Investigación sobre Fotografía - Daniel Elissalde
Philip Kaufman. Fotograma de la película La insoportable levedad del ser
Hasta que Tereza se acuesta en el mismo sillón, boca abajo. Sabina se sienta a su lado, y se hinca entre sus piernas. Le acariciará el pelo, bajará lentamente su mano por la espalda, hasta llegar hasta su cintura y le baja la ropa interior que aún le queda. Continúa fotografiándola, hasta que permanece un momento observándola y pensando. Le pide que la mire a los ojos, dispara la cámara una vez más, y sólo contempla. La acaricia otra vez, suavemente le toma el brazo y lo coloca sobre la espalda, inmovilizándola, mientras ella le aprieta la mano y gime. La posesión de Tereza por parte de Sabina va más allá de la mirada, de la captura de su imagen por parte de la cámara; es también física, a través de sus caricias, a partir de una posición dominante de su cuerpo. Se despedirán con un beso en la boca, insinuando la concreción de un encuentro que no es explicitado. En esta secuencia no se utiliza el recurso de la imagen congelada para sugerir la toma fotográfica, ni se muestra lo que cada una de las protagonistas ven a través del lente de la Praktica. La cámara de cine es un testigo exterior que narra en tercera persona. El erotismo se instala a través de cierto clima creado a partir de gestos y miradas, de silencios y permanencias. Algunas de las fotos se verán sólo sobre el final del film, cuando Thomas las encuentre escondidas en un cajón, en el momento en que busca una jeringa para sacrificar a su perra enferma. Las mirará brevemente y sin que Tereza se entere las dejará, quizá para otra ocasión más propicia para develar un enigma del cual ellas son un rastro o un recuerdo oculto. 116