Al cumplir cien años de historia, la Junta Directiva del Club Campestre Medellín-Llanogrande t ene el honor de compartir con usted esta edic ón conmemorat va, concebida como un tributo a la memor a colectiva de nuestra comun dad.
Este libro es más que una recop lación de hechos; es un recorrido por los momentos, las personas y los valores que han for ado la identidad del Club a o largo de un sig o; también es una mirada al porvenir con la convicción de que el legado construido será a base de nuevas conquistas.
tar estas páginas con orgullo, grat tud y esperanza.
Junta Directiva
LA VISIÓN DE UN JOVEN EMPRESARIO DA ORIGEN AL CLUB
A comienzos de la década de 1920, el joven Germán Olano Moreno contemplaba con entusiasmo el porvenir de su ciudad natal, Medellín. Soñaba con un espacio para el deporte y la cultura ubicado a las afueras de la capital antioqueña.
Confiado en las transformaciones que veía venir para su ciudad, se unió a su padre y a algunos de sus amigos pertenecientes a las familias más prestantes. Juntos materializaron su propósito: abrir las puertas del Club Campestre Medellín. Así, en 1924, nació en El Poblado uno de los primeros clubes deportivos y sociales de Colombia.
La clase, la elegancia y el glamour eran protagonistas en las primeras galas del Club.
El sueño de Germán Olano
Germán tenía 22 años y un espíritu determinado y emprendedor. Era el hijo de Ricardo Olano Estrada y Matilde Moreno Olano. A los 13 años viajó para estudiar en The Mitchell Military Boys, cerca de Boston, Estados Unidos. Al graduarse, estudió Economía y Finanzas en la Universidad de Boston (BU) donde se interesó por el golf, el tenis, la natación y el polo. Además, adquirió buenas costumbres, como la música clásica, la lectura,
los juegos de mesa y las buenas conversaciones con amigos.
Al regresar a Medellín trabajó en negocios familiares con su hermano y su padre, un empresario, urbanista y promotor del desarrollo de Medellín que, por su ejercicio como ciudadano ejemplar, tuvo cargos como la vicepresidencia del Concejo de Medellín y de la Sociedad de Mejoras Públicas. Este legado invaluable se reflejó en los proyectos que lideró su hijo.
Ejemplo de esto fue la iniciativa de Germán para fundar el Club Campestre, un lugar que fuera exclusivo y que tuviera un ambiente parecido a los que había conocido en Norteamérica. Él pertenecía a una generación de jóvenes visionarios, quienes trajeron a Medellín ideas de progreso y modernidad. Estaban influenciados por sus viajes, relaciones internacionales y nuevos estilos de vida, por lo que introdujeron la práctica de deportes que aún eran poco conocidos en Colombia, como el golf, el polo y el tenis.
Así fue como Germán no solo soñó con un espacio donde se pudieran practicar estas disciplinas, sino que también se propuso crear un enclave donde la élite social y económica pudiera conectarse, crear vínculos, disfrutar y desarrollar nuevas actividades.
En medio de ese contexto, la idea del Club tomaba cada vez más forma y, en poco tiempo, se convirtió en un hecho, en un espacio símbolo de distinción y tejido social.
Escoger un buen lugar
Para comprender la fascinante historia de la fundación del Campestre es necesario entender la configuración de la Medellín de 1920. En aquel entonces el Valle de Aburrá estaba formado por pequeños poblados como Bello, Itagüí, Envigado y Medellín. El lugar de tradición para el encuentro con amigos y familiares era el centro de la ciudad, pues este era el punto de convergencia de lo político, económico y religioso con lugares como la Basílica Metropolitana, el Parque Bolívar, el Parque Berrío, el Club Unión y algunos cafés como La Bastilla.
La ciudad ya se destacaba por su desarrollo urbano relacionado con la industrialización y la prosperidad generada por el oro, el café, la ganadería y el comercio. Este ambiente favoreció el espíritu empresarial, impulsado también por el Ferrocarril de Antioquia.
En ese contexto, El Poblado era un territorio en las afueras. Los terrenos aledaños
a la quebrada La Aguacatala eran fincas para el descanso, con una vocación rural. En este sector destacaban seis casas de campo que pertenecían a reconocidos empresarios: Antonio Arango, Francisco Lalinde, Alejandro Ángel, Roberto Medina, Juan Mesa y Alejandro Villa.
Para llegar hasta allí había que tomar una carretera angosta que conectaba el centro con Envigado. Esta vía, de un solo carril en cada dirección, daba paso a los icónicos buses escalera y a algunos de los primeros automóviles que pertenecían a las personas más distinguidas de la región. También se ofrecía la opción de tomar el tranvía que, paralelo al río Medellín, llegaba al paraje de La Aguacatala.
En este sector, la familia Villa Restrepo era propietaria de una finca de cuarenta hectáreas. Germán Olano, con su visión clara, se interesó en adquirirla para hacer realidad su Club. Ricardo Olano narró en sus memorias que la visitaron, conocieron la casa de campo de Alejandro Villa Latorre y recorrieron a pie toda la propiedad. Contó que les gustó tanto, que animó a su hijo a que al otro día negociara el predio, pues era el sitio ideal para hacer posible su proyecto.
Amparo Villa, nieta de Alejandro Villa Latorre, quien tiene 101 años, recuerda que, casi coincidiendo con su nacimiento, su familia y Olano lograron negociar la finca familiar.
El logro de fundar el Club
Luego de llegar a un acuerdo económico con la familia Villa Latorre, Germán se reunió con un grupo de amigos contemporáneos que lo animaron y ayudaron a consolidar el Club. Enrique Villa Restrepo, Gabriel Ángel Escobar, Joaquín Jaramillo Sierra, Jaime Echavarría, Jaime Rodríguez, Luis Echavarría, Alonso Ángel, Gabriel Ángel, Rubén Moreno y Luciano Restrepo Restrepo son algunos de los hombres con los que decidió emprender este plan.
Germán Olano, quien fundó la Cámara de Comercio Colomboamericana, fue cónsul en EE. UU. y dirigió la Aviación de Colombia. Murió a los 33 años en un accidente aéreo causado por un trastorno cardíaco.
“Nos congregamos aquí para dar comienzo al nuevo edificio con el cual el Club Campestre ha resuelto sustituir esta casa amiga, albergue por muchos años de los mejores recuerdos […] Esta primera piedra simboliza también la tenacidad y la fortaleza de nuestra raza, el empeño de algunos y el anhelo de todos porque esta institución se supere a cada instante y se coloque a la altura que exige Medellín”.
Fragmento del texto del discurso pronunciado por el doctor Pedro María Botero. La Primera Piedra del nuevo edificio para el Club Campestre. El Colombiano. Lunes 13 de febrero de 1939.
Aspecto de la fachada de la casona del Club en 1925.
“Diferente a lo que sucede hoy, las personas como Germán Olano Moreno, que tenían la posibilidad de ir a otros lugares del mundo, regresaban porque querían hacer patria. Sentían la misión de transformar esta sociedad con todo lo que aprendieron y conocieron”.
Esteban
Aristizábal Uribe, socio del Club.
La energía y el entusiasmo marcaban el rumbo. La primera Junta Directiva trabajaba sin descanso con la meta de reunir la intención de 60 socios iniciales que contribuirían económicamente.
Ya con un sólido grupo fundacional, el 11 de septiembre de 1924 constituyeron formalmente la Sociedad Club Campestre, bajo la escritura número 1.544 en la Notaría Cuarta del Circuito de Medellín.
Los estatutos establecían que esta sociedad se consolidaba para crear un espacio enfocado en cuatro deportes, inicialmente: golf, tenis, fútbol y polo. Otro artículo de este documento explicaba que el capital social fue de 20.000 pesos colombianos de la época que, según las disposiciones legales de ese momento, se dividirían en 200 acciones de 100 pesos cada una.
A este esfuerzo se sumaron las generosas donaciones de Gabriel Ángel Escobar y algunos préstamos de la Mutualidad Nacional, lo que hizo posible la compra del terreno por 26.000 pesos. Este acuerdo fue sellado con la escritura número 1.773 el 17 de octubre de ese mismo año.
Un segundo hogar
Lo que en sus inicios era una finca, pronto comenzó a tomar forma de un verdadero club. La antigua casona fue adaptada con dedicación: se abrió un campo de golf con tres hoyos, se instalaron mesas de billar y se crearon áreas para el tenis y el fútbol.
El 12 de octubre, en una celebración que coincidió con el aniversario del descubrimiento de América, se llevó a cabo una gala en medio de escombros, acompañada por la música de Lira Colón.
A tan solo dos meses de su apertura, el número de socios ascendió a 160, quienes no solo comenzaron a practicar golf, tenis y deportes ecuestres, sino que también consolidaron lazos sociales invaluables, claves para la ciudad y para el Club; un patrimonio que perdura por generaciones.
Entre partidas y bailes
Los primeros años del Club transcurrieron con una agenda de bailes, celebraciones y entrenamientos de golf, polo, fútbol y natación. Solo había pasado un año y los planes de crecimiento ya se tenían claros.
Para 1925 el golfista e ingeniero Karl Parrish diseñó un campo de golf de nueve hoyos con la ayuda de los maestros Trendall y Appleby. Adicionalmente, se construyeron cuatro canchas de tenis y un tanque para la práctica de natación. También se preparó el prado delantero del Club (lugar donde actualmente se encuentran los parqueaderos) para la práctica de básquetbol, fútbol y polo.
El lujo y la tradición son valores que se dieron por sentado desde la fundación.
Este campo fue escenario de innumerables encuentros ecuestres de la época. Allí, los jugadores se reunían para disfrutar de cada chukker Carlos Ochoa, Guillermo Herrera Carrizosa, Alonso Ángel Santamaría y Néstor Jaramillo Vélez formaron parte de esa primera generación de polistas.
En lo relacionado con el golf, uno de los primeros maestros fue el inglés Mr. Appleby, quien llegó en 1927 desde Barranquilla. Algo característico del profesor era que, antes de cada entrenamiento, inspeccionaba cada green, verificaba la altura de los árboles y del césped para determinar en qué lugares ubicaba a las ovejas con el propósito de “motilar” el campo, pues para ese año aún no había tractor.
Más adelante, en 1929, Joaquín Jaramillo, quien era Presidente del Club Campestre, le propuso a Charles Donovan fomentar aún más la práctica del golf con un campeonato anual para los de-
portistas colombianos. Así se dio vida a la Copa Donovan, que desde entonces ha sido un emblema del Club.
Entre los socios, en esos años, resaltaba el grupo de golfistas que se hacían llamar “los de La Aurora”. Enrique Villa Restrepo, Carlos Calle Ochoa y Alonso y Joaquín Ángel Santamaría lo conformaban. Cada domingo, tras asistir a la misa matutina, estos cuatro amigos se dirigían al Campestre. Al llegar al primer hoyo, la competencia se transformaba en una celebración, donde el golf no solo era un deporte, sino también un festín para superar sus propias marcas.
El lugar, la infraestructura y los eventos siguieron atrayendo a un número creciente de socios, ávidos de sentirse parte de una experiencia exclusiva, de tradición y élite. El Campestre se convirtió en el segundo hogar de las familias, un lugar de renombre en la ciudad porque enriquecía la vida cotidiana de quienes formaban parte de él.
La construcción de la morada de las Fiestas de Agosto
Al finalizar la década de los treinta, mientras los escenarios deportivos mejoraban, la casona original de la finca de los Villa comenzaba a quedarse pequeña y mostraba signos de deterioro. La edificación necesitaba modificaciones estructurales que aseguraran el bienestar de todos los socios.
Luciano Restrepo Restrepo destacó como un visionario audaz junto a Joaquín Jaramillo Sierra, Presidente del Club. Con una perspectiva casi utópica ante una realidad financiera insuficiente para construir una nueva sede, encontró el impulso necesario para construir un hogar renovado que albergara las célebres Fiestas de Agosto.
La respuesta al desafío fue el Banco Alemán Antioqueño, que existía por un con-
venio entre líderes colombianos y alemanes desde 1912. Theodor Kurk, quien laboraba para el banco desde 1928, se reunió con Joaquín Jaramillo, porque otras entidades financieras ya habían rechazado un crédito que les permitiera tener presupuesto para construir ese nuevo edificio.
Luego de esta alianza, en 1941, se inauguró la nueva casa del Club que fue diseñada por el arquitecto Horacio Longas. En un noble gesto entre el Banco Alemán y el Club Campestre, Kurk fue partícipe de la ceremonia de inauguración, con el honor de colocar “la primera piedra” de la construcción.
Más adelante, Luciano Restrepo y su señora gestionaron préstamos y regalos de piezas de lujo que adornaron la casa, como un juego de vajilla, un piano, candelabros y muebles decorativos; así lo cuenta el libro Una vida al aire libre Su hija Lou Ann Restrepo de Ángel, quien hoy tiene 94 años, recuerda que sus padres “le metieron mucho corazón”.
Figuras como el maestro Carlos Vieco, Nicolás Torres y el quinteto liderado por el maestro Arriola, interpretaron las bandas sonoras de aquellos momentos. Bailarines de todas las edades se congregaban luciendo trajes finos y elegantes.
Las festividades no se limitaban a los bailes y los disfraces; figuras políticas reconocidas también contribuían a la dinámica del Club. Personalidades como Ricardo Uribe Escobar, Gabriel Turbay Abunader, Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Michelsen realizaban allí sus festividades.
El Campestre y su modelo motivaron el nacimiento de otros clubes en el país. En esta época se establecieron convenios de intercambio con ellos, ubicados en otras ciudades, pero que compartían los mismos valores; esto facilitó el acercamiento entre los empresarios y sus familias mientras disfrutaban actividades deportivas o de entretenimiento. Sin duda, el Campestre posibilitó conexiones que, en un futuro, impulsaron el sector empresarial y el desarrollo de Colombia.
El diseño de la nueva sede era amplio, cómodo y con características arquitectónicas del estilo colonial español.
“Saber que mi abuelo puso la primera piedra para la construcción de la Casa inicial es un recordatorio de mi responsabilidad con la institución. Representa la importancia del tejido social del Club en mi familia y en mi vida. Lo que soy hoy se debe, en parte esencial, al tiempo que he pasado aquí”.
Christian Kurk Echeverri, miembro de Junta Directiva.
“Se inició la obra de localización el día 6 de enero de 1939 y el día 30 del mismo mes y año se dio el primer barretazo para sacar los cimientos. A los 13 días de trabajo continuo se colocó la primera piedra habiéndola bendecido el señor presbítero don Isidoro López”.
Texto del acta de colocación de la 1a Piedra del Club Campestre. El Colombiano. Lunes 13 de febrero de 1939.
Joaquín Jaramillo, Presidente del Club en 1939, puso la primera piedra de la sede diseñada por Horacio Longas en compañía de Theodor Kurk.
Los socios en el al baile de despedida de la antigua casa.
Imagen de las primeras acciones emitidas por el Club Campestre.
Tanque de natación alimentado por aguas de la quebrada La Aguacatala, uno de los primeros escenarios deportivos de esta disciplina en la ciudad.
Retrato al óleo de Germán Olano Moreno, del maestro Eladio Vélez.
Copia del original de la primera página de la Escritura de fundación del Club Campestre en 1924 obtenida por el socio Dr. Juan Luis Jaramillo Martínez.
Un antecesor del Club Campestre fue el Club Unión, fundado en 1894 en el centro de la ciudad, con un enfoque social y empresarial, liderado por comerciantes y banqueros.
Lou Ann Restrepo de Ángel, de 10 años, en el desfile militar.
Se formó un club hípico entre los socios que eran buenos jinetes, lo que despertó interés en el polo y la equitación.
En 1938, bajo la presidencia de Joaquín Jaramillo Sierra, se aprobó la construcción de una casa que reemplazaría la vieja. Se pidió aportar una cuota extraordinaria de 150.000 pesos para la gran obra.
Clásicas fiestas de la caridad de la Cruz Roja en 1930.
Algunos asistentes al baile en honor de la señorita Aura Gutiérrez Villa –Miss Colombia 1932–, General Marco A. Alzate, Alberto Ángel, Capitán Julián Uribe Gaviria, Gabriel Vélez, Pedro Vásquez, Amelia Uribe Arango y la señorita Alicia Ángel _Miss Colombia.
En la celebración de San Silvestre, a las 12 de la noche se hacía un espectáculo de pólvora que los socios observaban desde las terrazas.
La “casita roja” se alquilaba por temporadas a las familias de los socios. Los Villa pasaban sus diciembres allí y en enero la recibían los Ángel.
Primer Campeonato Colombiano de Golf en Medellín, 1929.
Asistentes al festival a beneficio del Hospital La María, 1932.
El presidente de Colombia, Eduardo Santos, en el Club Campestre.
Reunión de socios con las pinturas del maestro Santiago Martínez Delgado.
En 1936 comenzaron a explorarse nuevas disciplinas. Un grupo femenino inició con la práctica del baloncesto.
En 1930 se crea la categoría de Socio Honorario y se le otorga a su fundador Germán Olano Moreno.
Homenaje a Eduardo Santos. Presentes Lorencita Villegas, Carlos Lozano, el Mayor Leiva y otros. Recortar la foto.
El primer administrador del Club fue Marco “el Ñato” Ramírez, quien antes trabajaba como mayordomo del abuelo y del papá de Germán Olano Moreno.
Ellen Edelstein, señora de Luciano Restrepo, en el baile de despedida de la casa, para la construcción del nuevo edificio.
Matilde Díaz y la orquesta de Lucho Bermúdez, 1948.
NUESTRO EMBLEMA
A lo argo de más de un sig o, el Club
también ha sabido adaptarse a los nuevos t empos. La evo ución de nuestrolibrio entre tradic ón e innovación.
Desde e monograma original de 1924 hasta la imagen sobria y contemporánea que nos representa hoy cada ver-
s ón de ogo ha capturado e espír tu de
narra nuestra historia visual, sino también a conso idación de una dent dad que sigue creciendo con fuerza, coherencia y e egancia.
Más que un símbo o, nuestro emblema
Socios honorarios
Manuel Jose Arango
Esteban Aristizábal Uribe
Gabr el Londoño Wh te QEPD.
Esteban Uribe Abad
Jaime Calle Garcés
Juan Camilo Álvarez Echavarría
Juan Felipe Estrada Mej a
Federico Uribe Gómez
Claud a Mar a Calle Correa
Luis Fernando Arbo eda Halaby
Christ an Camilo Kurk Echeverri
Sergio Sa darriaga Mesa
Ana Fernández Jaramillo Hernán Vélez López
Juan Luis Jaramil o
Fernando Villegas Zuluaga
Socios fundadores
Bernardo Álvarez Gallo
Guillermo Escobar Velásquez
Braulio Henao Mejía
Alberto Echavarría Echavarria
Pablo Echavarría Echavarría
Luis Echavarría Pérez
Harold B. Maynham
Joaquin Ángel Santamaría
Ricardo Greiffenstein Vélez
Carlos E. Correa
Alberto Latorre
Gregorio Melguizo
Gabriel Ángel Escobar
Clímaco Fajardo
Ricardo Botero Saldarriaga
Germán Echavarría Misas
Rudesindo Echavarría Echavarría
Leoncio Aristizábal
Carlos Gutiérrez Bravo
Gustavo Correa
Jorge López Restrepo
Ernesto Moreno Aristizabal
Alberto Ángel Santamaría
Walter Bridge
Jaime Echavarría Echavarría
Alberto Echeverri Maldonado
Gonzálo Mejía Trujillo
Carlos Botero Mejía
Jenaro Gutiérrez Bravo
Ismael Correa Correa
Rafael Londoño
Alberto Ángel Escobar
Mario Escobar Velásquez
Martiniano Echeverri
Rafael Botero R.
Carlos J. Echavarría Misas
Ramón Echavarría Echavarría
Tulio Medina Puerta
Fidel Correa
Jorge Lince
Bernardo Mora Mesa
Alonso Ángel S.
Guillermo Greiffenstein Vélez
Joaquin Cano Villegas
Guillermo Johnson Urreta
Jorge Echavarría Echavarría Félix A. Mejía
Juan Heiniger
Charles M. Davidson
Raúl Martínez Saldarriaga
Rubén Moreno
Germán Olano Moreno
Salvador Navarro Euse
Juan B. Naranjo
Francisco Ospina Pérez
Antonio Navarro Euse
Antonio Olarte
Carlos Ochoa Vélez
Roberto Moreno Aristizabal
Juvenal Moreno
Socios fundadores
Jaime Rodríguez Lalinde
Tulio Ospina Pérez
Estanislao Uribe A.
Juan Enrique Restrepo Jaramillo
Luis Villa Echavarría
Walter Spirnger
Roberto Posada Pérez
Jaime Vásquez R.
Luciano Restrepo Restrepo
Alejo Santamaría Restrepo
Pablo Peláez Restrepo
John Uribe Escobar
Fernando Restrepo R.
Charles O. Whitaker
José Olarte
José Pablo Toro
José Ramírez Johns
Aureliano Vélez
Manuel Santamaría Restrepo
Jorge Pérez Vásquez
José V. Uribe V.
Alfonso Uribe Misas
Jesús Ramírez Johns
Enrique Villa Restrepo
Pablo Rodrígez Lalinde
Carlos Peláez Restrepo
Gabriel Uribe Misas
Gonzálo Restrepo B.
Santiago Villa Santamaría
Canuto Toro Martínez
Gustavo Pradilla
Pedro Vásquez Uribe
Luis Fernando Restrepo Mejia
Carlos Sañudo Uribe
Luis Posada Pérez
Ricardo Uribe Escobar
Juan B. Restrepo
Rafael Ospina Pérez
Antonio J. Uribe
Carlos E. Restrepo
Guillermo Villa Echavarría
José Miguel Botero
Carlos Arango
Carlos Botero S. Geddes C.F
Gabriel Jaramillo B. Juan Francisco Jaramillo
Irvine W.R. Joseph Grundy
Cipriano Mejía Wallace Mays
Hernando Restrepo G. Jaime Restrepo B.
En 1941 se inauguró el nuevo edificio, testigo de una época de esplendor del Club.
ANTOLOGÍA DE UNA ÉPOCA DORADA
Con la inauguración del nuevo edificio en 1941, el Club Campestre se convirtió en un símbolo de sofisticación, modernidad y exclusividad. Sus nuevas instalaciones eran el centro y corazón de los eventos sociales, culturales y deportivos más importantes de la época, como las funciones del Circo Tangarife, las fiestas de San Silvestre, el Torneo Abierto de Golf Copas Luciano Restrepo para caballeros y la Copa Lully para las damas, así como los bailes con la orquesta de Lucho Bermúdez y Matilde Díaz.
Entre 1940 y 1970, el Campestre vivió un esplendor, un avance que consolidó aún más la identidad de la comunidad de socios, guiada por los valores de tradición, respeto y fraternidad.
Este renacer no solo se reflejó en la calidad de su infraestructura, sino también en el manejo administrativo del Club. Muestra de este direccionamiento fue el nombramiento del primer gerente, en 1945. Un paso decisivo que transformó el rol y lo llevó a convertirse en un cargo de liderazgo y vanguardia.
Auge deportivo y cultural
En estas tres décadas, el Club brilló por sus nuevas instalaciones y por los logros deportivos y sociales que conseguían los socios.
Un hecho que se convirtió en un hito fue la remodelación de la piscina, adaptada para las prácticas y eventos de natación competitiva. La inauguración se celebró con un espectáculo de ballet acuático, una obra innovadora para la época que fusionó la calidad artística, con una técnica destacable.
Otro acontecimiento que se convirtió en un legado deportivo y cultural fue el proyecto de Fidel Correa que, con ayuda de la empresa Tipografía de Pérez, estableció la revista Deportes, una publicación mensual que fue la primera de su género en Medellín, cuando aún ni siquiera los diarios tenían secciones permanentes dedicadas a esta temática.
El espíritu competitivo también se destacó con las primeras ediciones de los dos eventos que atrajeron a figuras prominentes nacionales e internacionales y marcaron el calendario del Campestre para la historia: las copas Lully y Luciano Restrepo. Esta última se creó en honor al expresidente del Club que, lamentablemente, había fallecido tres años atrás; y la Copa Lully, en honor a su hija Lou Ann Restrepo.
Por su parte, el Gran Salón se convirtió en el escenario ideal para las primeras muestras teatrales que posteriormente alcanzaron una alta categoría. Esta fue la semilla para que los socios de la época se interesaran en pasar un buen rato de diversión y arte y se aventuraran a montar las obras del Circo Tangarife, una este salón también tenían lugar las celebraciones de fin de año, con su increíble fiesta de San Silvestre. Esta se volvió una tradición para las personas, pues era un evento que ofrecía un despliegue de menús exquisitos, decoraciones deslumbrantes,
fuegos artificiales y las mejores orquestas para bailar toda la noche.
Damas que lideraron ideas inolvidables
Durante estos años, las damas del Club se destacaron de forma especial por su prestigio, entrega y don de servicio, ya fuera para apoyar causas sociales, deportivas o culturales.
Esteban Aristizábal Uribe, socio del Club y expresidente de la Junta, destaca la importancia de estas damas en la construcción de valores familiares entre los socios: “Ellas son fundamentales en la construcción de los valores de tradición. El linaje femenino está lleno de virtudes como la paciencia, el amor, los buenos modales y la idea de hogar. Además, tienen el talento de matizar el temperamento fuerte que suelen tener los papás. Son las que dan equilibrio”.
De manera organizada, muchas dejaron una huella importante al apoyar organizaciones sin ánimo de lucro, al involucrarse en misiones de voluntariado, brindaron asistencia a clínicas y hospitales y organizaron eventos benéficos para la Cruz Roja Colombiana, como bazares y bailes.
Por el ámbito deportivo, específicamente en el golf, las damas del Campestre demostraron que para ellas no existían las que popularmente se han denominado “viudas del golf”, puesto que no se quedaron esperando en sus casas mientras sus maridos jugaban, ellas también incursionaron en el deporte.
Ellas no solo mostraron su interés por aprender a jugar golf, sino también mucho talento. Esa misma pasión llevó a Luisa Sandino de Ramírez, Presidenta del Club, y a Aura López de Jaramillo a programar las Tardes Femeninas del Golf, un evento que comenzó en 1959. La acogida de este fue tal que en él nacieron nuevas glorias, entre otras, María Ángel Olarte, Tulia Restrepo Gaviria, Cecilia Arriola, Olga Lalinde y Betty Echeverri.
En el ámbito de la cultura, la creatividad y el entretenimiento del Campestre, resalta una socia que se convertiría en una institución: Maritza Uribe de Rodríguez, quien, por su gusto exquisito y su liderazgo tierno pero firme, se encargó en 1958 de crear el Circo Tangarife, una idea que trascendió la historia; un espacio de creatividad y diversión en el que se montaban obras que mezclaban humor y destreza y del que participaban, como promotores, creadores y artistas, los socios.
Junto al exgerente Marco A. Peláez, quien fue el primero en llevar el sombrero de copa de jefe de pista, Maritza guiaba a todos sus pupilos y lograba un espectáculo de primera que maravillaba y hacía reír a cualquier espectador que comprara un boleto.
Ella fue la muestra irrefutable del talante de las damas que representaban al Club y aportaron a la sociedad, pues también sacó adelante proyectos que impactaron positivamente a la ciudad, como el Colegio Sagrado Corazón Montemayor y la Fundación Canasta de Mater, que auxiliaba a la población vulnerable.
“Sacar adelante esto y hacer parte ha sido algo importante y valioso para la sociedad. Siempre es un plan rico, sano y con gente querida. Los que hemos vivido muchos años aquí, llevamos este lugar en el alma”.
María Victoria Echavarría de Álvarez, socia nieta de fundador.
Los grupos musicales Italian Jazz y el quinteto Azul acompañaron la emblemática fiesta de 1959: Noches de París.
Tras dos años, el Circo Tangarife ya tenía vestuarios coloridos, maquillaje llamativo y un guion divertido que congregaba a los espectadores bajo una gran carpa.
Cuna de grandes empresarios
Ya para la década de 1960, Medellín avanzaba al pulso de la innovación y el cambio, y el Club Campestre no era ajeno a esto. Era un lugar que posibilitaba el esparcimiento y encuentro de las mentes más brillantes que fueron las que lideraron el desarrollo empresarial de la ciudad. El Club era inspiración y un catalizador del progreso.
Este era el entorno ideal para intercambiar ideas, crear alianzas y dar vida a los proyectos que transformaron la región. Mientras los socios compartían un café, una lección de golf con Rogelio González Jaramillo o una partida de tenis con Aníbal Leal Delgado “el Profe”, conversaban y cerraban tratos de sociedades o negocios.
Muchas de las empresas más importantes de la ciudad y del país, de alguna manera, se forjaron aquí. Los socios han liderado diferentes empresas de sectores como el textil, alimentos, metalmecánico y construcción. También han sido líderes de importantes petroleras, entidades financieras y bancos, medios de comunicación e instituciones de educación.
Todo este circuito de ideas, talentos y mucho trabajo por impulsar estas compañías tuvo como escenario el Club y hoy su valor es tal que se percibe en industrias que en la actualidad impulsan la economía y el desarrollo de los colombianos.
Un hogar para el arte
La historia del Campestre se enriqueció aún más con la presencia de artistas renombrados de la época. Finalizando los años cuarenta y comenzando los cincuenta, las reuniones sociales se convirtieron en un punto de encuentro de los grandes talentos de la música con los socios.
Tanto los sábados en la noche como los domingos al mediodía, los socios se presentaban muy elegantes. Eran tiempos de rituales que imprimían clase y buen gusto.
Lucho Bermúdez y Matilde Díaz eran los encargados de las noches más divertidas e inolvidables del Club. Ellos hacían parte de la orquesta de planta que amenizaba los bailes de los sábados y las famosas empanadas bailables en las tardes de los domingos.
Este artista fue un gran músico, compositor, arreglista, director e intérprete, y es considerado uno de los más importantes para el folclor y la cultura colombiana. Su canción Salsipuedes lo convirtió en un auténtico ídolo. En definitiva, para los socios fue una fortuna contar con él y su talentosa orquesta todos los fines de semana.
En medio de estas celebraciones, generaciones enteras de socios aprendieron a bailar, guiados por sus padres que eran grandes bailarines, al ritmo de muchos de los éxitos musicales que hoy forman parte de la memoria cultural del país. Entre los asistentes más recordados se encontraban Pilar Arriola Sierra, Germán Sáez Moreno y Clara Rodríguez, tres personas que llevaban el ritmo en sus venas y que compartieron su amor por las danzas que florecían para la época en Cuba, como el contagioso chachachá y el seductor son montuno.
Otro acontecimiento que dinamizó la cultura en el Club fue que los dueños de reconocidas empresas discográficas, como Codiscos y Discos Fuentes, junto con la emisora La Voz de Antioquia, establecieron lazos estrechos con quienes organizaban los eventos más importantes del Club y, cuando figuras prominentes de la música, provenientes de países como Argentina, México o España, llegaban a la ciudad se presentaban en el Campestre y deleitaban con su talento las veladas.
En esta era del Campestre, los fundadores del Club ya comenzaban su retiro laboral. Entre tanto, sus hijos que estaban enérgicos y llenos de nuevas ideas se encargaban de revitalizar el lugar y su agenda, lo que fortaleció la vida y los lazos familiares y aseguró que el legado perdurara.
El Club tuvo la fortuna de contar con la Orquesta de Lucho Bermúdez y Matilde Díaz desde 1948 hasta 1959.
La cantante de tangos argentina Libertad Lamarque, en 1948 fue invitada al Club.
Vista aérea del Club en los años cincuenta.
Donde hoy se encuentra el comedor principal, cada sábado se presentaba, en un ambiente familiar, la orquesta de Lucho Bermúdez que fue reemplazada por la de Los Hermanos Martelo.
El 7 de agosto de 1943 se le dio la bienvenida a la nueva casa. Desde entonces en estas fechas se celebran, año tras año, las Fiestas de Agosto.
Apartado de caballeros en la sede renovada.
Copa Donovan de golf en 1958.
“Podemos hoy registrar el éxito rotundo del Club
Campestre Medellín en las festividades que tuvieron efecto (6 al 10 de agosto 1941) con motivo de la inauguración del nuevo edificio. Basta saber que al baile de gala concurrieron cerca de 1.700 personas y al baile de disfraces un número muy aproximado”.
Noticiero del Club
Campestre Medellín, edición No. 05, septiembre de 1941.
Entre los hoyos siete y ocho se construye un puente para poder pasar por esta parte del terreno que es muy accidentada.
Aquí “las viudas del golf”, como se les dice popularmente a las señoras de los jugadores de este deporte, resolvieron hacer equipo y también emprender en la práctica.
a
en el Campestre como caddie en 1953. Esos primeros momentos fortalecieron su mentalidad, que en un futuro se convertiría en la base de su pedagogía con los deportistas más destacados de esta disciplina en el Club y en el país.
Gilberto Uribe, Javier Uribe, Juan Felipe Uribe y Hernán R. Uribe. Una familia destacada y apasionada por el polo.
Pelotas de golf marca Dunlop 65, las más usadas entre 1950 y 1970.
Rogelio González Jaramillo ingresó
trabajar
Un grupo de socios aficionados presentan la primera obra
del Circo Tangarife: la Fiesta de la Lora. Fue en el salón principal de Medellín y contaba con una escenografía sencilla e improvisada.
“El Campestre fue origen y ejemplo de los demás que se establecieron en otras ciudades colombianas, transformando el ambiente, llevando al deporte a las damas antes encerradas en sus mansiones y a los hombres para quienes las cantinas o las tertulias eran el único entretenimiento”.
Mario García Peña, amigo del fundador, en el escrito
El testamento de Germán Olano.
Las fiestas de las tardes de domingo eran llamadas Las Empanadas Bailables y estaban amenizadas por la orquesta de Lucho Bermúdez.
Un evento emblemático de golf ha sido la Copa Luciano Restrepo.
Aspecto de la fachada en 1946 en el marco de un desfile militar.
En 1968 Rogelio González fue campeón del Abierto de Colombia.
Convención del Partido Liberal en el Campestre Medellín.
Los hermanos Sáenz, Jaime y Gonzalo, eran las glorias del golf del Campestre elogiados en los torneos nacionales.
Salón Luciano Restrepo en la sede Medellín.
Luciano Restrepo Restrepo en el Club Campestre.
Mr. Appleby se jubila en 1944 por una enfermedad. Lo suceden otros entrenadores, entre ellos Germán Osorio y Raúl Ledes.
Carros de lujo de la época exhibidos en un evento.
Matrimonio de Ignacio Alberto Calle Garcés y Norma Correa Gómez.
Matrimonio de Helmut Kurk Rippe y Beatriz Echeverri Mejía.
Presentación del Circo Tangarife en el salón principal.
En 1943 se automatizó parte del mantenimiento del campo de golf con la llegada del primer tractor.
Juegos Múltiples en la sede Medellín en 1965. María C. Navarro Posada, Fernando Navarro García, Carlos Gilberto Uribe, Lupita Verdugo, Silvia Emilia Villa, Luis Hernando Navarro y Juan Peláez.
La temperatura, la calidad del aire, la vida más pausada y lejos del ruido de la ciudad son atributos que hacen de la estadía en la sede Llanogrande un hecho memorable.
UNIR FUERZAS PARA ENRIQUECER
LA VIDA
El paso de los años llevó al Club a un punto de demanda en el que ya la infraestructura era insuficiente para cubrir las nuevas solicitudes de actividades y eventos que tenía la sede Medellín a finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta. Aunque se había considerado comprar más terreno, la solvencia económica de la Corporación aún no lo permitía.
A inicios de la década de los setenta se vivía un momento de transformación, pues los nueve hoyos originales parecían supeditar el potencial de crecimiento y las expectativas de sus socios.
Sin embargo, el diálogo entre líderes del Club
Campestre Medellín y el Club Llanogrande permitió una expansión estratégica del primero hacia el Oriente antioqueño, dando lugar a una fusión que lo convirtió en la sede Llanogrande. Esta oportunidad permitió que la identidad y los valores de la comunidad
Campestre se replicaran en dos lugares con una vocación social y deportiva de excelencia.
El terreno llano y extenso del Club Llanogrande facilitaba el diseño del campo de golf y sumó, de forma positiva, a la calidad estética del escenario.
Crecer hacia nuevos horizontes
La fusión y creación de la sede Llanogrande fue un proceso de conversaciones y negociaciones que apuntaban a un interés común: que estos espacios fueran habitados por personas que disfrutaran de las buenas costumbres, los deportes de élite y que valoraran las relaciones sociales de calidad.
Todo esto coincidió con los retos que afrontaba Gilberto Uribe Echavarría, presidente del Club Llanogrande y reconocido polista, y su familia. La sostenibilidad de la organización que él había fundado años atrás para la práctica del polo estaba en entredicho. Este Club era un terreno que años antes Gilberto, junto a los hermanos Elkin y Norman Echavarría Olózaga, y Luis Fernando Restrepo, amigos polistas, adquirieron, porque el Club de Polo de Medellín ya se había quedado corto en disponibilidad, pero ellos querían seguir entrenando con comodidad.
Los tradicionales juegos múltiples también se celebraron en Llanogrande e hicieron historia, sobre todo porque los jóvenes eran los más activos en su organización y logística.
Sergio y Alejandro Echavarría Restrepo y Fabio Echeverri Correa fueron cómplices que apoyaron en aquel momento con fervor el proyecto de Uribe.
Sin embargo, el tiempo y la realidad llevaron a enfrentarse a la necesidad de tener que vender tierras para abordar problemas de financiación. En este punto de inflexión, Jaime Calle Garcés, socio del Campestre y cercano a Gilberto, le propuso unir fuerzas con una solución que benefició a ambas entidades.
Así fue como inició un proceso de negociación que, como era previsible, no estuvo exento de diferencias. Sin embargo, y por encima de todas las dificultades, el respeto y propósito compartido sobresalió y el diálogo permitió llegar a consensos sólidos: materializar la fusión.
“Era un gana-gana, por donde se le viera”, recuerda Felipe Uribe Correa, hijo de Gilberto Uribe Echavarría. Según su relato, su padre no exigió compensación por
“Una vez nos pusimos de acuerdo, la fusión fue un hecho. Ese fue el mejor negocio para la sostenibilidad”.
Manuel José Arango Posada, Socio Honorario, exmiembro de Junta Directiva y ex Gerente General.
“El Club siempre estará en mi corazón. Trabajar allí por 35 años me permitió sacar adelante a mi familia y educar a mis dos hijas que hoy son profesionales exitosas”.
Carlos Alberto Osorio Gómez, colaborador pensionado. Directiva y ex Gerente General.
Son muy pocos los clubes que tienen dos sedes. El Campestre es uno de ellos.
la propiedad; su emoción radicaba en ver ese espacio destinado a un proyecto deportivo de alto nivel.
Algo que facilitó el proceso fue que alrededor del 80% de los socios del Club Llanogrande ya eran socios del Campestre, esto hizo que fuera una gestión ágil y natural. Mientras que con aquellos que no eran socios se logró una incorporación automática como un gesto que terminó de fortalecer los lazos.
La fusión administrativa se materializó en 1974. Los líderes de esta unión mostraron una notable visión de futuro, conscientes de que el Oriente antioqueño se convertiría en un verdadero polo de desarrollo urbano.
Mantener la tradición entre amigos
En esta nueva etapa de un Campestre más amplio y con nuevas posibilidades, el reto desde la perspectiva administrativa y estratégica consistió en mantener la cohesión y el sentido de identidad entre las dos sedes, asegurando que los servicios, los colaboradores y la comunidad de socios reflejara la identidad y los valores que desde sus inicios definieron a la institución y que, durante los años de gestión y hasta el momento, se había contraído como un tejido social.
En esta época, los grupos de amigos se sostenían y los encuentros que se convirtieron en tradiciones se replicaron en ambas sedes. Un ejemplo de eso fueron los golfistas que se reunían cada sábado en el bar Los Mangos de la sede Medellín.
Al finalizar, se encontraban en el hoyo 19 y disfrutaban de tertulias muy amenas que se extendían hasta la madrugada. Relatan que, de esa tradición, surgieron grupos y amistades que mantuvieron el amor por el golf durante muchos años, y gracias a lo cual recorrieron distintos países para conocer y disfrutar juntos de diferentes canchas. Una muestra fe-
haciente de que el propósito deportivo y social se cumplió.
Los juegos múltiples fueron otros de los eventos relevantes que se desarrollaron en las dos sedes. La logística comenzaba días antes cuando cada equipo seleccionaba un nombre creativo y un uniforme chistoso y simpático. Fue tal la trascendencia de estos juegos que se estableció un comité y se categorizaron en varias divisiones: niños, jóvenes y adultos.
Para esos años, se celebraban entre septiembre y octubre durante todo un fin de semana, comenzando en la noche del viernes con una obra de teatro. El evento continuaba el sábado por la mañana con un desfile, como si se tratara de unas olimpiadas, y proseguía con una jornada deportiva muy particular que también se extendía al día siguiente.
En definitiva, esta era una fiesta de integración donde, además, se formaban amistades muy valiosas mientras se gozaba.
Sostener un tejido social
Con la llegada de la década de los ochenta se puso a prueba la cohesión, pues fue
un tiempo en el que se evidenció, aún más, el verdadero sentido del privilegio que significaba pertenecer a una comunidad como la del Campestre.
En un contexto marcado por desafíos y problemáticas sociales, políticas y económicas del país, las dinámicas propiciadas por el deporte y la cultura se convirtieron en faros de esperanza para los socios del Club que, al enfrentarse a las adversidades del entorno, encontraron la fuerza para unirse y crear nuevas oportunidades.
Los cimientos sólidos establecidos desde la fundación del Club, que definían los principios de la Corporación, fueron puestos a prueba en este tiempo de desafíos, pues el dinero fácil y la ambición desmedida de los que buscaban el poder para hacer el mal y enriquecerse, amenazaron con socavar la ética y la moral de líderes políticos, empresarios, así como de los estudiantes, sus padres y de muchos más jóvenes de la ciudad.
En este contexto sombrío, el Club se propuso fortalecerse desde la preservación de la vida y de los valores éticos, convirtiéndose en un baluarte de integridad,
“Los beneficios y privilegios también son motivadores para aportar a la sociedad. Por ejemplo, la cuota de mantenimiento de la Fundación que aportamos todos los meses los socios es una muestra del compromiso total”.
Hernán Vélez López, socio miembro de la Junta Directiva.
En 1970, después de ocho temporadas, el Circo Tangarife termina, dejando un legado invaluable para la historia.
Gilberto Uribe Echavarría en el Club Campestre Llanogrande con su premiada yegua llamada “La Rumba”.
Una partida de polo en Llanogrande.
donde su colectividad era la fuerza que lo sostenía. Pero esta no fue una tarea sencilla. Las figuras más visibles de la corporación sufrieron hostigamiento, cuestionamientos e incluso amenazas por mantener una postura firme en la exclusión de quienes no compartían los mismos valores y tradiciones, y que eran los responsables de la dolorosa fractura que vivió Medellín en esos años de la guerra del narcotráfico.
Esta determinación ha dejado una huella imborrable para su historia y todos los socios que hoy la reciben, descubriendo valores muy humanos que lograron una confluencia de voluntades y esfuerzos para superar los obstáculos y mantener vivo el legado de los fundadores que soñaron con un lugar donde la ética, la armonía y la convivencia fueran los principios rectores.
El sentido de colectividad en medio de la adversidad también permitió que naciera la Fundación Club Campestre como embajadora de solidaridad que transformaría vidas enteras. El 8 de octubre de 1987, bajo la dirección de Álvaro Echavarría Restrepo, comenzó su historia.
Este momento no fue simplemente la creación de una organización, fue la manifestación de un compromiso sincero hacia aquellos que formaban parte, de una u otra manera, de la familia de la organización. Con un claro objetivo en mente: ofrecer oportunidades y forjar un futuro prometedor para los caddies y empleados. Así se sentaron las bases de un compromiso que perdura en el tiempo.
En 1974 se celebraron los primeros 50 años. Durante cuatro días orquestas colombianas, venezolanas y el cantante Julio Iglesias amenizaron la celebración que llevaba por nombre “Una vida al aire libre”.
Rogelio González, instructor de golf célebre por su metodología, ya completaba más de 20 años en el Club y se posicionaba como un deportista de élite.
En 1973 el Club pasa a ser una corporación sin ánimo de lucro, lo que lo llevó a tener una estructura diferente a la de sociedad anónima.
En 1975 se juega por primera vez el Torneo Interclub de Fútbol para mayores.
Panorámica del lago en la sede Llanogrande.
Carlos Uribe Arteaga fue el Presidente de la Junta Directiva entre 1985 y 1989, época en la que se hizo el Plan de Desarrollo de la sede Llanogrande y se creó la Fundación Club Campestre.
Los beneficiarios de la Fundación acceden a tutorías, equipos y becas académicas. A corte de 2024, la Fundación cuenta con 335 beneficiarios, caddies y jóvenes y niños en formación deportiva.
“El Club siempre estará en mi corazón. Trabajar allí por 35 años me permitió sacar adelante a mi familia y educar a mis dos hijas que hoy son profesionales exitosas”.
Carlos Alberto Osorio Gómez, colaborador pensionado.
Otro de los hechos importantes de esta década fue el diseño del hotel de la sede Llanogrande, que inicialmente se planeó con dos pisos, aunque sus fundaciones permiten construir hasta cuatro.
“La Fundación me ha permitido crecer, me devolvió la esperanza en el momento más desafiante cuando veía imposible continuar con mi carrera universitaria. Mi vida cambió por completo”.
Laura Isabella Restrepo Montoya, profesional en Administración de Talento Humano y colaboradora de la Fundación.
El terreno de Llanogrande, antes de ser el Club fundado por Gilberto Uribe, era un predio de 128 cuadras que pertenecía a SAM (Sociedad Aeronáutica de Medellín).
Algunos de los juegos múltiples más recordados son: natación con neumáticos de camiones, fútbol con pelotas inflables grandes, “cartón ventiao” (relevos, deslizándose en cartones por las colinas del campo de golf de Medellín) o las bicicletas acuáticas (en el lago de Llanogrande).
Inauguración de la edificación principal de Llanogrande en 1987.
En 1986 comenzaron las primeras obras de campo de golf en Llanogrande con los hermanos Rafael y Jaime Villegas Moreno de Cali.
EL PUNTO DE INFLEXIÓN
Para los años noventa y el comienzo del nuevo siglo, el país seguía marcado por los rezagos de la violencia y la desconfianza. Sin embargo, el Club, sus líderes y socios se esforzaron para que este continuará siendo un oasis de tranquilidad, un lugar seguro donde las familias pudieran disfrutar sin temores.
El desafío estaba en abrazar valores, en el trabajo honesto y en la unidad como Club, donde la dignidad y la vida eran lo primero para construir un futuro sostenible. En medio de esto el Club se mantuvo firme, honrando su historia y reafirmando su compromiso. La resiliencia y la claridad ética se convirtieron en los pilares que guiaron a sus miembros a través de tiempos difíciles.
En momentos históricos de incertidumbre, el sostén radicó en la fortaleza de sus lazos y en las buenas personas que lo consolidaron.
En una década en la que Medellín fue declarada como una de las ciudades más violentas del mundo, superar ese título fue una tarea significativa para sus líderes, empresarios y habitantes. El Campestre fue decisivo en el sostén de la sociedad.
Confiar, aún en los tiempos difíciles
“El Club Campestre es mi segunda casa” es una frase que, a través de la historia, ha resonado con fuerza entre los socios. Esta responde a un sentimiento profundo que va más allá de la pertenencia. Habla de lo que significa encontrar un refugio donde la calidez se siente: un escenario de respeto y cuidado mutuo.
El Campestre buscaba ser un nodo de confianza, un punto donde los socios pudieran dejar a sus hijos después del colegio, disfrutando de deportes y momentos de recreación. Así lo retrata Manuel José Arango Posada, un socio que recuerda cómo la cercanía entre los miembros creaba un ambiente de transparencia y camaradería. “Sabíamos quién era el que estaba al lado de la mesa de uno”.
Esta década dejó lecciones imborrables: la importancia de la unión, la tradición y los valores. También mantuvo un ambiente grato, donde las ofertas deportivas, sociales y culturales enriquecían la vida.
La estrategia catalizadora del futuro
Luego llegó la década del 2000. Un período en el que el deporte se convirtió en el hilo conductor de grandes logros de la mano de entrenadores apasionados, torneos emocionantes y talentos emergentes. La marca Club Campestre comenzó a brillar en los podios, obteniendo medallas y reconocimientos que atestiguaban el talento y la dedicación de sus deportistas.
Esto también fue consecuencia de las decisiones estratégicas que los directivos adelantaron para mejorar los escenarios y la infraestructura y, así, enfrentar los retos competitivos y el alto nivel de un Club de prestigio como este. El desafío era organizar las finanzas para ofrecer una renovada cara del Club a los socios.
Ante esto, los directivos comenzaron a repensar zonas y experiencias más amigables, adaptando los escenarios para los nuevos estilos de vida y la tecnología, pues de eso también dependía la sostenibilidad del Club.
“En este lugar hay un ambiente muy familiar y de amigos. Acá se crean lazos fuertes y hay gente muy buena, entonces uno pasa muy rico”.
Sylvia Castaño Vélez, socia, presidenta de la Liga Ecuestre de Antioquia y deportista.
“Uno aquí conoció a sus amigos. Ha sido demasiado importante, sobre todo para el crecimiento de los hijos”.
Jorge Humberto Uribe Rodríguez, socio, nieto de fundadores y expresidente de la Junta Directiva.
Camilo Villegas, uno de los mejores golfistas colombianos que desarrollaron su talento deportivo en el Campestre.
PARA RECORDAR
Algunos espectáculos deportivos protagónicos de esta década fueron:
• Torneos de golf y tenis que celebraron los 15 años de la Fundación Club Campestre.
• Open Golf Tour de las Américas con profesionales del continente.
• Abierto Senior de Golf con jugadores de todo el país.
• Abierto de Golf Copa Luciano Restrepo y Copa Lully.
• Abierto de Colombia en golf.
• Torneos de la ATP y la WTA en tenis.
• Abierto de Polo.
• Concurso Nacional de Salto FEI Children’s, Copa Feria de las Flores y Clásico GTC.
• Torneos juveniles suramericanos de Tenis.
Más de 5.000 personas, entre socios e invitados, estuvieron presentes en el concierto de Carlos Vives, en 1994. Un hecho que marcó una oferta de diversión segura y privilegiada.
Imposible olvidar a Shakira que, en los inicios de su carrera, se presentó en el picadero de la sede Llanogrande.
“Nunca pensé que iba a tener dos hogares: el de mi familia y el del Campestre, que es el lugar donde crecí como persona y aprendí a valorar las oportunidades que me da la vida. Muchas de las cosas que hoy tengo se las debo al Club y a las bellas personas que lo conforman”.
tenis.
Con el apoyo de los socios y de los profesores se formaron deportistas que ingresaron como caddies y que salieron siendo figuras del tenis como Omar Tobón.
En 1993 volvieron a este club con 78 artistas y la obra La Cándida América y sus desalmados descubridores, con gran éxito tanto en Medellín como en Bogotá en el Club Los Lagartos. Para esta temporada el presentador fue Juan Luis Jaramillo.
Omar Tobón Aristizábal, profesor de
Con el liderazgo deportivo que siempre ha marcado la historia, el Comité de Natación organizó el campeonato de piscina corta, que por muchos años fue el más famoso de Colombia en la categoría de aficionados.
Las últimas presentaciones del Circo Tangarife fueron en 2008 donde participaron los nietos de los primeros artistas, haciendo honor a los 50 años de existencia de este proyecto.
“Yo no hubiera sido Camilo Villegas, el golfista, sin el Club Campestre, sin mis padres, sin Rogelio González, sin el apoyo de la escuelita de golf… Y las oportunidades que encontré al crecer jugando este deporte aquí, donde me motivé a seguir logrando objetivos, a soñar con ir a Estados Unidos y evolucionar hasta ser un deportista profesional que representa a Colombia y gana torneos en el PGA. Ojalá las próximas generaciones trabajen duro, sueñen y aprovechen las instalaciones”.
Camilo Villegas Restrepo.
“Quienes crecimos acá vivimos experiencias significativas en el desarrollo de nuestras vidas. Por eso quisiéramos que nuestros hijos también tuvieran esa conexión con el Club, que es tan necesaria como especial”.
Ana Fernández Jaramillo, socia y exmiembro de la Junta Directiva.
“Fue mi segunda casa, pasé allí gran parte de mi infancia no solo jugando golf, sino también fútbol, tenis y natación. En el Campestre me inicié deportivamente y me dio la oportunidad de crecer como persona y como golfista, y estoy muy agradecido por esto”.
Nicolás Echavarría Botero, golfista PGA.
Camilo Villegas Restrepo, Camilo Benedetti Ortiz y Nicolás Echavarría Botero son algunos de los nombres que nacieron en el Club y que brillaron en los torneos de renombre mundial como el Korn Ferry y el PGA.
En 1992 Llanogrande fue testigo del Campeonato Mundial Juvenil de Esquí Náutico, y en 1994 se convocó el Campeonato Panamericano de la misma disciplina.
Sylvia Castaño Vélez se inició desde pequeña en la práctica de la equitación y, con maestría, ha liderado la Liga Ecuestre de Antioquia y formado a sus hijos como campeones de esta disciplina.
Rogelio González Jaramillo es una leyenda viva del golf, que comenzó su camino como caddie en la sede Medellín y hoy completa cerca de 127 títulos nacionales e internacionales.
Las obras de renovación del campo de golf de Llanogrande fueron parciales y paulatinas, hasta completar la intervención en sus 18 hoyos.
LEGADO Y FUTURO: UN VIAJE DE 100 AÑOS
Todos los esfuerzos estratégicos, desde los socios fundadores hasta los líderes de los últimos tiempos, condujeron al Club Campestre a un hito que pocas organizaciones en el mundo pueden contar: cumplir 100 años de historia.
No ha sido gratuito este hecho; el resultado es la respuesta de una confluencia de decisiones, valores, principios y un norte claro que marca su esencia, resumida por socios y colaboradores en su propósito superior: “Somos un espacio único y tradicional, donde se teje una comunidad familiar a través de experiencias deportivas y sociales memorables”.
Para hacerlo realidad, en las últimas dos décadas el Club se comprometió con un modelo organizacional sostenible. Los diferentes representantes de la Junta Directiva se encargaron de darle un nuevo aire al manejo corporativo y redefinieron procesos operativos que se adaptaron mejor a los retos del momento, con una estructura organizacional, una oferta de valor diferenciada y el modelo de gestión que exigían estos tiempos.
Legado y futuro: un viaje de 100 años
Todos los esfuerzos estratégicos, desde los socios fundadores hasta los líderes de los últimos tiempos, condujeron al Club Campestre a un hito que pocas organizaciones en el mundo pueden contar: cumplir 100 años de historia.
No ha sido gratuito este hecho; el resultado es la respuesta de una confluencia de decisiones, valores, principios y un norte claro que marca su esencia, resumida por socios y colaboradores en su propósito superior: “Somos un espacio único y tradicional, donde se teje una comunidad familiar a través de experiencias deportivas y sociales memorables”.
Para hacerlo realidad, en las últimas dos décadas el Club se comprometió con un modelo organizacional sostenible. Los diferentes representantes de la Junta Directiva se encargaron de darle un nuevo aire al manejo corporativo y redefinieron procesos operativos que se adaptaron mejor a los retos del momento, con una estructura organizacional, una oferta de valor diferenciada y el modelo de gestión que exigían estos tiempos.
Un punto de partida orientador
Esta transformación surgió luego de un diagnóstico claro que le permitió al Club adaptarse a las nuevas realidades, a las expectativas de sus socios y a los desafíos del entorno. Así, con la determinación de quienes saben que el cambio es la única constante, se inició este proceso.
En la década de 2010, la meta fue alcanzar la solidez financiera, objetivo que se logró impulsando cambios significativos en la cultura organizacional y en la oferta de servicios. Como lo narran los directivos de la época, se generaron experiencias valiosas, apelando a sentimientos positivos y emociones memorables, logrando atracción y fidelidad.
La estandarización de productos y la oferta de servicios, en ambas sedes, debía ser coherente y para eso se implementó un modelo empresarial eficiente, con indicadores de gestión estratégicos que permitieron medir el progreso y asegurar que se estaban tomando las decisiones correctas.
La rigurosidad financiera y legal, el desarrollo deportivo, la excelencia en el servicio y la construcción de una comunidad sólida son los pilares que han orientado cada paso. Juan Felipe Estrada Mejía, Gerente General, lo resume de esta manera: “Nos habilitaremos cada vez más para ser constructores de experiencias, para fortalecer el tejido social que garantiza la permanencia de los socios y colaboradores en el Club”.
Así fue cómo se consolidó un modelo que combinó procesos estructurados, capacidad económica y una estrategia alineada con los pilares de gestión que han guiado a la institución desde sus ini-
cios. Incluso, este ejercicio se convirtió en un referente administrativo para la gestión de otros clubes del país.
Dos sedes con una oferta integral
En este camino de renovación se priorizó la oferta deportiva de alto nivel y las experiencias gastronómicas. En paralelo, se formuló el Plan Maestro, un proyecto ambicioso que ha maximizado el uso de los terrenos de las dos sedes, respetando la normativa del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que regula a Medellín y Rionegro.
Hoy este es referenciado como el mejor en Colombia por su calidad y entorno. Además, como cuenta Federico Uribe Gómez, expresidente de la Junta Directiva y precursor de este campo de alto nivel: “Está diseñado para hacerle frente al cambio climático; este, además de ser sostenible, resiste fuertes lluvias y también sequías”.
La sostenibilidad financiera y la estructura corporativa se convirtieron en referentes para sus pares en el país.
“El Club Campestre es un gran pulmón de nuestra Medellín donde se encuentran amigos a reír, familias a crear recuerdos y personas a alcanzar su mejor versión a través del deporte”.
Federico Gutiérrez Zuluaga. Alcalde de Medellín 2024-2027.
Y es que, con el paso de los tiempos y los desarrollos urbanos, la ubicación estratégica de las dos sedes ha cobrado mayor relevancia. La sede de Medellín, establecida en 1924 en el corazón de El Poblado, en la actualidad se encuentra en una zona privilegiada que actúa como un pulmón verde en la ciudad. Mientras que la sede de Llanogrande, que en sus inicios estaba en “las afueras”, ahora ganó proximidad gracias a la expansión de Medellín y su Área Metropolitana, así como a la mejora de la conectividad vial.
Estos últimos años en el Club también fueron valiosos la infraestructura de los escenarios deportivos y la propuesta alrededor de las 13 ofertas de diferentes disciplinas. Como ejemplo, el campo de golf se potenció con estándares internacionales, que estaban a la altura de lo que deseaba reflejar el Club Campestre en la sede Llanogrande. Allí la naturaleza, la tranquilidad y el alto nivel técnico, se fusionaron.
Cuenta Fernando Villegas Zuluaga, golfista y padre de las figuras nacionales de este deporte, Camilo y Manuel Villegas Restrepo, que se involucró en esta misión de potenciar el campo “sin querer queriendo” desde el Comité de Golf y el de Obras. Él reconoce que los cambios se alcanzaron de manera paulatina, habilitando zonas nuevas y de alta calidad, hasta completar un campo de altísimo nivel.
Con la misma entrega de este proyecto, los líderes desarrollaron un cambio sustancial en la gastronomía del Club, replanteando el menú de los restaurantes, cafeterías y bares, y ofreciendo opciones más innovadoras y cercanas a las grandes cocinas del mundo.
La Academia, el restaurante, fue una de las experiencias más importantes en esta estrategia. Con una propuesta de cocina slow food que satisficiera el paladar de los socios y ofreciera un menú diverso que combinara platos tradicionales y propuestas innovadoras.
Vivir para trascender
El orgullo de pertenecer a esta comunidad es un sentimiento invaluable entre los socios y colaboradores. Niños, padres y abuelos hablan con pasión de las experiencias vividas a lo largo de los años.
Una muestra de que el Club ha sido algo más que sus instalaciones y que une realidades y transforma vidas fue la pandemia del COVID-19 en 2020 que trajo consigo un replanteamiento de la vida cotidiana.
El aislamiento y la distancia se convirtieron en la nueva normalidad, pero también revelaron la fortaleza que une a las personas a pesar de los desafíos. En ese momento, la Corporación mantuvo su compromiso con los colaboradores, asegurando sus empleos y brindando apoyo integral. Los socios, conscientes de la compleja situación, respondieron con generosidad, demostrando que el bienestar colectivo es una prioridad.
“Quisimos generar emociones y por eso nos centramos en el poder de las experiencias. El glamur, la excelencia, el buen gusto, la etiqueta y las buenas costumbres hacen parte del sello Club Campestre”.
Sergio Saldarriaga Mesa, Presidente de la Junta Directiva en 2010.
“El campo de golf fue hecho con las uñas, uno lo vio hacer paso a paso, pero cada año está mejor. Al Club le doy unas felicitaciones muy grandes y que nos siga contemplando mucho a nosotros los socios”.
Lou Ann Restrepo de Ángel, socia honoraria, hija de Luciano Restrepo Restrepo, fundador.
Con el paso del t empo y al retornar a a normalidad, regresaron a las instalaciones y se reencontraron con un paraje seguro donde disfrutar las prácticas de-leza del entorno. Realmente era un privi egio tener todo esto en un ambiente que pr orizaba el cuidado y la seguridad.
tearse los cambios generac ona es y de os est los de vida que muchas personas tienen ahora y que pr orizan la tranquilidad, a sostenibilidad y el bienestar
Generar un impacto so cial
Una de las inic ativas más destacadas de de os caddies jóvenes de las poblaciones cercanas que acompañaban a los
tenis y go f Así nac ó un nuevo modelo de relacionam ento a través de la Fundación Club Campestre, que buscaba transformar os en becarios, ofreciéndo-
tecno ógica y superior. Esta propuesta me oró la situación soc al de los óvenes y es permitió crecer y desarrol arse en un entorno estab e y seguro.
Hoy a Fundación ha evolucionado, pero su esenc a se ha mantenido intacta. Desde su creac ón, ha otorgado 3 700 becas académicas, una cifra que es testimonio del impacto posit vo. Actualmente, su propósito se centra en empoderar a sus
formación ntegral en áreas que no solo nutren el cuerpo, sino que también alimentan el espír tu y la mente: programas de salud, bienestar y viv enda, pi ares fundamenta es para lograr una verdadera transformac ón y progreso.
De este modo, no so o busca la formación de profesiona es competentes, sino también la de ciudadanos de exce enciacio y el iderazgo.
Así, el legado no se mide únicamente en cifras, también en la magnitud de las historias de transformac ón que ha pos bilitado.
Feliz centenario
¿Cómo es posible legar a 100 años y sent rse tan joven? La respuesta radica en a capacidad de reconocer y honrar la herencia de quienes lo fundaron, al t empo que se proyecta hac a adelante
En el contexto del centenar o, en 2024, se desarro laron eventos memorables que un an pasado y egado con el presente y un futuro visionario. Entre os actos sobresal ó una serenata ba o La Ar-
que marcó el inicio de un año l eno de conmemorac ones.
En mayo, el evento Color Fun contag ó de alegría a as familias, mientras que más de 1.000 soc os en una ga a inolvidable alrededor del concepto “Un sig o de trad ción”, donde a gastronomía, el show musical de Pipe Pe áez, el Combo de as Estrel as y un espectáculo de luces en med o del lago fueron el complemento ideal para una noche que trasciende en a historia del Campestre.
“L egar a 100 años en cualqu er institución, desde el punto de vista empresarial,
“Usted entra aquí y hace todo o posible por no retirarse nunca. El Club me ha dado un bienestar muy social y un roce profesional con diferentes opciones y empresas. Uno se encariña y quiere hasta el último trabajador”.
Fernando Villegas Zuluaga.Directiva en 2010.
La Fiesta del Socio que ce ebró los 90 años estuvo amenizada por Eddy Herrera y Felipe Ángel y su orquesta.
El bar Los Mangos tuvo una transformación física en sus dos p antas.
El Restaurante La Academ a, hoy Comedor Principal, tuvo un cambio total buscando imprimirle más c ase y alta cocina.
no es fácil. Trascender este aniversario es algo histórico y más aun manteniendo valores de tradición y costumbres que han sido un legado de importancia”, afirmó Esteban Aristizábal Uribe, expresidente de la Junta Directiva.
La corporación no solo celebró su historia, sino también su futuro. Con 147 eventos sociales y deportivos, cada uno de ellos fue un recordatorio de la importancia de las personas que lo conforman y del legado que se ha construido a lo largo de un siglo. En marzo, la sede Medellín fue anfitriona del Torneo ITF J300 Copa Ciudad de Medellín, que reunió a los mejores exponentes del tenis suramericano. En julio, el FEI Jumping Children’s Classics emocionó a los amantes del mundo ecuestre, en Llanogrande,
seguido, en noviembre, por el Campeonato Nacional de Adiestramiento.
También, después de ocho años, el Club recibió el 76º Abierto de Colombia en su campo de golf, donde el brasilero Alexandre Rocha se coronó campeón, reafirmando la relevancia en el golf colombiano. En squash, el Torneo PSA 12K acogió a 24 jugadores nacionales e internacionales, mientras disciplinas como aeromodelismo, bridge, polo y esquí náutico aportaron sus propias celebraciones al calendario deportivo de los 100 años.
Esta historia es un testimonio de resiliencia, unión y compromiso con el bienestar de sus socios y la sociedad. Luego de 100 años el Club sigue siendo un hogar extendido, un espacio donde la vida se equilibra entre el deporte y la convivencia.
“Felicitaciones por sus 100 años enalteciendo valores propios de los antioqueños como el civismo y la solidaridad. Un abrazo grande a todos sus socios”.
Andrés Julián Rendón Cardona. Gobernador de Antioquia 2024-2027.
EN DATOS Estas son solo algunas de las razones para celebrar la historia y mirar al futuro con mucho optimismo. Datos de cierre a 31 de diciembre de 2024.
1.575
beneficiarios.
24 600 3.145 84 500 17 3 3.500 socios activos.
hectáreas en la sede Medellín. colaboradores.
hectáreas en la sede Llanogrande.
proveedores que expresan tejido social. opciones deportivas. generaciones conviviendo.
La Fundación Club Campestre, en 37 años de existencia ha beneficiado a más de
becarios con el apoyo solidario de los socios.
En 2010, luego de una estrategia de ahorro y cambios estructurales, se alcanzó el equilibrio económico.
El equipo directivo tenía el propósito decidido de cambiar el rumbo para proyectar y hacer realidad el Club del futuro.
Federico Uribe Abad, hijo de Federico Uribe Gómez, es un polista destacado a nivel local y en el extranjero.
Distintas generaciones se unieron en la celebración de los 100 años. Esta fue una ocasión para recordar anécdotas, personajes y vivencias, y para celebrar el presente y los futuros proyectos.
Uno de los logros más representativos es que se invirtieron cerca de 25.000 millones de pesos, en menos de cinco años, sin solicitar cuotas extraordinarias a los socios.
En 2010 se renovó la cancha de polo, y en 2011 se construyó el techo del picadero de la sede Llanogrande.
Miembros de la Junta Directiva 2024 disfrutando la fiesta del centenario. De izquierda a derecha: Ana Fernández Jaramillo, Juan Felipe Estrada Mejía, Christian Kurk Echeverri, Juan Camilo Álvarez Echavarría, Claudia María Calle Correa, Esteban Aristizábal Uribe y Hernán Alberto Vélez López.
La decoración del salón reflejaba el gusto estético de alto nivel que aquí se ha tenido en un siglo de tradición.
Con actividades divertidas y muy especiales como el show aéreo, explosiones de color y demostraciones náuticas, entre otras, los niños hijos de los socios e invitados disfrutaron en Llanogrande.
ESTAMOS EN EL CORAZÓN DE LA SOCIEDAD
El 11 de septiembre de 2024, en el aniversario, el Club recibió un reconocimiento especial por parte de las principales autoridades nacionales y locales, tanto públicas como privadas. Este homenaje incluyó condecoraciones y menciones honoríficas que resaltaron la importancia de esta institución en la construcción del tejido social de la región, gracias a su impacto y a los lazos de amistad, solidaridad y colaboración que ha generado. Entre los galardones recibidos se destacan:
de
Las mejoras en la infraestructura y servicios atrajeron nuevos socios.
Serenata bajo Los Mangos fue la celebración inicial del centenario a la que asistieron 165 socios senior.
Escudo Antioquia, categoría Oro, Gobernación de Antioquia
Medalla Alcaldía de Medellín, categoría Oro, Alcaldía de Medellín.
Orden al Mérito Cívico y Empresarial Mariscal Jorge Robledo, grado Oro, Asamblea de Antioquia.
Exaltación en Nota de Estilo y medalla de reconocimiento, Alcaldía de Rionegro.
Resolución en Nota de Estilo con medalla de reconocimiento, Concejo de Rionegro.
Orden al Mérito Don Juan del Corral, grado Plata, Concejo de Medellín.
Pergamino
Exaltación y escultura del maestro Gustavo Jaramillo: Barequera, Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia.
Orden en el grado de Cruz de Comendador, Congreso de Colombia.
En 2022 recibieron el reconocimiento como uno de los primeros clubes Carbono Neutro; la certificación abriga las dos sedes: Medellín y Llanogrande.
“Gocen, aprovechen las posibilidades que les da el Club. Puede ser jugando golf, como mi papá lo hizo cuando participó en su creación, o de otras maneras, pero disfrútenlo”.
Amparo Villa Gaviria,101 años, hija del fundador Enrique Villa Restrepo.
Pipe Peláez amenizó la celebración con todos sus éxitos.
“El Club es muy bacano. Aquí puedo compartir con mis amigos, hacer deporte y comer cosas ricas. Y si pienso en el futuro, me gustaría que pusieran clases de nuevos deportes como salto de altura, carreras de obstáculos o atletismo”.
Antonio Vélez Velásquez, 8 años.
En el marco de la agenda de festividades, 19 presidentes de otros clubes del país con canje activo acompañaron las celebraciones y participaron de muchos de los momentos programados.
Los valores tradicionales de las familias fundadoras aún viven en los más pequeños. Este es un legado que se hereda generación tras generación.
Campestre es un hogar extendido. Aquí la vida se equilibra entre las ofertas deportivas y culturales.
El paisaje, su flora y su fauna son un activo.
Entre los proyectos futuros están la construcción del hoyo 19 del campo de golf de la sede Llanogrande, así como el parque ecuestre, que se desarrollará en seis etapas, y la adecuación y embellecimiento de las casas centrales de las dos sedes.
En la pandemia la zona verde de las dos sedes fue un oasis de tranquilidad, incluso cuando solo se podía salir a caminar, manteniendo las medidas de distanciamiento, recorrer sus alrededores fue un regalo para el espíritu.
El
Aunque en el confinamiento hubo restricciones de movilidad y trabajo, siempre se hizo mantenimiento a las instalaciones, buscando que estuvieran listas para el regreso de los socios.
“Celebrar 100 años es resaltar el legado y la importancia de contar con un espacio donde se comparte un tejido social, donde prima la seguridad, la tranquilidad y que, a través del deporte, cada uno puede desarrollarse y crecer”.
Juan Camilo Álvarez Echavarría, socio miembro de Junta Directiva, nieto de socio fundador.
Los deportes de raqueta han evolucionado a través de la historia. El primer club del país en tener pádel fue el Campestre de Medellín. Una disciplina que en cinco años tendrá una proyección muy importante y será un integrador más.
El campeonato máster de natación se celebra anualmente y es el mejor de Colombia en su categoría.
En Llanogrande hay 140 pesebreras y se proyecta abrir 20 más.
En la actualidad están disponibles para los socios dos canchas de polo con estándares internacionales en las que se realizan temporadas de competencias de alto nivel. Además, los picaderos de Llanogrande son de los mejores escenarios de equitación en el país.