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@casarodant

En defensa del Dive Bar y por qué sumergirse en su placer mundano

De todos los distintos tipos de bares, hay algo particularmente fascinante y relajante de los dive bars; esos lugares modestos y sin pretensiones que abundan en las ciudades norteamericanas. Tesoros de la vida nocturna donde se encuentra el encanto de lo mundano; para aquellos que lo quieran encontrar, claro está. Una celebración de lo ordinario y descuidado, a menudo mal visto en medio de la usual búsqueda por la perfección.

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Históricamente, un dive bar era un establecimiento poco prestigioso con entrada por debajo del nivel de la calle. Como a los clientes -poco glamurosos- de estos lugares se les veía “sumergirse” desde la acera hacia abajo, de ahí proviene el término “dive”.

Adentrarte en uno, a menudo implica entrar en un lugar un tanto oscuro pero iluminado por distintas luces y avisos de neón que han resistido el paso del tiempo. Insignias de cerveza y decoración kitsch y recargada. El aire casi siempre impregnado de la mezcla de olores de tragos derramados y el sonido de conversaciones, risas y música de jukebox. Tragos baratos donde reinan las cervezas, shots y tragos mezclados.

Aquí no hay coctelería refinada, ni nadie a quien impresionar. Esto es un oasis del descuido y el anonimato, con una clientela bastante diversa que no busca resaltar. No existen códigos de vestimenta ni hay crowds pretenciosos. Aquí las diferencias abundan. Sus visitantes, al igual que su decoración, no se parecen ni pegan. Pero entre su falta de combinación hay armonía. Y no a pesar de la mezcla, sino justamente a causa de ella.

Bar 169

Predilecto del escritor

[169 E Broadway, Lower East Side, NY]

Lucky Dog

Pequeño bar amigable y buena vibra, pet and human friendly. [303 Bedford Avenue, Williamsburg, NY]

Mac’s Club Deuce

Bar más antiguo e histórico de Miami Beach establecido en 1926, aparece en Miami Vice y fue preferido por Anthony Bourdain. [222 14th St., South Beach, Miami]

Mención Especial: Better Days * Bar beginner friendly al estilo de un dive.

[75 SE 6th Street, Brickell, Miami]

Es importante saber que un dive bar nunca se llamaría a si mismo uno, más bien lo evita; ya que es un término atribuido por sus visitantes, que denota el particular descuido y desfachatez que lo convierte en un dive, condenándolo y sumergiéndolo como lo implica su nombre. Es por eso que es difícil definir con precisión qué hace a un bar un dive bar. De hecho, los nombres de estos lugares suelen ser simples, como solamente bar, pub, taverna o cualquier otro; el nombre es lo de menos, la vibra es lo de más. En mis recorridos y búsquedas sobresale uno que tiene más de 100 años y es de mis favoritos: 169 Bar en el Lower East Side de Nueva York. Personalmente, un refugio de mis años de universidad, donde siempre me sentí en casa, entre sus luces, mesas de pool, muebles viejos y dinosaurios y sirenas guindadas.

Recomiendo siempre buscar un bar local y poco pretencioso para frecuentar. Puede mostrarte una ciudad en su forma más auténtica, sean considerados dives o no. En tu búsqueda a lo mejor alguien te diga que lo conseguido es solo un “bar de mala muerte”, y es ahí donde debes considerar que quizás sea esto justo lo que buscas. La experiencia de un dive promueve una aceptación más plena de uno y del otro, abrazando nuestras partes oscuras e imperfecciones y resaltando el encanto que tienen. Aquí la excentricidad es lo que prospera y crea pertenencia.

Me despido, advirtiendo que no hay garantías en el descubrimiento de un lugar con esta fórmula subjetiva y algo mítica, y que lo que encuentres quizás no se vea como aquí fue descrito, pero que justamente en defensa del dive bar, no se trata de como se vea el lugar sino de lo que éste te permite ser o hacer. La sustancia que vence la estética.

Toast rack o portatostadas