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Advertencia farmacéutica: Richard J. Roberts

Salud y enfermedad, dos conceptos opuestos que existen paralelamente. Conceptos con los cuales trabaja la medicina, donde se estudia al segundo para que prevalezca el primero. En tiempos como los actuales, donde un virus mortal se cuela entre nuestras vidas, el sector salud se moviliza. Las personas tratamos de evitar exponernos, de cuidarnos, pero nada de esto sirve si no se logra obtener una cura. Es aquí donde los investigadores de este campo toman el papel más importante. Para conseguir una cura, primero se deben entender los procesos del cuerpo humano y la esencia misma de la enfermedad; después, cómo evoluciona ésta en el cuerpo, lo cual llevaría a entender cómo prevenirla y, posteriormente, cómo curarla. Encontrar un tratamiento eficaz contra el virus se vuelve la meta dorada.

La pandemia por COVID-19 nos ha llevado a una crisis, no solo de salud, sino económica y emocional, nos rodea el miedo y la incertidumbre ante lo desconocido. A casi un año de haber comenzado la propagación del virus, tanto los médicos que arriesgan sus vidas por los demás, como los investigadores de la posible vacuna, son la luz que esperamos ver al final del túnel. La industria farmacéutica se ha comprometido a crear y distribuir una vacuna segura para terminar de una vez por todas con la mortandad tan grande que ha causado el COVID-19. A lo largo de los años, esta industria se ha adaptado a los cambios que ha tenido el mundo, y ha brindado sus servicios de la mejor manera posible, modernizándose y desarrollándose para ofrecer una buena calidad de productos, es decir, de medicinas.

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Esto conlleva a pensar que, aquellos inmersos en la ciencia médica y farmacéutica tienen un sentido solidario más presente que el resto. Que las motivaciones que prevalecen son humanitarias. Ironía que a veces a los humanos nos falte humanidad. Pero en ocasiones el sistema capitalista va cambiando los intereses de los sectores y, donde antes había una inclinación genuina por el otro, ahora se rige por las ganancias monetarias. Situación que nos hace preguntarnos, ¿qué sucede cuando los intereses económicos sobrepasan a los de la salud? Richard John Roberts denuncia que la industria farmacéutica ha sucumbido ante los deseos de aquellos que buscan la rentabilidad económica más que la salud.

La industria de la salud se rige por los valores y principios del capitalismo.

– Richard J. Roberts

Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Hijo de John y Edna Roberts, quienes siempre lo alentaron a seguir aquello que tanto lo apasionaba: la química. Se graduó en 1965 de la universidad de Sheffield. Comenzó su doctorado donde tuvo su primer contacto con la biología molecular y es aquí donde se apasionó por dicha especialidad. Consiguió un lugar en Harvard para sus estudios postdoctorales (1969), donde seguiría con la investigación de Tom Stewart, quien lo guio en el amplio universo del ARN de transferencia. Al retomar la investigación de Stewart decidió que el método para secuenciar el ARN que se había estado siguiendo no era el mejor, así que optó por explorar un nuevo método en el laboratorio de Fred Sanger, en Cambridge. Tuvo una estancia corta en este lugar con el objetivo de aprender técnicas para secuenciar y al volver a Harvard los resultados que obtuvo fueron exitosos. La vida y los contactos correctos lo fueron orientando hacia su próximo empleo en Cold Spring Harbor, en 1972.

A partir de este momento, la carrera de Roberts comenzó a perfilarse en la investigación que le otorgaría el reconocimiento de su vida. En Cold Spring Harbor emprendió el trabajo de secuenciación del ADN. Colaboró con Phyllis Myers, Richard Gelinas, Louise Chow, Tom Broker… su trabajo cada vez más tomaba forma y los guiaba a un gran hallazgo. A la par de su investigación, un estudio similar se estaba formando en otro laboratorio a cargo de Phillip Allen Sharp, con quien compartiría créditos al descubrir la estructura discontinua de la información genética, en otras palabras, los genes divididos. Gracias a sus resultados, lograron desmentir la idea de que los genes se encontraban en largos fragmentos continuos. Fue algo tan significativo para la ciencia que los llevó a recibir el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en el año de 1993. Después de años de estudio, Richard J. Roberts se ha ganado el respeto de los investigadores, y su curiosidad lo llevó a develar conocimientos que han sido revolucionarios. Descubrimientos tan importantes como la creación de curas o enfermedades que creíamos terminales. En los últimos años la industria farmacéutica ha apostado por investigaciones que se enfocan en tratamientos crónicos, y se le han dado largas a las que nos llevarían a posibles hallazgos significativos, aquellas que buscan curar, no solo tratar. Lo que nos lleva a retomar la pregunta: ¿qué sucede cuando los intereses económicos sobrepasan a los de la salud? Somos consientes de que la farmacéutica, después de todo, es una industria, y como tal, depende de una rentabilidad económica. No obstante, no podemos hablar de ella como una industria más, ya que hay vidas en juego.

La denuncia que hace Roberts nos hace darnos cuenta de la manera en que la salud se ha vuelto un negocio más. Si encuentran la cura para el cáncer, entonces todos los medicamentos que se tienen hasta el momento quedarían obsoletos, ya que solo se necesitaría adquirir una cura por paciente, al contrario de los tratamientos, que se recetan una y otra vez. Al final, solo nos queda esperar y apostar por aquellos que aún luchan porque la industria no se rinda ante los que buscan seguir adquiriendo ganancias monetarias. Confiar en que los seres humanos sigamos siendo prioridad, que no se pierda de vista a quienes deben de ser los verdaderos beneficiarios de la industria.

Tania Lucía Castro Díaz

Estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Entre 2018-2019 impartió talleres de lectura y escritura creativa por parte del programa de Luvina Joven. Se ha desarrollado en el ámbito editorial desde el año 2019 y actualmente se desempeña como docente de francés.

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