Club #61: Sujeto/Objeto

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CARACTER

mariana bencomo de peña [clubmariana@yahoo.com] fotos: carlos fouguet [carlosfouguet.com]

Juan José Olavarría

La ironía del olvido Dos semanas después de este 7 de octubre de 2012 -día de elecciones Presidenciales en Venezuela- escribo esta especie de presentación o introducción al cuestionario que, en vísperas de esa fecha, le hice al artista Juan José Olavarría. Estábamos en el Centro Cultural Periférico Caracas -Galpones de los Chorros- cuando le pregunté lo que, hasta en sueños, casi todos rumiábamos en nuestros pensamientos de manera repetitiva: ¿Quién crees que va a ganar? Él, sin titubear, me dijo: “Chávez”. Estoy segura que ese veredicto no es lo que él y yo queríamos, pero había una distancia entre lo que él había conocido de la otra Venezuela y lo que yo, todavía, no he visto. Se despidió diciéndome “Cuando vengas un poco más relajada a Caracas, te puedo llevar al centro y hacemos un paseo gratis en metrocable”. Por un momento pensé, sorprendida, que Juan José, venido de una familia muy valenciana con una ancestral figuración en los procesos políticos e históricos de nuestro país, se había mimetizado con esa Venezuela tan lejana para mí. Sentí que él la conocía tanto, que le era tan familiar, la entendía, la justificaba, la quería. Me dio como una especie de envidia fútil sentirlo tan sereno, apacible, seguro y si se quiere “curtido” de tanto investigar. Luego comprendí que no era un mimetismo, no era ninguna actitud relacionada con la emoción ni con la sensación que ocurre cuando casi como objetos nos adherimos a un movimiento o a una esperanza. Era un artista con la estética de la razón, más cerca de la desesperanza. Un sujeto que a partir del caos y del serio y minucioso estudio antropológico se convertía en una voz ética que plantea una discusión sobre el tema histórico-social de Venezuela y América Latina. Por instantes, recordé esa trillada frase que resurge cuando quieres olvidar un amor en esas bocas resignadas y casi vencidas “el tiempo cura todo”. En el caso político y social de los países latinoamericanos, se pudiera casi afirmar que el paso del tiempo enferma, desdibuja la memoria y crea una especie de amnesia colectiva que nos mantiene flo-

tando en un presente donde el desmemoriado no tiene capacidad de inventar el futuro. Juan José Olavarría se ha empeñado en desenterrar lo oculto y develarlo con un lenguaje visual que conjuga conocimiento, discernimiento e ironía a través de dibujos, fotografías, instalaciones, videos y esculturas que se van relacionando coherentemente para desarrollar un tema basado en episodios político-sociales. Hace ya varios años, planteó en la sala “El Anexo” de San Bernardino, el conflicto de la muerte en manos de la guerrilla “Mata que Dios perdona”, una investigación en la frontera colombo-venezolana sobre el matar, el rematar y la exhibición del cadáver como imagen y prueba de la muerte. Más adelante, con la famosa frase pronunciada por Rómulo Betancourt antes del atentado perpetrado en 1960, construyó la exhibición “Que se me quemen las manos” en la Sala Mendoza. Luego, se avoca al tema de los discapacitados (Proyecto, Fuerza y Esperanza, 2004) donde traslada el mundo del arte al mundo de la vida y así la calle se vuelve una sala de exposiciones y el investigador-artista plantea un diálogo entre buhoneros y discapacitados, reflexionando sobre sus dificultades y reclamando soluciones. En el mismísimo Centro de Arte Contemporáneo Periférico Caracas mostró “Me cambio el nombre” una exposición de dibujos, instalaciones y videos que citaba en su titulo un extracto de la frase que dijo el presidente Chávez en 1999 al referirse que en su gobierno iba a erradicar con la niñez abandonada. En el año 2003, trabaja en la creación del libro “Lina Ron Habla”, donde se refleja el apasionamiento y las contradicciones de una activista social, ícono del régimen del chavista. Más tarde, hizo la muestra-instalación del Centro Documental de la Sala Mendoza y resucita el archivo “para que esté ahí, aunque permanezca muerto”. Luego, durante dos años, Juan José estuvo haciendo junto a Ángela Bonadies un trabajo de investigación (documental y fotográfico) que titularon “Torre de David”, basado en la gigantesca construcción patrocinada por una institución financiera que pasó a manos de Fogade luego de la intervención gubernamental –a mediados de los


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