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En la muerte de León Felipe por Antonio Acevedo Escobedc
¡Qué lástima, amigos de México y de España, qué lástima que se le haya roto el corazón a quien, sin tener una patria, ni una comarca, ni una casa, ni un abuelo belicoso, ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada, fue siempre un varón y artista ejemplar, entre cuyas bíblicas bar has soplaba un aliento de poesía elevada a la dimensión de la inconfor· midad y la ternura humanas! Porque en la escala de la voz de León Felip{ se subordinan a la misma trascendencia tanto sus relampagueantes após trofes a la guerra que desgarró a España, y sus consecuencias, como h furtiva imagen de la niña que iba a la escuela de muy mala gana y pegab~ su naricilla, como si fuera una estampa, delante del cristal de la ventam del poeta. Éste es el sencillo secreto de la poesía hecha para perdurar la que va de lo magno a lo nimio. 94