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étnica y genocidio� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �

// 8. Conclusión: intención o consecuencia de etnocidio, limpieza étnica y genocidio

El conjunto de daños sufridos históricamente por el pueblo negro, en el marco del conflicto armado, junto a las causas y la intencionalidad descritas anteriormente, nos llevan a la conclusión, como lo han concluido varios académicos y activistas afrodescendientes, que el pueblo negro afrodescendiente ha sido víctima de crímenes atroces y de lesa humanidad, incluyendo el genocidio, etnocidio y la limpieza étnica (Ojulari, 2021; PCN, 2021; CEV, 2021; Arboleda, 2018, 2019; Mosquera, 2003; Quiñones, 2010).

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Las Organización de las Naciones Unidas reconoce el genocidio como:

[…] cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción

física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.” (Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, 1948, artículo 2)

El etnocidio ha sido definido como un “genocidio cultural” (UNESCO, 1981) y la limpieza étnica como una “política intencionada diseñada por un grupo étnico o religioso para expulsar por medios violentos e inspiradores de terror a la población civil de otro grupo étnico o religioso de determinadas áreas geográficas” (UN Security Council, 1994).

Estos crímenes interrelacionados son racializados y coloniales, formando parte de la estrategia del proyecto económico extractivista que arrastra con los pueblos colonizados desde hace más de 500 años. Tal como lo expresa Duncan (1986), al momento de ser citado por Arboleda (2019):

En esta dominación colonial moderna, en diferentes momentos, el genocidio hace parte de las estrategias y planes indispensables en que el cálculo económico y el motor político se amalgaman con el racismo, para justificar los despojos, la opresión y el extermino integral en la administración de las violencias, la muerte y el terror como garantías del éxito de tal empresa. Se debe hablar, por lo tanto, del genocidio racista. (p. 95)

El etnocidio también es un crimen colonial, tal como lo reconoce el XXXIC Congreso de Americanistas de 1970 en Lima, Perú, citado por Ordóñez (1996) en el texto de Arboleda (2019), al señalar: “Que desde hace cuatro siglos la civilización occidental hace pagar su propia extensión con el precio de la

destrucción de las civilizaciones con las cuales ella se enfrenta y de las cuales ella trata de absorber los vestigios” (p. 30).

En ese sentido, de acuerdo a lo presentado por el Proceso de Comunidades Negras (PCN) ante el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en marzo de 2021, el genocidio, el etnocidio y la limpieza étnica contra el pueblo negro en Colombia deben ser entendidos en su contexto histórico y colonial, donde se hayan crímenes atroces que empezaron con el inicio del sistema esclavista y que continuaron durante las luchas para la liberación y emancipación de los esclavizados, las guerras de independencia (el uso de los cuerpos negros como carne de cañón), la configuración de la república a finales del siglo XIX y principios del siglo XX (las leyes de blanqueamiento y el despojo de los territorios de los afrodescendientes libertos), las olas de violencia política del siglo XX, y hasta el conflicto armado contemporáneo, unido a la profundización del modelo económico neoliberal en los territorios del pueblo negro.

El hilo conductor de estos crímenes atroces ha sido la promoción del racismo y la deshumanización del sujeto negro en la sociedad, la literatura, la academia, la ciencia y la cultura para justificar, en medio de los discursos civilizatorios y liberales, el uso y explotación de los cuerpos negros como propiedad desechable para la producción económica o el poderío militar en el marco del proyecto extractivista colonial que busca el control de los territorios y los recursos. En toda esta historia, cada vez que las comunidades negras han sido percibidas de alguna manera u otra como una amenaza u obstáculo a ese proyecto económico, los agentes del poder emprenden estrategias hacia su eliminación física o cultural como pueblo, apropiando sus territorios a través del despojo, el desplazamiento forzado, la

violencia sexual, el reclutamiento forzoso, los asesinatos selectivos y las masacres.

Tal como lo reconoce la ONU (2014), las sociedades con historias de violencia y crímenes atroces son las “más proclives a la comisión de nuevos crímenes atroces,” ya que:

Este factor de riesgo también reviste importancia cuando no se ha afrontado adecuadamente el legado de anteriores crímenes atroces a través de la responsabilidad penal individual, la reparación, procesos de búsqueda de la verdad y de reconciliación y medidas integrales de reforma en los sistemas de seguridad y justicia (p. 11).

Es por ello que, como argumenta Ojulari (2021), una de las medidas de no repetición fundamentales para prevenir la violencia contra el pueblo negro es una confrontación con el pasado y presente colonial que desnude y reconozca la verdad de esta historia continua de la violencia, asegurando así medidas de reparación para estos crímenes históricos, coloniales y racializados.

// 9. Medidas de garantías de no repetición

Hablar de medidas de reparación y garantías de no repetición para los crímenes de lesa humanidad cometidos contra el pueblo negro en Colombia es hablar del cierre de brechas entre esta población y otros sectores de la sociedad, junto a la eliminación de las causas y factores subyacentes que han permitido esta historia continua de violencia. En palabra de Laura Pulido (2000), detener y revertir el largo proceso de sedimentación espacial de desigualdades que ha favorecido las vulnerabilidades del pueblo negro ante repetidas violencias racistas socioeconómicas y políticas. En palabras de la Corte Constitucional (Auto 005 de 2009), afectar los factores transversales, o mejor, estructurantes del conflicto y de su impacto desproporcionado en las regiones de población negra, tales como: la exclusión estructural, los intereses extractivos y de logística, sumado a las debilidades jurídicas, políticas y económicas de los territorios de las comunidades negras.