Surcando cuadros. Una travesía de la fotografía en el cine
Wayne Wang. Fotograma de la película Cigarros
El segundo momento en el que aparece la fotografía es al final del film, en una doble secuencia que lo cierra. Se trata del “cuento de Navidad” que a Paul le encargaron del New York Times y que Auggie le prometió ceder a cambio de una cena. Será narrado de dos maneras, en dos versiones. Primero es el dueño de la cigarrería –el poeta que capta una imagen igual y distinta todas las mañanas a la misma hora– quien se convierte en relator, valiéndose solamente de palabras para hacerlo, para provocar imágenes en la mente del escritor. La mayor parte de la secuencia transcurre en una larga toma, en la que la cámara se va acercando muy lentamente al rostro de Auggie, mientras él cuenta la historia. Culmina con un primer plano de su boca, diciendo el último tramo, y acto seguido otro primer plano pero de los ojos de Paul, quien “mira” atentamente las palabras que oye de labios de Auggie –como el espectador– finalizando el cuento. Luego –una vez vista la hoja puesta en la máquina de escribir con el título “Auggie Wren´s Christmas Story”– se relatará el mismo cuento con imágenes, en blanco y negro, a la vez que se intercalan los créditos del film. Esta secuencia es reveladora en tanto explica el porqué de la afición de Auggie por la fotografía, su secreto guardado, el motivo de “su proyecto” de los álbumes.
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