Revista de Bellas Artes, núm. 28, 29, 30, 1969

Page 232

D

Poul Anderson: La luz

~ Ha oido us ted hablar de ella? Los astronomos Ia han observado durante largo tiempo y pareda una formacion de nubes, o algo, en alguno de los crateres. Piaton es uno de ellos. Yo abrigaba Ia esperanza de descubrir el misterio en aquel viaje. Y alii, ondeando como un galla~颅 dete hecho jirones a unos metros por debaJO de mi, se hallaba Ia niebla. Broto hirviente, de Ia oscuridad, relucio como el oro por un momento a! incidir en Ia luz y luego se evaporo, pero se renovaba de forma incesante. Su magnitud no le permitia ser vista desde Ia Tierra, pero ... Empece a descender. - j Eh! -grit6 Baird-. i Vuelve ad.! - Dejame echar una ojeada -suplique. - Y te rom pes una pierna, y hemos de llevarte a bordo. Esta oscureciendo. i No! -No me puedo romper nada dentro de este traje -Ie conteste. Era bastante cierto. La armadura espacial es路 de solido metal en su exterior, incluso sus engaii.osas articulaciones dilatables son metalicas y el casco de plastico es tambien muy resistente. Creo que en Ia Luna un hombre podria sufrir una caida lo bastante fuerte como para matarse, si lo intentase de veras, mas le costaria no poco trabajo. -Vuelve o hare que te formen consejo de guerra -dijo Baird entre dientes. -Animo, jefe -rogo Hernandez. Hernandez se tomaba a veces esas libertades con Baird, pero el capitan solo se enfadaba conmigo. Nos atamos con una cuerda y d escendimos con precaucion. La niebla salia de una fisura a medio camino hacia el fondo de Ia cavidad. Donde habia sombras; nuestras luces Ia mostraban acumulandose en escarcha blanca sobre las rocas, para luego hervir placidamente y alejarse otra vez. Despues de anochecer, se convertiria en hielo hasta el alba. i Que era aquello? Agua. Supongo que existia un manantial de algun genero, y. . . no se. Esto significaria que puede haber vida indigena en Ia Luna, alguna baja forma de vida vegetal quizas, pero no hallamos ninguna mientras estuvimos alii. Lo que encontramos fue .. . Un ancho banco estaba debajo de Ia fisura. Trepamos a el y nos pusimos a mirar hacia arriba. Ahora tendri que hacerse una idea de Ia situacion. Nos hallabamos en ese banco, que media varias yardas de una parte a otra, con Ia pared circular proyectandose arriba, cortada a pico y un risco que descendia hasta hundirse en Ia oscuridad. Muy lejos, distinguia aun el acerado resplandor del piso del crater. Todo el suelo estaba cubierto por el fino polvo meteorico de millones de afios. Vi mis pisadas, claras

y bien marcadas, y comprendi que podria quedar alii para siempre, o hasta que Ia agitacion termal y una nueva caida de polvo las borrase. A tres metros sobre nuestras cabezas asomaba Ia fisura, como una boca petrificada de donde salia Ia niebla humeante hacia arriba. Formaba casi una techumbre, un delgado techo entre nosotros y el cielo. Y el Sol se escondia detras del muro mas alto, invisible para nosotros. Los picos reflejaban a lgunos de sus rayos cayendo a traves de Ia niebla. Perman'ecimos un instante rodeados por un brillo frio, tenuemente blanco-aureo, luminoso y difuso . . . i Dios mio! i N unca ha habido semejante luz en la'Tierra! Parecia llenarlo todo, inundarnos, blanca y fria como un silencio convertido en luz. Era Ia luz del Paraiso. Y yo Ia habia visto ya antes. No pude recordar d6nde. Me hallaba sumido en aquella extrana luz de ensueno, con la niebla arremolinandose y disipandose en lo alto, con el silencio de Ia eternidad vibrando en mis auriculares y en 路mi alma, y ~e olvidaba de todo excepto de su fria, serena e increible belleza .. . Pero Ia habia visto en alguna parte, en alguna ocasi6n, y no conseguia reco.r dar . .. Hernandez grito. Baird y yo salimos de nuestro ensimismamiento y nos dirigimos hacia ei. Estaba de cuclillas unos cuantos pasos mas alia, mirando y volviendo a mirar. Contemple el suelo y algo se hundio en mi. Habia huellas de pasos. Ni siquiera nos preguntamos si las habia dejado uno de nosotros. . . No eran botas espaciales americanas. Y habian venido de abajo. Habian escalado el muro y detenido alii un rato, dando vueltas alrededor, y ahora descubriamos el rastro de vuelta. El silencio parecia una cuerda de violin a punto de romperse. Baird alz6 Ia cabeza a! fin y mir6 al frente. La luz daba a su rostro una belleza no humana y, en algun sitio, yo habia visto una cara iluminada asi. La habia contemplado absorto durante media hora 0 mas, pero i cuando, en que sueii.o olvidado? - i Quien? - musit6 Baird. - S6Io hay un pais que pueda enviar secretamente a Ia Luna una nave espacial - dijo H ernandez con voz apagada. - Inglaterra - tercie yo-. Francia .. . - Lo sabriamos, si Io hubieran hecho . . . - Los rusos. i Estaran todavia aqui? Eche una mirada a Ia noche que reinaba en Plat6n. - No se sabe - respondi6 Baird- . Estas huellas podrian ser de hace cinco horas o cinco millones de aii.os. Eran huellas de botas con suela guarnecida

230

IIIIII

Digitalizado par

lnstituto Nacional de BellasArtes

t ..CONACULTA


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.