fomentar la mezcla de usos ya no sólo en un mismo sector urbano, sino en la residencia. De esta manera, se responderá a la complejidad de la vida de las mujeres en las ciudades. Para aquellas mujeres de los grupos más vulnerables, el derecho a la vivienda es el derecho a las relaciones sociales, al cobijo, al trabajo y a la independencia, en definitiva, es la garantía para una vida digna.

* Zaida Muxí Martínez nació en Buenos Aires, Argentina, en 1964, donde obtuvo su título de Arquitectura en 1988; realizó su PhD en Arquitectura en la Universidad de Sevilla, España, en 2002. Vive en Barcelona desde 1990. Desde 2003, ha sido Profesora en el Departamento de Planificación en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Su disertación de Doctorado fue, “La arquitectura de la ciudad global”, publicada por Gustavo Gili (2004). Ha sido invitada a conferencias en varias ciudades del mundo. Actualmente, trabaja en Investigación específicamente, estudios de género en urbanismo y arquitectura, vivienda y barrios. Contacto de email: zaidamuxi@arquired.es.

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Género y Diversidad

La vivienda: mucho más que un “cobijo”, un derecho, una práctica ciudadana.

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Por Ana Falu *

Tanto la intersección entre vivienda y ciudad, como el propio concepto de Hábitat1 parten del reconocimiento de las fuertes transformaciones sociales, económicas y culturales, la tendencia de crecimiento de las ciudades caracterizadas por un aumento y diversificación de la pobreza-, la degradación urbana y ambiental, la creciente violencia que se traduce en mayor inseguridad ciudadana, el deterioro y/o ausencia de servicios urbanos, de infraestructura básica y las dificultades para acceder a la tenencia de tierra urbana y vivienda.

Si bien que para responder al déficit habitacional es necesario abordar las políticas de vivienda, la calidad de vida no sólo se vincula específicamente a vivienda, sino a múltiples variables que definen las condiciones del hábitat, tanto urbano como rural. Dichas variables, se refieren a todos los factores intervinientes en un territorio: lo construido, el ambiente natural y las relaciones sociales y productivas, la cultura y la tradición, identidades que en él se expresan y desarrollan. Por ello, es necesario enmarcar el problema de la vivienda en la

cuestión urbana, las grandes transformaciones que sufren las ciudades en este momento, bisagra de la humanidad en donde la población es mayoritariamente urbana2. Como uno de los resultados más evidentes, las ciudades crecieron, se complejizaron y también se fragmentaron, expresando la segregación social y económica en el territorio urbano. En América Latina, las ciudades viven en una tensión entre formas extremas de atraso y la modernidad que la sociedad global impone con la revolución de las comunicaciones y la tecnología. Las ciudades parecen ser hoy más inabarcables, más desconocidas, menos legibles y, por tanto, fuentes de temores y diferencias irreductibles. A la vez, son polos de desarrollo, centros de la acción política, cultural, social. Representan la oportunidad de ascenso y crecimiento, así como de consolidación de derechos ciudadanos. Es en estas ciudades, en aglomerados casi clonados ubicados en distintas latitudes del mundo, en los que se expresan todos los avances de la humanidad que conviven con los desalojos, la inseguridad de la tenencia y los alquileres no regulados que, a la vez, cuentan con un excesivo parque habitacional

sin uso como “inversiones para la especulación”. Cuestiones críticas que no pueden ser ajenas a los grandes desafíos que enfrenta América Latina son: fortalecer sus procesos democráticos e instituciones, y disminuir las enormes distancias entre una riqueza muchas veces obscena y pobrezas3 que no sólo son económicas, sino de derechos a la vivienda, al agua, a los servicios, a la educación, al transporte, a vivir y disfrutar la ciudad, a trabajar y a recrearse. No habrá metodologías innovadoras, ni movilización de recursos que generen formas participativas genuinas, si no se potencian las condiciones de ciudadanías activas, de titularidad de los derechos, sin discriminaciones de ningún tipo, ni de raza, ni de etnia, ni de edades, ni de sexo. La protección del derecho a la vivienda y la tierra involucra mucho más que el “cobijo”. La seguridad de la tenencia tiene connotaciones sociales, emocionales, psicológicas, es una de las aspiraciones básicas más sentidas de los distintos tipos de familias que podemos reconocer en la sociedad. Bien sabemos que la vivienda es un bien costoso de adquirir, difícil de alcanzar para grandes mayorías en nuestra región, y que una vez obtenido, plantea el problema de asegurar su permanencia como bien y como activo familiar. Y de ahí, el enorme temor a perderla.


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Género y Diversidad

Interesa esta cuestión desde un enfoque que privilegie a las mujeres, en tanto actoras sociales, con derechos por sí mismas. Entre los hogares más pobres, en su mayoría, suelen ser las mujeres las únicas responsables. Y son ellas mismas, las que siguen sufriendo o temiendo las violencias, sean éstas privadas o públicas, las variables de ajuste de las carencias económicas, y son ellas las que asumen la responsabilidad de los niños y los mayores. Son las sostenedoras de los servicios comunitarios y barriales, la mayoría en el voluntariado y del tercer sector y, sin embargo, siguen invisibles en las políticas públicas. A pesar de ello, son estas mujeres las que individual o colectivamente han sido capaces de salir del lugar de la victimización, más allá de las sobrecargas domésticas y públicas, demostrando enormes capacidades y potencial. Consideramos importante, entonces, la inclusión de la perspectiva de género por las siguientes razones: por ser un concepto que da cuenta de las asimetrías entre varones y mujeres, porque procura explicar las diferencias y, porque busca evidenciar las

relaciones jerárquicas y de subordinación que no son otra cuestión que relaciones de poder de un sexo sobre el otro. Uno de los temas cruciales es visibilizar a las mujeres como sujetos de política pública, desentrañando los estereotipos que han marcado a las políticas de vivienda y hábitat.

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reconoce la gran heterogeneidad de hogares con distintos arreglos familiares y un creciente número a cargo de mujeres que no son incluidos en las políticas.

En este sentido, Moser4 aportó sobre la necesidad de abordar la planificación desde la perspectiva de género, señalando que hombres y mujeres tienen diferentes necesidades debido a la asignación de roles sociales, por ello:

Para considerar a las mujeres por sí mismas en las políticas, es necesario ir más allá de la retórica, allí donde se enumeran sus “virtudes” como “agentes de cambio”, como “facilitadoras de la acción comunitaria”, “mediadoras de las necesidades de la familia”. Sin embargo, no son tomadas en cuenta como sujetos sociales con demandas y necesidades distintas a las de los hombres, y no siempre iguales a las de las familias que sostienen.

a- la necesidad de identificar los distintos tipos de hogares para una planificación eficiente y,

Asimismo, algunas de las cuestiones centrales que deben incluirse en el debate acerca del derecho a la vivienda son:

b- el examinar la división sexual del trabajo para identificar los roles de cada uno.

considerar las “políticas de acción positiva” o políticas afirmativas, como instrumentos de equiparación de las desigualdades, asegurando igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, buscando consolidar en las prácticas la ciudadanía de las mujeres. reconocer la existencia de distintos tipos de familias, no sólo la familia nuclear, sino distintos tipos de “arreglos familiares”, entre los cuales, el creciente número de hogares a cargo de mujeres y el incremento de hogares

La mirada crítica intenta colocar en evidencia que la planificación tradicional asume una sociedad homogénea de hogares nucleares. Estos hogares nucleares responden a una tradicional división sexual del trabajo: hombres productivos (generadores de ingreso) y mujeres responsables únicas del trabajo doméstico y reproductivo (hijos y hogar). Es un modelo que esconde y no


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unipersonales son expresión nueva en nuestras ciudades. la necesidad de privilegiar aquellas familias que tienen a las mujeres como únicas responsables, y considerar aquellas con un alto número de miembros económicamente dependientes, ya que son las de mayor vulnerabilidad social. considerar que las mujeres no sólo son sostén económico, sino también afectivo, psicológico, cuidadoras de la infancia y las personas mayores. considerar las situaciones de vulnerabilidad social, pero es necesario romper con la concepción de atribuir a las mujeres vulnerabilidad, siendo necesario distinguir “causas” de la “naturaleza” de dicha vulnerabilidad. Pues ésta no es

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inherente al “ser mujeres”, caracterización que conduce a una concepción victimizada y desvalorizante de ellas. ? desarrollar campañas sobre el derecho de las mujeres a la ciudad que transformen las legislaciones en prácticas sociales, derecho al trabajo, a la educación, vivienda, servicios, el agua, la luz, el transporte, la recreación, la no violencia hacia las mujeres: la (in) seguridad es el mayor límite a la libertad. Cómo nos preparamos para el futuro? Resulta de vital importancia hacerlo desde una perspectiva que incorpore a la diversidad y, en particular, a las mujeres. Para ello, es necesario impulsar cambios culturales y simbólicos, no sólo legales y normativos, pero sin duda, todos demandan voluntad política,

2004, Falu, Ana y Rainero Liliana, en Diccionario de Género, “Hábitat refiere al conjunto de satisfactores materiales, redes de infraestructura, servicios, características ambientales, vivienda, localización de la misma en el territorio como así también, los factores políticos, económicos, culturales, identitarios y de relaciones sociales que definen los asentamientos humanos rurales y urbanos”. 2 Informe sobre La Población Mundial de UNFPA e Informe de las Ciudades, UN Hábitat 2007. 3 Según CEPAL 2005, América Latina es la campeona de las desigualdades en el mundo. 4 Moser, Caroline. Planificación de Género. Ediciones Flora Tristán, Perú, 1996. Actualmente investigadora senior de Políticas Sociales Urbanas en el Banco Mundial, Washington.

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* Ana Falu, es Catedrática de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina; Investigadora de CONICET, estudió Arquitectura en Tucumán, Argentina y sus estudios de postgrado los realizó en Holanda, en Bowcentrum, y en Bouwkunde de la Universidad de Delft. Es militante política y social por los derechos humanos y por los derechos de las mujeres. Actualmente, es Directora Regional para Brasil y los Países del Cono Sur de UNIFEM –Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer-, cargo que también desempeñó entre 2002-2004 en Quito, para los Países de la Región Andina. Autora de numerosos artículos, capítulos de libros y libros, coordinó equipos regionales, nacionales de trabajo e investigación, y actualmente está muy involucrada en uno de los grandes temas emergentes urbanos: la violencia en las ciudades.


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Mujeres, asentamientos informales y urbanización: cuando el género importa.1

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* Por Victoria Ricciardi y Mayra Gómez

América latina es la región más urbanizada del planeta, donde vive el 14% de los habitantes de asentamientos informales del mundo. Al mismo tiempo, dicha región presenta la mayor desigualdad en términos de distribución de ingresos, educación, empleo, acceso a los servicios y partición política. Es en las ciudades latinoamericanas que se concentra la mayor parte de las personas pobres de la región. En su mayoría son mujeres2 y constituyen el 44% de la población. En dicho contexto, resulta indispensable hacer visible el impacto de este fenómeno en la vida de las mujeres, y comprender que no se trata de un proceso neutral en términos de género.

De acuerdo a cifras de UN-HABITAT, en el año 2007, las personas que residen en alguna forma de asentamiento informal superó la marca de 1 billón de personas3. Ello significa que - en promedio - 1 de cada 3 habitantes de las ciudades, viven en un asentamiento precario. Sin dudas, esta realidad responde al ritmo y escala del proceso de urbanización que se registra en todo el mundo. De hecho, por primera vez en la historia, la mayoría de las personas viven en ciudades. Sin embargo, este crecimiento no ha sido acompañado por medidas que garanticen el acceso a una vivienda adecuada ni a otros servicios fundamentales (como el agua y saneamiento) para todos los habitantes. El impacto y la naturaleza del creciente fenómeno de urbanización en sus distintas esferas y dimensiones ha sido objeto de numerosos estudios y discusiones. No obstante, y a pesar del creciente protagonismo de las mujeres en este proceso – pues ellas representan alrededor de la mitad de los migrantes urbanos a nivel global - la experiencia femenina ha tenido poca o nula visibilidad. Resulta indispensable atender el impacto del proceso de urbanización

en la vida de las mujeres, y no sólo por la magnitud de las cifras, sino porque las causas y consecuencias son específicas para las mujeres debido a su íntima relación con persistentes desigualdades de género. En este sentido, tanto las razones que llevan a las mujeres a vivir a las grandes ciudades como sus condiciones- e inextricables consecuencias - deben ligarse a su correlato con la jerarquía patriarcal y los roles tradicionales asignados a las mujeres en la organización social. Por tanto, es de vital importancia dimensionar que el creciente proceso de urbanización - junto a sus causas y consecuencias -, su impacto y naturaleza, no son neutrales en términos de género. De esta manera, existen varias razones que empujan a las mujeres a la ciudad: motivaciones de índole económica relacionadas con la feminización de la pobreza; obstáculos formales y reales para recibir herencias y acceder a la propiedad o a títulos de dominio; ser víctimas de la violencia - ya sea a causa de guerra y conflictos o la violencia en el hogar -; lesivas situaciones de discriminación que restringe el goce de sus derechos; la necesidad de reunificar a las familias o evitar la desunión; y los desalojos forzosos. En su otro costado, las consecuencias de habitar en una gran ciudad, tienen un fuerte impacto en la vida de las mujeres. Por ejemplo, la falta de condiciones mínimas de habitabilidad, acceso a servicios de infraestructura adecuados -falta de agua, servicio eléctrico, gas y condiciones sanitarias mínimas- afectan en especial a las mujeres. Ya que son ellas las encargadas de la limpieza, el cuidado del hogar y la crianza de los niños- conforme a una tradicional división del trabajopadeciendo – especialmente - las malas condiciones de habitabilidad que las obligan a resolver los problemas cotidianos de falta de servicios. Al mismo tiempo, los sufrimientos por residir en ambientes inseguros se agravan para las mujeres que quedan expuestas a violencia y asaltos sexuales. De esta forma, las inundaciones que anegan los accesos y la falta de iluminación y de agentes de seguridad


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en los asentamientos informales, afectan gravemente la calidad de sus vidas. Por otra parte, se suman los obstáculos para acceder a la propiedad o a los beneficios de planes de regularización, los cuales se deben a veces - a la existencia de impedimentos formales y reales como ser: la ausencia de reconocimiento legal, por no ser consideradas jefas de hogar, o por la imposibilidad de acreditar ingresos por desempeñarse en el mercado informal. Como consecuencia, las mujeres gozan en menor grado que los hombres de seguridad en la tenencia de tierra y propiedad, corroborándose así una dependencia de los hombres en sus hogares y una mayor vulnerabilidad frente a los

desalojos. Asimismo, esta circunstancia dificulta las posibilidades de las mujeres de salir del circuito de violencia doméstica, potenciado por condiciones pobres de habitabilidad. Recomendaciones para el diseño de políticas públicas desde una perspectiva de género. El informe de COHRE Women, Slums and Urbanisation: Examining the Causes and Consequences- Mujeres, Asentamientos Informales y Urbanización: examinando sus causas y consecuencias”4, reveló que la igualdad formal entre los hombres y mujeres de la región tampoco bastaría para efectivizar el disfrute de los derechos de las mujeres.

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Algunas de las cuestiones denunciadas en este trabajo, fueron las dificultades de las mujeres en América latina en el acceso a la propiedad producida por la preponderancia de los hombres en las gestiones gubernamentales, la persistencia del trabajo informal y los menores ingresos que ellas reciben. También se hizo hincapié en la sobrecarga que padecen por estar al cuidado del hogar y la familia que redunda en una peor calidad de vida..Una de las más acuciantes problemáticas, como causa y consecuencia de la vida en las grandes ciudades que fueron señaladas por las mujeres que participaron en la encuesta, fue ser víctimas de la violencia doméstica. Esta situación lleva - muchas veces - a las mujeres a


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abandonar sus hogares quedando absolutamente desprotegidas. No obstante, muchas de ellas no pueden hacerlo debido a la dependencia financiera en relación al hombre y la falta de acceso a una vivienda alternativa. A partir de las experiencias relatadas por las mujeres, COHRE elaboró algunas recomendaciones a ser adoptadas por los Estados, entre ellas: la importancia de proveer seguridad jurídica de la tenencia prioritariamente a las mujeres y sus familias; la imperante obligación de invertir en planes de urbanización y en el mejoramiento de viviendas para los pobres donde se garantice la participación efectiva de las mujeres; asegurar la propiedad conjunta entre hombres y mujeres y garantizar la igualdad en sus derechos de propiedad; proveer el acceso a servicio básicos (como agua y servicios sanitarios); mejorar la seguridad en los barrios y fortalecer la protección legal de los derechos derivados del derecho a la vivienda de las mujeres. Claramente, el fenómeno de la urbanización se presenta como un desafío para los gobiernos. La solución no puede venir de desalentar las migraciones o intentar volver el tiempo atrás. Más bien, los gobiernos tienen el deber de enfrentar las violaciones a los derechos humanos y también las violaciones que sufren las mujeres en el contexto urbano. Los esfuerzos deberán concentrarse para que se brinde la debida atención a la dimensión de género del fenómeno, y lograr que se apliquen estas nociones en las políticas y planes de acción pensados para garantizar el derecho a la vivienda de las mujeres.

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Este artículo fue escrito en base a un informe elaborado por el Programa Mujeres y Vivienda de COHRE, Women, Slums and Urbanisation: Examining the Causes and Consequences- Mujeres, Asentamientos Informales y Urbanización: examinando sus causas y consecuencias, con foco en las ciudades de São Paulo (Brasil) y Buenos Aires (Argentina). En él se analizan las experiencias de las mujeres y jóvenes que viven en asentamientos informales, indagando en sus causas y consecuencias bajo la premisa de que éstas están claramente vinculadas a cuestiones de género. Único en su especie, el informe se basó en una investigación que llevó adelante COHRE en seis ciudades diferentes (Accra, Buenos Aires, Colombo, Mumbai, Nairobi y São Paulo) en donde se entrevistó a mujeres y niñas que viven en más de 20 asentamientos informales de las mencionadas ciudades. El informe contiene distintas secciones, dedicadas a analizar las corrientes y la realidad del fenómeno de urbanización en el mundo. En él, se detallan las principales causas que llevan a las mujeres a migrar a las grandes ciudades, presentando los factores de “expulsión” y “retención” que condicionan la decisión de las mujeres de vivir en las grandes urbes. En su parte principal, se presentan los resultados de las investigaciones de campo llevadas adelante en las distintas regiones. El trabajo también incluye una descripción de los asentamientos visitados donde se relatan las experiencias compartidas por las mujeres. Por último, el informe trae conclusiones y recomendaciones que los Estados deberían tomar en cuenta al diseñar políticas en materia de urbanización y asentamientos. 2 Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Pobreza en Latino América: Nuevos Escenarios y Desafíos de políticas para el Hábitat Humano (Serie Medio Ambiente y Desarrollo, nro. 27, Santiago de Chile, 2002). 3 UN-HABITAT, State of the World Cities Report 2006-2007, (UN- Habitat: Nairobi, Kenya, 2006). 4 Aquellos interesados e interesadas en recibir la versión resumida en español de este Informe pueden solicitarlo por correo electrónico a: victoria@cohre.org

* Victoria Ricciardi es abogada con especialización en leyes constitucionales y en derechos humanos a nivel internacional. Tiene una amplia experiencia en litigios de derechos humanos. Ha trabajado como asistente de investigación en diferentes proyectos relacionados a género y legislación. Actualmente, es consultora para el Programa de Derecho a la Vivienda y Mujeres de COHRE para la región de América Latina. * Mayra Gómez es coordinadora del Programa Mujeres y Derecho a la Vivienda de COHRE (Centro por el Derecho a la Vivienda y contra los desalojos). Tiene amplia experiencia en haber viajado por varios países de distintas regiones del mundo. También ha participado en numerosas fact-finding missions y Proyectos de Capacitación a nivel nacional e internacional, sobre temas de discrminación contra Mujeres y violación de Derechos Humanos. Mayra Gomez tiene experiencia profesional en acciones de incidencia en Derechos humanos en NU y es autora de más de 30 artículos sobre derechos humanos, libros y reports.


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Reflexiones para la exigibilidad del Derecho a la Vivienda y a la Ciudad de las personas LGBT

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Por Robinson Sánchez Tamayo*

Hablar de diversidad sexual hoy, nos obliga a pensar en los procesos de construcción de las identidades sexuales y de género de las personas LGBT ( lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas) en una sociedad patriarcal, machista y heterosexista que proscribe, de forma más solapada en unos casos que en otros, la sensualidad, la sexualidad y la afectividad, bajo una concepción dicotómica y estática de las mismas. En el contexto latinoamericano, las violencias ocasionadas por identidad de género y orientación sexual son una cotidianeidad. Y éstas son de todos los tipos, pues homicidios, violaciones, agresiones físicas y morales, humillaciones, exclusiones de esferas sociales, siguen siendo las formas en que la sociedad reacciona contra las personas LGBT. Dichas formas de violencia, se presentan en todas las esferas de interacción humana como la política, la economía, la familia, la cultura, el espacio público y hasta en las más íntimas, como el propio cuerpo. Y son perpetradas por distintos actores: civiles, estatales, eclesiásticos, familiares e incluso, por la fuerza pública y grupos armados ilegales. Se caracterizan por la barbarie con que se realizan, fiel al odio que las genera, y generalmente terminan en la impunidad ante una sociedad cómplice al legitimarlas y un Estado victimario por acción u omisión.

Al ubicar esta situación en el espacio urbano, todo parece complejizarse ya que como “lugar de convergencia”, la Ciudad se embulle en una confluencia de múltiples y diversos procesos identitarios que interactúan conflictivamente, que se enriquecen y se transforman entre sí. No obstante, cuando dicha interacción está mediada por la discriminación, la Ciudad se convierte en un espacio de violencia. De ahí que en nuestras ciudades las personas sean asesinadas por sus formas de ser, hacer, pensar y sentir. Al mismo tiempo, la Ciudad entendida como derecho, - en los términos de la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad -, representa una negación constante para las personas LGBT, especialmente para las más pobres que habitan en los espacios informales, marginales y relegados a la no-visibilidad y exposición del espacio urbano. La manifestación pública de afectividad de las personas LGBT parece proscrita en las ciudades a los establecimientos comerciales específicos (clubes, discotecas, saunas, etc.) creando una relación de consumidores lejana al ejercicio de la ciudadanía plena que implicaría tener la total libertad de expresarse libremente en cualquier espacio de la ciudad. No obstante, las personas LGTB muchas veces se ven “obligadas” a circular por lugares

cerrados que no son de libre y gratuito acceso. A las transgeneristas, personas especialmente vulnerables, les está impuesto en la Ciudad el ejercicio de la prostitución, del entretenimiento y el trabajo en salones de belleza. En su gran mayoría, viven un proceso continuo de pauperización y degradación de su calidad de vida, pues no existen políticas públicas de estabilización socioeconómica que respondan a la vulneración sistemática de sus derechos. Esto les impide progresivamente acceder a esa ciudad “en venta”. Como consecuencia de ello, son muchas las transgeneristas que hoy se encuentran en situación de calle y que han sido desplazadas forzosamente de sus pueblos natales. A esto mismo se ven sometidas muchas personas gays, lesbianas y bisexuales que son expulsadas de sus hogares cuando evidencian su identidad. Del mismo modo, se registran acciones fundamentalistas de limpieza social que históricamente han asociado a las personas LGBT con delincuentes y consideran que éstas - igual que aquellas - merecen ser asesinadas. Un caso muy palpable se evidencia en Colombia cuando los grupos paramilitares distribuyen panfletos en las zonas de control en los que establecen plazos bajo amenaza de muerte para que “homosexuales,


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Género y Diversidad

marihuaneros y ladrones se vayan del barrio”. La exigibilidad del derecho a la vivienda, es particularmente preocupante, pues como hemos dicho, la pérdida del hogar temprano es una constante. Además, las políticas públicas de vivienda en los países de la región, de por sí ineficaces, están dirigidas principalmente a la protección del núcleo familiar heterosexual y no reconocen las asociaciones familiares establecidas por las personas LGBT, razón por la cual, muchas de ellas son desalojadas tras la muerte de sus parejas. De esta forma, la Ciudad encuentra múltiples maneras de segregar y expulsar a quienes le son incómodos, haciendo de ésta un espacio

de violencias y un derecho negado para una gran parte de sus habitantes. A ello se suma, la ausencia de instrumentos internacionales y nacionales adecuados para la protección de los derechos humanos de las personas LGBT que responda a sus niveles diferenciados de materialización y violación. Por ello, urge deconstruir los mitos y modelos estereotípicos creados por esta cultura para superar los prejuicios, la discriminación y la intolerancia y así entendernos en la diferencia: se requiere mentes abiertas y dispuestas a entender la enorme y compleja diversidad de la sexualidad humana que, a medida que se profundiza en su exploración, estudio y práctica, abre el infinito abanico de posibilidades de disfrute y goce.

Boletin_ Derecho a la Vivienda y a la Ciudad em América Latina Año 1_Nro. 5 | 2008_2009

Sólo entendiéndonos como seres complejos y complejas dentro de un infinito pluralismo, no sólo sexual sino también en todos los procesos de construcción individual y colectivo, podremos pensar una ciudad sensual, justa, equitativa e incluyente que conviva dentro de la diversidad sexual; una ciudad dispuesta como hábitat de todos y todas.

* Robinson Sánchez Tamayo es abogado estudiante de Maestría en Derecho, activista en derechos humanos con trabajo específico con la población LGBT desde el año 2000 y es el actual vocero nacional del Polo de Rosa (organización LGBT del Polo Democrático Alternativo). Actualmente, es consultor en Colombia del Programa para las Américas de COHRE.


Pag 13 CENTRO POR EL DERECHO A LA VIVIENDA Y CONTRA LOS DESALOJOS

COHRE (Centro por el Derecho a la Vivienda y Contra los Desalojos) es una organización no gubernamental, independiente y de actuación internacional comprometida con la defensa y la garantía plena del derecho humano a una vivienda adecuada para todos, y en todo el mundo. La institución promueve desde 1994 la búsqueda e implementación de soluciones al problema de la falta de vivienda y de condiciones inadecuadas de habitación. Para ello, brinda apoyo a entidades relacionadas con derechos humanos y actua junto a diversas instancias intergubernamentales en su calidad de entidad registrada con estatus consultivo en Naciones Unidas (NU), Organización de los Estados Americanos (OEA) y estatus de

observador en Unión Africana. Para llevar adelante sus acciones, COHRE se organiza en Programas Temáticos (Programa del Derecho al Agua, Programa de Litigios, Programa del Derecho de las Mujeres a la Vivienda, Programa de Restitución de Vivienda y Propiedad y Programa Prevención de Desalojos Forzosos) y Programas Regionales. Éstos últimos, se dividen en: Programa para Africa (COHRE – CA), Asia y Pacífico (COHRE - CAPP), Europa (con proyectos especiales) y Américas (COHRE - CAP). Desde 2002 el Programa para las Américas (CAP) trabaja en la defensa del derecho a una vivienda adecuada en la

región, brindando programas de capacitación, asistencia legal y promoviendo el derecho a la tierra de grupos minoritarios y comunidades marginadas en asentamientos informales. Asimismo, CAP lleva a cabo acciones de incidencia a nivel nacional e internacional, misiones de investigación, litigios, monitoreo y promoción de campañas contra la práctica de desalojos forzosos. El Programa organiza éstas y demás actividades en determinados países – foco donde trabaja conjuntamente con entidades locales. Los países donde actualmente se realizan dichas actividades son: Argentina, Brasil, Colombia, E c u a d o r, G u a t e m a l a , M e x i c o y Honduras.

Boletin_ Derecho a la Vivienda y a la Ciudad em América Latina Año 1_Nro. 5 | 2008_2009

Por su parte, y en especial mención a este número dedicado a Mujeres y Diversidad, el Programa Mujeres y Derecho a la Vivienda de COHRE, trabaja en proyectos para garantizar que las mujeres y las niñas de todo el mundo gocen del derecho a la vivienda y el acceso a la tierra. Para ello, dicho Programa se propone cumplir y fortaler el marco internacional de los derechos humanos; capacitar y apoyar a las mujeres y sus defensores y defensoras para que reclamen el acceso al derecho a la vivienda y a la tierra de forma efectiva y a combatir la discriminación de género.

Apoyan esta publicación:

Boletín Derecho a la Vivienda y a la Ciudad en América Latina Año 1 – nro. 5 – diciembre/enero 2009

Armado Karla Moroso

Editor Sebastián Tedeschi (Coordinador del Programa para las Américas de COHRE)

Fotografías Tapa - Villa Dique - Porto Alegre/Brasil Pag 04 - Barrio Moraiva - Medellin/Colombia Pag 07 - Barrio Gracias a Dios - San Jose de Costa Rica /Costa Rica Pag 09 - Villa 31 - Buenos Aires/Argentina Pag 12 - FSM 2002- Porto Alegre/Brasil

Coordinación y Producción Soledad Dominguez (Responsable de Comunicación del Programa para las Américas de COHRE) Diseño GLOT (www.glot.com.uy)

Equipo de trabajo de COHRE - Programa para las Américas – CAP: Claudia Acosta, Gilsely Barreto, Carolina Farstein (Programa Derecho al Agua), Fernanda Levenzon (Programa de Derecho al Agua), Daniel Manrique, Karla Moroso, Cristiano Muller, Soledad Pujó, Victoria Ricciardi (Programa Mujeres y Derecho a la Vivienda), Robinson Sánchez Tamayo, Lucas Laitano Valente. Este Boletim es una publicación bimestral producida y editada por: COHRE - Programa para las Américas – CAP Rua Jerônimo Coelho, 102/31 Porto Alegre, RS - Brasil Te: + 55 51 3212-1904 Email: cohreamericas@cohre.org


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