¿De dónde es tu familia? De Sarandí del Yi, en Durazno. Uruguayos de origen vasco: Astiazarán y Juambeltz, mi segundo apellido. ¿Cuándo descubriste la fotografía y por qué te interesó? Empecé muy temprano, a los doce años, estaba en sexto de escuela y unos compañeros me dijeron que se estaban dedicando a la fotografía. Me gustó y les propuse unirme, comencé con ellos. Siempre fui muy inquieto, quería hacer muchas cosas, aprendí aeromodelismo, quería aprender radio, y la fotografía fue una de esas cosas que sumé a mis intereses. Como en esa época prácticamente nadie la enseñaba por acá, empecé a ir a la Biblioteca Nacional a buscar material. Allí había un libro que se llamaba Toda la fotografía en un solo libro [de W. E. Emanuel, 1949]. Iba con una libretita y tomaba apuntes. Luego fui a una casa de fotografía que se llamaba Tecnifilm y compré revelador y fijador, y papel fotográfico en otra, Bianchi Hermanos, donde te lo vendían por hojas sueltas. Empecé a hacer desastres. Estuve probando, de manera muy precaria pero muy divertida, hasta que contacté con unos amigos que tenían un laboratorio en la casa porque el padre de
uno de ellos hacía fotografía. Entonces empecé más en serio, ya en el liceo. A los catorce años les vendía fotos de sus partidos de fútbol a mis compañeros. O sea que me profesionalicé muy temprano. Seguí haciendo fotografía como un hobby hasta que entré a la Facultad de Medicina, en 1967. Ahí ya no había tiempo para eso, sobre todo en el primer año. Además era la época de las movilizaciones por el presupuesto universitario y salíamos a manifestar. Empecé de vuelta a sacar algunas fotos, muy tímidamente, con una cámara que me había comprado mi padre cuando yo tenía quince años y que había utilizado sobre todo en algún viaje. Pero a partir de ese momento me interesó más. Me fui equipando y me incorporé a una barra de amigos, todos mayores que yo, que solía reunirse por las tardes en el taller de José Romero Gómez, un taximetrista y fotógrafo, en un sótano en la calle Tacuarembó, donde además albergaba un museo de la fotografía lleno de cámaras viejas. Él reparaba y vendía cámaras; yo le compré algunas cosas. Era un grupo de amigos muy heterogéneo, entre los cuales había un par de pintores que me enseñaron los rudimentos de la composición en pintura, lo que me interesaba también. Era muy joven,
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