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Gobierno regional municipio Urdaneta
TRAS PRESENTARSE, RECIENTEMENTE, DESBORDAMIENTOS DE DRENAJES NATURALES PRODUCTO DE FUERTES PRECIPITACIONES EN EL SECTOR MIRAFLORES Intensifican abordaje en Urdaneta

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>El despliegue ha sido a través de un trabajo articulado entre las instituciones: Dinfra, PC, Cuerpo de Bomberos, Emastru y Barrio Nuevo Barrio Tricolor
YARLENIS ALBARRÁN
GRÁFICAS: CORTESÍA
Tras presentarse, recientemente, deslizamientos y desbordamientos de drenajes naturales producto de las fuertes precipitaciones que ocurrieron en el sector Miraflores del municipio Urdaneta, el gobierno regional ha logrado atender las afectaciones en el lugar para brindar respuesta oportuna y directa a las familias damnificadas.
A través de un trabajo articulado entre la Dirección de Infraestructura de Trujillo (Dinfra), el Servicio Autónomo de Protección Civil y Administración de Desastres (Saprociad), el Cuerpo de Bomberos, la Empresa de Asfalto del estado (Emastru) y la Gran MisiónBarrio Nuevo Barrio Tricolor (Gmbnbt), se logró la rehabilitación de uno de los canales en los 8 KM afectados desde el sector Santa Rita hasta Miraflores, liberando así el tránsito vehicular en la zona tras remover más de 18 Toneladas Métricas producto del deslizamiento de sedimentos luego de los derrumbes dis

continuos por las torrenciales lluvias.
En este sentido, la directora de Dinfra, Vanesa Mendible, señaló que desde el momento del desbordamiento (el pasado 28 de mayo) el agrupamiento de infraestructura ha estado desplegado permanentemente para lograr el despeje total de la vía, “desde el inicio de la afectación por las lluvias empezamos inmediatamente los trabajos para evaluar y totalizar las pérdidas. En estos días de ardua labor determinamos que hay daños considerables y más ahora porque las lluvias han continuado, sigue el deslizamiento de sedimentos”.
Mendible destacó la presencia de los cuerpos preventivos del estado “quienes han sido de gran ayuda para apoyar a las familias de las viviendas afectadas”.
Por su lado, la jefa de Sala Situacional Trujillo, Glaidymar Barreto, indicó que desde el momento del derrumbe se comenzó a trabajar en el sitio con la finalidad de limpiar la carretera transandina que conecta con Timotes.
“Seguimos desplegados, ya tenemos dos semanas trabajando de presto apoyo con dos vehículos volteos y una retroexcavadora”. Además, agregó que el despeje de la vía se ha retrasado por los constantes deslizamientos.
VIVIENDAS AFECTADAS Cabe destacar que las precipitaciones provocaron el crecimiento considerable del Río Motatán, lo que ocasionó el desbordamiento de drenajes naturales en la zona, dejando 11 viviendas afectadas, seis de ellas con problemas de alto riesgo como el colapso de paredes, anegación de lodo en las áreas internas de las casas, así como la pérdida de enseres.
Así lo dio a conocer un informe de la Región Estratégica de Análisis de Necesidades (Redan) Los Andes, Zoedan Trujillo y PC, el cual precisó que las seis viviendas colapsadas fueron desalojadas (una de ellas declarada inhabitable) y las familias se encuentran resguardadas y protegidas en domicilios cercanos.
Ante esto, el presidente de Emastru, Ángel Figueroa, precisó que la institución aún se encuentra realizando trabajos de remoción de escombros en el sector, “a causa de los permanentes deslizamientos es bastante alto el volumen de material por recoger”.
Asimismo, Figueroa detalló que además del despeje de un canal de circulación, se está trabajando con los equipos y las maquinarias necesarias para la pronta rehabilitación total de la carretera.
FAMILIAS DAMNIFICADAS Marbelis Ramírez, una de las afectadas por las fuertes lluvias en el municipio Urdaneta expresó: “cuando comenzó a llover de una vez se desbordo todo, fue algo de 10 a 5 minutos, solo dio tiempo de sacar a los niños”, al tiempo agradeció el apoyo de PC y el Cuerpo de Bomberos quienes estuvieron asistiendo a las familias desde un primer momento.
Por su parte, María Peña, habitante del sector Miraflores, pidió a las autoridades competentes brindar todo el apoyo a la comunidad, “nos quedamos sin nada, todo lo que llegue será bien recibido”.
Las personas damnificadas de Miraflores agradecieron el apoyo del Gobierno Bolivariano y de las instituciones que se han abocado a atender las necesidades causadas por las constantes precipitaciones.
ABORDAJE INTEGRAL En aras de garantizar protección social a las familias afectadas, el Instituto de la Mujer (Imet) junto al Instituto de Alimentación y

Nutrición (Ianet) y la Fundación Regional del Niño, realizaron una jornada integral para brindar atención pediátrica a los niños y niñas del sector Miraflores, promoviendo la salud física y emocional en la comunidad.
Vale mencionar que el abordaje constó de consultas ginecológicas, psicológicas, así como la entrega de calzados y alimentos.
Del mismo modo, el Ianet continúa presto a brindar apoyo a la comunidad llevando a cabo la valoración nutricional para la protección de las familias afectadas.
Por otra parte, la Zona Educativa Trujillo (ZET) se abocó al lugar para hacer entrega de juguetes, ropa y calzado.
Estas acciones demuestran el compromiso del gobierno regional, liderado por el gobernador, G/J Henry Rangel Silva, junto con la primera combatiente y presidenta de la Fundación Trujillana para la Salud (Fundasalud), Dra. Jacqueline Peñaloza de Rangel, quienes están al frente de la atención social y comunitaria.
Efecto búmeran en el imperialismo
MISIÓN VERDAD
GRÁFICA: CORTESÍA
El bestial asesinato de un afroamericano por parte de la policía en Mineápolis ha provocado la amenaza del presidente Donald Trump de sacar las tropas militares a las calles en las ciudades estadounidenses, no porque esto signifique revertir de algún modo la violencia generalizada de las fuerzas policiales contra los civiles, en especial con los estratos sociales más bajos y las “minorías raciales”.
Al contrario: bajo el amparo de la Ley de Insurrección de 1807, Trump pretende desplegar al ejército para reprimir a los manifestantes que se mantienen en las calles desde hace más de una semana. El Pentágono ha reaccionado en contra de esta medida, pero Trump insiste en ejecutarla.
Aunque estas protestas y disturbios no tienen su origen exclusivo en las discriminaciones contra la comunidad negra en los Estados Unidos, la respuesta militar desproporcionada del gobierno federal no es un hecho aislado.
Las “guerras interminables” de Washington en Medio Oriente, enmarcadas en los planes de remodelar la región a favor de sus intereses con la excusa de la “lucha contra el terrorismo” luego del 11 de septiembre de 2001, han sido determinantes en la crisis social y económica que padece la población del país.
MILITARIZACIÓN DE LA POLICÍA ESTADOUNIDENSE “Muchos estadounidenses se enteraron por primera vez del Programa 1033 en 2014, cuando tanto las protestas pacíficas como los disturbios destructivos estallaron en Ferguson, Missouri, tras el fatal tiroteo policial de Michael Brown”, dice Bonnie Kristian, en un artículo escrito en Responsible Statecraft, una publicación del Quincy Institute for Responsible Statecraft.
Este programa del Departamento de Defensa le proporciona armamento de guerra a los oficiales de seguridad: “bayonetas, rifles automáticos y lanzagranadas, así como municiones, chalecos antibalas, robots, embarcaciones y aviones, incluidos los aviones teledirigidos de vigilancia”.
Merece especial atención, señala la periodista Bonnie Kristian, el uso creciente e invasivo del estado de vigilancia permanente, hoy expresado en el uso de inteligencia policial para detectar y aplacar las protestas con sofisticadas tecnologías de recolección de datos.
Pero más allá del arsenal de guerra (excedente de las invasiones militares en Afganistán, Irak o Siria), o de los instrumentos de espionaje que llegan a manos de los oficiales, es necesario observar la cultura de represión que se ha ido forjando en las academias policiales, muy a tono con la visión de política exterior concebida en la Casa Blanca.
Apenas dan una señal de amenazar al establishment estadounidense, la población civil se convierte en una amenaza para la seguridad nacional.
No se ve en las calles una denuncia clara a la visión imperialista de Estados Unidos o a los conflictos desatados en el extranjero, que al final son causantes de la decadencia interna.
Más bien, el caos y los disturbios parecen una respuesta visceral al deterioro social y económico de un país dirigido por una élite bipartidista que está más ocupada intentando sostener el poderío hegemónico en el mundo, financiando costosos ejércitos y cientos de bases militares, en un estado de guerra perpetua.
Siendo considerada una “amenaza” la población en Estados Unidos, recibe el mismo tratamiento que se les da a las naciones que obstaculizan la hegemonía gringa.
Y en ese escenario, los departamentos de policía están entrenados para comportarse como una fuerza de ocupación. “Si los oficiales son soldados, se deduce que los barrios

que patrullan son campos de batalla. Y si están trabajando en los campos de batalla, se deduce que la población es el enemigo”, reflexionaba el escritor de The Concourse, Greg Howard, durante las manifestaciones de Ferguson en 2014, y que es citado por Kristian.
GASTOS MILITARES Y LA DEUDA CON LOS RESIDENTES George Floyd estaba desempleado cuando fue capturado y asesinado por los agentes al recibir una denuncia en su contra por falsificación de un billete de 20 dólares. Floyd también estaba contagiado de coronavirus, como lo reveló el informe completo sobre su autopsia.
Desde que el Covid-19 se elevó a categoría de pandemia y concentra la atención de gobiernos y organismos en todo el mundo, en Estados Unidos la tasa de desempleo podría alcanzar el 25%, mientras que los contagios y muertes relacionados al virus crecen de manera escalofriante: más de 1 millón 900 mil casos y más de 100 mil fallecidos.
La salud no es prioridad en la cuna del capitalismo financiero, tampoco los bolsillos de las clases medias y bajas. Pero la guerra, base que sostiene el poder económico de Washington, sí lo es, y por eso no hay nada de extraño en los gastos militares que hace el gobierno federal, aunque esto no le garantice volver a las épocas de gloria de un mundo unipolar.
El gasto en defensa (ataque) militar que se destina al Pentágono ronda los 740 mil millones de dólares anuales. Se dice que, ajustando las diferencias por la inflación, ese presupuesto es más alto que el de “defensa del presidente Ronald Reagan, construida para ganar la Guerra Fría”.
Sin embargo, ese valor no es expresión completa del derroche en re

cursos para alimentar al complejo militar-industrial, donde se amalgama gobierno y sector privado, en este último siglo de conflictos en el Medio Oriente.
Según Willis Krumholz, miembro de Defense Priorities, “sin contar el gasto del Departamento de Seguridad Nacional, el costo total de estas guerras ha sido de más de 5 billones de dólares desde 2001. Eso es el 25% de nuestra deuda nacional”.
No hay que dejar de recordar que Estados Unidos tiene una deuda pública que supera el 100% de su PIB.
Los países que capitanean el bloque multipolar, China y Rusia, tienen un gasto militar al año de 250 mil millones de dólares y 60 mil millones de dólares, respectivamente.
No hay indicios de protestas masivas reclamando que esa distribución ponga en riesgo la seguridad de la población en sus territorios, o la de otras en el extranjero, por más que los medios occidentales construyan falsos relatos que encubran las dimensiones de las acciones militares estadounidenses.
“Los Estados Unidos están ahora comprometidos con una guerra sin fin, y un intervencionismo sin fin, a la señal de cualquier situación con combustible en cualquier parte del mundo”, escribe el analista de relaciones internacionales Akhilesh Pillalamarri.
Es el ataque permanente a los países árabes productores de petróleo, pero también lo es las sanciones contra Irán, la guerra comercial y cultural contra China, los choques indirectos contra Rusia atacando a sus aliados, o el acoso sistemático a las instituciones de Venezuela, pagando planes golpistas o manteniendo el bloqueo a su economía.
Son intervenciones foráneas que han sido invariables a los cambios de administración del último siglo. Tanques de pensamiento estadounidenses, como el Instituto Cato, señalan la urgencia de “moderar” esa doctrina de guerras sin control, demostrando su insostenibilidad a mediano plazo.
Tal vez no tendría mayor trascendencia si los golpes hacia afuera no estuviesen sintiéndose casi con la misma intensidad puertas adentro. El siglo pasado, con la Guerra de Corea de los 50, la Guerra de Vietnam de los 60, invasiones en Guatemala, Vietnam, Panamá y Granada, bombardeos en Yugoslavia, Washington siempre encontró una forma de justificar ocupaciones militares bajo supuestos fines nacionales.
Estos conflictos extranjeros, todos cuestionables, costosos y sin ningún rédito para las mayorías norteamericanas, quedaron fuera de la vista de la sociedad gringa. No así las consecuencias que se vinieron acumulando en la propia situación política y social del país, y que ahora revientan entre virus, crisis económica-social y terrorismo policial.
Los recursos que se devora la defensa militar para cumplir este objetivo son los que dejan de percibir los estadounidenses en bienes tan fundamentales como la salud.
Los gastos domésticos se fueron en construir estructuras de opresión que ahora están viviendo su momento estelar reprimiendo a las protestas, que parecen salirse del frágil control que tenía el gobierno federal hace unas semanas, mientras puertas afueras Washington sigue con la pose de policía del mundo, menos creíble que hace unos años atrás.
La Casa Blanca ha demostrado que la agenda de las élites está por encima de cualquier necesidad o reclamos de los ciudadanos, sin importar si está Donald Trump al frente o un representante del ala demócrata en el poder.