Autoridad de la Biblia (Gottfried Brakemeier)

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La autoridad de la Biblia • 43

17.11 se dice que Jesús en su viaje a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea; lo correcto sería a la inversa, pues a Jerusalén se va de Galilea pasando por Samaria. De acuerdo con 1 Sm 21.2-7, el sacerdote Ahimelec fue quien le dio a David los panes sagrados, y no Abiatar como leemos en Mc 2.26. Hay otros ejemplos semejantes. La negación de estas fallas perjudicaría la calidad “humana” de la Biblia y de sus autores55. La verdad que comunica la Biblia es de otra naturaleza, es la “verdad de salvación”; en esta la Biblia no tiene errores. Ella contiene todo lo que precisamos saber para obtener la vida eterna. La Biblia presenta defectos formales, pero estos en ningún modo perjudican la verdad de su mensaje. Retornando a la cuestión de la inspiración verbal, constatamos que será legítima su afirmación solamente en un único sentido. Se defiende una causa justa al recordar que también las palabras de un texto son afectadas cuando alguien escribe excitado por el Espíritu Santo. No podemos separar el texto bíblico del Espíritu Santo. Es en el texto que debemos hallarlo. La inspiración del espíritu no suprime, antes bien compromete la humanidad de los testigos. Esto se da hasta el punto que el pecado humano ha dejado sus marcas en los textos. Se debe comprobar siempre que aparentemente legitiman la venganza, el odio, la opresión u otros males en desacuerdo con el evangelio. El Espíritu Santo no despersonaliza a la persona a través de la cual se manifiesta. No la priva de su personalidad, no la descontextualiza, ni la coloca por encima de su tiempo y espacio. No protege a los testigos contra la posibilidad de errar en sus acepciones, previsiones o ideas. La verdad de la Biblia consiste en la promesa salvífica que hace, no en la información científicamente correcta ni en la afirmación individualmente interesada. Estas afirmaciones jamás salvarán a nadie. “Inerrancia” es una palabra inadecuada para caracterizar a la Biblia. Ya que sentimos en la Sagrada Escritura el soplo de Dios, la teología cristiana no se puede distanciar. La afirmación de la inspiración de la Biblia tiene una buena razón de ser. Ella es teológicamente imprescindible, pero ella no es una premisa sino un resultado de la lectura. Está claro que la teología va a enseñar la “theopneustia” de la Biblia. No obstante, siempre invita a confirmarla por el estudio. Se 55 Wilfried JOEST, op.cit., p. 154, alerta contra lo que llamada “docetismo bíblico”. Es una herejía que despoja a la Biblia de su naturaleza histórica.


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